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11 de mayo de 2022

Reflexiones de Otto Vargas sobre el triunfo del clasismo que marcó una etapa en el movimiento obrero

50 años de la recuperación del Smata-Córdoba

El 28 de abril se cumplieron 50 años del triunfo, en 1972, de la Lista Marrón encabezada por el camarada René Salamanca, en la seccional Córdoba del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata). Para conocer sobre estos hechos, extractamos algunos párrafos del libro “¿Ha muerto el comunismo?”, del querido Otto Vargas, secretario general de nuestro PCR hasta su fallecimiento en 2019.

El Cordobazo [de 1969]… saldó una serie de discusiones. La más importante fue acerca de cuál es la clase dirigente de la revolución en la Argentina y el papel que le corresponde a la clase obrera en la lucha revolucionaria en el país, que era lo más importante que estaba en debate en ese entonces; y acerca del camino, porque la clase obrera y el pueblo con el Cordobazo consiguieron más, desde el punto de vista democrático, que con no sé qué cantidad innumerable de luchas de tipo reformista. Allí se evidenciaron las contradicciones que iban a obligar a las propias clases dirigentes a convalidar el retorno de Perón al país. Por lo tanto, las masas, cuya mayoría era peronista, consiguieron esa reivindicación no por medio de su participación en procesos electorales, sino por la conmoción que generaron acontecimientos como el Cordobazo, que fueron arrinconando a las clases dominantes e hicieron crecer en la clase obrera una corriente muy poderosa que comenzó a ganar la dirección de masas en los grandes centros de concentración y que fue encabezada por el Smata cordobés dirigido por camaradas de nuestro partido.

 

Sitrac-Sitram y Smata

Nosotros tuvimos un papel en todo ese proceso luego del Cordobazo, sobre todo a través de la fuerza que teníamos en Dinfia –donde habían nacido las Agrupaciones Clasistas Primero de Mayo– y de cuadros que fueron dirigentes del clasismo en Santa Isabel. En la matricería Perdriel compañeros de nuestro partido encabezaron la democratización del Cuerpo de Delegados, la ocupación de plantas, y el enfrentamiento a las fuerzas represivas.

Fue un proceso que estremeció al país… simultáneo a la primera acción terrorista como fue el secuestro del cónsul paraguayo por las FAL. A partir de allí se dio una lucha de líneas entre

el terrorismo urbano y el clasismo que nosotros encabezábamos, y que en un proceso iba a transformarse en una corriente comunista revolucionaria en algunas de las grandes fábricas de la Argentina.

Paralelamente, se abre otro proceso en Fiat con ocupación de fábricas y democratización con elección de delegados. Se crean dos sindicatos autónomos, Sitrac y Sitram, en un proceso de enfrentamiento y de ruptura con la Unión Obrera Metalúrgica… Los principales dirigentes de este proceso van a ir siendo ganados por el izquierdismo pequeñoburgués radicalizado, ya enmarcado en el terrorismo urbano, y se va a dar una lucha de líneas muy grande dentro de Sitrac-Sitram. El sindicato se transforma en el centro del movimiento de las fuerzas revolucionarias, sobre todo del estudiantado de Córdoba; es un verdadero panal en el que pasan por día muchos activistas del movimiento estudiantil y obrero.

Nosotros tuvimos una participación importante en el proceso de Fiat, y en medio de él se dio una lucha de líneas muy grande; también dentro de nuestro partido. Era muy deslumbrante la experiencia de Sitrac-Sitram, que también convocó a un congreso, una especie de foro obrero y popular al que fueron todas las organizaciones de izquierda para definir una línea política alternativa… mientras tanto la dirección de Sitrac-Sitram se iba despegando de la base del movimiento obrero. Esta es una característica que diferencia nítidamente el proceso de Sitrac-Sitram del proceso posterior del Smata. Era una dirección que utilizaba el Cuerpo de Delegados en realidad no practicaba verdaderamente la democracia obrera…

Ese Congreso… aprobó un programa político impregnado de la línea del Partido Comunista Revolucionario. Ese programa de Sitrac-Sitram fue redactado con la colaboración nuestra, puesto que teníamos una relación diaria con sus dirigentes.

