Vladímir llich Uliánov nació el 22 de abril de 1870. Fue el cuarto de seis hijos. Rusia estaba gobernada por los zares, cuyo despotismo oprimía al conjunto del pueblo. Cuando Ilich era joven, su hermano mayor fue apresado y condenado a muerte por integrar un grupo de jóvenes que intentó acabar con la vida del zar Alejandro 3º. Cuenta su compañera Krúpskaya (se casaron en el destierro en Siberia, en 1898) que Lenin respetó siempre a su hermano muerto, pero afirmó “El camino no es por ahí”, en referencia a los atentados individuales.
Desde sus comienzos en las actividades revolucionarias, a principios de la década de 1890, Lenin integró el estudio de las obras de Marx y Engels con el de la realidad de su país, convencido de la necesidad y posibilidad de una salida revolucionaria para los males de Rusia. En 1895 es uno de los fundadores de la Unión de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera, tras lo cual es detenido y sufre su primer destierro. Luego vendría la fundación del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSR). Ya a principios del siglo 20, Lenin acrecienta su trabajo para la construcción de un partido revolucionario, en disputa con otro sector del POSR, que llevó a la división entre los reformistas, conocidos como mencheviques, y los revolucionarios, bolcheviques.
En 1905, tras una cruel represión a los reclamos populares, con miles de muertos por parte del zarismo, una oleada de luchas sacudió el imperio y obligó al zar a dar concesiones electorales. La Revolución de 1905, si bien fue derrotada, fue una gran enseñanza para los revolucionarios y para el propio Lenin. Allí surgieron los soviets (consejos de delegados de obreros, campesinos y soldados), que tendrían un papel fundamental en la revolución de octubre de 1917.
Guerra y revolución
Lenin estudió el desarrollo del capitalismo y su transformación en imperialismo, que se plasmó en su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo. Denunció la disputa interimperialista que llevó a la primera guerra mundial en 1914, y marcó a fuego la traición de los partidos socialistas de los países europeos, que apoyaron a las burguesías de sus respectivos países. La guerra agravó las penurias del pueblo ruso, miles de cuyos hijos morían en el frente, mientras el hambre crecía y devastaba las familias obreras y campesinas. Lenin ya había señalado que crecían las condiciones para una situación revolucionaria en Rusia, y en febrero (según el calendario vigente en esa época) de 1917 estalló la revolución que condujo al derrocamiento del zar, y a un gobierno provisional dirigido por sectores de la burguesía.
Lenin, que estaba en el exilio, pudo volver a Rusia junto a otros bolcheviques, y se puso al frente de la organización del proceso revolucionario que desembocaría en la Revolución de Octubre (según el viejo calendario) de 1917. Entre agosto y septiembre de ese año escribió El Estado y la revolución, donde reivindica la teoría marxista sobre el Estado, y que no pudo completar porque “es más agradable y más provechoso vivir la ‘experiencia de la revolución’ que escribir acerca de ella”, afirmó.
Así analiza el Programa del PCR los aportes de Lenin: “Desde comienzos del siglo veinte, Lenin luchó por la construcción de un Partido revolucionario de la clase obrera. Un Partido guiado por la teoría marxista, independiente de la burguesía y que deslindara campos con la socialdemocracia revisionista. Construyendo su ejército revolucionario, y en una guerra civil revolucionaria que se prolongó por más de tres años, millones de explotados realizaron la epopeya histórica en la que, por primera vez en la historia de la humanidad, el proletariado pudo sostener su dictadura (derrotando la resistencia de las clases derrocadas, el asalto imperialista y el cerco contrarrevolucionario) y comenzar a construir una nueva sociedad, confiscando la tierra a los terratenientes y expropiando los medios de producción del gran capital.
“La existencia de un partido de vanguardia marxista-leninista fue decisiva para que el proletariado conquistara y retuviera el poder, basándose en la alianza obrero-campesina. La no resolución correcta de estas cuestiones significaría trágicas derrotas del proletariado de varios países europeos en este período, en particular del húngaro y del alemán.
“Los aportes de Lenin significaron una nueva etapa en el desarrollo del marxismo. El leninismo es un desarrollo del marxismo en cuanto a la concepción del mundo –es decir, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico–; en cuanto a la teoría y la táctica de la revolución en la época del imperialismo que incluye la teoría de la hegemonía del proletariado en la revolución democrática; la dictadura del proletariado y el partido proletario; y la doctrina de la construcción socialista. Desde la revolución de octubre de 1917, bajo la dirección de Lenin hubo 7 años de construcción en medio de la guerra contra la reacción, experiencia inédita hasta entonces. A la muerte de Lenin, Stalin defendió la dictadura del proletariado y desarrolló sus enseñanzas”.
El más humano de los hombres
La muerte de Lenin conmovió no sólo a los explotados de Rusia, sino a la clase obrera del mundo entero. El día de su entierro, el proletariado internacional declaró un paro de cinco minutos. Pararon los ferrocarriles, se interrumpió el trabajo en fábricas y talleres. Incluso en nuestro país el joven Partido Comunista organizó un “funeral cívico”. El poeta ruso Vladimiro Mayacovski dijo de Lenin, que era “el más humano de los hombres”.
A 97 años del fallecimiento de Lenin, su figura se agiganta y sus aportes tienen plena vigencia para los que, en pleno Siglo 21, con la experiencia de las derrotas del socialismo y las enseñanzas de Mao Tsetung y la Revolución China, levantamos en alto en todo el mundo las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo, en la lucha por la revolución y la construcción de una sociedad sin explotadores ni explotados.
Hoy N° 1848 20/01/2021