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08 de noviembre de 2018

Jornada de Psicología Social

La justicia patriarcal contra madres e hijes

La Escuela de Psicología Social Pichon-Riviere de CABA, realizó la primera jornada nacional, abierta y horizontal para reflexionar, exponer y articular la lucha contra “la justicia patriarcal y la violencia silenciosa hacia mujeres y niñxs”.

El sábado 3 de noviembre la Escuela de Psicología Social sentó en el banquillo del acusado a la justicia defensora del sistema patriarcal que actúa silenciosamente en defensa de violentos y abusadores y en detrimento de madres e hijos/as.

La jornada comenzó con un panel de debate integrado por Ana Quiroga, directora de la institución que albergó a la jornada, Liliana Hendel, psicóloga, periodista y referente en la lucha contra la violencia patriarcal, Mariana Vargas, abogada y luchadora por los derechos de las mujeres, Andrea Vázquez, madre protectora, y su hijo Tomás que transitan un reclamo legal por su tenencia y la de sus hermanos. Los expositores trajeron a la escena la lucha de las madres por resguardar a sus hijos/as de progenitores violentos y abusadores, los padecimientos de los menores cautivos en entornos que los afectan y la desprotección a la que los somete el sistema judicial. También cuestionaron el nuevo Código Civil que establece el cuidado compartido sin hacer salvedad sobre los progenitores violentos, resultando entonces un arma de doble filo. Y ante este contexto tan conflictivo surgieron interrogantes: cuál es y cuál debe ser el rol de las organizaciones de mujeres, del movimiento femenino en general y de los profesionales que intervienen en el proceso legal.

Ana Quiroga, destacó la importancia de la realización de la actividad y de que se analicen estas conflictivas desde la perspectiva de la psicología social que estudia la dialéctica entre el orden social histórico y la subjetividad. La directora de la institución caracterizó a la sociedad en la que vivimos como “racista, patriarcal, hegemonizada por la discriminación y el autoritarismo, en la que vemos que esto está al rojo vivo, en la que crece el fachismo. Se nos oscurece el alma y hasta podemos volvernos escépticos, sin embargo la esperanza no solo subsiste sino que crece y se fortalece al registrar la existencia de múltiples formas de luchas.” De este modo hizo referencia al “enorme movimiento de mujeres con implicancias revolucionarias” que avanza cuestionando y derrumbando barreras, abriéndose camino hacia mayores libertades en un sistema que las oprime. “Desde la psicología social, que desarrollamos como análisis crítico de la vida cotidiana y como disciplina inscripta en la ciencia de la salud, consideramos que para nosotros es un requerimiento inalterable y una obligación como disciplina, como institución, como mujeres y como hombres formarnos y trabajar desde lo especifico para abordar una situación que constituye un auténtico punto de urgencia en la vida social y subjetiva”, concluyó Ana Quiroga en su intervención.

Liliana Hendel, saludó la realización de la actividad y destacó el compromiso del movimiento de mujeres que no guarda los pañuelos, sostiene la lucha, continúa el debate y traza redes de contención que fortalecen sentimientos como la empatía entre las personas. El principal tema que trajo a discusión fue el llamado “SAP”, Síndrome de Alienación Parental, que es llevado como argumento al estrado en defensa de abusadores de niños/as. Este síndrome supone que hay niños/as que, al describir situaciones de violencia, repiten argumentos de su madre o su padre faltando a la verdad de lo sucedido, es decir, se interpreta que estos niños mienten. El famoso “le llenaste la cabeza” pasa de ser un reproche entre adultos a una verdad a la que alude un juez o jueza, generalmente en contra de la madre.

Según explicó Ana Quiroga, cuando se habla de este tipo de síndromes, como el SAP, se hace referencia a “concepciones jurídicas que se visten con los ropajes de criterios de salud mental buscando legitimarse y así se llegan a posicionamientos claramente delictivos, y diría hasta siniestros, como lo que es considerar un exceso de amor el abuso paterno de niños y niñas enceguecido como un amor descontrolado y la pretensión de cicatrizar la lucha de una madre por la integridad física y emocional de sus hijos definiéndola como un cuadro psicopatológico.”

Liliana Hendel afirmó que “este síndrome es el único que no se diagnostica en el ámbito de la salud, en un hospital o en el consultorio médico, se diagnostica en el sistema judicial.” Explicó que, si bien no hay ningún tipo de aval científico que compruebe su existencia, es citado para poner en duda el testimonio de las y los menores abusados en el seno familiar, obligándolos a revincularse forzadamente con los progenitores violentos. En definitiva funciona como un mecanismo de revictimización de los niños/as a los que lejos de resguardarlos los sitúa nuevamente en un contexto peligroso.

