Según nuestra experiencia, no se puede conquistar la victoria a menos que, en el curso de un período muy largo, nos identifiquemos verdaderamente con los campesinos y los convenzamos de que luchamos en su beneficio. No se debe, en absoluto, pensar que ellos van a creer en nosotros de un día para otro. Tengan bien presente que no basta dar alguna ayuda a los campesinos para que depositen su confianza en nosotros.
El campesinado es el aliado principal del proletariado. En un principio, tampoco nuestro Partido comprendió la importancia del trabajo entre los campesinos, y por eso puso en el primer lugar el trabajo urbano y, en el segundo, el trabajo rural. A mi modo de ver, los Partidos de algunos países asiáticos, como el de la India y el de Indonesia, no han hecho bien el trabajo rural.
Al comienzo, nuestro Partido no tuvo éxito en su trabajo entre los campesinos. Los intelectuales tenían cierto aire, justamente el aire de intelectuales. Con tal aire, no querían ir al campo y lo despreciaban. Los campesinos, a su vez, no los miraban con buenos ojos. Por otro lado, nuestro Partido no había encontrado aún los métodos para lograr una comprensión del campo. Más tarde, cuando fuimos allí de nuevo, encontramos esos métodos, hicimos un análisis de las clases en el campo y llegamos a conocer cuáles eran las reivindicaciones revolucionarias de los campesinos.
Tres períodos
En un primer período, no teníamos una idea clara de lo que era el campo. Por aquel entonces, la línea oportunista de derecha de Chen Tu-siu hizo que se abandonara a este principalísimo aliado, el campesinado. Muchos de nuestros camaradas veían el campo como una cosa plana en lugar de verlo en sus tres dimensiones, es decir, no sabían ver el campo desde el punto de vista clasista. Vino luego el segundo período. Aquí tenemos que agradecer a ese excelente maestro nuestro que es Chiang Kai-shek. Nos lanzó al campo. Ese fue un período muy largo, diez años de guerra civil, diez años de lucha contra él, y eso nos obligó a hacer un estudio del campo…
Llegamos luego al tercer período, el de la Guerra de Resistencia contra el Japón. Al invadirnos el imperialismo japonés, suspendimos la guerra con el Kuomintang y pasamos a la guerra contra este imperialismo… En ese entonces, nuestros camaradas pudieron ir abiertamente a las ciudades de las zonas dominadas por el Kuomintang. Wang Ming, que había cometido errores propios de una línea oportunista de “izquierda”, incurrió esta vez en errores propios de una línea oportunista de derecha. Antes había ejecutado la política ultraizquierdista de la Internacional Comunista, y ahora pasaba a aplicar una política ultraderechista. Para nosotros, él es también un excelente maestro por lo negativo, que ha educado a nuestro Partido. Tenemos otro excelente maestro por lo negativo, que es Li Li-san. El principal error que cometieron ellos en su tiempo fue el dogmatismo, la copia mecánica de las experiencias extranjeras. Nuestro Partido liquidó cuentas con las erróneas líneas representadas por ellos y encontró realmente el camino de integración de la verdad universal del marxismo-leninismo con las condiciones concretas de China. Esto hizo posible que en el cuarto período, cuando Chiang Kai-shek desencadenó su ofensiva contra nosotros, lo derribáramos y fundáramos la República Popular China.
La experiencia de la revolución china, que consiste en crear bases de apoyo en las zonas rurales, utilizar el campo para rodear las ciudades y finalmente tomarlas, no necesariamente es aplicable para muchos de sus países, pero puede servirles de referencia. Les aconsejo a ustedes que tengan mucho cuidado de no copiar mecánicamente la experiencia china. La experiencia de cualquier país extranjero sólo puede servir de referencia y no debe ser tomada como dogma. Es imperativo integrar estos dos aspectos: la verdad universal del marxismo-leninismo y las condiciones concretas del propio país.
