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11 de noviembre de 2010


La disputa interimperialista y América Latina

Documentos del PCR / tomo 6

En ese marco inter­na­cio­nal crece la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta en América Latina.

En ese marco inter­na­cio­nal crece la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta en América Latina.
América Latina es vital para el impe­ria­lis­mo yan­qui: por ser su prin­ci­pal fuen­te de abas­te­ci­mien­to de mate­rias pri­mas estra­té­gi­cas (anti­mo­nio, man­ga­ne­so, esta­ño, el 96% de la bau­xi­ta y el 40% del petró­leo); por­que los EE.UU. des­ti­nan a América Latina un por­cen­ta­je de sus expor­ta­cio­nes seme­jan­te al que va a Europa; América Latina absor­be el 20% de las inver­sio­nes yan­quis en el extran­je­ro; y de América Latina pro­vie­nen las 2/3 par­tes de la droga que entra a EE.UU.
Pero por sobre todas las cosas América Latina es el “patio tra­se­ro” del impe­ria­lis­mo yan­qui, vital para su lucha por el domi­nio mun­dial con su rival sovié­ti­co. Si éste logra­se empan­ta­nar a los yan­quis en América del Sur –con el desa­rro­llo de gue­rri­llas y movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios vin­cu­la­dos a la URSS– el impe­ria­lis­mo yan­qui vería ata­das sus pier­nas para enfren­tar la
dis­pu­ta por la hege­mo­nía mun­dial. En esa direc­ción la estra­te­gia sovié­ti­ca en América del Sur teje, minu­cio­sa­men­te, la rela­ción de los fren­tes gue­rri­lle­ros que influen­cia con el nar­co­trá­fi­co, para incen­diar, en un perío­do no muy largo, la lade­ra orien­tal de los Andes y la zona de las nacien­tes de las tres gran­des cuen­cas flu­via­les del con­ti­nen­te (Orinoco, Amazonas y el Plata). Los yan­quis, por su lado, uti­li­zan la lucha con­tra el nar­co­trá­fi­co como pre­tex­to para meter a sus tro­pas y armas en América del Sur.
Los yan­quis temen el lla­ma­do “efec­to domi­nó” de la rebe­lión cen­tro­a­me­ri­ca­na sobre México, el país lati­no­a­me­ri­ca­no de mayor impor­tan­cia estra­té­gi­ca para ellos.
El lla­ma­do Documento Santa Fe 1, en 1980, esta­ble­ció que América Latina y el Caribe deben ser el “escu­do de la nueva segu­ri­dad mun­dial y espa­da de la expan­sión del poder glo­bal de los Estados Unidos” y, en cuan­to al Atlántico Sur, ya en 1980 el Consejo de Seguridad de los EE.UU. plan­teó la nece­si­dad de ase­gu­rar su defen­sa, alen­tan­do a Gran Bretaña “a man­te­ner aque­llas islas (por las Islas Malvinas) bajo su sobe­ra­nía ante cual­quier cir­cuns­tan­cia.
América Latina es, tam­bién el prin­ci­pal cen­tro de las inver­sio­nes ale­ma­nas en el mundo. Tradicionalmente fran­ce­ses, ingle­ses, ale­ma­nes y yan­quis han lucha­do por el domi­nio de estos paí­ses y duran­te muchas déca­das fue el cen­tro de la riva­li­dad entre yan­quis e ingle­ses. En las últi­mas déca­das han pene­tra­do pro­fun­da­men­te los sovié­ti­cos, ensi­llan­do los pro­ce­sos revo­lu­cio­na­rios lati­no­a­me­ri­ca­nos, con la ayuda, prin­ci­pal­men­te, desde fines de la déca­da del sesen­ta, del gobier­no cuba­no, y aso­cián­do­se, y subor­di­nan­do, a sec­to­res de las cla­ses domi­nan­tes loca­les.
Cada día les es más difí­cil a las bur­gue­sías nacio­na­les del Tercer Mundo com­pe­tir con las cor­po­ra­cio­nes impe­ria­lis­tas. Una sola de éstas, la Exxon yan­qui, fac­tu­ró, en 1975, más del doble que las 200 mayo­res cor­po­ra­cio­nes del Brasil jun­tas.
