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11 de noviembre de 2010


La revolución científico técnica

Documentos del PCR / tomo 6

La bur­gue­sía y el revi­sio­nis­mo plan­te­an que todos estos cam­bios que se pro­du­cen a nivel inter­na­cio­nal son el pro­duc­to de la revo­lu­ción cien­tí­fi­co-téc­ni­ca. Serían el fruto de una supues­ta “racio­na­li­dad” del mundo moder­no, cuan­do en rea­li­dad son con­se­cuen­cias de la irra­cio­na­li­dad de un mundo some­ti­do a las leyes bru­ta­les del capi­ta­lis­mo impe­ria­lis­ta.
Los revi­sio­nis­tas dicen que la teo­ría mar­xis­ta per­dió su vali­dez ante el actual avan­ce cien­tí­fi­co-téc­ni­co por­que la inves­ti­ga­ción y los des­cu­bri­mien­tos de Marx corres­pon­den a otro desa­rro­llo téc­ni­co del capi­ta­lis­mo. Pero, como seña­ló el Quinto Congreso: Marx (al con­tra­rio de lo que afir­man, por mala fe o igno­ran­cia, los revi­sio­nis­tas) pre­vió esta fase del desa­rro­llo pro­duc­ti­vo en el que podría­mos lla­mar capi­ta­lis­mo madu­ro” (5º Congreso. Documentos. pág. 14).
Se habla de esta revo­lu­ción cien­tí­fi­co-téc­ni­ca desde fines de la déca­da del cin­cuen­ta. Fue en ese enton­ces tam­bién la can­ti­ne­la pre­fe­ri­da de Jruschov.
Es indis­cu­ti­ble que en las últi­mas déca­das se han pro­du­ci­do gran­des avan­ces e inno­va­cio­nes cien­tí­fi­co-téc­ni­cas. Las mis­mas han influen­cia­do el desa­rro­llo a sal­tos de cier­tos paí­ses, y, con­si­guien­te­men­te, en la situa­ción inter­na­cio­nal. Pero el pro­ble­ma es que tras esta cons­ta­ta­ción la bur­gue­sía, y el revi­sio­nis­mo, intro­du­cen su con­tra­ban­do teó­ri­co de la lla­ma­da teo­ría de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. Como si los cam­bios y trans­for­ma­cio­nes en éstas, por impor­tan­tes que sean, fue­ran capa­ces de revo­lu­cio­na­ri­zar de por sí el modo de pro­duc­ción. En par­ti­cu­lar, hoy en día, como si el actual desa­rro­llo cien­tí­fi­co-téc­ni­co impli­ca­se una revo­lu­ción en el pro­ce­so de tra­ba­jo, en sus rela­cio­nes inter­nas, libe­ran­do al hom­bre de su sumi­sión a la máqui­na (y, en defi­ni­ti­va, al capi­tal), cuan­do en rea­li­dad, bajo las actua­les rela­cio­nes de pro­duc­ción, ha aumen­ta­do su subor­di­na­ción y escla­vi­za­mien­to.
En rea­li­dad, lo que corres­pon­de pre­gun­tar­se, es si los cam­bios que se pro­du­cen en la URSS, y en el mundo capi­ta­lis­ta en gene­ral, resul­tan de la adap­ta­ción de la eco­no­mía a las inno­va­cio­nes que ha pro­du­ci­do esa revo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca o esa adap­ta­ción y estos cam­bios tec­no­ló­gi­cos son, en defi­ni­ti­va, el pro­duc­to de las leyes ine­xo­ra­bles que rigen a la eco­no­mía capi­ta­lis­ta. Corresponde pre­gun­tar si el avan­ce tec­no­ló­gi­co es usado para acor­tar la jor­na­da de tra­ba­jo de los obre­ros y mejo­rar las con­di­cio­nes de vida de las gran­des masas del Tercer Mundo, o se lo uti­li­za para pro­lon­gar la parte de la jor­na­da que el tra­ba­ja­dor tra­ba­ja gra­tis para el capi­ta­lis­ta y para refor­zar la explo­ta­ción del Tercer Mundo.
Es la explo­ta­ción de los paí­ses depen­dien­tes del Tercer Mundo, y no la revo­lu­ción cien­tí­fi­co-téc­ni­ca, la que per­mi­te a la bur­gue­sía de los paí­ses impe­ria­lis­tas corrom­per a parte de la clase obre­ra de sus paí­ses, la aris­to­cra­cia obre­ra, que es uno de los fac­to­res más impor­tan­tes de la domi­na­ción de clase de la bur­gue­sía. Con los avan­ces téc­ni­cos la bur­gue­sía deja para “sus” obre­ros las tare­as de ser­vi­cios, o menos pesa­das, y colo­ca a los inmi­gran­tes de los paí­ses pobres y a los negros, asiá­ti­cos y lati­no­a­me­ri­ca­nos, en los tra­ba­jos pesa­dos y sucios. Pero tam­bién agu­di­za, per­ma­nen­te­men­te con esas inno­va­cio­nes, el pro­ble­ma de la deso­cu­pa­ción en sus pro­pios paí­ses y va gene­ran­do la posi­bi­li­dad de gran­des esta­lli­dos socia­les en ellos.
