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29 de July de 2015

Reproducimos un artículo escrito por Carlos del Frade, diputado electo por el Frente Social y Popular de Santa Fe, publicado en la página de la CTA.

Vanesa, los números y los pibes empobrecidos

El 39,7% de los niños son pobres

 
 “Lo que estoy viendo últimamente es una gran cantidad de chicos revolviendo en la basura, eso antes no se veía acá en San Lorenzo”, dice Vanesa, sensible e inteligente locutora de FM Horizonte, ubicada en la ciudad histórica donde los granaderos de San Martín dieran el primer paso hacia la emancipación de la Patria Grande.

 
 “Lo que estoy viendo últimamente es una gran cantidad de chicos revolviendo en la basura, eso antes no se veía acá en San Lorenzo”, dice Vanesa, sensible e inteligente locutora de FM Horizonte, ubicada en la ciudad histórica donde los granaderos de San Martín dieran el primer paso hacia la emancipación de la Patria Grande.
La observación marca un contraste casi obsceno. Por los puertos de San Lorenzo y Puerto San Martín, ciudades apenas separadas por un hilo de agua marrón, doce empresas exportan 106 mil millones de pesos por año. La región más rica de la Argentina actual a partir de semejante volumen de ventas. Sin embargo, la mirada de Vanesa descubre algo nuevo: pibas y pibes revuelven los contenedores buscando algo de valor o comestible.
De acuerdo con el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina, titulado “Progresos sociales, pobrezas estructurales y desigualdades persistentes. Ilusiones y desilusiones en el desarrollo humano y la integración social al quinto año del Bicentenario (2010 – 2014)”, el comentario de Vanesa presenta una de sus cifras más poderosas y profundas: el 39,7 por ciento de las chicas y los chicos entre los cero y los diecisiete años son pobres en el país de la carne, la leche y el pan.
 
Cuatro de cada diez pibas y pibes están empobrecidos
Consecuencia de un modelo económico que presenta sus luces pero que también profundiza sus sombras. Sostiene la investigación que “a partir de 2012 y durante casi todo 2013 y 2014, el crecimiento se detuvo, la generación de empleo productivo se estancó, la inflación continuó en ascenso y creció el déficit fiscal. A pesar de algunas medidas de ajustes, se mantuvo la política de subsidios y otras medidas orientadas a la protección social. En ese contexto, aun cuando continuó creciendo el gasto social, volvieron a aumentar la marginalidad laboral y la pobreza por ingresos, y casi no registró cambios la pobreza estructural medida por necesidades básicas insatisfechas u otros indicadores.
“Lamentablemente, una vez más, las estadísticas sociales del Observatorio de la Deuda Social Argentina tienden a constatar que, pese a las medidas orientadas a la protección de los sectores más pobres, una parte importante de la sociedad todavía continúa siendo una “población excedente” para el sistema en su conjunto, es decir, carece de un mínimo de condiciones dignas de subsistencia económica e integración social”, remarca el trabajo presentado en estos días.
Contrastes que también se exhiben a partir de la realidad de los planes sociales: “El incremento de la población cubierta por los programas sociales del Estado, un hecho en sí mismo positivo, revela al mismo tiempo la existencia de una población vulnerada en cuanto al acceso a un empleo pleno de derechos y al sistema de protección correspondiente. A lo largo del lapso 2010-2014 se observa un aumento sostenido en la recepción total de transferencias de ingresos a los hogares, intensificándose incluso en el último año considerado. En efecto, en 2014, casi 3 de cada 10 hogares de los principales centros urbanos registran ser receptores de alguna política social de empleo o transferencia de ingresos, incrementándose este valor a más de 6 de cada 10 hogares cuando se considera solamente los hallados en situación de pobreza.
Los datos revelan, además, un mayor acceso a programas sociales entre los hogares de los estratos más bajos, dando cuenta así de la necesidad que tienen los mismos de recurrir a la asistencia pública como estrategia de subsistencia económica. Si bien hubo una fuerte expansión de los programas sociales entre 2010 y 2014, ello no se ha traducido en un cambio estructural significativo con relación a la necesidad de cada sector –según nivel socioeconómico, ocupacional o condición residencial del hogar– de recurrir a tales programas como estrategia de subsistencia”.
 
La precarización laboral
También avanzó la precarización laboral: “Aun con el desarrollo de campañas para promover la registración laboral, el porcentaje de ocupados sin aportes al Sistema de Seguridad Social continúa en valores elevados. Dentro del grupo de asalariados, 1 de cada 3 encuestados se halla bajo contratación laboral no declarada. Por otro lado, las inserciones de baja calidad en actividades por cuenta propia han determinado que 7 de cada 10 trabajadores no realizan sus aportes jubilatorios. La extendida falta de participación en el Sistema de Seguridad Social se presenta además asociada a un factor estructural: el desarrollo de actividades de escasa productividad y, en algunos casos, en el límite de la mendicidad. Por supuesto, la ausencia de aportes condiciona el acceso a la cobertura de salud; así, 3 de cada 10 trabajadores deben recurrir para su asistencia médica a los servicios brindados por el sistema público”.
Y estas cuestiones estructurales condicionan el grado de participación política de los sectores populares: “Los niveles de participación ciudadana han sido continuamente bajos, demostrando que existe un bajo nivel de compromiso ciudadano. Por otro lado, al distinguir la participación social de la participación política, se observa que la primera presenta una adhesión un poco mayor que la segunda, pero no alcanza niveles muy significativos. El menor porcentaje de participación se encuentra en los grupos de protesta, seguido de la participación en partidos políticos y, por último, en actividades sindicales; mientras que la participación en grupos sociales es la actividad que cuenta con mayor porcentaje de población”.
“En cuanto a la región, la participación en la CABA se destaca por sobre el resto de los aglomerados urbanos. La población de 35 a 59 años participa más en actividades sindicales que el resto de los grupos de edad, mientras que las personas con secundario completo participan más en actividades políticas. A su vez, la población de más de 60 años tiene mayor participación en actividades solidarias que los otros grupos etarios, y las mujeres participan en mayor medida que los varones en actividades religiosas y solidarias”.
Lo cierto es que Vanesa, desde su visión, acierta con la realidad, en un país de enorme riqueza, una vez más, las chicas y los chicos terminan siendo los primeros empobrecidos, los primeros perjudicados.