10. Los meses que transcurrieron desde el 14 de mayo hasta la asunción del nuevo gobierno en julio fueron muy difíciles.
10. Los meses que transcurrieron desde el 14 de mayo hasta la asunción del nuevo gobierno en julio fueron muy difíciles.
Porque en el país se agudizó la crisis económica, en forma impresionante e inédita, con una hiperinflación que prácticamente devoró precios y salarios en horas. Con una crisis social desconocida en la Argentina en lo que va del siglo, con millones y millones de hombres y mujeres al borde de la desesperación por el hambre y la imposibilidad material de continuar viviendo en esas condiciones.
Porque se desarrolló una crisis militar abierta, donde tras la unidad formal de las Fuerzas Armadas se reconoció públicamente la existencia de dos Ejércitos con Estados Mayores, propaganda y líderes propios.
Porque se intensificó la disputa interimperialista, y diversas camarillas, grupos de terratenientes y de burguesía intermediaria luchaban despiadadamente a costa de la entrega del patrimonio nacional y del hambre popular, para continuar con sus posiciones en el Estado y para seguir utilizando a éste no sólo como instrumento de opresión, sino para mantener y acrecentar sus tremendos privilegios. En especial los sectores prosoviéticos que con la derrota de Alfonsín vieron peligrar la hegemonía conquistada desde hace ya casi dos décadas, en la que la trenza lanussista terminó de copar los resortes claves del Ejército, el Estado y la economía nacional.
– Muy pocas veces se vio en nuestro país a un gobierno guiado por una falta tan grande de escrúpulos políticos, económicos y morales como sucedió con el gobierno de Alfonsín. Fue de este gobierno la responsabilidad de la agudización de la situación por las medidas del llamado “dolarazo” del 6 de febrero de 1989; y cuando se había desatado el incendio inflacionario, el ministro Pugliese lo activó con el argumento de que “no había medidas que tomar”. Luego de su renuncia, el nuevo ministro de Economía Jesús Rodríguez lo agudizó, a su vez, implementando una serie de medidas que sólo beneficiaron a los intereses del grupo de terratenientes y monopolios vinculados a la Junta Coordinadora, al alfonsinismo y a los intereses prosovíéticos. De allí que el clamor popular contra la corrupción tuviera un blanco preciso: el alfonsinismo.
El hecho fue que de los 3.600 millones de dólares en divisas que existían en octubre de 1988, al asumir el nuevo gobierno se encontró con que sólo existían 100 millones. Y la deuda externa había ascendido a 67.000 millones de dólares sin que se pagaran intereses por la misma desde hacía más de un año.
– En esta situación y basándose en una necesidad, real de las masas, se empujaron impresionantes saqueos masivos de supermercados y mercados de alimentos en varios lugares, en San Miguel, pero sobre todo en Rosario, que conmovieron al país. Posteriormente a estos hechos se los llamó “La Tablada Social” Todo ello con la finalidad de amenazar con el caos generalizado a fin de condicionar y entregar maniatado el gobierno al Dr. Menem; con esa finalidad también el alfonsinismo manejó la crisis económica, chantajeó y en definitiva obligó al traspaso anticipado del gobierno en condiciones muy difíciles, pues el país se bamboleaba al borde del caos económico y social.
Menem que debía asumir en diciembre de 1989 –lo hizo en julio y en una situación en la que desde ya no controlaba el poder, ni su propio partido, y la mayoría de las gobernaciones estaban en manos de sus rivales internos en el renovadorismo. Por otra parte, al no cesar hasta diciembre el mandato de los parlamentarios permanecía en minoría en la Cámara de Diputados. Por lo tanto Menem asumió el gobierno en las peores condiciones imaginables.