El capi­ta­lis­mo es el modo de pro­duc­ción en donde los medios de pro­duc­ción están en manos exclu­si­va­men­te de los capi­ta­lis­tas, que los mane­jan en forma indi­vi­dual o a tra­vés del capi­ta­lis­mo de Estado. Su fina­li­dad es pro­du­cir para valo­ri­zar el capi­tal; no para satis­fa­cer las nece­si­da­des de la pobla­ción. Esto sobre la base de explo­tar a los asa­la­ria­dos. El capi­ta­lis­mo tiene una con­tra­dic­ción fun­da­men­tal entre la pro­duc­ción que es social y la apro­pia­ción, que es pri­va­da. Millones de asa­la­ria­dos no tie­nen otra cosa que ven­der que su fuer­za de tra­ba­jo y una mino­ría, dueña de los medios de pro­duc­ción, usu­fruc­túa el tra­ba­jo ajeno. Pero esa con­tra­dic­ción fun­da­men­tal del capi­ta­lis­mo es, en su desa­rro­llo, al expre­sar­se en la lucha de cla­ses y en la lucha entre los pro­pios capi­ta­lis­tas, la fuer­za motriz del modo de pro­duc­ción capi­ta­lis­ta. La lucha de la clase obre­ra, su resis­ten­cia a la inten­si­fi­ca­ción de la explo­ta­ción, obli­ga a los capi­ta­lis­tas a intro­du­cir inno­va­cio­nes y, a la vez, la lucha por un mer­ca­do que es limi­ta­do y des­co­no­ci­do, empu­ja a la con­cu­rren­cia des­pia­da­da entre los dife­ren­tes capi­ta­lis­tas. Concurrencia que impo­ne la con­cen­tra­ción de la pro­duc­ción y la acu­mu­la­ción del capi­tal y lleva, ine­xo­ra­ble­men­te al capi­ta­lis­mo, a la uti­li­za­ción de medios y for­mas de pro­duc­ción nue­vas, a la obli­ga­to­rie­dad para todos los capi­ta­lis­tas de uti­li­zar las nue­vas téc­ni­cas o pere­cer (por care­cer de ellas por falta de capi­tal o por no poder acce­der al secre­to tec­no­ló­gi­co). Esa con­tra­dic­ción fun­da­men­tal empu­ja, con­ti­nua­men­te, a la revo­lu­cio­na­ri­za­ción de la pro­duc­ción; aun­que en el capi­ta­lis­mo mono­po­lis­ta la des­com­po­si­ción del capi­ta­lis­mo lo con­duz­ca, en muchas oca­sio­nes, a redu­cir con­cien­te­men­te la pro­duc­ción y el desa­rro­llo de las fuer­zas pro­duc­ti­vas, por­que el capi­ta­lis­ta no intro­du­ce la téc­ni­ca para aho­rrar tiem­po de tra­ba­jo al pro­duc­tor sino para eco­no­mi­zar tiem­po de tra­ba­jo paga­do. Y esa con­tra­dic­ción empu­ja la mono­po­li­za­ción, la cri­sis, las gue­rras por los mer­ca­dos y fuen­tes de mate­rias pri­mas y, en defi­ni­ti­va, empu­ja­rá al capi­ta­lis­mo a su tumba y a su reem­pla­zo por el socia­lis­mo.
Es ese pro­ce­so el que ha lle­va­do al capi­ta­lis­mo impe­ria­lis­ta a la lucha feroz y el repar­to feroz de mer­ca­dos en la actua­li­dad, al igual que lo llevó antes de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Y si se obser­va la situa­ción mun­dial en su con­jun­to ha agu­di­za­do, a media­no plazo, las con­tra­dic­cio­nes que hacen del impe­ria­lis­mo un capi­ta­lis­mo mori­bun­do y no un capi­ta­lis­mo pujan­te, reju­ve­ne­ci­do y todo­po­de­ro­so como lo pre­sen­ta el revi­sio­nis­mo.
La pro­pa­gan­da sobre la moder­ni­za­ción, y la nece­si­dad de “ade­cuar­se” a ella en los paí­ses del Tercer Mundo, tiene hoy el mismo obje­ti­vo colo­ni­za­dor que cuan­do el impe­ria­lis­mo nos impu­so su divi­sión inter­na­cio­nal del tra­ba­jo, y nos domi­nó con su supe­rio­ri­dad tec­no­ló­gi­ca avan­za­da en la rama del trans­por­te, la ener­gía, de la refri­ge­ra­ción, el auto­mo­tor, la side­rur­gia, etc. Y la inter­de­pen­den­cia del mundo actual, impli­ca para nues­tros paí­ses una cre­cien­te depen­den­cia, ya que los cen­tros impe­ria­lis­tas mun­dia­les tie­nen palan­cas eco­nó­mi­cas que les per­mi­ten deter­mi­nar la orien­ta­ción, y el ritmo, de cre­ci­mien­to de nues­tras eco­no­mías, en tanto estas no con­quis­ten su inde­pen­den­cia. La expor­ta­ción de tec­no­lo­gías que son el pro­duc­to de gigan­tes­cas inver­sio­nes loca­li­za­das en las metró­po­lis impe­ria­lis­tas, pro­pie­dad de los mono­po­lios, refuer­zan la depen­den­cia de nues­tros paí­ses. En 1975 los paí­ses indus­tria­li­za­dos poseían el 94% de todas las paten­tes de inven­ción y el 85% de ellas esta­ba con­tro­la­da por los gran­des mono­po­lios inter­na­cio­na­les. El Tercer Mundo pier­de, por año, más de 25.000 espe­cia­lis­tas que emi­gran a los paí­ses desa­rro­lla­dos.