El del 10 de abril fue un parazo nacional multisectorial que puso a la clase obrera en el centro de la escena política. Fue más masivo y más avanzado en los contenidos que el paro y piquetazo del 20 de noviembre de 2012.
El del 10 de abril fue un parazo nacional multisectorial que puso a la clase obrera en el centro de la escena política. Fue más masivo y más avanzado en los contenidos que el paro y piquetazo del 20 de noviembre de 2012.
Se ha dado un salto cualitativo, pidiendo cambios políticos y económicos, enfrentado la inflación y devaluación, pero por sobre todas las cosas la incorporación de la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico, que es hoy el principal problema social de la clase obrera, y se ha transformado en un problema laboral muy importante.
Este programa catalizó el hartazgo, la bronca contra el ajuste de la mayoría de la clase, pero a la vez de sectores populares como los campesinos pobres, naciones y pueblos originarios, pequeños y medianos productores agrarios, comerciantes e industriales, estudiantes, y profesionales. Le ha dado un duro golpe a la política del gobierno de Cristina Fernández y a sus gobernadores. Se ha vencido la enorme presión política de la llamada “gobernabilidad” de la clases dominantes, para que pase el ajuste del gobierno, que va deshaciendo sin vuelta atrás el relato de Cristina. Cuando está en pleno desarrollo su política de ajuste ortodoxo y de seguir descargando la crisis sobre el pueblo, pagando deuda externa ilegitima y usuraria, de entrega de los recursos naturales, de mayor endeudamiento, de nuevo sometimiento al FMI.
Una batalla política
Fue un parazo que llevó más de dos meses de preparación y batalla política aguda, por abajo, lugar de trabajo por lugar de trabajo, sección por sección. Acertamos en entender que el eslabón clave pasaba por la lucha docente y estatal y el no comienzo de clases. El gobierno había planeado hacer que esa fuera la paritaria emblemática para poder imponer sus topes de 20%. La grandiosa lucha docente de todo el país, y en particular de Buenos Aires, hizo fracasar sus planes y pasaron los topes del 21 al 28%, los docentes superaron el 30. El gobierno hizo firmar de apuro a los traidores de Caló y Martínez en UOM y Uocra, pero el parazo nacional del 10 evitó que firmara otro traidor como Cavalieri, y se reabrió la paritaria de comercio.
Tres meses del año superan el 11% de inflación, que anualizada supera el 45%. La batalla por $9.000 de mínimo vital y móvil, y por salario inicial de acuerdo a la canasta familiar real sigue abierta para la mayoría de las paritarias. El paro ha potenciado enormemente esta lucha.
El paro en Acindar de Villa Constitución, de las metalúrgicas en el Gran Buenos Aires y Capital Federal, en el Polo Petroquímico de Bahía Blanca, los petroleros de Neuquén, Chubut y Salta, los asuetos en las automotrices, dejaron en el aire a los colaboracionistas. El paro en todos los puertos, el de la UTA, el paro y piquetes de camioneros en todo el país, muestran que se puede torcer el brazo en paritarias a las patronales imperialistas y al gobierno de Cristina, y hacer recular la política inflacionaria y devaluatoria.
La lucha docente sigue siendo protagonista en Salta, con más de 9 de días de lucha y continúa esta semana en Chaco y Neuquén. Los municipales pararon en muchísimos lugares y particularmente en ciudades pequeñas.
Hoy hay que seguir la preparación lugar de trabajo por lugar de trabajo, sección por sección, para la elección de comisiones paritarias desde abajo y lograr lo necesario. Hoy es más fácil derrotar a los colaboracionistas y neutralizar a los conciliadores, recuperando los cuerpos de delegados, peleando asambleas generales y pasando por arriba de las direcciones sindicales para que avance el clasismo por abajo fortaleciendo las agrupaciones de la CCC.
La propaganda intensiva sobre los centros de concentración y la afiliación al PTP y al PCR son el camino para fortalecer y acumular fuerzas revolucionarias en la clase obrera, continuando y ampliando los reagrupamientos como se viene haciendo.
Los desocupados organizados, los jubilados y pensionados volvieron a ser grandes protagonistas del paro. Levantaron el programa aprobado por la Multisectorial junto a la CTA. El paro fue activo y no se podía ceder a la propuesta de Cristina –en la que coincide Macri– de sacar la protesta de las calles. Se argumentó que el paro se garantizaba con el transporte. Fue un error de los dirigentes de las centrales, que muestran a un cierto apego a las presiones de la gobernabilidad.
La realidad les demostrará que estaban equivocados. Porque la batalla en paritarias y por la continuidad del plan de lucha con un nuevo paro nacional de 36 horas, es el camino para avanzar en torcerle el brazo a la política del gobierno de Cristina. Hemos tenido un gran avance. Profundizar el camino, preparando un gran acto el 1° de mayo en Córdoba es nuestra obligación.
AMANCAY ARDURA
Coordinador nacional de la CCC