Junto a esto, las fuerzas clasistas en el Smata habían sufrido un duro golpe con la derrota de la huelga. Estaban en la calle, despedidos. Había quedado René Salamanca, que había entrado a la empresa poco tiempo antes. Pese a que jugó un papel importante en la lucha y en un Comité de Solidaridad para arrimar alimentos y ayuda a los obreros en huelga y a sus familias, Salamanca todavía no había sido visualizado claramente por la patronal y por Elpidio Torres, es decir por el enemigo. Durante aquel encuentro de Sitrac-Sitram y toda la izquierda revolucionaria de la Argentina, él estuvo todo el tiempo callado, sentado en un rincón; mientras tanto tejía cuidadosamente, pateando –como se dice vulgarmente– durante horas las calles de Córdoba, visitando a los obreros casa por casa, un movimiento de frente único para la recuperación del sindicato. Este va a ser el movimiento que va a triunfar, para sorpresa de todo el mundo, en las elecciones de principios de 1972.

En el partido había dos debates entonces. El primero se refería a si nuestro centro de trabajo era con los dirigentes de Sitrac-Sitram y toda la izquierda revolucionaria, aprovechando el éxito que habíamos tenido al aprobarse nuestro programa… Y había otra línea en el PCR, que es la línea histórica, digamos, que proponía que el centro de nuestro trabajo estuviera puesto en lo mismo en que habían centrado su acción los bolcheviques en los soviets de Rusia.

El segundo tema, que fue motivo de discusión también en nuestro III Congreso, era la definición del centro de concentración de fuerzas… En esto tuvo mucha importancia el principio de la concentración de esfuerzos, de la que Gody Alvarez fue abanderado en el partido.

Nuestro III Congreso definió este punto planteando que “en este período, el problema de tener un centro de concentración de fuerzas, y no varios, es clave para penetrar en los centros de decisión política del proletariado, en las grandes concentraciones industriales, y poder así tener real incidencia en la política nacional y regional. Siempre hay en una ciudad, una empresa desde la cual el proletariado puede incidir sobre las masas obreras y populares e ir definiendo la hegemonía en la lucha contra sus enemigos. Esa es una de las grandes enseñanzas de la experiencia del partido de Córdoba”. Eso estuvo en debate con lo de Sitrac-Sitram. Porque mientras todo el mundo estaba deslumbrado y se quedaba a veces azorado observando los juegos de artificio de las declaraciones revolucionarias de Sitrac-Sitram, nosotros, pacientemente, con Salamanca dirigiendo la célula de nuestros compañeros en el Smata Córdoba  –que habíamos decidido que era el centro político de concentración del proletariado cordobés– trabajábamos organizando a las fuerzas que iban a recuperar el sindicato en 1972. Claro que esto fue posible en un período de gran efervescencia política, con el proletariado protagonista del Cordobazo, que había hecho su propia experiencia con la traición de Elpidio Torres, etc.

 

René Salamanca

No se puede comprender lo del Smata Córdoba sin tener en cuenta lo que fue René Salamanca. Es cierto que él fue un hijo de todo ese proceso, pero era un cuadro político del proletariado con características excepcionales. Yo, personalmente, no conocí nunca antes, durante mi militancia en el PC, a nadie como él.

Tenía rasgos muy semejantes a cuadros del tipo de José Peter, como su grado de comunicación con las grandes masas, su sensibilidad. Al mismo tiempo poseía una gran claridad política. Cuando se incorporó al partido, más o menos en la época de la invasión soviética a Checoslovaquia, hicimos una reunión en Córdoba con él y con los integrantes del grupo político-sindical al que él pertenecía. Todos se afiliaron al PCR. Era un cuadro obrero que se destacaba nítidamente como dirigente. Tenía un conocimiento del movimiento obrero de Córdoba desde abajo, con una profundidad notable. Insisto, él fue hijo de aquel proceso, pero éste también tuvo que ver con que él existiese como dirigente; y sus características personales de dirigente, influyeron en las características del proceso. Porque en ese período de algunos años él hizo un prolongado trabajo “gris”. Tuvo que aguardar pacientemente hasta el momento en que, aplicando toda la astucia necesaria, pudo ser electo subdelegado de una sección para poder crear las condiciones para ser delegado, entrar al Cuerpo de Delegados y poder ser candidato a la dirección del sindicato. Salamanca integró la Comisión Política del PCR de Córdoba desde antes del I Congreso, e hizo durante mucho tiempo un trabajo de “patear” las calles, viendo a los obreros en la casa, en un momento en que había mucha represión y era muy difícil trabajar abiertamente en las fábricas. El proceso del Smata Córdoba permitió acumular una experiencia enorme al proletariado industrial.

 

Hoy N° 1912 11/05/2022