Durante el Mundial escuchamos a muchos periodistas, digamos “especialistas”, afirmar que la Argentina tiene que aprender de Alemania y España, los últimos campeones mundiales. Que a diferencia nuestra, trabajan a futuro, que desde hace diez años hicieron una revolución bien desde abajo y que la mayoría desus jugadores juegan en el mismo equipo, que son serios, que practican la técnica y por eso salen jugadores de buen pie, y varias cosas más.
Durante el Mundial escuchamos a muchos periodistas, digamos “especialistas”, afirmar que la Argentina tiene que aprender de Alemania y España, los últimos campeones mundiales. Que a diferencia nuestra, trabajan a futuro, que desde hace diez años hicieron una revolución bien desde abajo y que la mayoría desus jugadores juegan en el mismo equipo, que son serios, que practican la técnica y por eso salen jugadores de buen pie, y varias cosas más.
Esto me hace acordar a cuando decimos que nos tenemos que copiar de países como Suecia, Suiza u otros del “primer mundo”. Toda una hipocresía absoluta de muchos que saben y otros que repiten tal vez sin conocer bien qué es lo que pasa.
La realidad es que son monstruos económicamente, que no solo ponen muchísimo dinero en mejorar el fútbol, que los hacen jugar en un mismo equipo como el Bayer o el Barcelona, sino que también nacionalizan jugadores extranjeros.
En la final, Alemania tenía a dos polacos, dos turcos, un ghanés, etc. También lo hacen selecciones como la francesa, que tiene más de la mitad de los jugadores africanos; o los italianos también con muchos extranjeros, la suiza, etc. Así, es bastante desigual la competencia que metieron las potencias mundiales.
Durante el Mundial se criticó a los dos 9 que tenía Brasil, pero nadie dijo que España le nacionalizó -para que juegue para su selección- al mejor 9 de la última temporada española. Para la Argentina, donde a los pibes ya los tienen vendidos a los 17 años, a lo que hay que sumar la delincuencia que es la AFA, que tiene a los clubes fundidos, es muy difícil.
Es muy difícil pero estos jugadores argentinos demostraron que es posible, que tienen amor a la camiseta (porque vinieron a jugar por nada, comparado con lo que ganan en Europa), sacaron ese sentido amateur que tienen adentro, que la FIFA se quiere encargar de matar con el profesionalismo.
En esto un reconocimiento a Sabella, que más allá del gusto futbolístico, inculcó ese sentido de pertenencia, de ser un equipo por sobre las individualidades, llenando de humildad al triunfalismo, cuando dijo que a veces nos creemos más de lo que somos. Con nuestras armas, en desventaja, nos plantamos ante los poderosos, no fuimos menos que nadie, llegamos a la final y pudimos ganarla. Con mucho corazón, y mucho orgullo, estos muchachos ganaron el corazón del pueblo argentino. Gracias Messi (del que se habla mucho pero eligió jugar para la Argentina a pesar de las presiones desde que era chico para nacionalizarlo español), gracias Masche por la entrega; las lágrimas de Di María fueron las de todos. Gracias a todos.
Siempre los gobiernos de turno, como el de Cristina, quieren usar el Mundial para tapar los despidos y el ajuste que le hacen al pueblo. Ahora felicita a los jugadores fervientemente en su llegada al país, cuando no destina un peso para el deporte argentino, como salió a la luz con la deserción de las jugadoras de hockey, las leonas. ¡A pesar de todo, muchas gracias a todos!
El cabezón