La apelación de la justicia al SAP no solo se vive en la Argentina, la psicóloga y periodista mencionó el crecimiento de estos métodos de castigo a las mujeres y niños/as en aquellos países en donde se fortalece la lucha del movimiento femenino. Las mujeres se abren paso hacia un horizonte más justo y la intolerancia hacia su pretensión de mayores libertades es combatida por el patriarcado también en el terreno judicial. “Para el sistema patriarcal es mucho más sencillo y coherente con su propio ADN creer que somos locas, despechadas, chifladas que actuamos en rebeldía o en represalia y no creer en la denuncia que dice que hay un varón violento, golpeador e incluso abusador”, evidenció Liliana Hendel con el público, mayormente femenino, asintiendo con la cabeza ante una verdad irrefutable. Indicó, además, que el sistema judicial irrumpe violentamente, con policías y gendarmes de por medio, para arrancar a menores de edad de sus contextos cotidianos, del vínculo con su madre, impidiendo incluso el contacto, llegando a castigarlas con la cárcel cuando actúan queriendo proteger a sus hijos/as.

En su rol profesional Liliana Hendel no dejó de mencionar que ante esta realidad los medios de comunicación masiva miran para otro lado, según explicó la periodista, porque son parte del sistema patriarcal y lo resguardan. Interpeló a los comunicadores a actuar en defensa de las mujeres y no hacer la vista gorda ante semejantes injusticias. La justicia patriarcal se ampara en un sistema de protección válido pero que se utiliza de modo dudoso. Las y los periodistas deben resguardar la intimidad de los menores según la Convención de los Derechos del Niño, aunque, como lo demuestra la experiencia, aquellos casos que trascienden mediáticamente logran una mejor resolución que los que no lo hacen. “Es cierto que hay que proteger la identidad de niñas/os pero es tan cierto como que la única posibilidad que tenemos es difundir sobre todo la identidad y el nombre de jueces, juezas, equipos, psicólogas/os, asistentes, abogadas/os de niños que intervienen en los casos. Romper el muro de silencio es lo único que hasta ahora ha garantizado que de alguna manera tengamos esperanzas”.

Andrea Vázquez contó en primera persona el dolor desgarrador que sintió cuando le arrancaron a sus tres hijos y le negaron la posibilidad de verlos. Pero lo más dramático fue que no sabía si estaban siendo torturados, abusados, violentados psicológica, física y sexualmente, explicó. Luego de que ella denunciara en el 2009 al padre de sus hijos por violencia, la justicia, paradójicamente, actuó en su contra. En el 2012 mediante la Ley de Impedimento de Contacto, la justicia desequilibró la balanza y la acusó de querer impedir el contacto de los niños con su padre, pasando por alto el grave hecho de que él los maltrataba. Ese año no se borrará de la memoria de Andrea, porque un día mientras ella trabajaba un operativo policial ingresó a su domicilio, otro a la escuela de los niños, y se llevaron a sus hijos de 3, 10 y 11 años, impidiéndole el contacto durante tres eternos años.

Explicó que tanto ella como otras madres acuden a la justicia en busca de ayuda pero el camino no es tan simple como debería: “Nos acercamos a los jueces y juezas para decirles que por favor nos ayuden, contarles lo que nos pasa y que nuestros hijos son golpeados, los maltratan y lejos de creernos nos sientan en el banquillo del acusado y nos dicen que estamos locas. La desconfianza siempre la ponen en nosotras. La justicia patriarcal es misógina”.

A tres años de tener a su madre ausentada forzosamente de sus vidas uno de los chicos se armó de valor y se escapó con ella. Ese fue el puntapié para que se acepte al menos un régimen de visitas. Los niños mencionaban su voluntad de permanecer con su madre y su rechazo de volver con su padre, ya que los maltrataba. Para el juez no era suficiente, pero un asistente social se hizo presente y dio batalla junto a Andrea para dar vuelta la historia. “Hoy tengo conmigo a dos de mis hijos, el otro sigue con el progenitor a pesar de haber en los expedientes pruebas fehacientes de que han sido abusados sexualmente con lesiones físicas. Hay una causa penal por la que está imputado por abuso sexual con acceso carnal agravado y este señor sigue teniendo la custodia de los tres chicos porque no se la han sacado.”

La desesperación brota a borbotones, el corazón arde frente a la injusticia y las madres se ponen en acción. Andrea Vázquez continúa dando batalla junto a otras madres autodenominadas “madres protectoras” que luchan contra el SAP y la justicia patriarcal para obtener la tenencia de sus hijos, para cuidarlos y protegerlos.

