Las consecuencias de la política kirchnerista son cada vez menos jóvenes practicando deportes y menos apoyo a los deportistas de alto rendimiento.
El 8 de agosto darán comienzo en Beijing los 24º Juegos Olímpicos. Los mismos que nacieron en la antigua Grecia 776 años antes de nuestra era, y que siempre tuvieron contenido político.
El “espíritu olímpico”, el “juego limpio”, el “deporte amateur”, no son más que frases de ocasión –más allá del espíritu amateur demostrado por la mayoría de los deportistas– para tratar de tapar la realidad del deporte de alta competencia: grandes negocios, dopaje, arbitrajes y resultados con arreglos, y un largo etcétera. En el torneo predomina, convenientemente oculta, la red de ganancias de los grandes monopolios y las cadenas televisivas, privilegiando una carrera desenfrenada hacia el rendimiento.
Coca Cola triplicará su producción en China, donde tiene 36 empresas para embotellar y 30 de producción, siendo China su cuarto mercado mundial. Mac Donald’s planea invertir 2.000 millones de dólares en el año olímpico, además de abrir otros 125 locales. Además, son “patrocinantes” empresas como Visa, Panasonic, Samsung, Kodak y Lenovo (la empresa china que compró una parte de IBM).
Por su parte, el gobierno de China invirtió cuarenta mil millones de dólares en la preparación de los juegos. Esperan 500.000 visitantes y una audiencia de cuatro mil millones de televidentes.
La política deportiva kirchnerista
De los 10.700 atletas que participarán en los juegos, Argentina aporta 138. Es la delegación más chica de nuestro país en los últimos 15 años, por debajo de los 155 que fueron a Atenas 2004, los 143 de Sidney 2000 y los 179 de Atlanta 1996.
Quedaron afuera por no clasificar disciplinas como voley, hockey masculino, gimnasia, y handbol masculino; el boxeo, donde siempre tuvimos participación, concurre con un solo deportista.
Los posibles logros de la competencia están dentro de lo previsible, para los que conocen la realidad del deporte en nuestro país. Porque salvo en el fútbol, que se sigue practicando masivamente, son cada vez menos los argentinos que hacen deporte. Hay una relación directa entre la abrupta caída en la calidad de vida de la mayoría del pueblo argentino (desnutrición infantil, crecimiento de las enfermedades, aumento de la pobreza, menos tiempo libre por la superexplotación, etc.) y los bajos rendimientos deportivos.
Desde ya, la causa principal de esta situación son las políticas que han llevado a gran parte de nuestro pueblo bajo los índices de pobreza, privilegiando los intereses de minorías a costa del hambre, la salud, la educación y el deporte de las grandes masas. Desde esta concepción, el gobierno kirchnerista, en lugar de planificar actividades deportivas para la mayoría del pueblo con el objeto de mejorar su calidad de vida, usa el deporte, como hace con los llamados campeonatos Evita, anunciados como “el plan de deporte social”. Estos torneos son organizados por la Secretaría de Deportes de la Nación, empiezan a mitad de año y, en las provincias donde se compite, los participantes no alcanzan a jugar un mes. Esto no resuelve las necesidades deportivas y recreativas de chicos y jóvenes, ni constituye una política social.
Ahora, a tono con el doble discurso y las mentiras en otras áreas del gobierno, la Secretaría de De-portes dice que “se han dado cuenta” que la verdadera misión del secretario es “dar la posibilidad a toda nuestra gente de tener acceso a la actividad deportiva” (Crítica, 6/7/2008).
Esta política, que plantea como única preocupación cuántas medallas se puedan obtener en los Juegos Olímpicos, y no un pueblo haciendo deportes, da como resultado que ni en medallas, ni en el deporte para la mayoría del pueblo, nos irá bien.
Por el derecho al deporte
Se hace necesario reforzar la batalla por el derecho al deporte de las grandes masas, concientes que es imposible cambiar de fondo el actual deporte capitalista, con su estructura de comercialización y profesionalismo, sin una trasformación revolucionaria. Esta es la lucha hoy, integrada al resto de las reivindicaciones populares, como las que llevan adelante los jóvenes en los barrios reclamando elementos y polideportivos, o en las escuelas por mayor presupuesto, porque en el terreno deportivo también rige la mentira kirchnerista.
El reciente ejemplo del torneo de fútbol de la CCC en La Matanza, entre otros, marca un camino a seguir para ayudar a los jóvenes a incorporarse a la actividad deportiva y luchar por su mejoramiento.