Una gran masa de electores –el 48,50% de los votos válidos que representa el 37,50% del padrón– optó por el candidato presidencial de la Alianza. Votó a De la Rúa la mayoría de las capas medias urbanas y rurales, una gran parte de los asalariados y una parte importante del proletariado industrial que lo hizo –principalmente– para repudiar al menemismo. La mayoría lo votó sin mayores expectativas ni ilusiones. Sin confianza en los candidatos aliancistas y sin darles un cheque en blanco. Esto se ha ido demostrando así a poco de las elecciones, al crecer lo que los medios llaman “el malhumor social” con el gobierno de la Alianza.
La Alianza tuvo el apoyo de la Internacional Socialista (de todas sus corrientes, unas más otras menos abiertamente). Desde que se vislumbró que la candidatura de Duhalde no podía triunfar, por sus propias limitaciones y por la oposición de Menem y de los yanquis, el holding Clarín –de lejos el principal monopolio de medios de comunicación en el país– manejado por testaferros de capitales rusos, derrotado el intento re-reeleccionista de Menem, al que se opuso, apoyó sin empachos a la fórmula de la Alianza. Ese medio tuvo un papel fundamental en la construcción de este frente.
En 1992 se constituyó el Frente del Sur, integrado por sectores de izquierda, entre ellos nuestro Partido. Fuerzas que trabajaron en la Argentina en la esfera de influencia de los soviéticos, golpeadas en 1991 por el derrumbe de la URSS y por la traición de Menem al pasar a su política de alineación incondicional con los Estados Unidos, apoyaron inicialmente al Frente del Sur, al que luego intentaron copar; y al fracasar, lo dividieron, y mediante maniobras, lo transformaron en el Frente Grande. Esto en medio de una campaña inmunda de prensa contra el PCR y planteando que el Frente del Sur debía aceptar la jefatura de Chacho Álvarez porque éste estaba “instalado”, con lo que querían decir que tenía el apoyo del holding Clarín. El PC –que había participado en la maniobra contra nosotros y había quedado en el Frente Grande-, al no aceptar la imposición de disolverse que le exigían las fuerzas más socialdemócratas, fue expulsado. Un sector importante de los dirigentes de ese partido (Osear Laborde, María Elena Nadeo, Alejandro Mosquera y Moskowski, entre otros) siguió el camino que ya habían iniciado Eduardo Sigal y otros ex-dirigentes del CC del PC y pasó a trabajar bajo las órdenes de Chacho Álvarez y a organizar la estructura del Frente Grande. Posteriormente, ante el papel cada vez más deslucido de la UCR, que pagaba el desastre alfonsinista, al que agregaría el desprestigio por la. firma del Pacto de Olivos que le quitó perfil opositor, los organizadores del Frente Grande intentaron montar el llamado “Partido Transversal” para enfrentar al menemismo (reuniones de El Molino dirigidas por Chacha Álvarez, Fredy Storani y Octavio Bordón) intento que fracasó al no poder romper al radicalismo, y llevó al Frente Grande a unirse con Bordón, creando el Frepaso. Se incorporaron a este frente el Partido Socialista Democrático, el Partido Socialista Popular, el Partido Intransigente y la Democracia Cristiana. El Frepaso pretendió aparecer como “un partido nuevo”, alejado de la politiquería y la corrupción de los “viejos” partidos, pero, luego de hacer una muy buena elección a Constituyentes, en 1994, y de ser la segunda fuerza en las elecciones de 1995, se alió con la UCR y creó la Alianza.
Las grandes puebladas habían asustado a las clases dominantes. La Alianza se concretó, el 3 de agosto de 1997, gracias al “renunciamiento” (inesperado) de Alfonsín a encabezar la lista de diputados radicales en la provincia de Buenos Aires en 1997,10 que permitió la unidad del radicalismo, la conformación de la Alianza y el triunfo de Fernández Meijide en las elecciones parlamentarias de 1997 en la Provincia de Buenos Aires. Por todo esto podemos decir que la Alianza fue el producto de un proceso complejo, de alianzas políticas, de múltiples fuerzas, en el que se coronó un trabajo de siete años de sectores que en su momento trabajaron en la esfera de influencia de los soviéticos en la Argentina en alianza, principalmente, con sectores de burguesía proeuropea.
