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02 de octubre de 2010


El Bicentenario a través de otra mirada

20/3/10> La revista La Marea publica un nuevo libro

Desde 2005, aproximadamente, se viene hablando del bicentenario de la Revolución de Mayo. Se anunciaron pomposos festejos oficiales, que prometían no ser menos que aquellos con los que la oligarquía terrateniente celebró los primeros 100 tras imponer un proyecto de país que traicionaba los ideales de la corriente revolucionaria de 1810.

Desde 2005, aproximadamente, se viene hablando del bicentenario de la Revolución de Mayo. Se anunciaron pomposos festejos oficiales, que prometían no ser menos que aquellos con los que la oligarquía terrateniente celebró los primeros 100 tras imponer un proyecto de país que traicionaba los ideales de la corriente revolucionaria de 1810.

A pocos días del aniversario 200, sin embargo, la álgida situación política y los achicados presupuestos hicieron trastabillar emprendimientos como la fastuosa Casa de la Cultura en que se pensaba convertir al Correo Central (quedó en apenas una reforma de fachada) o el grotesco Pabellón del Bicentenario inaugurado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que cierra a fines de marzo, durando apenas un bimestre. Tras las fotos, quedaron las cáscaras vacías de los anuncios.

Pero a no temer (¡o a temer!): vendrán seguramente nuevas fotos, mientras aquí y allá se sigue hablando del “Bicentenario”. Lavada de contenido, la fecha se reduce a lo ornamental (más modesto de lo que se hubiera querido), pero también se utiliza para divulgar una idea de los acontecimientos y de la historia, que esterilice el ímpetu de aquellos patriotas y los objetivos que abrazaron, todavía no resueltos en esta porción de tierra tan dolorosamente nuestra.

En este contexto, celebramos la publicación de Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Historia y perspectivas, un libro que aporta otra mirada.

Producto de un curso organizado en el año 2007 por La Marea, revista de cultura e ideas, reúne trabajos de ocho docentes universitarios expuestos entonces. Cristina Mateu, a cargo de una de esas clases y compiladora de este conjunto, dice en el prólogo que “el eje consistió en abordar las problemáticas clave de nuestra historia, para identificar la secuencia de intereses que nos condujeron de la independencia lograda en 1810 a la dependencia que sufrimos en el siglo XXI”. Y finaliza: “Estos textos resultan valiosos para abordar y repensar nuestro pasado, discutir las soluciones a los problemas presentes y proyectar nuestro futuro revalorizando el espíritu de Mayo, intencionalmente desviado de los objetivos revolucionarios”.

Con esa propuesta, se van desgranando en ocho capítulos nuestra historia y los problemas actuales, que nos afectan como nación y como pueblo, a través de sus raíces, causas y consecuencias. La mirada que se propone no es pasiva: la memoria ilumina la reflexión, y el análisis se orienta a la acción: conocer para transformar, parece ser el hilo conductor de los textos.  

“De la independencia a la dependencia”, de Claudio Spiguel, el capítulo inicial, recorre los procesos que arrancan con la lucha anticolonial y llegan a nuestros días; releva el origen de la dependencia moderna, y hace un agudo análisis de la situación actual y las tareas pendientes.

“Los procesos sociales, afluentes y conflictos”, de Jorge Carrizo, retoma esta perspectiva ahondando en las luchas populares que enfrentaron y enfrentan la dominación, desde la llamada “Conquista” hasta hoy, pasando por el histórico Argentinazo de 2001.

“La producción agraria y la propiedad latifundista de la tierra”, de Pablo Volkind, aborda el origen del latifundio, su relación con las políticas pergeñadas a lo largo de estos 200 años y los lazos con el imperialismo, así como las luchas campesinas que se le opusieron y oponen.       

“El desarrollo industrial: proteccionismo y librecambio”, de Ana Sofía, nos plantea otro de los problemas acuciantes: la debilidad de nuestra industria, buceando en los proyectos políticos que se sucedieron desde la Colonia hasta el golpe mortal a la industria que dio la dictadura instaurada en 1976.   

“La educación para el desarrollo independiente”, de Guillermo Volkind, nos conduce a reflexionar sobre la relación educación-Estado, desoculta las raíces profundas de una concepción elitista y deformada del conocimiento y plantea una solución para el deterioro actual de la educación: los cambios de fondo.

“Cultura nacional e imperialismo cultural” de Cristina Mateu (también compiladora) desbroza, desde una perspectiva de clase, los avatares de la cultura dominante y la lucha por una cultura nacional a lo largo de más de 200 años, desde el dominio colonial-feudal a nuestros días.

“Las condiciones de vivienda y hábitat en la Argentina a 200 años de la Revolución de Mayo”, de Beatriz Pedro, aborda el proceso de ocupación y urbanización del territorio como expresión de los procesos históricos. Acotado en su versión original por problemas de edición (como se aclara), el texto aporta no obstante una perspectiva en la que pocas veces reparamos: la lectura política de los espacios que habitamos.

“Historia, cultura e identidad nacional”, de Josefina Racedo, cierra el libro. Los tres ejes que dan título al capítulo están entretejidos en un texto que asume una historia que tiene mucho más de 200 años: arranca con los pobladores originarios de nuestro territorio. En esa historia la autora rescata una cultura y una identidad en lucha contra antiguas y nuevas formas de opresión.     

El conjunto es un valioso aporte para un balance de estos 200 años y una revista de los objetivos todavía a concretar, desde una perspectiva revolucionaria. Un texto para leer, difundir, usar como disparador de un debate profundo y oponer a la mascarada oficial del Bicentenario.