– Al mes de haber asumido el gobierno nuestro Partido analizó la situación en la reunión del Comité Central de agosto de 1989. En dicha reunión se aprobó la resolución. “La situación política nacional con el gobierno del Dr. Menem “ En ella se caracteriza al gobierno como “un gobierno heterogéneo, liderado por un sector nacionalista reformista de burguesía nacional, y en el que predominan, por ahora, sectores de gran burguesía intermediaria.” Posteriormente el gobierno sufrió modificaciones en su composición, que analizarán las Tesis Políticas.
– En dicha Resolución se señaló que nuestro Partido había sido sacudido con fuerza por la ofensiva reaccionaria desatada con La Tablada Social y los cambios políticos producidos con la designación del gabinete y el anuncio del plan económico. Algunos camaradas e incluso organizaciones, especialmente los que están más desligados de las masas, cuestionaron la caracterización de clase que habíamos realizado del gobierno y se paralizaron, como se reflejó en el trabajo con la prensa y en la Campaña Financiera de 1989. El Comité Central de agosto señaló que las circunstancias políticas eran difíciles y complejas pero que esto no explicaba ni justificaba tal situación por cuanto la incipiente práctica en la línea trazada comenzaba a dar resultados. Ejemplo de ello fue la organización de la lucha contra el hambre en diversos barrios y asentamientos del Gran Buenos Aires, Barrio Elena, en Solano, en Berisso, en Gobernador Gálvez en Santa Fe, etc., que movilizaron a decenas de miles de familias. En las grandes empresas empujamos una línea que, partiendo de la solidaridad obrera con sus hermanos desocupados, pusiera al proletariado industrial a la cabeza de la lucha contra el hambre. Los ejemplos más avanzados de esto fueron las experiencias de Siderca y Astilleros.
Esta iniciativa fue resistida por la mayoría de la dirigencia sindical, debilitando la acción del movimiento obrero en este terreno.
La lucha contra el hambre ocupó el centro de la política nacional, y en ella nuestro Partido –con la línea de apoyarse y organizar democráticamente a las masas para resolver el problema– dio batalla en torno a quienes eran los responsables de la crisis y debían pagar la misma.
La incomprensión de la profundidad de la crisis, de que ésta es objetiva, hizo que en muchos lugares se perdiera de vista la situación de las masas, y al igual que en otras oportunidades no se recogieran suficientemente sus opiniones. En el curso de estos años estas cuestiones han estado muchas, veces en el trasfondo de los sucesivos cambios bruscos de la situación y de las dificultades de muchos organismos para ubicarse y tomar iniciativas.
Otro hecho de importancia fue nuestra participación en el Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en Rosario; encuentro que fue expresión, a su vez, del movimiento femenino que existe y se desarrolla en profundidad en todo el país. Allí, adonde movilizamos alrededor de 300 compañeras, dimos pasos muy positivos porque ubicamos con corrección el blanco, porque practicamos una política justa de frente único –en particular con el peronismo-, porque impulsamos un método democrático de debate Y funcionamiento frente a las maniobras del alfonsinismo y el P“C”. Si bien es necesario señalar también que no en todos los lugares supimos utilizar posteriormente sus resoluciones para desarrollar nuestro trabajo permanente entre las mujeres, y en ese proceso avanzar y construir fuertes células femeninas.
En este mismo sentido también fue importante nuestra participación en el Congreso de la Federación Agraria, en el Congreso de la Federación Universitaria de Tucumán, así como la realización exitosa de los picnics del Mes de la Prensa en Buenos Aires y Rosario.
El Informe de agosto analizó también que estábamos sometidos a dos presiones: “Una presión gorilizante de apariencia izquierdista, de los que se opusieron al FREJUPO y a la táctica electoral o la apoyaron luego de muchos forcejeos y vaivenes, y ahora quieren “pasar boleta”. Como sucedió desde 1983, esta presión concilia con el alfonsinismo, subestima la responsabilidad de éste en el desastre económico, social, militar y político actual y subestima la importancia de su derrota electoral el 14 de mayo. Esta presión también encuentra eco en aquellos compañeros que se ilusionaron con Menem, pensaban que éste iba a tener una política casi revolucionaria, y consideraban tibia nuestra adhesión al FREJUPO por los cuatro puntos que siempre dijimos que la motivaban (derrotar a Alfonsín; resolver problemas acuciantes de las masas más necesitadas; crear mejores condiciones de lucha; acumular fuerzas revolucionarias)”.