Así De la Rúa, un hombre de perfil conservador, mucho más cercano a un radical clásico que a un socialdemócrata, un negociador por naturaleza, “potable” tanto para la socialdemocracia europea como para los dirigentes del Partido Demócrata yanqui –pese a no ser hombre de ninguna de estas dos fuerzas-luego de derrotar en la interna a Fernández Meijide, pudo llegar a ser candidato presidencial de la Alianza.3
Lo que demostró cuáles eran las fuerzas reales que estaban atrás de la Alianza fue su dirección de cinco miembros: Alfonsín, Terragno, De la Rúa, Fernández Meijide y “Chacho” Álvarez. Una dirección supuestamente socialdemócrata que excluyó a los representantes de la Internacional Socialista en la Argentina: el PSD y el PSP (pese a que éste dirige desde hace años la segunda ciudad del país). Actualmente “Chacho” Álvarez tiene la dirección absoluta del Frepaso y Alfonsín la de la UCR. A la Alianza se incorporaron, posteriormente, los partidos provinciales que dirigen Bravo y Avelín, en San Juan, y los partidos de la dictadura militar de Ulloa en Salta y el de Ruiz Palacios en el Chaco. Repitiendo una vieja experiencia latinoamericana, como sucedió con el PT del Brasil, el frente del MAS de Venezuela con Caldera o lo que sucede con el PRD de México, buscando ser un “partido de poder” y no un partido “testimonial” o de “denuncia”, el Frente Grande, que agrupó primero a fuerzas de izquierda, terminó integrando un frente de centro-derecha que cuando llegan al gobierno terminan aplicando las políticas del Fondo Monetario Internacional, apoyados por los grandes monopolios y los terratenientes.
Todo el proceso político, durante el año 1998 y parte del año 1999, estuvo signado por la posible candidatura a la re-reelección de Menem. Duhalde fue el abanderado de la lucha contra esta maniobra del menemismo, que tenía el visto bueno de los yanquis y otros sectores imperialistas, aunque estos se hiciesen los distraídos. Se agudizaron de nuevo las luchas sociales, el país bordeó la crisis política y se abrió una perspectiva concreta para un posible “argentinazo”. La derrota de Menem en el Congreso Nacional del PJ de Parque Norte, en Julio de 1998, por la confluencia de Duhalde, Ruckauf, Kirchner y Reuteman, pareció abrir el camino al triunfo de Duhalde. Este planteó terminar con el “modelo” menemista, habló de una posible moratoria de la deuda externa, de la necesidad de revisar los mecanismos de la convertibilidad y de una política con tintes populistas, prometiendo rebaja del IVA, aumento de jubilaciones y reactivación del mercado interno. Pero Menem –y los que estaban atrás de él– derrotados en el Congreso Nacional del PJ, llenaron de piedras el camino de Duhalde y, ya en 1998, optaron por favorecer el triunfo de De la Rúa, buscando condicionarlo sobre la base del compromiso de impunidad para los grandes negociados de su gobierno. El triunfo de Duhalde en la interna del PJ de la Provincia de Buenos Aires, el 9 de mayo de 1999, pareció ser el golpe mortal al menemismo. Pero fue una victoria “a lo Pirro” para Duhalde. Este no lograba ninguna señal visible de apoyo de los yanquis. Por el contrario, estos habían levantado una polvareda de reproches cuando Duhalde mencionó una posible discusión sobre el tema de la deuda externa. La situación económica se había agravado con la crisis rusa (agosto de 1998) y la devaluación del real (enero de 1999) y los representantes del bloque dominante acusaban a Duhalde de crear inseguridad financiera con sus declaraciones contra el “modelo”. Menem sostuvo la candidatura de Patti y se alió con Pierri y con Cafiero, minando a Duhalde en la propia Provincia de Buenos Aires y convocó a elecciones anticipadas en la mayoría de las provincias, despegando a estas elecciones de la nacional e impidiendo que Duhalde llevase por arrastre los votos de los caudillos peronistas del interior. Todo esto hizo que las fuerzas principales que edificaron la Alianza y en un momento pudieron elegir entre Duhalde y De la Rúa, entendiendo que el triunfo del primero crearía una situación difícil frente a los monopolios yanquis e incluso frente a sectores europeos, optaron por el apoyo a De la Rúa. Esto fue evidente en la orientación del diario Clarín, que terminaría siendo el boletín de campaña de la Alianza. Hoy, sectores opositores, dicen irónicamente que el gobierno de De la Rúa es un gobierno “magnetizado”, porque según ellos lo maneja Magneto, el director de Clarín.
