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04 de abril de 2011


III. Balance desde el 14 de junio hasta abril de 1983.

Documentos aprobados / Tomo 4-2

28. La situación política luego de la derrota de Puerto Argentino. Asunción de Bignone a la Presidencia. Crisis política. Proceso de surgimiento de un nuevo período de auge y de acumulación acelerada de fuerzas revolucionarias.

28. La situación política luego de la derrota de Puerto Argentino. Asunción de Bignone a la Presidencia. Crisis política. Proceso de surgimiento de un nuevo período de auge y de acumulación acelerada de fuerzas revolucionarias.
Con la rendición de Puerto Argentino, el golpe de Estado que desplazó a Galtieri del gobierno, la ruptura de la Junta Militar y la designación de Bignone como Presidente de la Nación al margen del mecanismo establecido luego de 1976, se abrió una profunda crisis política. Esta fue simultánea con una tremenda crisis económica, la mayor en lo que va del siglo en la Argentina. Crisis que es parte de la crisis económica mundial.
Una crisis política que se dio con el trasfondo de una guerra perdida y con una seria división de las Fuerzas Armadas. Esta por un lado, era una división interarmas, con la Marina y la Aeronáutica apartadas del gobierno y en rebeldía frente a él, ya que no aceptaban la intervención en sus asuntos. Por otro lado, era una profunda división dentro de cada arma. División que abarcaba desde la masa de soldados y suboficiales, que en algunos casos llegó a hechos de insubordinación colectiva, hasta la propia oficialidad enfrentada en cada arma en diversas corrientes. Con un hecho nuevo: el de evidenciarse abiertamente el surgimiento de una fuerte corriente nacionalista y antiimperialista.
Se abrió un período de grandes conmociones políticas y sociales. La situación de Bignone era harto precaria. Para fortalecerse, en momentos de gran debilidad de la dictadura en su conjunto, apeló al oportunismo y al reformismo de los dirigentes de los partidos políticos burgueses. Con la abierta complicidad del P“C” y las fuerzas prosoviéticas.
Las camarillas y grupos que disputaban en el seno de la dictadura, comprendían que las cosas no podían seguir como estaban, pero no acordaban con un plan económico y político común. Y ninguno, en esos momentos, podía imponer nítidamente su hegemonía. Los sectores prorrusos trabajaban a dos puntas. Apoyaban y rodeaban a Bignone y su equipo. Pero ponían el centro de su preocupación en utilizar las posiciones en el gobierno para ganar posiciones en los mandos militares. Desconfiaban en ese momento de una salida electoral mientras no pudiesen, como analizó nuestro Partido en su Resolución de julio, “desplazar al sector balbinista de la dirección de la UCR y a Isabel Perón de la conducción del peronismo”. Habían ubicado a Reston, responsable directo del baleamiento en la manifestación de Mendoza del 30 de marzo de 1982, en el Ministerio del Interior. Precisamente para esos menesteres y para manipular la “apertura” prometida por Bignone a los dirigentes de los partidos políticos burgueses.
A la creciente presión inglesa para firmar el cese de hostilidades, luego de la derrota, se sumaban las presiones económicas financieras de los yanquis y el chantaje ruso para acrecentar su penetración en el país. La crisis económica era descargada sin vueltas sobre los trabajadores y el pueblo.
Como resultado de lo anterior, existía una situación en la que los de arriba no podían seguir igual, debían introducir cambios, y no acertaban a hacerlo. Y los de abajo no soportaban seguir viviendo como hasta entonces. No existió una situación revolucionaria porque luego de 6 años de fascismo el movimiento obrero (sindical y político) y el movimiento popular habían sufrido una fuerte sangría, y estaban desorganizados y desunidos. Y por la falta de fuerza aun de nuestro Partido. De la fuerza revolucionaria de vanguardia de la clase obrera. Cuestión ésta en la que históricamente tiene su gran responsabilidad la traición revisionista.
Tampoco era posible que la situación se empantanara fácilmente “porque estaba en pleno proceso de surgimiento y desarrollo un nuevo período de auge del movimiento obrero y popular y de acumulación acelerada de fuerzas revolucionarias”.

29. La contradicción dictadura-pueblo: Contradicción principal.
Nuestra táctica.

La corriente militar que dirigió la recuperación de las Malvinas fue desalojada del gobierno y perdió posiciones en la dirección de las Fuerzas Armadas. La corriente violovidelista, que al igual que el frigerismo y el P“C”, sembró el derrotismo nacional y contribuyó a la derrota, recuperó posiciones. Esta corriente, como señalan las Tesis, siguió respecto de la guerra la misma línea que la URSS. Primero estuvo en contra de la recuperación de las islas aduciendo que se había hecho “por la fuerza”, y alertando que se había ejecutado concertadamente con el imperialismo yanqui para darle a éste bases en el Atlántico Sur. Luego, al observar las contradicciones que surgían entre el imperialismo yanqui y los países latinoamericanos, pasó a un apoyo verbal e hipócrita, organizando sus fuerzas con la finalidad de aprovechar la derrota (derrota que siempre dio por segura), para derribar al sector de Galtieri y Anaya de la conducción de la Junta Militar.
Así surgió el gobierno de Bignone. Gobierno de la trenza lanussista-violovidelista-prorrusa. La mayoría de sus componentes pertenecían o estaban estrechamente vinculados a Bridas, empresa clave del grupo económico soviético en el país. Empresa a la que durante los últimos años, Videla-Viola asociaron a los principales proyectos de la dictadura (petroleros, papeleros, de construcciones hidráulicas y atómicas, financieras, etc.).
El imperialismo yanqui y el imperialismo inglés, que conspiraron pública y notoriamente luego del 2 de abril contra Galtieri, avalaron condicional y transitoriamente a Bignone, así como habían avalado a Videla y el golpe de Estado en 1976.
Frente a esta situación, nuestro Partido analizó en junio que la contradicción dictadura-pueblo había vuelto a ser la contradicción principal. Que se podía constatar que se habían producido “grandes cambios en la misma”. Tanto en la dictadura (ahora más débil y dividida, cosa que es visualizada por las masas) como en el pueblo (ahora más fuerte y consciente). En efecto, luego del 2 de abril se operó una incontenible reactivación del movimiento obrero y popular. La dictadura no pudo arrancarle ya los derechos democráticos que había conquistado en esas jornadas; ni pudo despojarlo de los derechos democráticos que le había concedido el sector de la dictadura que dirigió la recuperación de las islas, en su necesidad de apoyarse –limitadamente– en el pueblo al ser jaqueado por el imperialismo inglés y por las superpotencias, como señalan las Tesis.
Frente a la nueva situación, nuestro Partido señaló que la realización de las tareas nacionales, sociales y democráticas del pueblo argentino, exigía “derribar a la dictadura militar, en instaurar un gobierno provisional de amplia unidad patriótica y antidictatorial, que realice un programa de emergencia y garantice elecciones verdaderamente libres para una asamblea constituyente, ya que no es quién la dictadura para establecer qué Constitución y qué tipo de Estado debe tener el país”.
El CC de junio analizó que la corriente violovidelista que hegemonizaba el gobierno, expresaba las profundas raíces del socialimperialismo soviético en la economía, la política y el Estado nacional. Esto exigía que el filo principal de la lucha popular debía “golpear al centro de la dictadura, a su expresión política máxima: al gobierno de Bignone, representante en la dictadura del enemigo principal a batir: el sector terrateniente y de burguesía intermediaria prorruso”.
Y que nuestra táctica debía tener en cuenta:
*    Nuestro objetivo histórico (el socialismo) y nuestro objetivo estratégico (la revolución popular, democrática, agraria y antiimperialista), por lo que siempre nuestra táctica debía tender a la unidad de las fuerzas populares y tratar de que el proletariado sea la fuerza dirigente de ese proceso revolucionario.
*    Prepararse para el nuevo auge de masas. Este debía ser el centro de la táctica. Así como antes el centro fue organizar la retirada y la resistencia de las masas frente a la dictadura.
*    Debía buscar los caminos de aproximación a nuestros objetivos liquidando concepciones sectarias de Partido pequeño y aislado de las grandes masas, guiándonos siempre por el objetivo de ganar y dirigir a estas grandes masas.

