Victoria Villarruel, en sus discursos sobre la década de ‘70 y las causas del golpe de Estado genocida del 24 de marzo de 1976, presenta el terrorismo como un hecho desvinculado de relaciones políticas y sociales, internas e internacionales. Será “terrorismo subversivo”, “apátrida”, “nihilista”, etc. Todos epítetos que, en 1976 y años posteriores, excluyeron cuidadosamente nombrar a las dos superpotencias que disputaban el mundo en los años del golpe de Estado: la URSS y EE.UU.
Todas las potencias imperialistas acordaron el golpe, pero los más activos eran los rusos y los yanquis. En muchos momentos eran más activos los primeros. Disputaban el mundo y Argentina era parte de esa disputa.
El primer objetivo de ese golpe fue detener el formidable auge popular de esos años. Para aplicar el plan de Martínez de Hoz, ese auge popular y la organización por justas reivindicaciones nacionales y populares debía ser detenido con una tremenda represión fascista. Por eso las listas de desaparecidos y detenidos son mayoritariamente sectores sindicales, delegados obreros, representantes de distintos sectores agrarios y populares, etc.
Sólo entendiendo la magnitud de ese auge revolucionario que conmovió los cimientos del Estado oligárquico imperialista, se podrá entender la magnitud del terror fascista, el revanchismo de las clases dominantes que, usando el control del aparato del Estado, reprimieron a mansalva a la clase obrera y el pueblo.
El otro objetivo del golpe era desplazar al gobierno de Isabel. Es cierto que ese gobierno era un gobierno débil, reformista, vacilante, heterogéneo y con sectores reaccionarios en su seno. Pero, también, era un gobierno, opuesto a los planes golpistas, que practicaba una política internacional tercermundista.
En el golpe del 76, en esos objetivos, coincidieron todas las potencias incluida la URSS. Pero se oculta persistente y deliberadamente el papel de esta última y su relación con el grupo Videla-Viola-Villarreal.
En los turnos de Videla, Viola, Bignone se hicieron jugosos negocios con la URSS, como la venta de cereales, que rompió el bloqueo iniciado por EE.UU. en respuesta a su invasión a Afganistán en 1979. Otros sectores del proceso hicieron lo propio por su afinidad con los rivales de la URSS: EE.UU., Gran Bretaña, etc. Pero las potencias que manejaban la trama disputando el saqueo de Argentina, son disimuladas. Villarruel oculta las responsabilidades de los jefes militares con los que ella se formó y entrenó para ser la defensora del genocidio dictatorial: el general Martínez, jefe de inteligencia del violovidelismo, y Verplaetsen, quien, entre 1976 y 1977, fue jefe de Inteligencia del Estado Mayor del Comando de Institutos Militares (Zona 4), con sede en Campo de Mayo, provincia de Buenos Aires; donde se encontraba el centro clandestino de detención “El Campito”.
El asesinato de Rucci, fue un ataque golpista contra Perón, no un acto revolucionario. Fue clave en la preparación de ese golpe. Quienes lo hicieron, respondían al socialimperialismo ruso, que buscaba desestabilizar al gobierno para justificar el golpe, y sus mentores estaban en los generales y jefes golpistas.
El imperialismo ruso, que tenía poderosas palancas de la economía, la política y las fuerzas armadas, usó a esos grupos armados para debilitar al gobierno de Isabel Perón y crear condiciones para que los militares se nuclearan alrededor del genocida Videla.
Villarruel oculta las vinculaciones económicas, políticas y militares del violovidelismo con la ex URSS. En 1979 se produjo la visita de una delegación militar de la URSS para estrechar relaciones. El Tte. Gral. Viola, como Comandante en Jefe del Ejército, condecora al jefe de la misión rusa, Tte. Gral. Braiko, con la Medalla de Oro del Estado Mayor del Ejército. Al mes siguiente viajó a Moscú una delegación argentina encabezada por el general Montes, director de Institutos Militares, quien fue condecorado a su vez por los rusos. La primera edición del libro de Carlos Echagüe “El socialimperialismo ruso en la Argentina”, tiene en su portada, el recibimiento de la delegación militar socialimperialista por parte de Viola.
La connivencia del lanusismo prorruso con Graiver y Gelbard, son una muestra más que ilustrativa de estos sucesos que Villarruel oculta. Los libros “El caso Graiver” y “El socialimperialismo ruso en la Argentina”, de Carlos Echagüe, y luego la obra de Irene Capdevila, “El caso Graiver. O la historia de los testaferros. Quién maneja el dinero que manejó Graiver. Quién es Timerman”, entre otros trabajos, son más que ilustrativos del rol del socialimperialismo ruso en la Argentina.