Las fuerzas prorrusas y las proeuropeas que forcejean con los yanquis entendieron que la Alianza era el instrumento que podía servir a sus intereses y, además, abrir, como dicen ellos, una “hendija” posible en la Argentina, que terminase con el “alineamiento automático” de la política argentina con la política yanqui, lo que Guido Di Tella llamaba “relaciones carnales”, permitiéndoles acompasar la política nacional a los cambios debidos a las luchas populares y a la disputa interimperialista en la política internacional y, principalmente, a los que se están produciendo en América del Sur, desde Colombia, Venezuela y Ecuador hasta Bolivia, Paraguay, Uruguay y Chile. Cambios que les están complicando las cosas a los yanquis.
1. Mensaje al Congreso al enviar la Ley Laboral (l8/1/00).
2. La Nación, 25/3/00.
3. Fernando de la Rúa es un dirigente radical que, desde el inicio de su militancia en la Unión Cívica Radical, en la década del 60, ha sido un eterno candidato (a legislador y a presidente y vice) en general exitoso, que nunca organizó una corriente nacional propia dentro de ese partido, hasta que llegó a la jefatura de gobierno de la Capital Federal y organizó, en el ámbito de ese distrito, la corriente Participación, que aliada a la corriente Cambio que dirige “Coty” Nosiglia, le aseguró la dirección en la UCR porteña. A la vez tiene una larga experiencia como abogado, legislador y administrador que le permiten, en cierta medida, conocer el Estado desde adentro. Su militancia se inició en Córdoba, en donde su padre, Antonio De la Rúa, fue ministro del gobierno de Amadeo Sabattini. El sabattinismo fue una corriente nacionalista y populista de raíz agrarista, que, en la época de los gobiernos fraudulentos de la llamada “década infame”, gobernó la provincia de Córdoba a la que mantuvo como una “isla democrática”, como se la llamó entonces. El sabattinismo fue “neutra lista” durante la guerra y se opuso a la Unión Democrática. Bajo el peronismo fue una de las fuerzas principales que preparó el golpe de 1955. Fernando de la Rúa, como abogado recién recibido, fue asesor del Dr. Juan Palmero, ministro del Interior del gobierno de Arturo Illía. Trabajó allí bajo la dirección de Ricardo Cabiche (quien fue luego fundador, junto al PC y sectores de izquierda radical, del Encuentro Nacional de los Argentinos). Producido el golpe de Onganía, en 1966, abrió estudio jurídico en la Capital Federal con el Dr. Facundo Suárez (hombre del riñón de la corriente prosoviética del radicalismo, prosoviético declarado durante toda su vida, quien sería, en el gobierno de Alfonsín, presidente de YPF y jefe del SIDE) y trabajó, junto a Suárez y a Julio Sancerni Gimenez, en la corriente unionista de la UCR de la Capital Federal que estaba enfrentada a la corriente balbinista de “Pancho” Rabanal. El radicalismo unionista se había aliado, desde 1950, al sabatinismo cordobés. La dirección del unionismo de la Capital Federal expresó, históricamente, a sectores de la burguesía comercial y monopolista porteña, en particular a sectores importadores, y fue en su momento, un activo defensor de la Unión Democrática, por sus relaciones con el imperialismo inglés y yanqui; fue siempre fuertemente gorila y reaccionario. Tuvo una corriente prosoviética en su seno, pero ésta, durante muchos años, fue minoritaria y se adecuó a la tonalidad derechista de la UCR en ese distrito. En 1973, en plena avalancha de votos a favor del peronismo, De la Rúa derrotó como candidato a senador, con el voto de la mayoría de la izquierda, incluso peronista, y los sectores progresistas, al candidato del Frejuli, apoyado por el Gral. Perón, el fascista Sánchez Sorondo, Bajo la dictadura de Videla-Viola, De la Rúa militó en la llamada “línea blanda” de la UCR (la más negociadora con los militares, particularmente con el violo-videlismo, y partidaria de una salida cívico-militar acordada) junto a Víctor Martínez, Benjamín Zavalía, Gustavo Soler y García Puente. Fue asesor de Viola. En el último período de la dictadura (1982) militó en Línea Nacional de la UCR que dirigían