La entrada en el gobierno austríaco de ministros del partido neo nazi, que dirige Joerg Haider, ha implicado un salto de calidad en el crecimiento de las tendencias fascistas en el mundo a las que se refirió nuestro Octavo Congreso.4 En el corazón de Europa, en un país miembro de la Unión Europea, han entrado al gobierno fuerzas neonazis. A nadie se le oculta que esto tiene que ver con la existencia de fuertes corrientes racistas en toda Europa, como acaba de manifestarse en la cacería de marroquíes desatada en Almería, España, por un hecho policial. El caso austríaco tiene importancia, sobre todo, porque tendencias parecidas crecen en varios de los países de la Unión Europea, en particular en Alemania y Francia, y en Japón, en Rusia e incluso en los EE.UU.
El mundo conoció la experiencia posterior a la Primera Guerra Mundial en la que el liberalismo a ultranza llevó al capitalismo a la gran crisis de 1929 y al fascismo. El actualmente llamado “neoliberalismo” ha contribuido a estimular las tendencias fascistas en el mundo. Grandes sectores populares han calado la hipocresía de la democracia burguesa de los monopolios, no confían en ella para resolver sus problemas, y se vuelcan a la abstención electoral que supera el 50% en los principales países capitalistas. En el caso austríaco las masas están hartas del corrupto gobierno compartido entre la socialdemocracia y los demócratas cristianos. Al mismo tiempo, las fuerzas revolucionarias de los países imperialistas, han sufrido un duro golpe con la restauración del capitalismo en los ex países socialistas y el predominio en el movimiento obrero, durante décadas, del reformismo y el revisionismo. El fascismo aprovecha esta situación. Y es estimulado, en cada país, por el capital financiero, como un instrumento para enfrentar la crisis y para realizar sus planes expansionistas. El resurgimiento del fascismo está relacionado, por todo esto, con el crecimiento de los factores de guerra.
Ante el ingreso del partido de Haider al gobierno austríaco se han realizado grandes manifestaciones antifascistas en Europa y crece el repudio al neofascismo.