30. Tres posiciones frente a los planes de la dictadura de Bignone. La contradicción fascismo-democracia.
En estos meses surgieron posiciones que subestimaban las dificultades de la dictadura y la creciente resistencia antidictatorial de masas. Sostenían que las elecciones tramposas “ya habían pasado”, que aun condicionadas eran “un triunfo del pueblo” y que el Partido debía luchar “desde adentro” del proceso electoral. De hecho planteaban que la contradicción fascismo-democracia había pasado a ser la contradicción principal en el país.
El proceso electoral estaba lejos aún de haberse afirmado y la dictadura hablaba de él difusamente. En el frente dictatorial se agudizaban las contradicciones y los rumores de golpes y contragolpes de Estado. Las contradicciones de la Junta, que recompuso su fractura recién luego de tres meses, y la de ésta con el gobierno de Bignone, eran públicas y notorias. Estas contradicciones eran el reflejo, en la nueva situación abierta, de la aguda lucha interimperialista y de sectores burgueses y terratenientes postergados, por el control del país.
En relación a este debate, el CC de octubre* analizó que en esos momentos existían tres salidas posibles de la situación: que la dictadura siguiese como hasta ese momento postergando toda salida política. Una salida concertada entre la dictadura y los partidos burgueses, con dos variantes principales. La del acuerdo pragmático con elecciones posteriores y con el nuevo estatuto fascista, y la que planteaba acordar no sólo el programa sino un presidente de transición. Y una salida revolucionaria.
Reston en una reunión de generales, había planteado los 7 puntos que la dictadura quería acordar con los partidos burgueses: la lucha contra el terrorismo, los desaparecidos, el enjuiciamiento al actual proceso, la guerra de las Malvinas, la estabilidad del poder judicial, la participación de las Fuerzas Armadas en el futuro institucional y la designación de los comandantes en Jefe en el próximo gobierno.
Ante esto, nuestro Partido reafirmó que era “demasiado pronto para aceptar que la dictadura pueda elegir tranquilamente su camino de retirada y que el pueblo deba resignarse a aceptar elecciones tramposas” y que desde ya, “si la clase obrera y el pueblo no logran imponer su objetivo tendrán que tratar de conseguir las mejores condiciones en las circunstancias concretas que se produzcan”. Y en tal caso es “posible que el pueblo logre por su lucha avanzar más allá de lo que prevén los planes de la dictadura. Pero esto no implica embellecer las elecciones tramposas que prepara la dictadura y considerar esto como un triunfo del pueblo. El triunfo del pueblo es el derrocamiento de la dictadura y la instauración de un gobierno de unidad antidictatorial”.
Nuestro Partido se planteó así, en las nuevas condiciones, acrecentar la denuncia de los planes dictatoriales y librar una aguda lucha contra las vacilaciones y el oportunismo de los partidos burgueses, en relación a la cuestión del poder. Pues “una larga experiencia nos enseñó que el camino fácil es el de los sufrimientos máximos para el pueblo”. Y lo fundamentó en la experiencia histórica de las últimas décadas en el país.
La posición de “entrar” en esos momentos concretos al proceso electoral, furgoneaba la política de negociaciones con Bignone y Reston, quienes a su vez libraban una lucha abierta en el frente dictatorial, para lograr una salida que fortaleciera a los sectores prosoviéticos en el país.

31. La decisión de contribuir a fundar el Partido del Trabajo y del Pueblo. El acto del 19 de noviembre.
El CC de octubre de 1982 analizó que había terminado el período de retroceso del movimiento obrero y popular. Estamos, dijo, “en el inicio de un período de auge de ese movimiento y de acumulación acelerada de fuerzas revolucionarias”. Y resolvió como línea táctica la de continuar luchando “por el derrocamiento revolucionario de la dictadura, bloqueando todo intento continuista y oponiéndose a una salida condicionada, y prepararse ante la posibilidad de que pasara el golpe continuista o salida condicionada. Y en tanto se proseguía la lucha contra el estatuto proscriptivo y la plena legalidad del PCR se decidió contribuir con fuerzas populares y tercermundistas a organizar el PTP.
Los hechos demostraban que se había iniciado un período de auge. Nuestro Partido seguía proscripto, seguía sufriendo la represión y una abierta discriminación por parte de la dictadura de Bignone.
La decisión de contribuir a la constitución del PTP, tenía como preocupación principal la posibilidad de aprovechar los resquicios de libertades que el pueblo había conquistado, para llegar con nuestra política a las grandes masas. Pues era evidente que los métodos y las formas propias del período de retroceso para llegar a las masas, habían dejado de tener vigencia y efectividad.
Nuestro Partido, que en estos años de dictadura había permanecido en el país librando la lucha antidictatorial, enfrentaba así un nuevo problema.
Con el favoritismo abierto de Bignone y Reston, las fuerzas políticas prosoviéticas, que habían embellecido a Videla y a la dictadura todos estos años, que, como fue el caso del P“C”, no habían cerrado sus locales desde 1976 y que desde el período de Viola actuaban ya públicamente, habían lanzado una intensa campaña propangandística para apuntalar bajo una u otra forma la convergencia cívico-militar. Se había abierto en las masas un proceso de luchas que abarcaba a todo el país, junto a un gran debate político sobre el balance de todos estos años y las perspectivas de la situación.
Es en estas circunstancias que, sin abandonar la lucha por la legalidad de nuestro Partido, el CC decidió contribuir a impulsar nacionalmente el PTP. Esto significaba una concesión. Pero permitía ganar un terreno político de masas en un momento de suma importancia para la acumulación revolucionaria de fuerzas.
Ante esta decisión se abrió un natural y fructífero debate en el Partido. Debate con quienes vacilaban, preocupados por la posibilidad de que a través de esa decisión se diluyera la política de nuestro Partido, y su condición revolucionaria de partido clandestino. Estas posiciones, a partir de una preocupación justa, subestimaban el nuevo momento político de auge de masas. Y en nombre del purismo político-ideológico nos marginaba de la posibilidad de introducirnos profundamente en las luchas obreras y populares. Y con ello de la posibilidad de un crecimiento real de nuestras fuerzas públicas y secretas.
También cobró intensidad la discusión con posiciones que, a través de la constitución de otro partido, se deslizaban a abandonar la política revolucionaria por una política electoralista reformista. A través de una discusión organizativa, se debatía de fondo el abandono de nuestra táctica y de nuestros objetivos históricos y estratégicos. Este debate abarcaba también el balance del Partido desde una perspectiva parlamentarista burguesa. De fondo estas posiciones consideraban que la contradicción dictadura-pueblo había cambiado en la realidad nacional por la de fascismo-democracia. Y no enfocaba la contribución de nuestro Partido a la constitución del PTP, como una contribución para desarrollar un instrumento que fuese capaz de llevar adelante su política revolucionaria, con las particularidades que imponía la especial persecución de la dictadura de Bignone y su ministro del Interior.
Este debate se desarrolló, y se fue resolviendo, en el transcurso de la preparación del acto central del PTP, realizado en noviembre en la Federación de Box de la Capital Federal, y alrededor del desarrollo del PTP en todo el país.

