“Quien quiera alcanzar el equilibrio fiscal debe atacar el problema de las jubilaciones y de las subvenciones energéticas. Todo lo demás es tangencial”. Carlos Pagni (La Nación, 6-6-24)
La cita precedente alude al corazón de tantísimas discusiones. El “ataque” mencionado es, desgraciada e inevitablemente, un ataque contra los sectores populares –la mayoría de las familias, incluidas las capas medias- y la gran masa de los jubilados.
Se puede, más o menos a gusto, estar de acuerdo con Pagni; es una de las opciones posibles. No por cierto la opción que puede suscribir o elegir cualquiera que se sienta identificado con la situación y necesidades de las grandes mayorías sociales.
Vamos a dejar de lado un análisis más profundo y crítico y aceptar por un momento el objetivo de “alcanzar el equilibrio fiscal”. Suponiendo que esa fuera una necesidad a resolver, ¿por qué el peso de la solución debe recaer sobre los más débiles, postergados, empobrecidos? La respuesta a esta pregunta remite directamente a la posición que cada uno adopta, al interés que defiende, al punto de vista desde el que se analiza y juzga. No hay misterio en esto.
¿Tiene un costo mantener una jubilación digna y tarifas pagables por la mayoría? Sí, claro. Pero, en el marco de la realidad y circunstancias actuales –en otras se verá- ¿quién debería pagar ese costo? Nótese como la respuesta depende de la perspectiva que se adopta.
Intentemos una; difícil pero posible, viable y diferente a la de Milei.
El mundo empresario procura obtener ganancias normales, medias, al realizar sus actividades, muchos –no todos- lo logran. Y entre esos muchos, algunos –pocos- obtienen además de ganancias normales, ganancias extraordinarias (monopolios, oligopolios, importadores de Tierra del Fuego, Mercado Libre, macroproductores agrarios, etc.). ¿Sería muy loco pretender que parte de esas ganancias extraordinarias se destine al logro del “equilibrio fiscal”? Y así afectar lo menos posible la vida de los jubilados y las familias, no menos del 90% de la población argentina.
No digo que lo vayan a hacer. No digo que sea fácil hacerlo. Pero si afirmo que esa es una forma, un método, un camino, que deberíamos suscribir, apoyar, votar, defender y luchar por imponer. Una cosa entre tantas otras dentro de esta misma lógica.
Escribe Sebastián Sainz