Contín y Pugliese. Preservado como candidato no integró la Comisión Ejecutiva de la UCR, a la salida de la dictadura. Unido a los restos del balbinismo enfrentó a Alfonsín en la interna para las presidenciales del ‘83. Como abogado ha sido abogado de Arcor, Grafa, OCA (cuando la tenía Yabrán) y Kanmar, entre otras empresas, Ha estado y está muy relacionado al grupo empresario de Benito Roggio, en donde trabajó muchos años, como ingeniero, Nicolás Gallo, el hombre que maneja los negocios de De la Rúa. Durante años estrechó lazos con la Iglesia, aunque la recepción por el Papa, en el Vaticano, antes de la elección de octubre de 1999, fue fría y sus relaciones con el arzobispado son protocolares. Muy relacionado con el violo-videlismo y con una corriente de la Armada enfrentada con la política de “relaciones carnales” con los yanquis de Menem y Marrón (su cuñado, Basilio Pertiné, fue jefe de la aviación naval en el gobierno menemista y renunció a su cargo, con el apoyo público de De la Rúa, en disconformidad con el desguace del portaaviones decidido por el almirante Marrón). Siendo jefe de la Ciudad de Buenos Aires se rodeó de un entorno centro-izquierdista, en el que se destacaron, entre otros, Darío Lopérfido, Cecilia Felgueras, el Dr. Héctor Lombardo, Juan Octavio Gauna y Rafael Kohanoff, En su gobierno tiene fuerte incidencia su entorno familiar, en donde pesan, por su lado, entre otros, su hermano Jorge, activista de izquierda en los 70, actual secretario de la Presidencia; su hijo Antonio, rodeado por un sector de izquierda; su primo Eduardo que manejaba los negocios del Presidente junto con Nicolás Gallo y, por el lado de su mujer, familiares de ésta, descendientes de testaferros y ejecutivos de capitales alemanes, En todo el armazón de la Alianza y ahora en la trastienda del gobierno de De la Rúa, juega un papel fundamental “Coty” Nosiglia.
4. Raúl Alfonsín ha explicado reiteradamente a los dirigentes de la UCR y de Franja Morada que para poder gobernar tienen, primero, que “poner en orden las cuentas”, Acaba de declarar que “hoy muchas decisiones se toman fuera del país, nos tienen agarrados por el cuello por problemas que están vinculados con la deuda externa y el balance de pagos, por eso necesitamos las cuentas claras” (La Nación, 3/4/00).
5. Programa del PCR, Noveno Congreso.
6. Beijin Informa, 14/12/99. Cuando el 3 y el 4 de enero de este año hubo pánico por la caída de la Bolsa de Wall Street, que causó bajas de hasta un 2,5% en los títulos argentinos y aumentó unos 50 puntos el riesgo país, Luis Barrionuevo, director de Estrategia Soberana Global de Lehman Brothers, declaró: “La Argentina es nuestra mayor preocupación dentro de América Latina: es el único país con riesgo sistémico” (La Nación, 5/1/00), Y el economista Guillermo Calvo, famoso por haber preanunciado la crisis del “tequila”, partidario de la dolarización, acaba de decir: “No veo la convertibilidad como algo que aguante mucho más. Si se pone en la balanza a Brasil haciendo lo que quiere monetariamente, y a nosotros en una tremenda vulnerabilidad, el resultado es una bomba de tiempo, y la convertibilidad no nos defiende de eso” (La Nación, 2/4/ 00). En realidad, tanto en el gobierno como en los círculos empresarios se esperan definiciones sobre esto.
7. En 1916 Lenin, en El imperialismo fase superior del capitalismo, definió así la categoría de países dependientes: “Para esta época son típicos, no sólo los dos grupos fundamentales de países –los que poseen colonias y los coloniales– sino también las formas variadas de países dependientes que desde un punto de vista formal gozan de independencia política, pero que en realidad se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática. Una de estas formas, la semicolonia, la hemos indicado ya antes. Modelo de otra forma es por ejemplo la Argentina”. La definición de Lenin sigue siendo correcta en la actualidad, cuando se ha reforzado la opresión imperialista y se ha retornado a formas de dominio nacional que fueron características de la Argentina de las primeras décadas de este siglo.