El acto del 19 de noviembre.
El acto del 19 de noviembre, precedido de una intensa campaña propagandística, con centenares de pintadas y una agitación que abarcó a la Capital Federal y a numerosas zonas del Gran Buenos Aires, en la que cumplió un destacado papel la Juventud, fue un hecho que demostró que en la Argentina se desarrollaba una política y una fuerza revolucionaria para lograr el triunfo del pueblo en su lucha antidictatorial. Y que ese Partido proletario, al que la dictadura con su feroz represión no había podido quebrar, emergía con renovada fuerza y combatividad en casi todo el país.
Con la solidaridad internacional de los marxistas-leninistas de Bolivia –presentes a través de su máximo dirigente camarada Oscar Zamora–, con la solidaridad de los marxistas-leninistas de Perú, nuestro Partido demostró que pese a la dictadura, pese a los imperialistas y a la reacción, pese al socialimperialismo ruso, se había desarrollado en las entrañas de la clase obrera y el pueblo argentino. Y enfrentaba al revisionismo defendiendo firmemente la doctrina del marxismo-leninismo.
En el acto, al que asistieron más de 4.000 personas y delegaciones de casi todas las provincias, hablaron Oscar Marioni, Miguel Rubinich, Rosa Nassif, Otto Vargas y Oscar Zamora. En el mismo se realizó un homenaje a nuestros mártires antigolpistas1, a los caídos en las Malvinas y a las Madres de Plaza de Mayo. Y se exigió la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos y la libertad de todos los detenidos políticos y sociales.
La decisión de la dictadura de ordenar la captura de Oscar Zamora, Vicepresidente del Senado boliviano, y del camarada Otto Vargas, por supuesta infracción a la Ley 21.325, fue la mejor demostración de que nuestro Partido había acertado en la resolución de un complejo problema táctico, como fue la contribución a la constitución del PTP.
La solidaridad contra la persecución a Otto Vargas se transformó en otra derrota de la dictadura. Numerosas personalidades y los principales partidos politicos del país denunciaron la medida represiva y expresaron su solidaridad. Y en el campo internacional, varios partidos hicieron llegar su exigencia a la dictadura de que cesara la persecución y expresaron también su solidaridad.2
32. Discusión en el Comité Central de octubre sobre la incomprensión del momento político. Debate sobre nuestro trabajo sindical nacional y sobre nuestra política de concentración en las grandes empresas.
Luego de abril, se asistió a un proceso acelerado e imparable de reorganización sindical y política, al calor de un ascenso notable de las luchas obreras y populares. Estas luchas recibieron un estímulo muy importante con el paro ferroviario y del transporte del 18 de agosto, que obligaron a la dictadura a conceder un aumento general de salarios.
Se destacaron, entre ellas, las luchas y el proceso de democratización sindical en ferroviarios, en SMATA (Mercedes Benz y Ford), en la carne (Berisso y Rosario), en el puerto de Buenos Aires, en la UOM (Avellaneda, Campana, etc.), en SOEVA (San Juan), y en FATRE (principalmente en esos momentos en Córdoba, Sur, Tucumán y Misiones). En construcción, ATE y empleados públicos, en docentes del Gran Buenos Aires y de muchas provincias, (donde el movimiento surgió con gran combatividad y con un alto grado de organización, basado en delegados por cursos y por escuelas). En empleados de comercio de Capital, bancarios de Rosario, UTA y Gas del Estado. En municipales de Capital, Tucumán y otras provincias; en Luz y Fuerza, SUPE y Alimentación (Noel y otras empresas). Junto a ello avanzó la reorganización de las CGT regionales.
El paro y la concentración en Plaza de Mayo y en plazas del interior del país, el 22 de septiembre, organizados por la CGT-Brasil, fueron expresión de este ascenso y demostraron que iban quedando aislados los colaboracionistas. Tuvo significación que por primera vez en este tipo de concentraciones, el Movimiento de las Madres de Plaza de Mayo fuese apoyado unánimemente.
El Partido y la Juventud habían tenido participación importante en este proceso, sobre todo en algunos gremios. Pero era insuficiente nuestra actividad para generalizarlo y profundizarlo. Había sido débil nuestra participación en la jornada de la CGT del día 22 y en algunas actividades de lucha por las actividades democráticas. También en actividades del movimiento estudiantil. Y había sido lenta nuestra acción para impulsar el movimiento de las “bolsas vacías”, que había surgido en ese período. Cuestiones éstas que analizó crítica y autocríticamente nuestro Comité Central del 2 y 3 de octubre de 1982).
La causa de fondo –analizó el Comité Central– de que en el Partido no se saliese a fondo a impulsar este movimiento de lucha de las masas por sus reivindicaciones, y de reorganización del movimiento obrero y popular, estaba en la incomprensión del momento político. En la incomprensión de que se había terminado el período de retroceso, y se estaba en el inicio de un período de auge de ese movimiento, y de acumulación acelerada de fuerzas revolucionarias.
Esta discusión tuvo importancia para poner al Partido a la altura de las circunstancias. Máxime en momentos en que cobraban vuelo nuevamente los planes “aperturistas” de la dictadura y las fuerzas prosoviéticas.

