Paralelamente, y al contrario de lo que los propagandistas del imperialismo recomiendan a los países del Tercer Mundo, hay en esas metrópolis imperialistas una creciente participación del Estado como palanca para la acumulación capitalista a través del gasto fiscal, el endeudamiento estatal, el armamentismo y el crédito para fusiones de las corporaciones. El gasto estatal representó en 1987 el 36,5 % del Producto Bruto en los Estados Unidos (era del 29,1 % en 1970), el 46,5 % en Alemania (era del 36,7% en 1970) y el 53,5% en Francia (era del 38,5% en 1970).
La economía mundial es cada día más especulativa y menos productiva. Si en la década del 70 se dedicaban 0,70 centavos de dólar a la especulación por cada dólar que iba a la producción, ahora se dedican 3 a la especulación por cada dólar que va a la producción. En esto juega un gran papel el peso, gigantesco (centenares de miles de millones de dólares por año) que tiene en el comercio internacional lo que muchos llaman “capital ficticio” (tráfico de drogas y de armas, renta petrolera, etc.).