8. Comentando un corte de ruta en La Matanza que no trascendió a los medios, escribió La Nación que allí “se tuvo una primera impresión de la gran magnitud del trabajo de base de la corriente que lidera el jujeño Santillán” (La Nación, 3/4/00).
9. Los 5 puntos del Cabildo Abierto son:
1) Juicio y castigo efectivo a los responsables de la corrupción y expoliación de las instituciones y el patrimonio público. Investigación (y resultados) en atentados y homicidios como el de Gustavo Javier Gómez, y los casos como el “robo del siglo” y los de uso en provecho propio del patrimonio público. Freno al pacto de impunidad del que este gobierno se muestra partícipe. Fuera los legisladores y jueces que entorpecen el accionar de la Justicia.
2) Inmediato pago incondicional de los haberes adeudados (no aceptaremos condiciones como vender, alienar, privatizar ni regalar nada del patrimonio público). Solo deben pagar. Que el gobierno nacional se haga cargo (sin chantajes) de la responsabilidad que le cabe sin aumentarnos el endeudamiento.
3) Rechazamos el ajuste contra el pueblo. Que la crisis la paguen quienes la provocaron y sus cómplices.
4) Urgente atención en la emergencia social a los sectores más des protegidos: salud, basta de cortar los servicios (agua, luz), emergencia educativa, planes de trabajo.
5) Control popular sobre los recursos provinciales (incluyendo a los de entes descentralizados y autárquicos, así como las propiedades del Estado) y los recursos municipales de municipios de la provincia de Corrientes.
10. Página 12, 24/2/00.
11. Estas son las diez medidas inmediatas que plantea el PCR para salir de la convertibilidad beneficiando al pueblo y a los intereses nacionales y preservarnos de la crisis del sistema capitalista.
1. Emergencia social inmediata con cese de todos los despidos, suspensiones y desalojos, Aumento de salarios y jubilaciones. Subsidio a los desocupados y jornada laboral de 6 horas, con 35 semanales como máximo, sin reducción salarial. Créditos a bajo interés a los pequeños y medianos productores y profesionales.
2. Terminar con la convertibilidad con una reforma monetaria en beneficio del pueblo, que transforme todas las deudas y activos financieros (alquileres, cuotas, tarifas, depósitos, bonos, etc.) que están en moneda extranjera a la moneda nacional.
3. Condonación de las deudas de los pequeños y medianos productores de la ciudad y del campo, comerciantes y profesionales. Cinco años de gracia y recálculo de la deuda para los demás productores regionales.
4. Congelar los fondos de los grandes usureros y especuladores, condicionando su devolución a planes concretos de producción.
5. Garantizar la estabilidad del peso a través de un estricto control de cambios y nacionalización del comercio exterior.
6. Nacionalizar los grandes bancos extranjeros y manejar el crédito con control de las organizaciones obreras y populares. Renacionalizar las empresas públicas privatizadas y los fondos jubilatorios en manos de las AFJP.
7. Ley de Reforma Agraria sobre el uso y tenencia de la tierra que democratice a ésta, erradique los latifundios y prohíba la adquisición de grandes extensiones a monopolios imperialistas como Elztain y Midlin o Benetton (400.000 y 900.000 hectáreas respectivamente):”
8. Eliminar el IVA de todos los artículos de primera necesidad e implantar un impuesto progresivo único sobre los ingresos y los bienes inmuebles, con un mínimo no imponible que permita el desarrollo de la actividad de los profesionales, artesanos, pequeños y medianos productores agropecuarios, industriales y comerciantes. Restablecer el 100% de los aportes patronales. Anular los pactos fiscales, devolviendo a las provincias el importe correspondiente.
9. Juicio y castigo a los funcionarios públicos y grupos económicos que se beneficiaron con la corrupción y devolución de los bienes mal habidos.
10. No pago y repudio de la deuda externa ilegítima y usuraria.
12. En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx y Engels señalaron que: “Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es el movimiento independiente de la inmensa mayoría en beneficio de la inmensa mayoría”.