Debate sobre nuestro trabajo sindical nacional.
En este período adquirió importancia la discusión sobre nuestro trabajo sindical nacional. Porque si bien nuestro trabajo, en este terreno, había dado pasos positivos en la lucha contra el colaboracionismo y por la unidad con sectores antidictatoriales, en particular del peronismo, no ponía el centro de sus preocupaciones en la construcción y desarrollo de las agrupaciones sindicales clasistas. No hacía girar su intensa labor en la construcción de las agrupaciones clasistas, como instrumentos fundamentales para acumular fuerzas antidictatoriales y revolucionarias en las empresas y gremios, y poder practicar así una justa política de frente único en ellas.
Cuestión ésta decisiva porque nuestras raíces en las empresas eran aún débiles y estaban acosadas por la acción del enemigo, pero luchaban denodadamente en una situación en la que miles y miles de obreros, en esos momentos, buscaban un camino justo, proletario, para organizarse y luchar. Y en una situación en la que aún no nos conocían como Partido, o no estaban en condiciones o no querían ingresar al Partido.
Este debate venía desarrollándose desde tiempo atrás, en ocasión de la lucha solidaria con Afganistán y Polonia, en relación a nuestra participación en actividades combativas de la CGT-Brasil, y había sido preocupación de varias reuniones del Comité Central. En particular a comienzos de 1982, cuando el desarrollo de las luchas exigió ponernos a la altura de la situación.
En este proceso se puso en evidencia que en nuestro trabajo sindical nacional no se practicaba una correcta política de alianzas. No se privilegiaba la unidad de las fuerzas clasistas. Por eso el Comité Central, en polémica con esos errores, señaló que era necesario practicar a fondo una línea antidictatorial amplia que aislase a los colaboracionistas, privilegiando la unidad con las fuerzas que acordaban golpear a la dictadura y al enemigo principal. Que debíamos dar prioridad, en la política de alianzas, a la unidad con aquellos que luchaban firmemente contra la dictadura violovidelista y contra los colaboracionistas, con aquellos que sostenían una política de clase frente a los conciliadores, y se esforzaban por construir fuertes agrupaciones clasistas en las empresas y gremios.
El Partido había conseguido algunos éxitos en la política de frente único sindical, pero en este proceso se había puesto en evidencia que en nuestro trabajo sindical nacional, no se tenía en cuenta que gran parte de los dirigentes sindicales peronistas de grandes gremios ya no eran, ni son, expresión de la burguesía nacional en el movimiento obrero. Sino dirigentes ligados, por múltiples y variados lazos, al gran capital monopolista y al Estado. Cuestión ésta clave para comprender, por qué en determinados momentos (como pasó en la lucha antigolpista y en la resistencia a la dictadura violovidelista) era posible golpear juntos, unirse con éste o aquel dirigente contra la dictadura y el enemigo principal. Pero clave también para comprender que la línea de frente único presuponía una lucha consecuente y firme de crítica a la conciliación de clases y al reformismo.
De allí también que estas posiciones confundían la línea de “golpear juntos” con nuestra línea general de frente único en la clase obrera y frente único antidictatorial. Cuestión ésta que ya surgió, en otras circunstancias políticas, en el III Congreso. Y que exigió que nuestro Partido remarcase muchas veces con la palabra “real”, al referirse al frente único, el contenido que diferenciaba una línea de frente único proletaria revolucionaria –que desde ya requiere practicar la política de golpear juntos–, con el contenido reformista de una línea que sólo se propone como objetivo golpear juntos con otras fuerzas, en determinados momentos, a un enemigo común. Relegando de este modo la independencia de clase de nuestra línea y la propia construcción del frente único para la revolución. Estas confusiones se habían evidenciado también en otros frentes nacionales del trabajo del Partido.
Esta discusión era clave, también, para comprender las diferencias en el campo antidictatorial entre quienes luchaban contra la dictadura con conciencia acerca del enemigo principal y quienes luchaban contra la dictadura en general. Para diferenciar a los colaboracionistas de los conciliadores. Y desarrollar con cada uno de estos sectores, y dentro de cada uno de ellos con las diversas fuerzas que los componían una política particularizada. Con algunos, de unidad y lucha; con otros, una política que tuviese por objetivo neutralizarlos, dividirlos. Siempre con la vista puesta en aislar al máximo al enemigo principal y acumular fuerzas antidictatoriales y revolucionarias.
Esta línea llevaba, como la sombra al cuerpo, la necesidad de batir la conciliación y la política de “solo unidad”. Esta se reflejaba, por ejemplo, cuando a partir de golpear correctamente a los colaboracionistas como blanco principal, no se opinaba sobre los conciliadores, pues se consideraba que, al hacerlo, se debilitaba la unidad. Y, sobre todo, se reflejaba al no concentrar nuestro trabajo en la construcción de fuertes agrupaciones clasistas en empresas y gremios.
Esta discusión adquirió gran importancia, también, porque sólo a través de la construcción y el desarrollo de las agrupaciones clasistas, podía nuestro Partido crecer y organizar células, como lo demostraban nuestras mejores experiencias de empresa. Porque era éste el principal camino que nos permitía crecer, en esos momentos concretos, en los lugares decisivos.
Los errores señalados se confundían en falsas polarizaciones, como la de trabajar “por arriba” o “por abajo”, cuando lo que estaba en discusión era el contenido político, arriba y abajo, de nuestro trabajo y de nuestras alianzas. Y lo que estaba en discusión era la lucha para que principalmente lo de arriba sirviese a lo de abajo.
De esa forma, se ilusionaban también, de acuerdo a distintas circunstancias, con determinadas alianzas o dirigentes, para pasar luego, al ser sorprendidos por las dificultades o por los cambios de situación, a descuidar el trabajo con ellos.
Otro error es que abrían desaprensivamente nuestro trabajo de años en las empresas para discutir, en mejores condiciones, alianzas tácticas generales con dirigentes que no merecían la menor confianza de clase.
Esta discusión sobre nuestro trabajo sindical nacional tuvo gran importancia para avanzar en nuestra labor en el movimiento obrero. En su curso se fueron corrigiendo errores, con resultados positivos en nuestro trabajo, como se evidenció, en los hechos, en el Plenario de las agrupaciones y organizaciones sindicales realizado en noviembre de 1982.

La política de concentración en las grandes empresas.
Pero donde se manifestaban más crudamente estas concepciones reformistas, era en la falta de persistencia, en algunos zonales, en la política de concentración. En el picoteo superficial en el trabajo hacia las grandes empresas de concentración, y en la construcción de agrupaciones clasistas y células de Partido. Estas posiciones, muchas veces en lucha contra ideas trotskizantes, centraban su atención en la construcción de alianzas en el plano general, con lo que no concentraban su trabajo en las empresas.
Estas concepciones, que desde ya no podían enfrentar en la lucha antidictatorial persistentemente al quintacolumnismo prosoviético, concebían de fondo al movimiento obrero como fuerza de presión para una política frentista burguesa, cuyo objetivo no es la lucha revolucionaria por el poder. De allí su inconsecuencia en la política de concentración. De allí también que, cuando trabajaban hacia las empresas, buscaban principalmente entrar en ellas a la rastra de otras fuerzas. Practicando así, en los hechos, un seguidismo que mostraba una desconfianza de fondo en nuestra línea de clase y en las masas obreras, que trababa la construcción de fuertes agrupaciones clasistas en empresas y gremios, y de células de Partido en ellas.
Nuestras mejores experiencias, como las desarrolladas en el automotor, en la carne de Berisso, en ferroviarios, en metalúrgicos, municipales, vitivinícolas, rurales, docentes, etc., pusieron de manifiesto, aun en los peores momentos de represión, que sólo comprendiendo a fondo la política de hegemonía proletaria en la lucha antidictatorial y revolucionaria podía practicarse la política de concentración. Y seguir paso a paso y en profundidad, la lucha política en la sección y el cuerpo de delegados en la empresa, y en el sindicato. Que sólo asimilando a fondo la línea de masas, era posible poner en manos del proletariado de las grandes empresas, la discusión y resolución de los pequeños y grandes problemas económicos, políticos e ideológicos de la lucha antidictatorial. Esa fue la enseñanza de las mejores experiencias del Partido ante la acción sindical y política de las masas durante el repliegue, y ante las discusiones sobre el Beagle, las Malvinas, sobre la situación nacional, sobre Polonia, etc.
Nuestras mejores experiencias demostraron que sólo asimilando nuestra política revolucionaria de clase, era posible hacer del delegado de sección y del triunfo de una línea justa en el Cuerpo de delegados, nuestra preocupación central. Pues como ha demostrado la experiencia histórica argentina y también la de estos últimos ocho años, los cuerpos de delegados han sido el cimiento de la lucha obrera, de la alianza obrero-campesina y de todo el pueblo, en la lucha antidictatorial y revolucionaria por el poder.
Sólo allí donde hemos practicado esta política hemos podido construir sindicatos basados en cuerpos de delegados, frentes únicos reales en el campo obrero que disputen la dirección de los mismos, agrupaciones clasistas fuertes, y células de Partido que orienten y dirijan.
No fue ésta una discusión organizativa, como no lo fue ya en el I y II Congreso del Partido, porque su contenido hace a la esencia de nuestra línea.1 Es una discusión sobre la línea general –revolucionaria o reformista– en lo político, en lo sindical y también en lo organizativo. Porque sólo con esta línea es posible romper, también en lo organizativo, con concepciones artesanales que no confían en la línea de masas y en los nuevos compañeros y compañeras y no construyen células. Con concepciones que eluden dar responsabilidades a los que se incorporan, y conciben al debate democrático en la célula como una mera formalidad.

