Coincidiendo con el Día del Maestro, el viernes 6 los maestros peruanos largaron con el paro por tiempo indeterminado. Unos 300 mil docentes respondieron al llamado del Sutep (el sindicato de los maestros estatales) en el cuarto paro convocado por el gremio en ocho meses.
En Lima, alrededor de 3.000 manifestantes lanzaron piedras y botellas el día anterior a la policía antimotines cerca del Congreso Nacional. En otras ciudades, como Trujillo en el noroeste y Arequipa en el sur, la medida se acompañó con marchas de maestros por las principales avenidas. En la céntrica Huancayo, cientos de docentes ocuparon la dirección regional de Educación, mientras otros bloqueaban las calles. En la andina Cuzco los docentes protestaron en la Plaza Mayor, enfrentando a piedrazos la represión policial con gases lacrimógenos.
Además de los salarios, el principal reclamo del magisterio peruano es modificar la ley de la Carrera Pública Magisterial que el mismo viernes 6 se debatía en el Congreso. La misma incorpora un mecanismo de evaluación de los profesores que permitiría cesantearlos en caso de ser desaprobados en tres oportunidades. También protestan contra la municipalización de las escuelas. El ministro de Educación José Chang anunció que los maestros en huelga podrían ser despedidos y reemplazados con “carneros”.
El programa de Alan García –incluido el Tratado de “libre” co-mercio a punto de ser aprobado– es una reedición de las políticas reaccionarias, entreguistas y antipopulares que en la Argentina implementó el menemismo. A poco de cumplir un año de gobierno, la crisis social se profundiza: cuatro regiones están paralizadas (Ucayali –centro–, Puno, Ayacucho y Huancavélica –sur–), y los principales gremios peruanos preparan una jornada nacional de lucha el próximo 11 de julio. También están en conflicto los docentes universitarios, los trabajadores de la salud, campesinos y mineros.
