El viernes 21 por la mañana, se inició la segunda Cohorte de la Diplomatura en Violencia de Género, Derechos y Movimiento de Mujeres organizada por la Casa de la Mujer María Conti, Siglo 21, ELA, Mujeres Unidas en Lucha junto a la Secretaría de Extensión Universitaria de la Facultad de Humanidades de la UNJU.
La apertura estuvo a cargo en locución de Erica Daniela Cari, y tomaron la palabra el Decano, Cesar Arrueta, la secretaria de Extensión, Natalia Ríos, las responsables académicas de la Diplomatura, Verónica Aramayo, Miriam Morales y Mariana Vargas, y se leyó una carta de Marcia Baranosky, presidenta de Siglo 21 que no pudo estar presente.
Luego de relatar Aramayo y Morales la razón de la reprogramación de la Diplomatura por la lucha universitaria, y explayarse sobre la adhesión de ésta al paro, Vargas formuló la intervención que se transribe abajo.
Luego hubo una intervención musical de Mónica Pantoja y Eugenia Mur, reconocidas cantantes y músicas de Jujuy y también alumnas de la Diplomatura. A su término comenzó la clase del primer módulo, a cargo de la historiadora feminista y marxista, Graciela Tejero Coni.
Palabras de la abogada Mariana Vargas:
Hace un año comenzamos la primera cohorte de esta diplomatura, nos planteamos allí como desafío de este punto de encuentro entre el movimiento de mujeres y la Universidad analizar la realidad colectivamente y de esa misma manera entender las causas de tanta violencia -patriarcal- hacia las mujeres para poder ponerle freno. Es el mismo desafío que nos planteamos hoy.
Pero en este año pasaron muchas cosas, es un nuevo momento en el movimiento de mujeres, en la Universidad que nos recibe y en la sociedad.
En abril logramos la condena a prisión perpetua que se encuentra firme al femicida de Nahir Mamani, Iván Aguero. El caso de Nahir es emblemático. Porque puso sobre la mesa cuánto pudo hacer y no hizo el Estado para evitar esta muerte, y como nunca entendimos lo que significa hablar de feminicidio, que es la responsabilidad estatal en la muerte de las mujeres. Siempre cuestionamos la política de mostrador del Estado cuando hablamos de atención de casos de violencia, pero con Nahir incluso falló el mostrador.
Seguimos reclamando al Estado políticas públicas que garanticen que las mujeres sean acompañadas cuando sufren violencia, que puedan salir del círculo de violencia y que sean resguardadas de una muerte anunciada, y sabemos que los recortes presupuestarios que hoy avanzan desde el gobierno van contra estas políticas públicas que reclamamos, en contra de la salud pública y la salud de las mujeres, hoy faltan anticonceptivos y otros llegan vencidos. Los recortes están en la vereda contraria a garantizar más centros de atención a víctimas de violencia machista. Hablamos de centros en los barrios, en los pueblos, todos los días. Por ahora solo nos ofrecen equipos que atienden con turnos, equipos que viajan algunos días, precarizados laboralmente. Ni en los servicios provinciales ni en la Justicia especializada en violencia de género alcanzan los equipos interdisciplinarios. Y no estamos dispuestas a resignarnos a morir porque el Estado no hace lo que esta emergencia en violencia le requiere. Seguimos exigiendo la declaración de emergencia en violencia que garantice fondos. Y lo hacemos desde el año 2007.
Fue con la hijita de Nahir que vimos también como nunca la necesidad de reparación estatal a víctimas de femicidio, y no solo nos sumamos a la lucha por la aprobación de la Ley Brisa que conquistamos en el mes de julio, sino que elaboramos una iniciativa popular para lograr la reparación en la provincia y garantizar más derechos para esas niñas y niños que quedaron sin mama también abandonadas y abandonados por el Estado. Fuimos convocadas a la Legislatura por este tema, y hoy exigimos que se reglamente ya la Ley Brisa por parte del ejecutivo nacional para que al fin esta reparación pueda ser percibida por hijas e hijos de víctimas de femicidio. Pero también sabemos que hay hijas como la de Romina Aramayo, o la de Gladys Choque, que no están incluidas en esta Ley porque los femicidas no fueron parejas de sus madres, y que nos falta que a ellas también las alcance. Vamos por más.
Sabemos que hoy la revancha machista en el terreno judicial viene por nuestras hijas e hijos porque nos daña en forma infinita. Las mujeres ya no tenemos que probar que fuimos violentadas para lograr protección. Desde el juzgado especializado se ordenan las medidas de protección y después se investiga. Esta es una gran conquista de las mujeres. Pero hoy las madres que denuncian abusos sexuales o violencias de los progenitores a los hijos e hijas son cuestionadas, se les dice que mienten y que inoculan a sus hijas e hijos el discurso – lo que se llama SAP-, y desde hace dos meses en Jujuy nos niegan las medidas cautelares respecto de niñas y niños. La Justicia, los violentos, y los operadores judiciales están abroquelados para mantener vínculos entre los padres y su hijos e hijas a pesar de las violencias que las y los dañan. Porque sostienen que el lugar de padre es primordial y todo daño es secundario. Por eso somos parte de la campaña para que sea ley que un progenitor sospechado o acusado de abuso sexual no puede cuidar de sus hijos e hijas.