Cabría recordarle a Villarruel que la dictadura violovidelista fue defendida en los foros internacionales por la Unión Soviética (URSS), actual Rusia. La defensa del PC argentino de esa dictadura fue la expresión acá de la política de la URSS.
En 1975, Isabel Perón dijo que el golpe de Estado venía a derribar las chimeneas y fue efectivamente así. La dictadura vino a aplicar a sangre y fuego el plan de Martínez de Hoz.
En aquellas circunstancias previas al golpe, hoy parece obvio que, a la luz de lo que ocurrió, todo comunista revolucionario, todo comunista verdadero, todo revolucionario, antiimperialista, demócrata sincero y luchador consecuente del pueblo, debía estar contra el golpe que se venía. Pero entonces no todos lo veían así y aún hoy se debate la cuestión.
Hablan de “dos demonios”: un terrorismo alocado y un terrorismo de Estado. Todo limitado a las fronteras del país. Desde aquí hay quien apoyó el golpe como necesario para terminar con el llamado “terrorismo apátrida” que haría peligrar la independencia nacional, lo que no explica la represión, la cárcel de tantos patriotas como el Dr. Julio C. González, Secretario Técnico de la Presidencia, la de la propia Presidente y una enormidad de dirigentes y luchadores sindicales y sociales y la desaparición y asesinato de tantos otros. Esto se intenta explicar como “excesos” o resultados de la “guerra sucia”. Pero aquí tampoco aparecen las potencias imperiales de la época. Y sobre todo hay un ocultamiento del papel principal de la ex URSS en el apoyo al sector de Videla y Viola antes y después del golpe.
El golpe pasó. Y esa banda cívico militar, golpista y genocida, sostenida y apañada por las potencias imperialistas, trajo esa orgía de sangre para aplicar sus planes. Rusos, yanquis y otras potencias disputaban, en el seno de la dictadura, por el control de la misma. Por eso, los rusos defendían a la dictadura en los foros internacionales, de las acusaciones de violación de derechos humanos.
Es imposible que Villarruel ignore que el falso Partido “Comunista”, quinta columna de la URSS, fue un activo golpista y fundamental apoyo al violovidelismo. Los asesores militares que la rodean, podrían acercarle a la vicepresidenta los documentos del P”C”, en los que se calificaba a Videla como un general democrático y antiimperialista, o la revista de la Federación Juvenil Comunista (FJC) en la que alababa al genocida Bussi al que comparó con Fidel Castro.
No es creíble que Villarruel no haya leído los artículos que sobre este tema ha publicado no un diario socialista o comunista, sino Infobae. Para su información, algunos de esos títulos son: “La carta no abierta a la cúpula de Montoneros”, escrita por Rodolfo Walsh donde habla del apoyo de la URSS y el P“C” al violovidelismo; “El inaceptable relato oficial sobre los 70”; “Negacionismo era el de antes: en los peores años de la dictadura un muro de silencio cómplice encubrió la represión ilegal”. También puede leer los artículos publicados en distintos medios por Aldo Duzdevich.
Respecto al asalto a La Tablada, no hay dudas de que se trató de un operativo de inteligencia destinado a condicionar el ascenso de Menem al gobierno. El alfonsinismo hablaba del Pacto Militar sindical-carapintada y difundía un intento de golpe de ese sector, para condicionar a Menem. Éste ascendió con leyes acordadas con el alfonsinismo, y luego traicionó el programa del Frejupo con el que ganó las elecciones.
Es indudable la relación de dirigentes del MTP con el Ministerio del Interior y la Secretaría General de la Presidencia. (Ver: ¿Ha muerto el Comunismo? Conversaciones con Otto Vargas. Ed. Ágora. 1990).
Villarruel debe dejar de mentirle a las nuevas generaciones de militares. Sus mentiras tienen un claro objetivo: coincidiendo con el anticomunismo que pregona Milei, busca arrastrar a las fuerzas militares y de seguridad para apoyar el proyecto antinacional y antipopular de su gobierno. Es corresponsable del alineamiento que Milei impone a nuestra nación detrás de los intereses estratégicos de EEUU, los colonialistas ingleses (con los que reeditan la política entreguista de Videla-Martínez de Hoz, Menem y Macri), la OTAN y la camarilla fascista que dirige el Estado de Israel.
Por Alberto F. Cordelli y Santiago Pacheco
Hoy N° 1997 07/02/2024