33. Se moviliza el conjunto del pueblo. Surge y se desarrolla nacionalmente el Movimiento de Reconstrucción de la Cultura Nacional. Las luchas de las Madres de Plaza de Mayo. Sectores de la burguesía se movilizan. La marcha del 16 de diciembre de la Multipartidaria.
Luego del paro y la concentración de la CGT del 22 de septiembre, por primera vez desde 1976 el movimiento obrero obtuvo concesiones para el conjunto de la clase obrera. Concesiones por lo tantos políticas. Se comenzó a ganar batallas como clase en el enfrentamiento con la dictadura y la patronal. Las reivindicaciones obtenidas se esfumaban rápidamente por la inflación, o ya estaban consumidas antes de efectivizarse, pero avivaban y estimulaban la lucha.
En la segunda mitad de 1982 fueron innumerables los movimientos de reorganización y democratización del movimiento obrero, campesino, estudiantil, popular, y de la intelectualidad democrática y patriótica. En todos ellos se observaba que los colaboracionistas con la dictadura debían pagar sus deudas con el pueblo. Así se evidenció en las elecciones de la carne en La Plata y Rosario, donde las camarillas de Malek y Cabrera debieron apelar al fraude abierto para mantener en sus manos esos sindicatos; en las elecciones de SOEVA de San Juan, en donde los ahijados de Bravo perdieron el control del sindicato; en el proceso de masas abierto en metalúrgicos de Avellaneda, Campana, Villa Constitución y otros; en el automotor, en la zona Norte y Oeste del Gran Buenos Aires; en numerosas seccionales de FATRE; en municipales, ferroviarios, etc. En el Congreso de la Federación Agraria creció la oposición a Volando; y en las elecciones estudiantiles y asambleas los colaboracionistas del MOR sufrieron serias derrotas.
Surgió un importante y amplio movimiento de amas de casa contra la carestía en lucha contra los intentos de la UMA por dividirlo. Se fortaleció y extendió a todo el país el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo.
Surgió un importante movimiento antidictatorial por la reconstrucción y el desarrollo de la cultura nacional, que se fue extendiendo nacionalmente y abarcó los diversos campos de la cultura. Y se afianzó una corriente en la intelectualidad argentina que luchó en defensa del marxismo-leninismo y de las concepciones científicas, contra el irracionalismo, y por rescatar y desarrollar elementos democráticos, antiimperialistas y proletarios de la cultura nacional. Igualmente se afianzaron diversas publicaciones, que se constituyeron en valiosos aportes culturales y científicos. Se avanzó así en este terreno, donde nuestro Partido desde el inicio de la lucha antidictatorial cumplió una intensa y significativa labor.
En este período también se produjo una irrupción masiva del movimiento juvenil en la política nacional. La politización en masa de la juventud impregnó toda la situación política y fue uno de los factores principales de la radicalización antidictatorial de la misma.
También sectores importantes de la burguesía nacional participaron en los paros y marchas de San Juan, Mendoza, Trelew y Tierra del Fuego; en el movimiento por la cesación del pago de deudas financieras en Rosario de la Frontera y los de no pago de impuestos en el Gran Buenos Aires. La mayoría de ellos apoyaron el paro del 6 de diciembre. Y sectores de burguesía rural participaron en movilizaciones en Mendoza, San Juan, Córdoba, Catamarca y La Rioja.
También en ellos la lucha por las Malvinas tuvo honda repercusión. Luego de ser arrastrados como furgón de cola del gelbardismo y del golpismo antiperonista, luego de haberse ilusionado en el camino del “liberalismo” de M. de Hoz, de haber sido expropiados y burlados, diversos sectores de burguesía nacional comenzaron a reagruparse tratando de escapar del “abrazo de la muerte” del frigerismo y del gelbardismo. En esta dirección nuestro Partido desarrolló su labor. Aunque en este terreno persistían y persisten concepciones que subestiman el trabajo partidario en la burguesía nacional y en sus organizaciones representativas.
Los paros activos, marchas y concentraciones masivas realizados en San Juan, Mendoza, Chubut, el movimiento contra los impuestos en el Gran Buenos Aires, así como una masiva y combativa asamblea de portuarios, dieron la tónica que iba adquiriendo el movimiento antidictatorial.
El 6 de diciembre se realizó el paro nacional más masivo desde 1976. El 9 y 10 de diciembre el centro de Buenos Aires se conmocionó con la Marcha de la Resistencia realizada por las Madres de Plaza de Mayo, marcha en la que participaron más de 20.000 personas. En Córdoba, Tucumán, Jujuy y otras ciudades del país, se realizaron también concentraciones y marchas por la aparición con vida de los detenidos-desaparecidos, con una destacada participación de nuestro Partido y nuestras compañeras. Continuando así con una abnegada y valiente labor junto a las Madres de Plaza de Mayo desde el propio nacimiento del movimiento. Y con la lucha permanente por extenderlo a todo el país, no obstante la represión fascista, las amenazas, y las intrigas de dirigentes del P“C” y las fuerzas prosoviéticas.
El 16 de diciembre se realizó la marcha cívica organizada por la Multipartidaria. El frigerismo, al igual que el P“C”, la impulsó en apoyo del programa de la Multipartidaria del 16/12/81, llamado “Antes que sea tarde”. Y procurando que la marcha contribuyese a fortalecer los planes del sector prosoviético de la dictadura. Aprovecharon para esto las vacilaciones de las fuerzas reformistas que concibieron a la concentración del 16 de diciembre como una manifestación para “fortalecer la institucionalización en marcha”.
Nuestro Partido decidió participar en ella entendiendo que tanto las bases de los partidos convocantes, como la mayoría de sus dirigentes, apoyaban la marcha como una manifestación antidictatorial. Con este fundamento y en ese espíritu participamos el 16 de diciembre. Esta fue, efectivamente, una impresionante manifestación antidictatorial. Una vez más la dictadura y algunos dirigentes (que creyeron posible una manifestación festiva en medio del hambre y la desocupación) fueron sorprendidos por la combatividad del movimiento de masas.
Fracasado el intento de contener a la manifestación en los marcos de una manifestación festiva, la dictadura reprimió con saña y asesinó a mansalva a Flores, un obrero que participaba en ella.
Así las cosas, la dictadura debió conceder aumentos masivos de salarios, otorgar un subsidio a los desocupados; ambos insuficientes, pero concesiones al fin. Y sobre todo vio naufragar la “concertación”. Por lo que debió comenzar las gestiones secretas por los famosos 7 puntos de Reston, abriendo negociaciones con los posibles candidatos de los partidos burgueses. Se fue imponiendo así en las clases dominantes y en la dictadura, en los meses siguientes, la tendencia a poner fin a la forma dictatorial abierta, militar, y a entregar la administración gubernamental y los atributos formales del poder, en forma condicionada, a un gobierno civil.
Nuestro Partido analizó la situación económica y política nacional de este período en un nuevo documento que fue publicado a mediados de enero de 1983. Y posteriormente en las Tesis de discusión para el IV Congreso, publicadas en el mes de abril.
34. Avance de nuestro trabajo. El desarrollo del PTP en la mayoría de las provincias. El ejemplo de San Juan.
Posteriormente al acto de noviembre, nuestro Partido desarrolló una intensa labor. Inmediatamente al realizado en Buenos Aires, se organizó un importante acto en Rosario. Posteriormente se realizaron numerosos actos y conferencias en la mayoría de las provincias del país. Se constituyeron Juntas Promotoras del PTP en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, San Juan, Río Negro, La Pampa, Misiones, Córdoba, Tucumán, Jujuy, Mendoza, Chaco, Entre Ríos, Santiago del Estero y Santa Cruz. Se abrieron numerosos locales. Se luchó por utilizar, no obstante las trabas oficiales, la radio y la televisión; y se realizó una intensa propaganda de nuestra política, apelando para ello a las masas y a su aporte financiero.
Se realizaron en este proceso valiosas experiencias para combinar, en las nuevas condiciones, lo sindical y político, y el trabajo público con el clandestino. Y se comenzó un proceso de afiliación y de crecimiento orgánico significativo. Igualmente en la Juventud.
Particularmente valioso fue en este sentido el trabajo del Partido de San Juan que, comprendiendo a fondo la nueva situación política, realizó un gran trabajo de masas y una afiliación masiva. Trabajo en el que puso al mando la política, y el desarrollo de nuevas formas y métodos que las masas y el Partido iban encontrando para impulsar la lucha.
Particular significación para nuestro Partido tuvieron los actos organizados en Córdoba y Villa María. Pues fue Córdoba uno de los lugares donde la dictadura demostró mayor saña asesina y represiva contra nuestro Partido. Y porque, pese a quienes creían haber enterrado en la provincia las banderas que enarbolaron heroicamente nuestros entrañables César Gody Alvarez, René Salamanca, Manuel Guerra, Raúl Molina, Luis Márquez, éstas surgieron nuevamente con toda combatividad. Las banderas de nuestra María Irazusta, que al igual que Mario Susso y Orlando Navarro, habían sido asesinados en 1976.
Una importante e intensa labor se desarrolló en la zona de La Plata, en la zona Sur y Norte del Gran Buenos Aires. También en algunos lugares de la Capital Federal. Se creció política y organizativamente, y se profundizó nuestra política de concentración en lugares decisivos. Línea por la que se luchó permanentemente en estos duros años de dictadura.
En el Gran Buenos Aires, a través de un positivo trabajo se reorganizó la zona Oeste, donde la represión contra nuestros compañeros fue brutal. Particularmente en el Complejo 17, donde su dirigente Aureliano Araujo, luego de resistir heroicamente la tortura fue expulsado del país.
En este período, y al calor de las iniciativas del PTP, se multiplicaron nuestras relaciones en empresas claves, y también en forma significativa en algunas barriadas obreras y populares de La Plata, el Gran Buenos Aires y la Capital Federal. En ellas se desarrolló el trabajo político, en particular el de las compañeras, en torno a la organización de ollas populares, a la lucha por dispensarios médicos y jardines de infantes para los chicos de las familias que trabajan, y que por eso deben abandonarlos durante el día. También por los problemas de sanidad, transporte, luz, agua, etc., que sufren.
En la zona Norte del Gran Buenos Aires tuvo significación el hecho de proseguir nuestra lucha revolucionaria en empresas donde Miguel Magnarelli y Sofía Cardozo, queridos compañeros del Partido detenidos-desaparecidos, al igual que Rodolfo Willimberg, desarrollaron su labor.
En algunas provincias como las de Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa, se hizo un paciente y meritorio trabajo de reconstrucción luego de que el enemigo reprimiera con saña a nuestro Partido. Trabajo que cobró nuevo impulso con las actividades del PTP.
Igualmente aconteció en Jujuy, donde se desarrolló un importante trabajo de masas. En Tucumán, provincia en la que fueron detenidos-desaparecidos nuestros queridos Ángel Manfredi, Ana Sosa y Manuel Alvarez, se mantuvo y se desarrolló en el último período nuestro trabajo en lugares de concentración, y junto a las Madres de Plaza de Mayo, en una de las provincias en las que hay más detenidos-desaparecidos. Superando un inicial retroceso se fue avanzando en Mendoza, y se desarrolló una importante labor en Río Negro, donde no obstante la represión, nuestro Partido siguió desarrollando su trabajo, y el PTP fue llegando con su política a vastos sectores de la provincia.
Un intenso trabajo de masas se desarrolló en La Pampa. Allí, no obstante la dura represión, nuestro Partido reorganizó sus fuerzas, que cobraron una importante dimensión con las actividades que desarrolló el PTP. Igualmente en Santiago del Estero, donde nuestra lucha antidictatorial de masas se elevó con fuerza alrededor de la campaña política del PTP.
Surgió el PTP igualmente en las provincias de Entre Ríos y Santa Cruz y en ciudades como Pehuajó y Mar del Plata, donde permanecen detenidos-desaparecidos los compañeros Juan Telmo Ortiz, Antonio Satuto, María de Satuto, Hugo Garelik y Américo Eiza.

