Nota al título 1
Todo nuestro trabajo tiene por objetivo derrocar al imperialismo japonés. Este, al igual que Hitler, se aproxima a su ruina. Sin embargo, debemos continuar nuestros esfuerzos, pues sólo así podremos aniquilarlo definitivamente. En nuestro trabajo, primero está la guerra, después, la producción, y luego, la cultura. Un ejército sin cultura es un ejército ignorante, y un ejército ignorante no puede vencer al enemigo.
La cultura en las regiones liberadas tiene ya un aspecto progresista, pero tiene todavía un aspecto atrasado. En ellas ya existe una nueva cultura, una cultura del pueblo, pero aún se observan muchos vestigios feudales. Entre el millón y medio de habitantes de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia, el analfabetismo afecta a más de un millón de personas, hay dos mil profesionales de la hechicería y la superstición sigue influyendo sobre las grandes masas. Todos éstos son enemigos dentro de la mente del pueblo. A menudo resulta más difícil luchar contra tales enemigos que contra el imperialismo japonés. Debemos decir a las masas que se levanten contra su propio analfabetismo, supersticiones y hábitos antihigiénicos. Para llevar a cabo esta lucha es indispensable un amplio frente único. Este frente debe ser especialmente amplio en un lugar como la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia, que tiene escasa población y malas comunicaciones, que parte de un nivel cultural muy bajo y que, por añadidura, se encuentra en guerra. Por eso, en la esfera de la instrucción pública, debe haber no solamente escuelas primarias y secundarias regulares, establecidas en las poblaciones importantes, sino también escuelas de aldea, no regulares y dispersas, grupos de lectura de periódicos y cursos de alfabetización. Debe haber escuelas de tipo moderno, y también hay que utilizar, a la vez que transformar, las escuelas de aldea de tipo antiguo. En la esfera del arte, no sólo debe representarse el drama moderno, sino también la ópera de Shensí y la danza yangko. No sólo hay que tener una nueva ópera de Shensí y una nueva danza yangko, sino también utilizar, a la vez que transformar gradualmente, las viejas compañías de ópera, así como los viejos grupos de yangko, que constituyen el 90 por ciento de los existentes. Esto es aún más necesario en la esfera de la medicina. En la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia se registra una mortalidad muy elevada, tanto entre la población como entre el ganado; mucha gente sigue creyendo en hechicerías. En tales circunstancias, es imposible resolver el problema apoyándose únicamente en la medicina moderna. Por supuesto, ésta es mejor que la medicina antigua, pero si los médicos modernos no se preocupan por los sufrimientos del pueblo, no forman personal médico para el pueblo, no se unen con los mil y tantos médicos y veterinarios de tipo antiguo de la Región Fronteriza y no los ayudan a progresar, en realidad estarán ayudando a los hechiceros y mostrándose indiferentes ante la elevada mortalidad de la población y del ganado. Hay dos principios para el frente único: el primero, unidad, y el segundo, crítica, educación y reeducación.
En el frente único, es erróneo el capitulacionismo, pero también lo es el sectarismo con su exclusivismo y su desprecio hacia los demás. Nuestra tarea es unirnos con todos los intelectuales, artistas y médicos de tipo antiguo que puedan ser útiles, ayudarlos, influir sobre ellos y reeducarlos. Para reeducarlos, es preciso ante todo que nos unamos con ellos. Si actuamos de la manera debida, aceptarán de buen grado nuestra ayuda.
La nuestra es una cultura del pueblo; los trabajadores de la cultura deben servir al pueblo con gran entusiasmo y devoción, vincularse con las masas y no aislarse de ellas. Para vincularse con las masas, deben actuar de acuerdo con sus necesidades y deseos. En todo trabajo que se realice para las masas, se requiere partir de sus necesidades y no del buen deseo de un individuo. Sucede con frecuencia que objetivamente las masas necesitan un cambio determinado, pero subjetivamente no tienen todavía conciencia de esa necesidad y no desean ni están decididas a realizarlo; en tales circunstancias, tenemos que esperar con paciencia. No se debe realizar el cambio hasta que, por efecto de nuestro trabajo, la mayor parte de las masas hayan adquirido conciencia de la necesidad de ese cambio y tengan el deseo y la decisión de hacerlo. De otro modo, nos aislaremos de las masas. Todo trabajo que requiera la participación de las masas resultará ser una mera formalidad y terminará en el fracaso si las masas no han adquirido conciencia de la necesidad de ese trabajo ni desean participar en él. El dicho “La prisa no conduce al éxito” no significa que no debamos darnos prisa, sino que debemos evitar la precipitación, la cual lleva inevitablemente al fracaso. Esto rige para cualquier clase de trabajo y, en particular, para el trabajo cultural y educacional orientado a la reeducación ideológica de las masas. He aquí dos principios: uno, las necesidades reales de las masas, y no necesidades imaginadas por nosotros, y el otro, los deseos de las masas y las decisiones que toman ellas mismas, y no las que tomemos nosotros en su lugar.
1/ Discurso del camarada Mao Tsetung en una conferencia de trabajadores de la cultura y la educación de la Región Fronteriza de Shensí-Kansú-Ningsia. > volver