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05 de enero de 2011

Lalín, intermediario en la “asociación estratégica” kirchnerista con monopolios chinos. Otro paso en el “modelo” extractivista oficial. Ahora el botín es el petróleo salteño, a costa de originarios y criollos.

Salta: petróleo, usurpación, desmonte y represión

Hoy 1350 / El imperialismo chino y sus intermediarios

¿Se acuerdan de Lalín? ¿De Daniel Lalín, que dejó al Racing Club de Avellaneda en bancarrota y con un tendal de deudas, al punto de que en 1998 (cuando se pidió la quiebra del club) tenía un pasivo de 62 millones de dólares, 200 juicios y embargos por 3 millones de pesos?

¿Se acuerdan de Lalín? ¿De Daniel Lalín, que dejó al Racing Club de Avellaneda en bancarrota y con un tendal de deudas, al punto de que en 1998 (cuando se pidió la quiebra del club) tenía un pasivo de 62 millones de dólares, 200 juicios y embargos por 3 millones de pesos?
Bueno: durante esos mismos años del robo menemista, además de vaciar a Racing, Lalín se hizo tiempo para erigirse en empresario petrolero y quedarse con pedazos de la YPF descuartizada y privatizada. Con los años, a la cabeza de su holding Lalín Global Group (LGG), logró hacerse socio de los menemistas Vila y Manzano y de los testaferros “K” Cristóbal López y Lázaro Báez y, con su empresa Maxipetrol-Petroleros de Occidente, convertirse –a través de una “Unión Transitoria de Empresas” (UTE)– en intermediario local de dos corporaciones chinas, JHP International Petroleum Engineering y New Times Energy Corporation. La nueva UTE, llamada High Luck Group Limited, se distribuye en un 60% para New Times, 30% para Maxipetrol y un 10% para JHP.
 

El “chino” La-lin
La conexión china de Lalín no se agota ahí, ya que a través de LGG el gran vaciador argentino se asocia a los nuevos poderosos del mundo en una serie de actividades que van desde minería a producción de aceites vegetales e importación de equipamiento médico chino.
Ahora el crápula Lalín se insertó en el alma de la “asociación estratégica” del kirchnerismo con el imperialismo chino: a partir de las licitaciones petroleras abiertas en 2006 por el gobierno salteño del menemista Romero, en 2007 (ya con el filokirchnerista Urtubey) sus socios chinos desembolsaron 1.300 millones de dólares para comprarse los yacimientos de Morillo y Tartagal Oriental: menos que los U$S 1.600 millones que pagó la Oxy por Vintage, pero más que los U$S 1.027 millones que pagó Petrobras por Pérez Companc (Pecom).
Así, Lalín se convierte en un pivote más de la apropiación china de nuestro petróleo, que acaba de dar un salto significativo con la compra por la china Cnooc del 50% de Bridas (del grupo ruso-argentino Bulgheroni) y, poco después, de la parte mayoritaria de Pan American Energy (PAE) que estaba en manos de la inglesa British Petroleum.
El gobierno provincial es socio directo en el negocio: el vicegobernador de la provincia Andrés Soto firmó un acuerdo de inversión con la empresa de servicios petroleros Wicap, encargada de la prospección sísmica en las áreas adjudicadas a la operadora High Luck.
Los negocios chinos de Lalín no se limitan a Salta, ya que se adjudicó otras áreas del país. La UTE que conformó junto a la empresa Chañares Herrados ya había obtenido en Mendoza el área Ugarteche. En diciembre de 2009 la vendió por U$S 163 millones a la china Mayer Holding. O sea que la compra inicial había sido meramente especulativa.
 

Penas de nosotros, pozos ajenos
La penetración china –de la mano de sus socios locales– en el petróleo y el gas salteños continúa y profundiza el avance del “modelo” extractivista promovido por el kirchnerismo, y es inevitablemente acompañado por el desmonte masivo del chaco salteño y por la represión estatal contra las resistencias sociales.
En los últimos cuatro años se adjudicaron 28 nuevas áreas petroleras dentro de tierras indígenas y campesinas. Salta es la segunda provincia del país en producción de gas, pero su población no puede acceder a lo que se encuentra bajo sus pies. La red de distribución de gas no llega al 55% de los salteños, principalmente en las áreas rurales. Ningún contrato de adjudicación impone a la empresa la obligación de proveerlo a la zona.
A mediados de este año los habitantes de Juan Solá, en el área Morillo, departamento de Rivadavia, se despertaron con las topadoras abriendo picadas de 8 a 10 metros de ancho para perforar pozos de exploración en sus territorios. El área de Morillo tiene 120 kilómetros de largo y 55 de ancho, y está habitada por comunidades wichis artesanos y pastores. La petrolera High Luck destroza el monte de algarrobos, y lo hace a pura máquina, sin contratar gente. La empresa echa a los pobladores del área, que viven allí desde hace muchos años pero no tienen títulos. A los obreros en la zona les pagan un peso por hora.
“Cuando reclamábamos por esto el intendente ha autorizado a Infantería a que venga y nos reprima –explica Fidel Sayago, criollo de Juan Solá–. Acá vino el comisario local, con la escopeta, casi mató a cinco jóvenes… Y ahora vino la empresa, arregló con el intendente, y nosotros ni enterados de esto… Se despertaron y tuvieron las máquinas encima. Hay un paraje donde a una familia se la dejó sin casa, la empresa pasó con la máquina por encima de todo. Ya hubo un desalojo, propiedades fiscales donde se rompieron los alambres. Nadie le puede decir nada, porque ya mandan Infantería, ya mandan a reprimir”.
Con Lalín y los chinos y con el gobierno cómplice, los criadores y artesanos de Juan Solá tendrán pozos de petróleo, pero no pozos de agua para combatir la sequía perpetua que padecen.