35. La lucha por los avales. La discusión sobre la obtención de la personería electoral.
En los meses finales de 1982 y primeros de 1983, y en el transcurso de una intensa actividad, se desarrolló una aguda discusión en el Partido alrededor de la lucha por constituir las Juntas Promotoras, y lograr los avales necesarios para el reconocimiento judicial del PTP.
Discusión con posiciones que hacían de los avales y el reclutamiento, y del propio PTP, un instrumento de una política teñida de electoralismo reformista. Y con posiciones economistas, sindicalistas y clandestinistas, que no comprendían los cambios producidos en la situación política nacional. Y la primacía de la lucha política y de los nuevos métodos y formas de la lucha política, en un período caracterizado por el inicio del auge revolucionario de masas. Estos errores trababan al Partido para aprender de sus mejores experiencias, para salir con audacia a la lucha política que se desarrollaba en las masas, y para lograr un crecimiento político y orgánico a saltos, de acuerdo a las necesidades y posibilidades de la nueva situación. Especialmente en las empresas principales del país.
Posteriormente a la presentación de los avales, se planteó el debate alrededor de, si en la situación concreta de ese período, el centro de nuestro trabajo revolucionario debía ubicarse en lograr la personería electoral nacional del PTP.
Con las fuerzas concretas con que contábamos a fines de 1982, y dadas las exigencias del estatuto reaccionario de los partidos políticos, poner el centro de nuestro trabajo nacional en obtener la personería electoral nacional y en varias provincias, en las que tensando totalmente las fuerzas hubiéramos podido conseguirla, hubiese significado en los hechos un cambio de la línea política antidictatorial resuelta luego de junio de 1982.
No estábamos ante la perspectiva de un largo período de estabilidad política, sino de lo contrario. No era una necesidad táctica para llevar adelante la lucha antidictatorial. Y para el caso de que pasaran las elecciones tramposas y condicionadas, teniendo en cuenta la gran polarización que preveíamos en ese entonces que se produciría en el terreno electoral, y la correlación de fuerzas concretas existentes en el país, tampoco sería para esa eventualidad una necesidad táctica.
El objetivo de lograr la personería electoral nacional, no era así una condición para salir audazmente a las masas, ni para lograr que miles de nuevos afiliados ocuparan un puesto de lucha. Por el contrario, políticamente –en los hechos– hubiese significado un cambio de línea, y en la disposición de las fuerzas orgánicas nos hubiese llevado a abandonar la política de concentración en las grandes empresas, y en los lugares decisivos en nuestro trabajo agrario. Igualmente en la Juventud.
Esto, porque el objetivo antedicho nos hubiese exigido –de acuerdo a nuestras fuerzas concretas a fines de 1982 y comienzos de 1983– desarrollar obligadamente un trabajo prolongado como fuerza agitativa de choque, basado no en células, sino en brigadas “tipo malón”. El resultado de este tipo de trabajo a la hora de la verdad, como lo demuestra nuestra experiencia, se escurre como agua entre los dedos.
Por eso es que, como analizó posteriormente en noviembre del 83 nuestro Partido, “se podían hacer excepciones locales donde fuese conveniente, pero no se podía hacer girar la táctica del Partido en torno a esa personería electoral. Principalmente fue justo darse una línea de utilizar al máximo la legalidad conquistada sin poner el centro en la personería electoral”, porque en las condiciones concretas, haber puesto el centro en obtener esa personería “nos hubiese aparejado torcer el rumbo estratégico, insurreccional, del Partido”.
En este debate se manifestaron con toda fuerza posiciones que hacían de su objetivo el parlamentarismo burgués, que no comprendían la política leninista de utilizar las elecciones convocadas por la dictadura para la acumulación revolucionaria de fuerzas, con el objetivo de la lucha insurreccional por el poder. Y también posiciones izquierdistas que, sin comprender la nueva situación, carecían de iniciativa política, no afiliaban audazmente, y nos aislaban del proceso político de masas. Y con sus prevenciones sectarizaban el conjunto del trabajo.
Este debate fue resolviéndose al calor de la lucha por la afiliación en todo el país. Afiliación que en 1983 fue muy importante. Miles de obreros de la ciudad y el campo, de campesinos pobres, de amas de casa y de jóvenes, ingresaron al PTP, y muchos de ellos al PCR. El fortalecimiento significativo de nuestras fuerzas reforzó la lucha por el frente único obrero y antidictatorial, en particular con las masas peronistas, y colocó al Partido en mejores condiciones para abordar los futuros acontecimientos. Y permitió adquirir nuevas experiencias en una tarea, la del reclutamiento de miles y miles de nuevos afiliados, cuya importancia se iba a seguir acrecentando hasta el presente.
El crecimiento orgánico del Partido planteó con fuerza aprender de nuestras mejores experiencias, para resolver acertadamente la relación PTP-PCR. Pues la práctica fue demostrando que el desarrollo del PTP se había transformado en una valiosa “avanzada” para la incorporación de miles de compañeros a la lucha política antidictatorial y revolucionaria. Y fueron aquellos lugares que impulsaron a fondo la afiliación al PTP, quienes más avanzaron en la afiliación al PCR.
Los distintos grados de comprensión y compromiso en los miles de nuevos afiliados, exigían una resolución correcta de esas contradicciones para que dicho proceso sirviese a la lucha antidictatorial, y al fortalecimiento del PTP y del PCR. Esto planteó, a su vez, la necesidad de contribuir a desarrollar una organización del PTP para la lucha, arraigada en todos los lugares, y de combinarla acertadamente con la organización celular del Partido. A riesgo, en caso contrario, de sectarizar la organización del PTP y diluir nuestra organización leninista de partido. Es decir, diluirnos en una organización basada en el principio de organización territorial, socialdemócrata, y no basado en los lugares de producción y en células.
Todos estos problemas, embrionarios a comienzos de 1983, adquirieron posteriormente gran importancia.