Fue así que en julio se llevaron por la fuerza desde Jujuy a Córdoba a los dos hijos de Laura Domínguez , y aun hoy esa mamá amorosa no tiene un régimen de visitas fijo con sus niños, dependiendo de la voluntad del progenitor violento que nunca dejó de ser violento. Seguimos luchando para que Laura y sus hijos puedan volver a Jujuy libres de violencia machista, y para que sea ley que con violencia no puede haber cuidado compartido de hijas e hijos
Fue este año que se desató una marea verde que no solo llenó las calles de pañuelos verdes, que motivo una discusión profunda como nunca en cada casa, institución y organización, sobre los derechos de las mujeres a decidir sobre nuestro propio cuerpo y sobre la obligación estatal de evitar muertes por abortos clandestinos. También se puso en cuestión todo: el lenguaje sexista, la naturalización de la violencia que sufrimos las mujeres en todos los ámbitos, el derecho a caminar sin que nos acosen, a luchar sin que nuestros compañeros de lucha nos violenten, a vivir relaciones de pareja sin machismos, sin violencias, sin estar destinadas en forma exclusiva a las tareas de cuidado y a las tareas domésticas. El derecho a la diversidad y al respeto a la identidad de género que cada persona adopte especialmente si se trata de niñas, niños o adolescentes. El derecho a cobrar el mismo salario que los varones, a puestos de dirección igual que los varones, la necesidad de que haya paridad de género en los Poderes del Estado. La revolución de las hijas sostuvo estos debates y luchas en cada escuela, a pesar de sanciones y persecuciones. Y estamos orgullosas de estas jóvenes que pasaron a ser la avanzada de un momento histórico en el que comprendimos que o terminamos con el patriarcado, o el patriarcado mañata o termina con nuestras vidas. Los caminos para lograr esto están en debate, y en esta Diplomatura debatiremos eso también.
También tenemos que decir que esta avanzada de las mujeres tiene su reacción misógina. En junio tuvimos que denunciar a un violento que en el face planteaba que debían descuartizarnos a las mujeres que luchábamos por legalizar el aborto y exhibir nuestras partes en las plazas. Logramos que la Fiscalía impute y detenga por apología del delito a Roque Facundo Lobo. Dejamos claro que no vamos a tolerar el odio, pero tampoco vamos a seguir tolerando que se impida a niñas y niños acceder a la educación sexual integral, porque es el único camino para resguardarlas y resguardarlos del abuso sexual que en un 80% lo sabemos intrafamiliar. Y sabemos que para que esto sea posible la revolución de las hijas tiene que tomar la posta por la educación sexual integral en las escuelas, y que es necesaria la separación de la Iglesia del Estado.
Por último quiero decir que iniciamos esta segunda cohorte con el femicidio de Romina Aramayo aun impune, pero con una investigación que a fuerza de la lucha inclaudicable de su familia hoy genera expectativas. Fue detenido un jefe policial por encubrimiento, Zapana. Queremos que se vaya a fondo y que no quede a mitad de camino. Y sabemos con este caso por qué en nuestra provincia no se busca a las jóvenes que desaparecen como Cintia Tolaba. Y tiene que ver con la complicidad entre las redes de trata y de explotación sexual con el Estado. Exigimos el desmantelamiento de esas redes porque no queremos más pibas desaparecidas, explotadas, ni muertas como Romina.
Las batallas de las mujeres son muy profundas y también nos necesitan a las mujeres y a los colectivos de mujeres con mucho temple, unión, organización y fortaleza. Por eso quiero nombrar a cuatro mujeres que ya no están, pero que nos enseñan aun hoy ese temple y nos marcan a cada paso el camino que no podemos abandonar.
Hablo de Marina Vilte, secuestrada por la dictadura militar y aun desaparecida. Hace dos días hablábamos de ella porque su conducción en ADEP aun hoy enseña a los dirigentes sindicales a enfrentar los hostigamientos de las patronales.
Hablo de Norma Nassif, dirigente estudiantil tucumana detenida antes del golpe del 76, que sus compañeros y compañeras lograron que fuera una detenida legalizada, y por eso sobrevivió a la cárcel. Estuvo 7 años detenida y la casa de las Mujeres de Tucumán lleva su nombre. Su presidenta será la docente que cierre esta Diplomatura.
Hablo de Maria Conti, que fue pionera en la lucha contra la violencia machista en las barriadas populares, y ayudó a coordinar lo que fue la lucha por la libertad de Romina Tejerina. Hoy la Casa de la Mujer de San Pedro, organizadora de esta diplomatura, lleva su nombre.
Y hablo también de Silvia Tropea, que nos dejó hace apenas semanas. Silvia en medio de la dictadura veía a las hermanas de Marina Vilte para luchar por su aparición con vida, y nos dejó el temple, la frontalidad y la lucha inclaudicable como ejemplos.
Ellas están en nosotras y nos enseñan a dar todas las batallas, todos los días.