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11 de junio de 2018

Aborto: momento de definición

El miércoles 13 de junio se votará en el Congreso la media sanción de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, presentado por la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito.

El debate habilitado en el Congreso a principios de abril, también se da en toda la sociedad ocupando un importante lugar en el debate público, donde se despliegan las dos posiciones enfrentadas entre los que defienden que se mantenga la penalización del aborto y los que sostienen la necesidad de su legalización.

Más de 700 expositores han expuesto sobre el tema en las comisiones legislativas: los que argumentaron en contra del proyecto, lo  hicieron con testimonios y justificaciones de carácter moral frente a una cuestión donde está en juego la vida de las mujeres; los que están a favor recogen lo que desde el movimiento de mujeres se viene impulsando desde hace años: la necesidad de la legalización del aborto porque la clandestinidad y criminalización de esa práctica produce violencia y muertes maternas, para que todas tengan las mismas seguridades clínicas para hacerlo, teniendo como puntal la consigna de Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.

En las calles de todo el país se ha producido una verdadera explosión fundamentalmente juvenil de los pañuelos verdes.

 

¿Por qué el gobierno habilitó este debate?

El gobierno nacional habilitó este debate con el objetivo de capitalizarlo políticamente, pero el propio Macri y gran parte de sus funcionarios se han pronunciado en contra del aborto. A la vez, varios diputados del PRO y del radicalismo se han pronunciado a favor de la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo.

Las argumentaciones en contra de la despenalización del aborto se centran en “la defensa de la vida”, instalando que ellos son los preocupados por garantizar “las dos vidas”. En esta posición se han alineado los sectores más conservadores de la sociedad y de la iglesia.

Los medios más oficialistas como el diario La Nación han planteado: “Como las modernas tecnologías y la ciencia confirman, sin dejar lugar a dudas, el inicio de la vida se produce en el instante mismo de la concepción, por lo cual hemos de agotar los esfuerzos para que las normas amparen, acompañen y contribuyan al desarrollo del niño indefenso y a la atención de su madre” ( 9/06/2018).

En los últimos días se acrecienta la campaña de los antiabortistas hostigando a diputados y diputadas que votarán a favor, y sobre los indecisos, con aprietes y violencia sobre sus familiares.

 

Rigor científico

Frente a los que defienden las “dos vidas” -con supuesta cientificidad, verdades a medias, dogmas, consideraciones morales, sin importarles la vida de las mujeres-  por suerte pudimos escuchar la exposición en el Congreso del doctor en Ciencias Químicas y biólogo Alberto Kornblihtt, investigador del CONICET y profesor titular plenario de la UBA, que transcribimos para dar elementos científicos.

“Mi exposición tendrá como eje los conocimientos actuales en biología y en particular en biología molecular, genética y epigenética, que confirman que un embrión no es lo mismo que un ser humano. La unión del espermatozoide con el óvulo para formar el cigoto es condición necesaria pero no suficiente para generar un ser humano. La información genética proveniente de los padres no es suficiente y es necesaria otra información provista por la madre a través de la placenta. Los humanos somos mamíferos placentarios, somos mamíferos por tener pelo y producir leche, y placentarios porque el desarrollo solamente puede completarse dentro del útero. Durante los 9 meses de embarazo la madre no solo aporta a través del intercambio placentario el oxígeno y los alimentos necesarios para que el embrión progrese sino también anticuerpos fabricados por ella que protegen al embrión de posibles infecciones. Además las sustancias de deshecho y el anhídrido carbónico generados por el feto o el embrión pasan de su sangre a la de la madre a través de la placenta. De modo que sin ese intercambio placentario el feto no podría progresar porque se intoxicaría.

“Más recientemente se ha descubierto que las células y órganos del embrión y más tarde el feto, sufren cambios epigenéticos durante el embarazo, que son consecuencia de la íntima relación con la madre y sin los cuales el nacido no progresaría. La epigenética es la disciplina que estudia los cambios que ocurren en la expresión de los genes pero no en su información genética. Cabe destacar que nadie ha logrado hasta el presente en ningún laboratorio llevar a un embrión de un mamífero ni humano a término fuera del útero de una madre. Todo esto indica que el embrión y el feto no son seres independientes de la madre si no que hasta el nacimiento son casi como un órgano de la misma.

“Para la mayor parte de las legislaciones, incluso en los países donde está penalizado el aborto, la persona humana comienza con el nacimiento con vida, es decir, cuando el bebé se separa completamente de la madre; establecen que si el embarazo se interrumpe en forma natural o provocada antes del nacimiento la persona se dará por no haber existido nunca jamás.