36. Nuevos problemas organizativos. Nueva Hora. Teoría y Política. El quincenario Hoy. Política y Teoría El reclutamiento y las células.
En nuestro Partido se pusieron a la orden del día nuevos problemas organizativos, como la resolución correcta de la relación PCR-PTP a todo nivel. Problemas de distribución de fuerzas, la necesidad de impulsar una política audaz que confíe en los nuevos cuadros, y principalmente dar un salto en el problema de los problemas: el del reclutamiento y la transformación de las “puntas rojas” en fuertes células. En especial en las grandes empresas. Y más particularmente en las 50 empresas que son decisivas en el país. Pues de quien dirija esas empresas, dependerá el destino de la revolución en la Argentina.
Sólo concepciones teñidas de reformismo burgués o teñidas de un revolucionarismo pequeñoburgués, siempre más sensibles a los fuegos artificiales que a las profundidades políticas del movimiento obrero, pueden negar esta realidad. Realidad histórica y presente de la Argentina. Y pueden negar que de la alianza de esa fuerza con las inmensas masas del campesinado pobre y medio, que vive hoy, por culpa de los terratenientes y monopolios, en condiciones de extrema miseria, depende el triunfo de la liberación en el país. Pues allí está el pilar del frente único y el corazón de la lucha insurreccional. Y ese torrente que hoy día avanza con fuerza luego del repliegue, requiere de muchos miles y miles de comunistas revolucionarios. De muchos organismos celulares que sean experimentados y firmes pilotos de tormenta. Células que con la guía del marxismo-leninismo y la línea general de nuestro Partido, puedan conducir a las masas para que éstas realicen la revolución. De allí que se puede afirmar sin ninguna duda que la afiliación de miles y miles de nuevos compañeros y su organización en células es la tarea de las tareas en relación a la transformación organizativa del Partido. Lo que exige desterrar sin vueltas el método de la relación bilateral, que concebido como método principal es siempre fuente de subjetivismo, de oportunismo político y arribismo personal. Fuente de espíritu de secta y de “clientelas” propias.
Las condiciones objetivas en estos años de fascismo condicionaron el surgimiento de estos métodos. Pero en este período de inicio del auge, el subjetivismo en el método de pensamiento y el sectarismo en nuestras relaciones con las masas y en las relaciones internas, se fueron constituyendo, ante el crecimiento cualitativo del Partido, en dos enfermedades que lo debilitaban y aislaban. Esa es la gran enseñanza que nos dieron los organismos y compañeros en todo el país, que en estos meses trabajaron con toda confianza en las masas y en nuestra línea. Y que con gran esfuerzo comenzaron a desarrollar a nuestro Partido, a afianzar su composición obrera, y a transformarlo para que sea un Partido de miles y miles que dirijan millones.
Una cuestión particular fue la que se presentó en aquellos frentes que en estos años de fascismo dictatorial, con espíritu comunista y eficacia práctica, garantizaron valientemente el funcionamiento de los organismos del Partido, la publicación clandestina de Nueva Hora, Teoría y Política, Resoluciones y de todos nuestros materiales, y garantizaron su distribución regular a todo el país. Pues las nuevas tareas exigieron su transformación y desarrollo, para poder llegar así en ritmo y cantidad a las grandes masas. Lo que exige a su vez su fortalecimiento con nuevos cuadros en todo el país.
Y vinculado a todo ello, surgió la necesidad de dar un salto cualitativo en la nueva situación en la política financiera del Partido. Es conocido que nuestro Partido desde su fundación ha basado su política financiera de acuerdo al principio de autosostenimiento y en la línea de masas. Política clave para un partido obrero marxista-leninista.
Porque como lo enseña la experiencia del movimiento comunista y obrero mundial, tanto en sus experiencias positivas como en sus experiencias negativas, sólo con esta política puede garantizarse que nuestro Partido integre las verdades universales del marxismo-leninismo con la práctica concreta de nuestra revolución, con independencia y autodecisión.
En todos estos difíciles años de dictadura nuestro Partido no dejó de practicar la línea financiera de masas, a través de instrumentos permanentes y de las campañas y rifas financieras anuales. Y fue fortaleciendo su frente específico. Y no dejó de practicar el principio obrero revolucionario “de que la prensa comunista no se regala, se cobra”. Por eso pudimos autofinanciar Nueva Hora, Teoría y política y la publicación clandestina de materiales, folletos y libros, como el y Tomo de las Obras Escogidas de Mao Tsetung. Porque sólo apelando a la clase obrera y al pueblo, a comunistas conscientes, a simpatizantes, amigos y aliados, pudimos encontrar los recursos que nos permitieron actuar. Y sólo así pudimos sobrevivir y realizar una propaganda, que muchas veces destacaron fuerzas políticas y aliados, que consideran fuera de toda posibilidad real practicar la política del viejo tonto que removió la montaña. Que no comprenden que en ese sacrificado aporte obrero y popular, está precisamente nuestra fuerza y energía revolucionaria.
La nueva situación nos ha colocado ahora en la necesidad de dar un salto cualitativo. Necesitamos más propaganda, más revolucionarios profesionales, y más medios para desenvolvernos mejor en política. Las experiencias pasadas, con ser valiosas, ya no nos resuelven los nuevos problemas. Debemos utilizarlas para transformar la situación. Las dificultades financieras atan ya las piernas del Partido. Y sólo apelando a viejas y también a nuevas formas, podremos cambiar la situación. Para lo que se requiere mejorar la labor de conjunto del Partido en este plano y fortalecer el frente específico. Y sobre todo, cultivar minuciosamente las nuevas relaciones políticas que han surgido en todo el país. Batiendo tanto las concepciones que las contemplan sin transformarlas y desarrollarlas, como las concepciones sectarias que no logran salir del estrecho círculo de relaciones de los pasados años. Y se requiere continuar practicando la política de ahorrar y cuidar al máximo el dinero y los bienes del Partido. Así como el control colectivo de los gastos de los organismos.

