“Mantendremos cerrado desde el jueves 16 debido a que la mayoría de nuestro personal participa de Un día sin inmigrantes. Reabriremos nuestras puertas el viernes 17 a las 7 de la mañana”. Así versaba el aviso que decenas de negocios exhibieron en sus puertas este jueves en varias ciudades de Estados Unidos.
“Mantendremos cerrado desde el jueves 16 debido a que la mayoría de nuestro personal participa de Un día sin inmigrantes. Reabriremos nuestras puertas el viernes 17 a las 7 de la mañana”. Así versaba el aviso que decenas de negocios exhibieron en sus puertas este jueves en varias ciudades de Estados Unidos.
Escuelas, restaurantes y supermercados cerraron sus puertas a lo largo y ancho de Estados Unidos: desde Los Ángeles a Chicago y Nueva York. Trabajadores y estudiantes “se tomaron el día”, como forma de protesta, para mostrar la contribución que hacen al país los inmigrantes.
Según la Organización la Economía, la Cooperación y el Desarrollo, alrededor del 17% de la fuerza de trabajo en Estados Unidos está compuesta por inmigrantes, y entre el 2004 y el 2014, se incrementó en un 47%.
La protesta se llamó “Día sin inmigrantes” y se difundió a través de las redes sociales. El objetivo era que los trabajadores nacidos en el extranjero se rehusaran a participar en la economía estadounidense por un día.
Según BBC Mundo, unos 50 restaurantes en Washington cerraron el jueves 16, así como en ciudades como Boston y San Francisco.
En el Pentágono en Virginia, sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos en donde trabajan 25.000 personas, al menos siete restaurantes anunciaron que cerrarían por el día. En la ciudad de Salt Lake City, Utah, Rancho Markets cerró sus puertas en apoyo a la protesta. En Massachusetts, el museo de arte de la Universidad de Wellesley removió todas las obras de arte donadas o creadas por inmigrantes. “Hecho por un inmigrante”, decían las placas que sustituyeron la información sobre el artista y su obra.
Un grupo de estudiantes de la secundaria de Paso Robles (California) protestaron a las afueras de las instalaciones durante su recreo.
En Nuevo México, el estado de Estados Unidos con mayor porcentaje de residentes hispanos, muchos comercios cerraron desde Albuquerque hasta Santa Fe.
Un café dentro del Capitolio en Washington DC que sirve al Senado también cerró sus puertas.
Una escuela en la capital, Washington DC, decidió cerrar por el día para permitirles a los maestros protestar. Los 426 estudiantes de primaria de la escuela Latin American Montessori tuvieron el día libre en solidaridad con el boicot.
No se adónde ir
Una nueva etapa se ha abierto en Estados Unidos: la era contra los inmigrantes. Así lo entienden abogados que vienen presentando hábeas corpus contra la medida de Trump. Es una guerra contra lo que se calcula son 11 millones de personas que viven sin documentos en Estados Unidos. Según Los Angeles Times, se calcula que unos 8 millones de indocumentados podrían estar sujetos a deportación bajo las estipulaciones de la orden de Trump. Ya el 25 de enero, el nuevo presidente norteamericano contrató 10 mil agentes de inmigración adicionales.
Pero si bien Trump prometió la deportación de 3 millones de indocumentados con antecedentes judiciales; esto puede ir desde una infracción vial hasta un crimen mayor. Durante la semana pasada, el caso más desgarrador y que se convirtió en el rostro de las deportaciones, fue el de Guadalupe García Rayos, una mexicana que había entrado a Estados Unidos en el 96, cuando tenía 14 años y, tras vivir en el país durante 21 años, tener 2 hijos nacidos allí –o sea, ciudadanos norteamericanos-, fue deportada a su país y separada de sus hijos.
Si bien varios alcaldes y jueces de varios estados se vienen pronunciando en contra de la medida del presidente norteamericano, la situación está generando odio, por una parte y temor. Una empleada de Call Center, Irma Andino para un blog de noticias A+j sintetizaba lo que miles y miles de inmigrantes dicen: “Si vuelvo a mi país ahora, no sé a dónde ir o qué hacer. Ya pertenezco a este lugar, soy parte de acá, crecí acá”. Por eso, cientos de personas marcharon en la ciudad de Detroit (Michigan) en apoyo a la iniciativa. Decenas de manifestantes protestaron en Austin, la capital de Texas; en Raleigh, Carolina del Norte, en Chicago y en Detroit, al grito de “Yes, we can”: sí podemos.