La epidemia de gripe A vuelve a poner al rojo no sólo la destrucción del sistema de salud pública sino también el deterioro de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Si bien cualquiera está expuesto al contagio, las posibilidades de que así sea, y el efecto, no son iguales para todos: la mala alimentación, las enfermedades derivadas de la pobreza o no atendidas, la carencia de una vivienda higiénica y de servicios como agua potable y cloacas son fatales ante el virus.
La denuncia de esta situación se ha multiplicado en estos días. Una carta de lectores aparecida en Clarín (8/7/09) firmada por Meny Bergel, académico nacional en Ciencia, hace hincapié en el problema de la desnutrición en que la gripe encuentra a a millones. Y tiene una propuesta: un decreto de necesidad y urgencia para que los alimentos como “carnes rojas, especialmente la vacuna; carnes blancas –como pescado y aves-, leche y derivados lácteos; vegetales frescos y frutas de estación, y huevos se vendan al público en valores entre el 40 al 50% del actual”. “A mejor estado nutricional, mayor capacidad de defensa frente a las infecciones”, concluye el autor.
A su vez, los especialistas Alberto Cormillot y Máximo Ravenna denunciaron el poco valor nutritivo de las viandas que se entregan en las escuelas de la provincia de Buenos Aires, en base a alimentos secos: harina, fideos, azúcar y leche. “Lo más importante que deberían recibir estas familias son alimentos frescos, como frutas y verduras”, dicen. Los gobiernos nacional, provinciales y municipales, habitualmente ciegos, ahora también son sordos.
03 de octubre de 2010