Nueva Hora. Teoría y Política. Quincenario Hoy.
La nueva situación requirió también pasar a editar públicamente el quincenario Hoy y la revista trimestral Política y Teoría.
En todos estos años, Nueva Hora fue una arteria vital de la línea política e ideológica del Partido y un bastión en la defensa del marxismo-leninismo. Y en los primeros años de la dictadura, el único periódico clandestino nacional. Igualmente la revista Teoría y Política, que realizó valiosos aportes al estudio de nuestra realidad.
La lucha por la difusión y cobro de Nueva Hora, así como de la literatura partidaria, se constituyó en un termómetro de la actividad del Partido, y en una destacada labor que permitió que nuestra línea llegara quincenalmente a casi todas las provincias del país.
Por ello es que todo nuestro Partido sintió profundamente el necesario cambio para llegar con el nuevo periódico legal a las masas. Decisión con la que se pudo enfrentar la represión, y la especial discriminación de la dictadura y su ministro del Interior, Gral. Reston, contra nuestro Partido y Nueva Hora.

37. Hacia el IV Congreso.
A comienzos de 1983 el CC adoptó la decisión de convocar al IV Congreso del Partido, y en abril aprobó las Tesis de discusión.
El terror fascista dictatorial impido realizar antes el IV Congreso. El ascenso de la resistencia, el inicio del auge de masas, el debilitamiento de la dictadura, crearon las condiciones para su realización.
En todos estos años, no obstante la represión, nuestro Partido siguió funcionando colectivamente en forma clandestina. El CC realizó sus reuniones y publicó regularmente sus resoluciones, para su discusión en el conjunto del Partido. Así también aprobó y publicó el Primer Balance del trabajo del Partido a fines de 1977, y el Segundo Balance del trabajo del Partido a fines de 1979.* Igualmente numerosos comités provinciales y regionales continuaron funcionando colectiva y periódicamente. Algunos luego de reconstruirse después de los golpes represivos.
La política de luchar por el funcionamiento clandestino regular, por el funcionamiento colectivo y la discusión democrática no obstante el fascismo, fue clave para llevar adelante la línea antidictatorial, preservar al Partido de los golpes represivos, del aislamiento de masas, y del surgimiento de arbitrariedades en la conformación de sus organismos de dirección. Organismos donde se practicó la política que señalan nuestros estatutos de respetar las decisiones del Congreso y las Conferencias, y de apelar lo mínimo indispensable a las cooptaciones de nuevos compañeros a las direcciones. Al tiempo que se impulsó la realización de algunas Conferencias zonales allí donde eso fue posible.
Esta política fue justa y dio frutos muy positivos en la vida interna del Partido, pues fue un arma contra el subjetivismo y el sectarismo. Y garantizó una política de cuadros resuelta colectiva y democráticamente. Igualmente se practicó lo que es ya una tradición en nuestro Partido: la política de realizar balances periódicos de su trabajo. De parte del Comité Central para la discusión de todo el Partido, y de parte de cada organismo provincial, zonal y celular. Aunque en este plano hay lugares que no han ido a fondo en esta política, lo que ha traído dificultades; y en otros hay una demora manifiesta.
Desde 1976 nuestro Partido ha adquirido nuevas y ricas experiencias.
Superó con pérdidas irreparables la represión fascista. Nuestros entrañables camaradas Antonio (César Gody Alvarez), Pablo (René Salamanca), Mora (Ángel Manfredi), Quebracho (Manuel Guerra), y muchos otros queridos compañeros, permanecen detenidos-desaparecidos. Y numerosos camaradas sufrieron feroces torturas y largos años de cárcel, manteniendo en alto en todo momento las banderas del comunismo revolucionario.
Nuestro Partido aprendió, no sin dolorosos traspiés, a retroceder luchando. Se fortaleció en estos dificilísimos años su temple revolucionario, marxista-leninista, y surgieron nuevos combatientes. Al impulsar la lucha antidictatorial durante el repliegue, fue su preocupación mantener y desarrollar las pequeñas raíces que logró conservar en el proletariado industrial y en lo más oprimido de nuestro pueblo. Y acrecentar, aun en esas difíciles condiciones, la composición obrera de sus filas.
Nuestro Partido, incluyendo a toda su dirección, se quedó en el país para combatir. Igualmente nuestros presos, que rechazaron valientemente la política de la opción para exiliarse. A nuestro Partido no lo atemorizaron ni los asesinatos, ni los secuestros, ni la tortura y la cárcel. Y esto es, y será siempre, un hecho que retemplará nuestro espíritu revolucionario.
Los enemigos del pueblo, así como no pudieron quebrar la resistencia antidictatorial, no pudieron tampoco quebrar a nuestro Partido. Ahora se ha abierto un nuevo período. Estamos en el inicio de un período, que desde ya no será lineal, de auge revolucionario en la lucha de masas. Debemos nuevamente aprender a avanzar audazmente con la vista siempre puesta en la lucha revolucionaria de la clase obrera y el pueblo por el poder.

Nota al pie

*    Documentos Aprobados, páginas 425 y ss., tomo 4 (primera parte).

*    Documentos Aprobados, páginas 425 y ss., tomo 4 (primera parte).

*    Ver páginas 465 y ss. de Documentos Aprobados, tomo 4 (primer volumen).

*    Ver página 95 y siguientes del presente volumen.

1    En la Introducción General a la Crítica de la Economía Política, de 1857, Marx utilizó el término concreto en dos sentidos: 1) como equivalente de lo real; 2) en oposición a lo abstracto en el pensamiento, como concreto de pensamiento, como concreto mental.
    En este sentido, Marx definió al concreto real, al objeto que existe con total y absoluta independencia del sujeto que lo conoce, como la unidad de lo múltiple, único e irrepetible. Afirmó así la existencia objetiva de lo concreto y la posibilidad de que sea conocido por el hombre.
    El conocimiento de la naturaleza y de la sociedad es así, para el marxismo, el proceso por el cual el pensamiento refleja el concreto real, es “la aproximación eterna, infinita, del pensamiento al objeto”. El reflejo del concreto real en el pensamiento es lo que Marx, Lenin y Mao llamaron “concreto de pensamiento”, “abstracción científica”, definiéndola como síntesis de múltiples determinaciones. Es decir, el proceso de una serie de abstracciones, de la formación y el desarrollo de conceptos, leyes, que abarcan y reproducen aproximadamente el concreto real.
2    Las confusiones señaladas no tenían en cuenta que para reproducir el concreta real, el proceso de conocimiento recorre un camino muy complejo y laborioso, que parte de la realidad y vuelve permanentemente a ella, proceso que va en el pensamiento de lo abstracto a lo concreto.
    En relación a esto, señaló Marx: el “método que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto, no es para el pensamiento sino la manera de apropiarse de lo concreto, de reproducirlo bajo la forma de un concreto mental”.
    Como se analizó, posteriormente, en un importante artículo sobre el tema publicado en Nueva Hora N° 365, del 1º de enero de 1982, los múltiples aspectos de la realidad no se reflejan en forma simple, inmediata y completa en nuestro pensamiento, sino que se van reflejando en un proceso complejo donde, como señaló Mao Tsetung el conocimiento va pasando por distintos momentos unidos dialécticamente entre sí por la práctica social (práctica de la producción, de la lucha de clases y de la experimentación científica).
    Es a través de la práctica, a su vez, que el hombre comprueba la verdad objetiva de sus sensaciones, conceptos, conocimientos, leyes, corrige sus errores y se vale de ese conocimiento para transformar la realidad. A través de la práctica, el hombre comprueba si el concreto de pensamiento refleja en forma correcta el concreto real, “si en el curso de esa experiencia directa se ha cumplido la condición de ‘abstracción científica’ de que hablaba Lenin, y si se refleja de un modo científico la realidad objetiva” como señaló Mao Tsetung. A través de la práctica es que el hombre se va acercando a la verdad, a la correspondencia provisoria, relativa entre el pensamiento y la realidad.

*    Ver páginas 203 y siguientes del presente volumen.

**    Ver páginas 207, idem.

*    Ver páginas 235 y siguientes del presente volumen.