Se puede llegar a este tomo II de El marxismo y la revolución argentina por diferentes razones; pero, invariablemente, a poco de iniciada su lectura, se coincidirá en que se trata de un libro apasionante.
Se puede llegar a este tomo II de El marxismo y la revolución argentina por diferentes razones; pero, invariablemente, a poco de iniciada su lectura, se coincidirá en que se trata de un libro apasionante.
La historia palpitante de una época, en la que brillaba el faro de la Revolución Rusa, estaba en marcha la Revolución China, se creaban los distintos partidos comunistas latinoamericanos y nacía el PC de la Argentina, surgirá de estas páginas, mostrándonos una vez más que la tarea de los que nos precedieron tampoco fue fácil, y estuvo impregnada de una dura lucha de líneas, costosos errores, divisiones e intrigas, pero también de una ardiente esperanza. Y que el emprendido por Otto Vargas no se trata de un buceo en las aguas detenidas del pasado: la mayoría de los debates actuales –como la caracterización de la Argentina, el tipo y las vías de la revolución, la relación con la burguesía nacional, la cuestión campesina, etc- tienen en esos años sus antecedentes, y de su mejor o peor resolución se desprenden aciertos y errores que siguen operando en nuestros días. Las vicisitudes de la política nacional por entonces, los movimientos revolucionarios, y las intensas relaciones entre la Internacional Comunista, el PC de la URSS y el Partido de la Argentina, son algunos de los ingredientes que hacen fascinante la lectura.
Y si alguno teme encontrarse con una visión dogmática de la historia, a poco andar hallará corroboradas las palabras del autor: “Hemos tratado de desprender las conclusiones de los hechos y no acomodar los hechos a conclusiones preestablecidas”. Los hechos, su análisis y una profunda visión filosófica de la realidad –la del marxismo leninismo maoísmo- constituyen la carnadura de este texto, imprescindible para profundizar en el marxismo y la revolución en la Argentina, y alumbrar con la experiencia acumulada la intensa hora que nos toca vivir.
