La reciente reunión de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), el 7 de junio, fue un desfile de grandes empresarios que descaradamente expusieron un programa de ajuste y medidas para seguir llenándose los bolsillos a costa de los sufrimientos de la mayoría del pueblo.
AEA, integrada entre otros por Clarín, Arcor, Techint y La Anónima salió con los tapones de punta, en un acto por los 20 años de su fundación, contra el proyecto del gobierno de gravar la “renta inesperada” producto de las inmensas ganancias que obtienen por los aumentos provocados por la invasión imperialista rusa a Ucrania.
Pero no se quedaron ahí estos empresarios, sino que expusieron un plan de acción con las viejas recetas de bajar el gasto público, una reforma laboral y previsional para flexibilizar más a las trabajadoras y trabajadores, y hasta se vanagloriaron de aumentar los precios.
Federico Braun, dueño de la cadena de supermercados La Anónima, y descendiente de una familia de asesinos de originarios y de los obreros protagonistas de las grandes huelgas patagónicas de 1921, dijo entre risas suyas y de sus pares ante la pregunta sobre qué hace su empresa con la inflación, que “remarca precios todos los días”. Así confiesa cómo obtienen inmensas ganancias los dueños de empresas de este sector, ya que los alimentos subieron más que el doble de la inflación general.
El mismo Braun, pariente del ex jefe de gabinete de Macri, Marcos Peña Braun, aseguró que “la sociedad argentina debe definir si quiere capitalismo o socialismo”, y dio como ejemplo de “socialismo” a ¡la Ley de Góndolas!, porque según el dueño del supermercado al que el pueblo llama Ladrónima, “el Estado le dice dónde tiene que acomodar los productos en sus supermercados”.
El presidente de AEA, Jaime Campos, explicitó el programa de parte de los “dueños de la Argentina”: “pedimos que las cuentas públicas estén medianamente ordenadas (…) los déficits públicos permanentes fueron la causa central de la inflación”, expresó y agregó que “hay una muy elevada presión tributaria en el país, con más de 160 impuestos. Y la propuesta de Renta Inesperada es un retroceso”.
Por su parte, Martín Migoya, uno de los fundadores de la empresa de software Globant se mostró nostálgico del macrismo al plantear que “hay que volver al mérito, el emprendedurismo es lo contrario al populismo”. Lo dice un empresario que se benefició de grandes subsidios del Estado y que como respuesta se instaló en Uruguay y radicó ya hace años su casa matriz en Luxemburgo, para pagar menos impuestos acá.
En el mismo tono se expresaron otros de los líderes de grandes corporaciones, como Héctor Magnetto de Clarín, para quien el impuesto a la renta inesperada es “confiscatorio”; Alberto Hojman, de BGH, quien dijo que “no hay un plan, una visión, y se gasta más de lo que corresponde”; o Carlos Miguens, director de la minera Patagonian Gold, que se quejó de que “cuatro ambientalistas” en Chubut frenaron la megaminería en esa provincia.
En esa misma reunión de AEA, Paolo Rocca, el capo de Techint, defendió la licitación ganada por su empresa para el gasoducto Néstor Kirchner, y dijo que “los chinos” no llegaban con los plazos, además de demandar “una Ley de Hidrocarburos para grandes proyectos, con condiciones mínimas de seguridad”. Esta licitación es la que provocó el cruce entre la vicepresidenta Cristina Kirchner y el, por esto exministro, Matías Kulfas.
Como dijo el periodista Jairo Straccia en un artículo en El Cronista “el establishment local está a nada de pedir una disrupción tipo Javier Milei. Por ahora, su mirada calza exacto con lo que se puede recoger de los esbozos de planes económicos que se trabajan en Juntos por el Cambio”.
Este sector empresario es uno de los que impulsa la vuelta del macrismo al gobierno, como garantía para multiplicar sus ganancias a costa de que el pueblo siga pagando la inflación y la crisis. A estos intereses hay que tocar, si lo que se quiere es atacar realmente a los causantes de la inflación, e impedir que se la sigan llevando en pala como vienen haciendo hasta ahora.
Hoy N° 1917 15/06/2022