La otra presión –señaló el Informe de agosto– es “la que refleja la presión de la masa peronista que no quiere que hoy se lo critique a Menem, está esperanzada en éste, y no quiere que se le destroce esta esperanza”.
Transitoriamente atravesamos un momento difícil, se afirmó, pero lo hacemos luego de haber dado un salto enorme con nuestro trabajo antialfonsinista en los últimos años y nuestra posición electoral para el 14 de mayo. Hay condiciones para que crezcan el PTP y el PCR. Y para que crezcan en forma importante. El crecimiento numérico del Partido y su fortalecimiento orgánico e ideológico constituyen, por eso, una necesidad urgente del movimiento revolucionario argentino. Cuestión ésta que nos plantea luchar por un reclutamiento permanente integrado a la labor política general del Partido.
Y darnos un plan para 1990. Pero para ello debemos reconocer que tenemos grandes dificultades para realizar un reclutamiento permanente y una asimilación orgánica de los nuevos afiliados.
Existe en muchas organizaciones, señaló el Comité Central de agosto de 1989, “un gran sectarismo tanto para el reclutamiento como para la asimilación de los nuevos afiliados. Al calor del combate contra “el doctrinarismo estéril y paralizante ha crecido en el Partido un espontaneísmo basista, sindicalista, de esencia reformista, que considera que el crecimiento será un producto espontáneo de la lucha y el movimiento de masas. O considera la teoría de la autoliberación de las masas de una manera anarquista, no marxista, independiente de la existencia de una organización revolucionaria, de vanguardia, necesariamente minoritaria aunque sea de masas.” Y agregó: “la asimilación de los nuevos afiliados exige tener claro que su afiliación es un primer paso para su incorporación orgánica e ideológica y que cada paso de éstos implica un salto de calidad en su comprensión política e ideológica. Carecemos de una política de cuadros seria que parta de la necesidad de desarrollar cuadros para tener células estables, y de la especialización de los mismos para poder realizar un trabajo revolucionario en profundidad, asegurando la división del trabajo indispensable para que pueda desarrollarse cualquier organización humana en las actuales condiciones sociales.
“En el tema de los cuadros tenemos que erradicar por un lado la política que no critica sus errores para que pueda superarlos, concilia con ellos y practica la aparcería política, liberal, reformista. Por otro lado hay que dar batalla contra la crítica destructiva, izquierdista, que coloca etiquetas, golpea a los cuadros, y siempre parte de lo que a éstos les falta, y no de sus méritos. Hay que partir de lo bueno, de lo positivo, de cada camarada, para ayudar a corregir sus errores, buscando la forma adecuada para dar la lucha ideológica activa, buscando eliminar las formas que ofendan y lastimen a los cuadros impidiéndoles comprender sus defectos y las raíces de éstos.”
Claro que esto nos exige practicar una política de cuadros y de asimilación que ayude a los cuadros y nuevos compañeros a integrar la línea con su realidad particular, a practicar la línea de masas y a tener una política que fortalezca al Partido.
Una política que estimule sus propios análisis, a que desplieguen su iniciativa y se animen crecientemente a asumir responsabilidades. Lo que presupone debatír y convencer política e ideológicamente rechazando el autoritarismo y la conciliación, por cuanto ambos son expresión de la ideología burguesa y ajenos a la ideología del proletariado, al marxismo. Así como esforzarnos para que no sólo una minoría sino todos los compañeros funcionen colectiva y democráticamente, participen de una política que los ayude a elevarse política y teóricamente, ayudar y controlarlos en su labor, ubicarlos acertadamente y atender el conjunto de sus problemas. Y estimular como cualidades comunistas la modestia y sencillez sinceras, porque sólo así podremos servir incondicionalmente a la causa de la clase obrera y el pueblo.
