“Yo lo conocí naranjo”, gustaba decir el general Perón. Así había dicho un originario cuando un sacerdote, en tiempos de la conquista, lo quiso adoctrinar con un Cristo tallado y clavado en una cruz.
“Yo lo conocí naranjo”, gustaba decir el general Perón. Así había dicho un originario cuando un sacerdote, en tiempos de la conquista, lo quiso adoctrinar con un Cristo tallado y clavado en una cruz.