Las bur­gue­sías nacio­na­les lati­no­a­me­ri­ca­nas (salvo excep­cio­nes) tra­tan de uti­li­zar las riva­li­da­des inte­rim­pe­ria­lis­tas para for­ce­je­ar y nego­ciar por­cio­nes de poder. Tienen menos mar­gen para hacer­lo que en la inme­dia­ta post­gue­rra y han per­di­do vigor refor­mis­ta. Quieren cre­cer com­par­tien­do el mer­ca­do nacio­nal, regio­nal e inter­na­cio­nal, con los mono­po­lios inter­na­cio­na­les, a los que cada día están más vin­cu­la­dos (espe­cial­men­te la gran bur­gue­sía) por las nece­si­da­des finan­cie­ras y tec­no­ló­gi­cas para poder expan­dir su pro­duc­ción. La gran bur­gue­sía nacio­nal lati­no­a­me­ri­ca­na ha ido con­cen­trán­do­se para poder com­pe­tir en el mer­ca­do nacio­nal y ganar mer­ca­dos regio­na­les y mun­dia­les y, para hacer­lo, ha ido entre­la­zan­do sus inte­re­ses, cre­cien­te­men­te, con gru­pos finan­cie­ros y mono­po­lios impe­ria­lis­tas. Aspiran a desa­rro­llar pro­ce­sos de inte­gra­ción regio­nal para ampliar sus mer­ca­dos sin la nece­si­dad de tener que desa­rro­llar sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te sus mer­ca­dos inter­nos. Porque para hacer esto últi­mo las bur­gue­sías lati­no­a­me­ri­ca­nas debe­rían rea­li­zar refor­mas agra­rias y pro­ce­sos inde­pen­den­tis­tas que revo­lu­cio­na­rían a los paí­ses lati­no­a­me­ri­ca­nos; paí­ses en los que el ene­mi­go his­tó­ri­co de la bur­gue­sía, el pro­le­ta­ria­do, ya es la prin­ci­pal fuer­za motriz revo­lu­cio­na­ria.
En estas con­di­cio­nes, ame­na­za­da per­ma­nen­te­men­te por la quie­bra y la ruina, la bur­gue­sía peque­ña y media­na, muy nume­ro­sa en nues­tros paí­ses, resis­te cre­cien­te­men­te los plan­teos exclu­si­va­men­te mer­ca­do exter­nis­tas, defien­de el desa­rro­llo del mer­ca­do inter­no, enfren­ta en cier­to grado y medi­da la domi­na­ción impe­ria­lis­ta y esti­mu­la a las corrien­tes nacio­na­lis­tas de nues­tras socie­da­des.
Las bur­gue­sías nacio­na­les de Brasil y Argentina empu­jan un mer­ca­do regio­nal que, con Uruguay, Paraguay y Bolivia, ten­dría un terri­to­rio de 13.342.000 km2, supe­ra­do sólo por el terri­to­rio de la Unión Soviética. Los 147 millo­nes de habi­tan­tes de Brasil, más los 30 millo­nes de argen­ti­nos, cons­ti­tui­rían un mer­ca­do inte­re­san­te para esas bur­gue­sías. Más aún si se amplía a los paí­ses men­cio­na­dos y, desde allí, a toda América del Sur. Este obje­ti­vo que enfren­ta, en cier­ta medi­da, la opo­si­ción de las super­po­ten­cias, es pro­gre­sis­ta. Algunos gru­pos de bur­gue­sía inter­me­dia­ria rela­cio­na­dos con gru­pos euro­peos, tra­di­cio­na­les en la región, tam­bién impul­san este pro­yec­to. Tal el caso de Bunge y Born, un grupo mono­po­lis­ta que desde prin­ci­pios de siglo xx ha enfren­ta­do a los mono­po­lios yan­quis en América del Sur en alian­za direc­ta con gru­pos ale­ma­nes y man­te­nien­do áreas de inte­re­ses repar­ti­das con gru­pos ingle­ses. De los 50.000 emplea­dos que tiene el grupo Bunge y Born en todo el mundo, 35.000 son bra­si­le­ños y sus 117 empre­sas en ese país fac­tu­ran por 4.500 millo­nes de dóla­res anua­les. En la Argentina la fac­tu­ra­ción total de las 40 empre­sas del grupo fue esti­ma­da en 1985, en 900 millo­nes de dóla­res.