Como se dice habitualmente en el Partido, señaló la Resolución, “tenemos muchos cuadros que no utilizan ‘sus diez dedos para tocar el piano’.
No combinan lo legal con lo clandestino y secreto. Picotean aquí y allá. No construyen sólidamente. No forman cuadros multifacéticos. Esto no se debe a factores coyunturales ('hay muchas tareas', 'no hay tiempo', 'no hay dinero', etc.) sino a razones de orientación estratégicas que hacen que muchos de nuestros cuadros vivan sujetos a la coyuntura política y sindical. Es cierto que los problemas de organización son problemas políticos. Pero esto no se refiere a la táctica sino a lo político-ideológico. Un cuadro o una organización que pierda de vista nuestro objetivo histórico (el comunismo) y nuestra meta estratégica (la revolución agraria y antiimperialista en marcha al socialismo) va a degenerar, obligadamente, en el oportunismo político, como inicio de su degeneración ideológica”.
La trascendencia de estas cuestiones lógicamente se acrecienta por la actual ofensiva internacional del revisionismo. Por eso es que para abordarlas y resolverlas es esencial la defensa del marxismo-leninismo y la lucha por su integración a la práctica concreta de la revolución argentina. Y en relación a estos temas, en particular la defensa de la teoría leninista del Partido revolucionario de la clase obrera y del estilo de pensamiento y de trabajo marxista.
– Realizamos este Balance hacia el Sexto Congreso en una situación internacional muy particular. Situación que analizan las Tesis sobre el tema. Es en ese contexto también en el que debemos enfocar nuestra labor en estos años. Sobre todo por cuanto existe una polémica a veces abierta, otras veces sorda, en la que se realiza un balance de nuestro trabajo fuera de la compleja y difícil situación internacional por la que atravesamos.
Por lo tanto siempre es poco nuestro balance para quienes sostienen esas posiciones. Tenemos incluso experiencias de algunos compañeros que han perdido la confianza y el entusiasmo por la causa revolucionaria, y criticando rasgos voluntaristas de algunos organismos y camaradas han bajado los brazos y caído en el escepticismo revolucionario.
Ya en el Comité Central de agosto de 1986 y en el Quinto Congreso de mayo de 1987, en el capítulo 30 del Balance, abordamos esta polémica sobre la “pequeñez” del Partido, sobre las características del actual auge abierto en 1982 y el error de quienes lo comparaban en forma simplista con la situación que vivimos a fines de la década del 60, así como el error que significaba subestimar las huellas profundas que dejó en nuestro pueblo el período dictatorial. Esta polémica sigue vigente. En este sentido debemos reconocer que las clases dominantes han desarrollado con éxito una gran ofensiva para trastocar no sólo la historia patria sino también la historia argentina más reciente. Y así han macerado a los trabajadores contra sus mejores tradiciones de clase, han macerado contra las mejores tradiciones democráticas, antiimperialistas e internacionalistas de la clase obrera y el pueblo argentinos. Y en particular –so pretexto de combatir al terrorismo– contra lo que significa la violencia como partera de la historia, como partera de una sociedad sin opresión ni explotación. Así como contra la teoría revolucionaria de la clase obrera no escatimando medios para difamarlo y presentarla como algo superado por la historia. Más aún, hay un hecho que no sólo ha teñido el período anterior al Quinto Congreso de mayo de 1987 sino que se ha profundizado desde entonces:
la imponente crisis y el consiguiente desprestigio al que ha sido llevada la URSS por la restauración capitalista; así como la crisis en la que se debaten los países “socialistas” del Este europeo y la nueva dependencia que padecen Vietnam, Cuba, etc. Otro hecho que ha conmovido a millones fue la represión sanguinaria a las multitudinarias manifestaciones de los jóvenes y el pueblo chinos en la plaza Tienanmen.