Uno de sus hijos se animó a estar presente en el panel. Afrontó los nervios de hablar ante un micrófono porque sabe lo necesario que es que casos como el suyo no queden en las tinieblas, porque sabe que es injusto que le pase a él y que le pase a otros hijos e hijas.

Tomás de 16 años denunció ante los presentes: “el juez Damián Lullo (del Juzgado N° 5 de Familia de Lomas de Zamora), al que yo le digo reiteradas veces que quiero vivir con mi mamá, no me escucha. Sigue queriendo restituirme como si fuese una cosa.” Insistió en que su voluntad, y la de sus hermanos, es ignorada, que no quiere vivir con su progenitor porque los años en que estuvo obligado a permanecer en esa casa fueron una constante y verdadera tortura. Él y sus hermanos recibieron maltratos físicos y psicológicos, abusos y fueron medicados para generarles confusión sobre lo que sucedía, para mantenerlos “controlados”.

“A mi me decían que mi discurso estaba influenciado por mi mamá y yo no tengo la cabeza vacía como para que me la llenen. Yo tengo un criterio y una forma de pensar…”, expresó con claridad el joven. Luego agregó que “el juez me quiere restituir de mi casa, a mí y a mi hermano menor contra nuestra voluntad, es lo que yo le reiteré en la audiencia del otro día cuando me decía que el que daba las órdenes era él”, subestimando el relato de Tomás, de sus hermanos y de Andrea.

Con una gran atención y secando lágrimas, el silencio total de la Escuela de Psicología Social, le brindó un respetuoso espacio a Tomás para que cuente su historia. Él hizo un breve pero denso recorrido por las etapas que debió transitar en su niñez: “Antes de que me secuestren yo tenía una vida normal, vivía con mi mamá, iba al colegio, tenía un grupo de amigos, era prácticamente feliz, solamente él me golpeaba, después fue incrementando en los escalones de la violencia. En los años en que viví en la casa de mi progenitor yo estaba aislado, no tenía amigos. Mi progenitor a mí me hacía pasar por loco diciendo en mi colegio que yo estaba medicado y que las cosas que decía no tenían sentido. Yo tuve intentos de suicidio que mi mamá fue a denunciar y la metieron en cana. Y ahora estoy reconstruyéndome, luchando por mi hermano para que salga de ese círculo en el que yo estuve y bueno… intentando que no le pase a otras personas lo mismo que me pasó a mí.”

El movimiento de mujeres, que tiene una larga trayectoria en la Argentina, se ha visto fortalecido en los últimos años luego del primer grito del “ni una menos” de 2015. El hartazgo provocado por la escalada de violencia hacia las mujeres y las trágicas muertes por femicidios se tornaron insoportables y las mujeres salieron masivamente a las calles en todo el país para ponerle un freno. Si bien las listas de mujeres asesinadas por ser mujeres crecen día a día, se ha logrado visibilizar la violencia machista presente en cada rincón de nuestra sociedad, la cual es profundamente cuestionada, lo que impulsa a las mujeres a desarrollar múltiples formas organizativas que den cuerpo a una transformación real de su entorno.

Mariana Vargas, explicó que este salto histórico en la lucha contra la violencia machista “ha implicado grandes avances también en el terreno de la justicia. Algo esencial es que las mujeres denunciamos cuando se ejerce violencia de género contra nosotras y enseguida se ordenan las medidas cautelares.” Cuenta que en Jujuy han logrado aceitar los mecanismos, activando en 24 o 48hs medidas de protección hacia las mujeres. La fisura se muestra cuando las medidas de protección son violadas o cuando se exige que se proteja a los y las hijas. “Ante esa falla lo que hacemos en Jujuy es acercarnos a los canales de televisión, tenemos periodistas muy comprometidos con el movimiento de mujeres y en dos horas nos sacan una nota en la tele. Eso hace que enseguida esté el patrullero de la fiscalía resolviendo, ratificando la denuncia y deteniendo al agresor.”

La contraofensiva de la justicia patriarcal que aparece con los hijos e hijas, en el norte del país ha recrudecido en los últimos meses, según cuenta Mariana Vargas. Allí también aparecen argumentos tales como los del SAP: “tenemos niños y niñas que han presenciado abusos sexuales del progenitor a la madre y no es considerado violencia, es algo que se puede tolerar porque ‘igual puede ser un buen padre’. Los progenitores violentos que no pueden sortear estas medidas de protección hacia las mujeres, van contra los hijos e hijas porque es la forma en que pueden seguir dañando”.

