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02 de octubre de 2010

A 90 años de la Revolución Rusa, rescatamos aspectos poco conocidos de su organización: cómo se formó el soviet de diputados campesinos de la Guarnición de Petrogrado.

El soviet de campesinos y soldados

Episodios del a Revolución de Octubre de 1917

En el libro La insurrección armada de octubre en Petrogrado, A. Jojriakov, presidente del comité del regimiento Volinski recuerda los días previos a la revolución de octubre.
“La poca distancia que separaba el cuartel del palacio de Kshesínskaya –donde estaba la organización militar bolchevique– permitió fomentar entre los soldados el espíritu crítico y señalar la salida de la encrucijada de febrero.
“El nombre de Lenin, desde el primer día de su llegada a Petrogrado, fue para nuestra unidad un símbolo alentador. Este nombre representaba la revolución proletaria y trazaba una enorme cruz sobre Kerenski, sobre su “en tanto en cuanto”, sobre su torrente de frases y consignas con las que los ministros de la coalición intentaban enmascarase. Los soldados presentían para sus adentros que del palacio de Kshesínskaya soplaba un viento “amenazador”, pero “vivificante”, y dirigíanse en tropel hacia allí; captaban cada palabra de Lenin y la difundían por el cuartel. En esto obraban con absoluta libertad. Los oficiales no ejercían en la vida de aquellos ninguna influencia.
“Los soldados tuvieron que crear sus propias organizaciones y buscar en ellas respuesta a las dudas que les atormentaban.

El Soviet de Diputados Campesinos de la guarnición de Petrogrado
“Una de las organizaciones destinadas a todos los soldados fue el Soviet de Diputados Campesinos de la guarnición de Petrogrado, surgido a fines de la primavera.
“Los soldados no olvidaban que en su mayoría eran esencialmente, y ante todo, campesinos, que el servicio militar era tan sólo un episodio en la vida de cada uno de ellos; por esto, cuando se formó el Soviet de Diputados de Obreros y Soldados sintieron vivamente que allí faltaba algo, que no había Soviet de Diputados Campesinos. Esta justa demanda de los campesinos con capote encontró su expresión en la organización del Soviet de Diputados Campesinos de la guarnición de Petrogrado. Creo recordar que fueron elegidos en las unidades independientes dos diputados por cada compañía o destacamento.
“El Soviet se reunía y actuaba en un local propio. Una de las cuestiones que inquietaban más vivamente entonces a la guarnición de Petrogrado eran los negocios con la tierra. Los periódicos comunicaban que, temiendo la confiscación de sus propiedades, muchos terratenientes vendían sus fincas a extranjeros para que la Asamblea Constituyente, si se daba el caso, no pudiera decidir la suerte de una tierra cuya venta había sido consumada. La mayoría de los contratos era ficticia: vendían las fincas a supuestos compradores a condición de que fueran extranjeros. “Enajenábanlas” a las ayas, preceptores, gerentes, etc.
“Los soldados se soliviantaban, discutían esa cuestión en las unidades y en el Soviet de Diputados Campesinos, después resolvieron enviar una delegación a Kerenski, presidente del Consejo de Ministros, exigiendo la proscripción de toda venta de tierra en general.
“El autor de estas líneas, como miembro que era del Soviet, fue destinado a entregar la reivindicación y a reclamar inmediatamente una respuesta satisfactoria.
“Recibió Kerenski a la delegación con manifiesta frialdad, casi hostil y, apenas hubimos terminado, nos objetó secamente: “Aquí no cabe ninguna exigencia; el Soviet de Diputados Campesinos de la guarnición de Petrogrado no es quien para dictar nada al gobierno… Transmitiré este asunto al ministro de Agricultura, del que ustedes recibirán una satisfacción”. Kerenski –dicho esto– giró sobre los talones con destreza casi militar, y hubiera desaparecido de no detenerlo uno de los delegados espetándole:
“En cuanto a la tierra ya veremos… encontraremos la salida. Pero lo extraño es que usted, eserista, dé audiencias como ministro revolucionario en una sala donde los zares nos miran desde todos los lados… Ya es hora de que los descuelguen… Produce náuseas.”
“En efecto, la audiencia tenía lugar en una de las salas del palacio Mariinski, cuyas paredes estaban casi cubiertas de retratos de ex zares y sus familiares. Kerenski se turbó, amoratóse y quedó como anonadado.
“¡Sí, si! –asintió con una forzada sonrisa–.Hay que cubrirlos con un lienzo o sacarlos de aquí. Si, sí. Mañana mismo” y, despidiéndose, estrechó presurosamente la mano de los delegados.

La cuestión de sacar las tropas revolucionarias de Petrogrado
“La posición adoptada por la guarnición de Petrogrado después del 27 de Febrero [el derrocamiento del zar], la intransigencia política de los soldados y la creciente influencia que sobre ellos ejercía el Partido de los bolcheviques –particularmente a través de su organización militar– no podía dejar de inquietar al Gobierno provisional y a los dirigentes de otros partidos políticos.
“Comprendían todos que para debilitar al proletariado de Petrogrado había que alejar de la capital a las tropas revolucionarias y relevarlas con fuerzas procedentes del frente; es decir, con unidades de toda confianza…
“Esta cuestión fue sugerida por primera vez en una asamblea general de la guarnición –el 17 de abril de 1917– so pretexto de “reorganizar la guarnición”… Después fue planteada la cuestión con mayor franqueza. Repetíase con tanta porfía la necesidad de sacar las tropas revolucionarias que se hizo necesario concluir un “acuerdo” especial con el Gobierno provisional para que no fueran desplazadas las unidades de Petrogrado.
“Los soldados, claro está, interesáronse vivamente por esta cuestión, y era tal su importancia que al examinarla tenían que topar forzosamente con cuestiones de política general...
“Por doquier trabajaba sin reposo la organización militar de los bolcheviques. En diversos regimientos había células especiales; en otras unidades, tan sólo algunas personas, pero no faltaban vínculos vivos con la organización militar de cada unidad más o menos importante, lo cual provocaba la desesperación del Gobierno provisional.
“Había que sacar a las unidades de Petrogrado, pero a la chita callando no se podía hacer; poner el tema a discusión implicaba entablar debate acerca de la política del Gobierno provisional y recrudecer los ataques de la organización militar y los desenmascaramientos.
“Resultaba una especie de círculo vicioso. Empero, para el soldado de la guarnición esto era indudablemente útil; ampliábase su horizonte político, y al tocar un tema tan trascendental para el soldado, aprendía éste a desentrañar cuestiones políticas generales de la vida nacional.