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03 de octubre de 2010

Nos proponemos abordar en algunas notas esta problemática silenciada, sufrida y ocultada en el seno de la familia. Desde hace pocos años ha comenzado a emerger en la sociedad, gracias a que muchas mujeres comienzan a denunciarla. En esta nota trataremos la violencia en las relaciones de pareja.

Violencia en la familia

14/7/08> Primera nota de tres

“las mujeres llevan sobre sus espaldas la mitad
del cielo y deben conquistarlo”. Mao Tse Tung

En las sucesivas notas vamos a focalizar el proceso que se desarrolló a partir de la crisis del 2000 en adelante, y en el que el protagonismo de las mujeres en las luchas, cortes de ruta, huelgas, en tomas de establecimientos, en empresas recuperadas, etc. ha ido en aumento. Desde el comienzo de ese proceso nuestras compañeras pudieron observar la gran cantidad de mujeres que relataban haber sufrido golpes, insultos, etc. por parte de sus parejas al volver a la casa, y que esto les significaba un gran obstáculo para continuar y avanzar al calor de ese proceso de luchas.
Actualmente vemos con frecuencia en los medios de comunicación historias de violencia conyugal contra las mujeres, que en casos extremos llegan a la muerte.

¿Qué se entiende por violencia en la familia?
Las estadísticas revelan que el 50% de las familias sufren algún tipo de violencia: el 75% es de los hombres hacia las mujeres; un 23% de violencia mutua o cruzada (se pegan uno al otro) y el 2% es de mujeres hacia hombres.
Nosotras sostenemos esta denominación: violencia “en la familia” y no “de la familia”, entendiendo que se trata de una conducta generada y aprendida socialmente. Que responde a causas históricas, económico-sociales y que por lo tanto, también socialmente se puede modificar.
Se trata de una relación de abuso, que es ejercida en el ámbito de una relación adulta, de pareja, que habitualmente incluye la convivencia e involucra a los menores.
Se entiende por conducta abusiva a todo lo que, por acción u omisión, provoque daño físico o psicológico a otra persona.
Son formas de demostrar control y dominación sobre el otro/a. De ejercer un poder sobre el otro/a. De imponer sus puntos de vista, opiniones, criterios, etc. mediante el abuso, sin considerar al otro/a.
Esta conducta tan extendida se manifiesta de diferentes maneras:
1. Violencia física: patadas, bofetadas, pellizcones, arrojarle objetos, etc. pueden ser leves o graves, pero siempre son traumáticas.
2. Violencia emocional o psicológica: incluye insultos, críticas, amenazas, acusaciones, burlas, descalificaciones “callate vos no hables”, “vos no sabes nada”, etc. La violencia física siempre está precedida por la violencia emocional, cuyas secuelas son graves: baja autoestima, depresión, etc.
3. Violencia sexual: incluye conductas tales como obligarla a ejercer actividades sexuales no deseadas. Hostigarla sexualmente. Denigrarla. Compararla con otras. Tratarla como un objeto sexual. Violarla, incluso dentro del matrimonio o pareja.
4. El abandono: la violencia puede ejercerse por acción o por omisión. Por lo tanto, el abandono es también una forma de abuso: por ejemplo cuando el hombre se va y no cumple con la obligación alimentaria para con sus hijos, cuando deja de verlos o se niega a reconocerlos, etc.
5. En cuanto a los niños ser testigos de violencia entre sus padres, o haber sido abandonados, siempre deja secuelas psicológicas, aún cuando ellos no reciban maltrato físico.
Las mencionadas son las principales conductas violentas, pero se dan también otras modalidades: hay abuso económico, cuando a la mujer se la excluye de las decisiones, cuando se ponen los bienes a nombre del hombre, controlando sus gastos, cuando no le entrega suficiente dinero, cuando no le informa u oculta sus ingresos, etc. Hay abuso ambiental o social cuando la mujer es descalificada en público, frente a amigos, vecinos o hijos. Cuando es aislada socialmente, cuando no se le permite llevar adelante proyectos propios, de estudio, trabajo, etc.
Esta reseña nos ejemplifica algunas de las modalidades más comunes, que por estar naturalizadas, a veces ni siquiera el que la ejerce o la que la sufre reconoce que está incurriendo en alguna de estas formas de abuso.
En la mujer, este maltrato prolongado redunda en un debilitamiento progresivo de su carácter, en una muy baja autoestima, depresión, limitaciones de diverso tipo, etc.
Todas las mujeres que sufren violencia se encuentran restadas en sus posibilidades de realizar actividades laborales, sociales, políticas, además del padecimiento a que son sometidas.

¿Cuáles son las causas?
La violencia sobre la mujer no es algo nuevo, sino que tiene muchos siglos de historia. Se fue instalando en la cultura, con una gran cantidad de argumentaciones que la justifican, y que hombres y mujeres terminan creyéndolas, tomándolas como ciertas. Por ejemplo, que la mujer es inferior, que no sabe, que no puede, que se la busca, que le gusta que le peguen, etc. Se trata de una serie de mitos, que iremos viendo en una próxima nota.
Los marxistas sostenemos, con base en los estudios de Federico Engels expuestos en su libro “Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado”, que a partir de que la sociedad se dividió en clases, junto con la propiedad privada y el Estado como instrumento de la clase dominante, asignó el espacio público al hombre y el privado a la mujer.
Esto significó para la mujer –con distintos grados de sometimiento hacia el hombre según la época y la cultura– la responsabilidad de las tareas domésticas y la crianza de los hijos, y para los hombres el salir a trabajar y resolver el sustento familiar.
Desde los comienzos del “Patriarcado” en la organización familiar se asignó al padre el rol dominante, tenía el poder sobre el resto de la familia y muy particularmente sobre la mujer.
El patriarcado es la base histórica del sometimiento y subordinación de la mujer.
Mientras no tomemos conciencia de que este es un problema social, no de “puertas adentro”, mientras impere el “no te metás” y, en cambio, comencemos a encontrar los caminos de resolución –caminos sociales de resolución– aprendiendo y enseñando otras formas de comportamiento, de diálogo, será difícil empezar a enfrentarlo.
El movimiento de mujeres vinculado a Amas de Casa del País cuenta con experiencias valiosas en este sentido, que iremos relatando en próximas notas.