“No hay conflicto, entonces, entre el concepto de persona y el concepto de embrión o feto. Incluso no hay conflicto en concederle derechos suspensivos al embrión los cuales se hacen efectivos al nacer con vida. Donde hay conflicto es en lo que algunos califican como vida humana, un concepto que como veremos no tiene definición taxativa y responde más a creencias que a hechos. La biología no define vida humana sino que define vida. La vida es la forma particular de organización de la materia que cumple con dos condiciones esenciales, reproducción y metabolismo. La definición de vida sensu stricto está referida solo a las células, una célula viva lo está porque puede dividirse y puede metabolizar, y están vivas tanto las células del embrión como las del feto, o del bebé o del adulto, pero también están vivos los espermatozoides que se eyaculan fuera de la vagina, los óvulos que son eliminados con cada menstruación, las células de la placenta que se deshecha en cada parto, las células de un humano que acaba de morir siguen vivas por un tiempo no despreciable.

“Y al respecto cabe preguntarse por qué para algunos es aceptable concebir que después de la muerte legal de una persona definida en función del cese de la actividad cerebral o del latido del corazón se admita que sus células siguen vivas por un tiempo y resulta para esas mismas personas difícil concebir que un embrión humano está formado por células vivas pero todavía no es un ser humano.

“Todo lo anterior nos lleva a considerar el status del embrión, para la biología un embrión es un embrión, no es un ser humano. En todo caso es un proyecto de ser humano que necesita de una serie de pasos que ocurren dentro del útero para llegar a ser un ser humano. El concepto de vida humana es una convención arbitraria que responde a acuerdos sociales, jurídicos o religiosos, pero que escapa al rigor del conocimiento científico. Esta divergencia de criterios lleva a la dificultad de ponerse de acuerdo sobre el status del embrión, pero deberíamos ponernos de acuerdo en que no es un ser humano, y que por lo tanto no sería un crimen interrumpir el embarazo prematuramente, prueba de ello es que la pena por practicar un aborto es mucho menor que la pena por matar una persona, y en definitiva está indefensa esa supuesta persona, y el hecho de que esté permitido abortar en casos de violación o de peligro de la vida de la madre, porque si ese embrión o feto fuesen seres humanos en un país donde no es legal la pena de muerte, qué categoría inferior tendría un ser humano proveniente de una violación respecto de los que no son resultado de ella como para que sea permitido “matarlo”.

“Resulta interesante recurrir a la definición de aborto que figura en la sexta edición de un diccionario de genética de Stansfield de 2002. Las dos acepciones son: aborto, la expulsión de un feto humano del útero por causas naturales antes de que sea capaz de sobrevivir independientemente, y la segunda acepción es la terminación deliberada de un embarazo humano, muy a menudo realizado durante las 28 semanas de embarazo. Como se ve en ninguna de las dos acepciones se menciona la vida humana ni la palabra matar u homicidio.

“Todo lo dicho no implica que no se deba proteger a la mujer embarazada y a su embrión, pero la mujer embarazada tiene que tener el derecho y la opción de interrumpir el embarazo prematuramente, de lo contrario se convierte en una especie de esclava de su embrión a causa de convenciones sociales o religiosas que no se condicen con la gradualidad del desarrollo intrauterino. Por eso los legisladores deben pensar en la cantidad de mujeres que por hacerse abortos en lugares inadecuados tienen infecciones; en la cantidad de adolescentes que por no abortar tienen que llevar un embarazo a término y criar un bebé cuando todavía son niñas, o darlo en adopción en condiciones muchas veces ilegales; en la cantidad de genetistas que hacen diagnóstico prenatal, detectan que el embrión va a nacer con una enfermedad no curable y se lavan las manos al no garantizar la opción de interrupción del embarazo; en la cantidad de situaciones en las que se sabe que el embrión va a nacer mal y aun sin un diagnóstico genético, pido a aquellos que tienen convicciones filosóficas o religiosas respecto de lo que llaman comienzo de la vida humana que respeten la racionalidad de otros argumentos y que diferencien evidencia de dogma y hechos de creencias, porque no hay un absoluto y los legisladores deben legislar para todos”.

 

En un momento decisivo en que se va a resolver en la Cámara de Diputados este tema vital para el movimiento mujeres y popular, es necesario una gran movilización que ocupe las plazas de todo el país y, especialmente, la Plaza del Congreso Nacional, exigiendo que se apruebe el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo.