La ciudad de La Plata está rodeada por un cinturón verde de quintas que producen verduras y flores. En éste, miles de campesinos sin tierras propias viven y producen la mayoría de la verdura que se consume en la capital y gran parte de la provincia.
Arrendando, o como medieros, trabajando a "campo abierto" o con invernáculos, luchan por vivir de su producción, haciendo frente a la crisis y a una política oficial que los considera como "inviables".
Estas familias campesinas junto con miles de peones rurales, changarines, obreros y desocupados que habitan esta zona fueron particularmente castigadas por las recientes inundaciones.
En el campo el agua que desbordó los arroyos y los desagües, destruyó techos y viviendas; arruinó la escasa ropa, los colchones, todo. Y con la misma fuerza arrasó con los sembrados, rompió los nylon de los invernáculos, transformándolos en lagunas. Tres días después, todavía no se veían los surcos. Lo que estaba sembrado afuera, la fuerza del agua lo arrancó o lo tapó.
Los integrantes de la comisión de Asoma a la pregunta ¿por qué pasó esto?, responden que "es por la irresponsabilidad y el abandono de los sucesivos gobiernos que no se calientan por los pobres del campo y de los barrios. Hace años que no se hace nada. Ahora los gobernantes se dedican a mirar para atrás echándose la culpa unos a otros por obras mal realizadas, como la autopista La Plata-Buenos Aires, el nuevo tramo de la ruta 2; actúan como si ellos hubieran recién caído con la lluvia. ¿Acaso Bruera no era concejal y Scioli no era funcionario?
La presidenta Cristina Kirchner vino toda de blanco a inaugurar la ruta 2 que nos llenó de barro a nosotros. ¿Por qué no viene ahora a traer soluciones?
¿Por qué el gobierno nacional que tiene 150.000 millones de reserva no subsidia a los pequeños productores? ¿Tiene plata para los banqueros, los ganaderos, los petroleros y para nosotros no?"
El corte de la ruta 2
El 4 a las 10 de la mañana, más de 250 campesinos con sus familias atravesaron los tractores y cajones de verdura –estropeada por el agua– y cortaron ambas manos de la ruta 2.
El secretario de la organización dijo: "Acá nos jugamos el futuro, sin ayuda no vamos a poder seguir trabajando, necesitamos subsidios ya".
Hubo primero amenazas de la policía de la provincia para que se desaloje la ruta, ofrecimientos de ir a La Plata a negociar en las oficinas y abandonar el corte, pero todo fue rechazado por asamblea: "Acá nos quedamos, que vengan los funcionarios y den respuesta. Si mandan la gendarmería a desalojarnos, que venga, veremos qué hacemos".
Al corte se fueron arrimando también productores sin organización y vecinos del barrio que buscan con quien luchar y descargar su bronca, mientras llegaban los medios de TV y diarios.
El presidente de Asoma, Manuel Rodríguez y la tesorera Floria Cayo, comentaron los motivos del corte: "Si no recibimos ayuda para poder seguir produciendo, si no nos dan subsidios, no sólo sufriremos nosotros, también se perjudicarán cientos de peones que se quedarán sin trabajo y la población que no podrá comprar verdura por los precios que alcanzará. El cajón de lechuga estaba a 5 pesos y ya se fue a 35 y será peor".
Llegaron funcionarios de la Municipalidad, funcionarios con más agua en las venas que la que cayó del cielo, quienes asombrados dijeron que hasta ahora habían contemplado el problema en los barrios, que ahora se dan cuenta del problema de los productores.
Dijeron que van a "planificar", que por el momento se comprometen a mandar algo de alimentos, colchones y ropas. "No mucho pero de a poco…". Los compañeros los miraron indignados, creciendo la bronca: "antes se los veía repartiendo electrodomésticos, colchones, plata, etc., para la campaña electoral y ahora tienen que ‘estudiar’ una probable ayuda".
Luego llamó el recientemente nombrado subsecretario de Agricultura, Vilella, quien pidió calma, y se comprometió a una reunión conjunta de la Asoma con la Municipalidad, la Provincia y la Nación para abordar el tema. Con este compromiso la asamblea decidió levantar a las 15 hs el corte; y si en 15 días no hay respuesta favorable, tomar medidas más duras: "les decimos a los gobiernos nacional provincial y municipal, que no queremos relevamientos o censos que terminan en la nada, que es el tiempo de dar soluciones. Y si no, verán la bronca volcada en las calles".