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12 de noviembre de 2010


La lucha de la clase obrera

Documentos del PCR / tomo 9

El hecho de que los sindicatos norteamericanos nucleados en la central obrera AFL-CIO hayan convocado y participado, protagónicamente, en las recientes manifestaciones de Seatle contra las políticas “globalizadoras”, puso de relieve el creciente papel del proletariado norteamericano en las luchas sociales y políticas en los EE.UU. Desde 1997 el proletariado norteamericano viene realizando grandes luchas. Entre ellas se destacaron la huelga de los 190 mil camioneros de la United Parcel Service, la empresa de correos más grande del mundo, con piquetes organizados en todo el país que impidieron el funcionamiento del correo durante semanas y terminaron en un triunfo parcial que frenó la flexibilización laboral. Este triunfo alentó numerosas huelgas en el automotor, neumáticos, aerolíneas, en los cerveceros, mineros y maestros. En Nueva York, 20 mil municipales ocuparon la intendencia contra los contratos basura. Hubo grandes huelgas de los obreros de los astilleros. En el astillero militar New Port de Virginia, durante 4 meses, la huelga paralizó a dos de los mayores portaviones yanquis hasta que consiguieron aumentos de salarios. Pararon también mineros y obreros de importantes frigoríficos e, incluso, los obreros agrícolas de California, en su mayoría mexicanos, impusieron con su lucha el reconocimiento de su sindicato. El triunfo de los 200 mil obreros de la General Motors, que hizo retroceder a la patronal en su intento de cerrar la planta de Michigan y le costó a la empresa más de 2 mil millones de dólares, trascendió al mundo. Todas estas luchas demuestran que en las entrañas de la superpotencia que se arroga el papel de gendarme mundial, se mantiene y crece el combate obrero. En todas esas huelgas y enfrentamientos las bases impusieron y levantaron el conflicto, obligando en muchos casos a apoyarlo a los jerarcas sindicales propatronales y originando un proceso de diferenciación entre esos jerarcas, semejante al que ha ocurrido en otras ocasiones en el movimiento sindical de los EE.UU., como, por ejemplo, durante la guerra de Viet Nam.
También han habido grandes luchas obreras en Rusia, en particular la de los mineros que cortaron las vías férreas e interrumpieron el tráfico durante semanas en gran parte del país; en China, en donde se han librado importantes luchas contra el cierre y la reestructuración de las empresas estatales y se han producido desde 1990 movilizaciones en Pekín y en más de 80 ciudades. En Rumania, principalmente las luchas de los mineros. En Polonia, en donde la clase obrera ha reiniciado el combate de clase, luego de la traición de los dirigentes de Solidaridad. Estas luchas crean condiciones para que los verdaderos comunistas de esos países, en medio de la proliferación de nacionalistas, revisionistas y liberales, se organicen y logren dirigir al proletariado y el pueblo contra la dictadura de la nueva burguesía monopolista.
En Italia (con grandes luchas desatadas por la autoconvocatoria de las bases), en Francia (las grandes huelgas de los ferroviarios y camioneros, y la de los empleados de las líneas aéreas que hizo peligrar el Mundial de Fútbol), en Alemania (en especial las huelgas de los metalúrgicos y la de los mineros del Ruhr), en Corea del Sur y en Indonesia, la clase obrera libró en estos años grandes combates de clase contra la política de privatizaciones, flexibilización, ajustes y hambre del capitalismo imperialista. En América Latina ha habido grandes luchas obreras en México; en Colombia; en Ecuador; en Brasil (en particular las de los obreros del automotor); en Uruguay; en Paraguay, en donde el proletariado ha avanzado en la unidad obrero-campesina; en Chile, en donde retomaron el combate los obreros mineros; en Bolivia.
En esos combates de clase surgen miles y miles de nuevos cuadros proletarios y, en las difíciles condiciones de la derrota del socialismo, se van forjando los combatientes de vanguardia del nuevo siglo.