El 19 de abril el mandamás imperialista ruso Putin comenzó su preparada ofensiva sobre el este de Ucrania. Se estima que las tropas rusas son unas 100.000 y estaban en su mayoría a una distancia de 150-200 km de la frontera con Ucrania. Es la mayor movilización de fuerzas desde la anexión de Crimea en 2014.
Simultáneamente Rusia bombardeó desde el aire prácticamente todas las ciudades ucranianas.
No fue un paseo: las fuerzas ucranianas repelieron “numerosos intentos de avances de las tropas rusas en la línea del Donbás”, pero perdieron el control de la ciudad de Krenminna y zonas de Luhansk. Slovyansk, localidad de la región del Donetsk, fue atacada con bombas racimo, que liberan una gran cantidad de bombas al abrirse.
Rusia quiere proclamar una “República Popular de Kherson”. Esto “no funcionará”, dijo el presidente de Ucrania Zelensky.
Mientras tanto, Mariúpol, ciudad asediada del sureste de Ucrania, con salida al Mar de Azov, está casi totalmente bajo control ruso. Los últimos combatientes ucranianos están atrincherados en el inmenso complejo metalúrgico de Azovstal, con cerca de 300 civiles. Rusia propuso un alto el fuego si las fuerzas se rendían, pero ante la negativa Putin declaro que los dejarían morir ahí.
El general Rustan Minnekayev, vicecomandante del distrito militar del centro de Rusia, dijo que planeaban tomar el control total del Este y Sur de Ucrania. Esto va a permitir asegurar un corredor terrestre hacia Crimea y una influencia en las estructuras claves de la economía ucraniana, como los puertos del Mar Negro, a través de los cuales se realizan los despachos de los productos agrícolas y metalúrgicos. También dijo que les permitirá ayudar a los separatistas prorrusos de Transnistria, que desde 1992 controlan un territorio de Moldavia, fronterizo con el oeste de Ucrania. Además, los rusos siguen bombardeando Marinka, Ocheretyne, Toresk y Avdirvika, ciudad esta última en la que los rusos intentaron dos veces pasar a la ofensiva. En total los rusos atacan unos 480 kilómetros de la línea del frente.
La oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, expresó “preocupación por el aumento de pruebas sobre crímenes de guerra en Ucrania en el marco de la invasión. Las fuerzas armadas rusas han bombardeado indiscriminadamente zonas pobladas, matando a civiles y destruyendo hospitales, escuelas y otras infraestructuras civiles”.
Hacemos un homenaje a la sargento mayor y médica de la guardia nacional ucraniana, Olena Kushnir, que falleció el 18 de abril en Mariúpol. Su marido había muerto en combate y sacaron a su pequeño hijo fuera de Ucrania. En ella vaya nuestro homenaje a todas las mujeres que combatieron y combaten contra el ejército ruso.
Los EEUU y otros países occidentales tratan de prolongar la guerra y continúan enviando armas. El peligro de una confrontación a mayor escala es real, e incluso con armas nucleares. La agencia de noticias rusa Tass afirmó el 22 de abril que “Rusia planea desplegar la primera unidad militar armada con misiles balísticos Sarmat, con capacidad nuclear, a más tardar este otoño”.
Mientras tanto, fuerzas que se consideran democráticas, en Argentina y América Latina, siguen negándose en distintos ámbitos a condenar la invasión.
Nosotros reafirmamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano y seguiremos peleando por el fin de la invasión imperialista rusa, así como exigimos que los yanquis y la OTAN saquen sus garras de Ucrania, que tiene derecho a su autodeterminación. Es parte de nuestra lucha por impedir una nueva guerra mundial.
Hoy N° 1910 27/04/2022