El gobierno de Formosa una vez más apela a la represión sin límites (homologando a Bush con su “castigo infinito”). Imposibilitado por impericia, enredado en sus propias contradicciones, da zarpazos a diestra y siniestra y carece de respuestas lógicas a problemas de fácil y sencillas resoluciones.
El gobierno de Formosa una vez más apela a la represión sin límites (homologando a Bush con su “castigo infinito”). Imposibilitado por impericia, enredado en sus propias contradicciones, da zarpazos a diestra y siniestra y carece de respuestas lógicas a problemas de fácil y sencillas resoluciones.
Las elecciones del Centro de Estudiantes del colegio (ex nacional) Gobernador J. J. Silva se convirtieron en un nuevo karma para Gildo Insfrán y su equipo: Se presentaron cuatro listas y tres de estas fueron impugnadas por la Junta Electoral. La única lista que no fue impugnada fue la Naranja, justamente la que fue apadrinada por la rectora Cantero, de marcada posición oficialista. La ministra de Educación Lic. Olga Comello de Cabrera concurrió al acto de la militancia el día 17 de noviembre y se colocó un gorro de la lista Naranja.
Las impugnaciones provocaron un enorme descontento entre los estudiantes, padres y docentes del colegio. Hasta aquí, hubiera sido muy sencillo de solucionar, pero al imponerse el estilo Insfrán-Ferreira, al descontento lo contestaron con policías uniformados y la inefable Brigada de investigaciones, que patotearon, y golpearon a todo estudiante que protestara por las impugnaciones.
Y cuando los estudiantes tomaron el colegio, cerraron sus puertas hasta poder votar libremente a cualquiera de las cuatro listas. La respuesta pergeñada en el 5° piso de la Casa de Gobierno fue la acostumbrada: represión más represión sin límites: atropellaron los portones, golpearon a alumnos, padres y docentes, y sacaron detenidos a Nilda Patiño, madre de una alumna y secretaria general de GDA (Gremio de Docentes Autoconvocados), al diputado M. Hernández y al Sr. Benítez, padre de un alumno, este último esposado como un delincuente.
Los tres fueron trasladados a una comisaría lejana al Colegio para que los estudiantes no lleguen al lugar y que les cueste ubicarlos. Todo fue en vano, la jueza de turno Carina Paz desconoció y aseguró que no había ordenado detenciones, la policía se comunicó con periodistas que cubrían los acontecimientos y les informó que los detenidos no son tales y que fueron “sacados” del Colegio por “su seguridad”. Nilda fue trasladada a la comisaría primera, fue examinada por un médico forense y luego dejada en libertad.
El jefe de policía declaró a los medios que “no hay detenidos” en los hechos del Colegio ex nacional y que el diputado fue “invitado a salir para preservar su integridad física”. Acerca de Sr. Benítez, dice que fue apartado del colegio por su estado de exaltación, y aqgregó que un policía fue agredido con una piedra.
Esta historia de jóvenes alumnos que intentan elegir a sus pares, sin impedimentos, sin condicionamientos, es de final abierto. Insfrán, Ferreira y sus matones con o sin uniformes van a llevarse su merecido: el repudio de las mayorías que ya no les creen sus mentiras. Ya no quieren vivir como en una dictadura.