El cuidado compartido sobre los hijos/as, que establece el nuevo Código Civil instaurado en el 2015, “en manos de progenitores violentos, es una herramienta más de violencia. Muchas mujeres son amenazadas por los padres de sus hijos/as con que perderán la custodia, por lo tanto, cesan los reclamos, aceptan achicar cuotas alimentarias, conceden derechos”, expresa preocupada la abogada.

Además, dio gran relevancia a la necesidad de producción teórica, de reformas curriculares en la formación de profesionales que sirva para preparar a jueces, abogados/as, psicólogos/as, trabajadores/as sociales, etc., para un buen acompañamiento y resolución de los conflictos.

Una vez finalizado el panel, se dio paso al trabajo en grupos coordinados por psicólogas sociales, tomando los relatos, experiencias y problemáticas expuestas anteriormente como puntapié para el funcionamiento.

Durante varias horas, una gran mayoría de mujeres y algunos pocos hombres participantes, intercambiaron historias y sufrimientos personales de violencias y abusos dirigidos hacia madres y sus hijos/as. Sus relatos contaron una y otra vez la misma situación, en lugar de encontrar protección en la justicia, se enfrentan a la incomprensión y la revictimización por parte de jueces y juezas portadoras de una ideología patriarcal. Dicha situación se ve exacerbada cuando las diferencias de clases se hacen presentes profundizando vulnerabilidades en lugar de brindar soluciones.

Al finalizar el trabajo grupal se leyeron las conclusiones, se acordó organizar una red que ponga en contacto para el trabajo en conjunto a madres protectoras e hijos/as y el lanzamiento de una “Campaña nacional contra la justicia y violencia patriarcal hacia madres e hijes”.

Ana Quiroga expresó su satisfacción por la realización de la jornada y dijo “que la Escuela de Psicología Social Pichon-Riviere es la casa de todas las mujeres que están luchando hoy para que haya justicia.” Brindando espacio a las madres protectoras para que puedan funcionar y fortalecerse, y a la vez dar continuidad a los acuerdos a los que se llegaron.

Al término de la jornada, en el salón principal de la Escuela de Psicología Social, se alzó un grito que incita a continuar luchando sin perder la alegría. La madre protectora Tita Print y su banda levantaron a todas/os de las sillas para mover el esqueleto al ritmo de la cumbia con letras de denuncia, llamando a resistir las embestidas, a cuestionar y derrumbar el patriarcado. A despojarse del dolor, a devolver a las caras las sonrisas para seguir luchando.

 

Conclusiones de la Jornada “La justicia patriarcal y la violencia silenciosa hacia mujeres y niñxs”.

  •  Se destacó el clima de confianza y respeto que imperó en el funcionamiento del grupo. Las integrantes compartieron con gran generosidad sus dolorosas experiencias.
  • Se reconoció el camino recorrido, sus aprendizajes y la necesidad de compartirlos.
  • Se reconoció en el trabajo grupal la aparición de sentimientos de vergüenza, culpa, ira, fantasías de soluciones mágicas frente a la impotencia y como modo de transitar emociones de “sin salida”.
  • Se declaró la situación actual como estado de emergencia y surgió consecuentemente el pedido de ayuda y acompañamiento.
  • En ese sentido se valoró profundamente el espacio generado en la Jornada, que permitió en el compartir, la reparación.
  • Se consideró indispensable la sistematización de las conclusiones de la Jornada.
  • Se consideró la necesidad urgente de continuar con el funcionamiento de espacios de encuentro y reflexión.
  • Se reconoció la necesidad de visibilizar el tema de la violencia judicial hacia las madres e hijes, terminar con el silencio y socializar los aprendizajes.
  • Se propuso considerar el abuso sexual de los niñes como crimen de lesa humanidad.
  • Se reclamó la aplicación urgente de la ESI (Educación Sexual Integral) y la formación y capacitación de profesionales intervinientes en el Poder Judicial. También la implementación de modificaciones en los diseños curriculares de las carreras con competencia en el tema. Pensar un protocolo para el accionar del Poder Judicial.
  • Se pensó en la creación de un espacio que permita la formulación y presentación de proyectos de ley.
  • Se propuso la creación de una red de información y capacitación.
  • Se reconoció la mirada ideológica machista imperante en el accionar del Poder Judicial.
  • Se reconoció la necesidad de imponer una mirada crítica a los nombres y sentidos socialmente vigentes.
  • Se pidió luchar contra las revinculaciones.
  • Se acordó pensar actividades de visibilización en La Plata y/o en la UFI 9 de Lomas de Zamora.
  • Se remarcó la necesidad fundamental de organización y generación de redes. En ese sentido, también la necesidad de armar un recursero.
  • Se decidió difundir y atacar el “grooming”.