Luego de diez años de vigencia de la ley de enfiteusis, cuando correspondía aplicar un nuevo canon, Rosas resolvió no renovar los contratos de enfiteusis dentro de ciertas zonas que comprendían, en conjunto, la mayor parte de las tierras de la provincia y duplicar el canon para las que estaban afuera. Obligó así a comprarlas o abandonarlas en cuyo caso las vendió al mejor postor sobre la base de un decreto del 28/5/1838. Así vendió las tierras exceptuadas de la renovación del contrato, a cinco mil pesos la legua de mejor calidad y ubicación. Esta segunda venta abarcó 1936 leguas adquiridas por los mismos beneficiarios de ventas anteriores.
03 de octubre de 2010