Acampar entre las flores
Si uno quiere ganarse a los campesinos y apoyarse en ellos, debe hacer una investigación sobre el campo. El método consiste en investigar una, dos o varias aldeas y, en el término de unas semanas, adquirir una clara idea sobre las fuerzas de clase, la situación económica, las condiciones de vida y otros problemas del campo. Un dirigente principal como el secretario general del Partido debe ocuparse personalmente de este trabajo yendo a conocer una o dos aldeas; debe tratar de encontrar el tiempo para ello, pues bien vale la pena. Aunque son muchos los gorriones, no hay necesidad de examinar a cada uno de ellos; basta con hacer la disección de uno o dos. Cuando el secretario general ha investigado una o dos aldeas y está al tanto de las cosas, puede ayudar a sus camaradas a conocer el campo y a adquirir una clara idea de las condiciones concretas reinantes allí. Tengo la impresión de que los secretarios generales de los Partidos de muchos países no conceden importancia a la disección de uno o dos “gorriones”; de entender, algo entienden del campo, pero no profundamente, y por eso sus instrucciones no concuerdan mucho con las condiciones del campo. Los camaradas responsables de los organismos dirigentes del Partido, incluidos los de los niveles nacional, provincial y distrital, deben también investigar personalmente una o dos aldeas, hacer la disección de uno o dos “gorriones”. Esto es lo que se llama “anatomía”.
Hay dos maneras de investigar: Una consiste en ver las flores desde un caballo al trote y la otra, en desmontar para ver las flores. Viendo las flores desde un caballo al trote, uno no puede lograr un conocimiento profundo de ellas, pues ¡son tan abundantes! Ustedes, que han venido a Asia desde América Latina, lo que están haciendo es ver las flores desde un caballo al trote. Pero en sus países hay tantas flores que es muy poco darles una mirada y luego marcharse; se necesita entonces acudir a la segunda manera: desmontar para ver las flores, observándolas minuciosamente, analizando una “flor” o haciendo la disección de un “gorrión”.
Dos tipos de burguesía
En los países que sufren la opresión imperialista, hay dos tipos de burguesía: la burguesía nacional y la burguesía compradora. ¿Existen estos dos tipos de burguesía en sus países? Seguramente en todos ellos existen.
La burguesía compradora es siempre lacaya del imperialismo y blanco de la revolución. Ella se desglosa, a su vez, en diferentes sectores dependientes de diversos grupos monopolistas: los de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y otros países imperialistas. En la lucha contra los sectores de la burguesía compradora, hay que utilizar las contradicciones interimperialistas y enfrentar primero a uno de esos sectores, golpeando al enemigo principal del momento. Por ejemplo, en el pasado, la burguesía compradora china tenía un sector proinglés, otro pronorteamericano y otro projaponés. Durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, explotamos las contradicciones entre Inglaterra y los Estados Unidos, por un lado, y el Japón, por el otro, para echar abajo primero a los invasores japoneses y al sector de la burguesía compradora que dependía de ellos.
Luego pasamos a combatir a las fuerzas agresoras de los Estados Unidos e Inglaterra y a derribar los sectores pronorteamericano y proinglés de la burguesía compradora. Dentro de la clase terrateniente también hay fracciones. Entre los terratenientes, los más reaccionarios representan una minoría y, cuando se los golpea, no hay que revolver con ellos a los que son patriotas y están en favor de la lucha contra el imperialismo. Es preciso, además, hacer una distinción entre los terratenientes grandes y los pequeños. No se debe asestar golpes a un mismo tiempo a demasiados enemigos, sino a un pequeño número, e incluso de entre los grandes terratenientes hay que dirigir el golpe sólo contra el reducido número de los más reaccionarios. Golpear a todos a la vez parece muy revolucionario, pero en realidad causa mucho daño.
La burguesía nacional es nuestra contrincante. En China hay un proverbio que reza: “Los contrincantes se encuentran siempre”. La experiencia de la revolución china enseña que es necesario tratar con prudencia a la burguesía nacional. Ella es contraria a la clase obrera y, al mismo tiempo, contraria al imperialismo. En vista de que nuestra tarea principal reside en luchar contra el imperialismo y el feudalismo y que sin haber derribado a estos dos enemigos el pueblo no puede emanciparse, debemos esforzarnos por hacer que la burguesía nacional luche contra el imperialismo. Esta no tiene interés en la lucha contra el feudalismo, porque mantiene estrechos vínculos con la clase terrateniente. Además, oprime y explota a los obreros. Por lo tanto, debemos luchar contra ella. Sin embargo, con el propósito de lograr que combata junto con nosotros al imperialismo, nuestra lucha contra ella no debe ir más allá de lo conveniente, debe librarse con razón, con ventaja y sin sobrepasarse. Valga decir, al librar la lucha, debemos contar con la razón, tener la seguridad de vencer y no sobrepasarnos una vez alcanzada determinada victoria.