En los últimos años inmensas luchas, como señalan las Tesis, han conmovido hasta los cimientos al socialimperialismo soviético. Y una nueva esperanza se abre con estas heroicas luchas. Hasta el propio Gorbachov ha decidido reconocer los peligros que corre la dirección del PCUS si tales movimientos se acrecientan.
Y no hay duda de que el proceso de millones de obreros que luchan por sus reivindicaciones, de nacionalidades enteras que pugnan por su emancipación y la lucha contra el despotismo del socialimperialismo, conforman un movimiento que es incontenible. Igualmente las luchas de los países del Este europeo por sacudiese el yugo ruso. Pero, simultáneamente, “el comunismo” que esos países representan para millones ha caído en el más tremendo desprestigio. El cambio de color de China ha asestado un duro golpe a las fuerzas revolucionarias y comunistas del mundo entero. Y existe una inmensa confusión. Confusión porque para miles de millones es presentado como marxismo lo que es revisionismo, y es presentado como socialismo lo que es capitalismo y socialimperialismo.
Es un hecho que la oleada revolucionaria mundial que abrió la Revolución de Octubre de 1917 produjo gigantescas transformaciones revolucionarias. Y también es un hecho que en los países que se realizaron esas gigantescas transformaciones revolucionarias políticas, ideológicas, económicas y sociales –transformaciones que significaron en mayor avance registrado en la historia de la humanidad–, se ha restaurado el capitalismo.
Nosotros, siguiendo las enseñanzas de Mao Tsetung, sabemos muy bien que dicha situación de los países “socialistas” no es fruto del marxismo-leninismo ni de los ideales comunistas, sino de la traición revisionista y la restauración capitalista. Y los actuales acontecimientos nos han dado la razón, pues han sincerado esta restauración impuesta en la URSS ya desde 1957.
Nosotros hemos avanzado también en una explicación de las causas de dichas derrotas del movimiento obrero y comunista mundial, así como en el análisis marxista de sus aciertos y errores históricos; y así como sabemos que, si bien nunca con la magnitud actual, no es la primera vez que se produce una situación como la que estamos viviendo, sabemos también que el proceso histórico de la lucha de clases, en forma no lineal pero sí inevitablemente, desembocará históricamente por la acción revolucionaria de los pueblos, y a través de un largo y complejo camino de triunfos y derrotas, en una sociedad sin explotados ni explotadores. Porque la historia ha probado que donde hay opresión y explotación hay lucha por la liberación y lucha por la revolución
Pero en el debate mundial que esta situación ha provocado, estamos muy lejos los marxistas leninistas-maoístas de haber logrado que el enemigo de clase no la aproveche para imponer una situación de gran confusión.
Ni que la aproveche para desprestigiar al verdadero comunismo, e impedir que el proletariado internacional y los pueblos oprimidos del mundo saquen sus propias conclusiones de esas derrotas y logren avanzar en su lucha revolucionaria.
Es cierto que quizás estemos viviendo, luego de la derrota de la dictadura del proletariado y el socialismo en China, la fase final del descenso revolucionario mundial. Y que quizás las extraordinarias luchas de los pueblos que estamos presenciando hoy día, y en particular experiencias de lucha armada que se libran en varios países del Tercer Mundo, sean el inicio de una nueva y larga espiral revolucionaria.
También es cierto que, seguramente, las fuerzas que han mantenido en alto las banderas revolucionarias lograrán revertir la actual situación de ofensiva del revisionismo y de la reacción a escala mundial mucho antes de lo que piensan las minorías; y resolverán con la guía del marxismo los nuevos e inéditos problemas que enfrentan en la actualidad. Y que dicho proceso no será ni lineal ni a cuentagotas, como no fueron nunca los hechos revolucionarios que hicieron época en la historia de la humanidad. Pero es un hecho que los marxistas-leninistas-maoístas hemos debido luchar en estos años en condiciones muy desfavorables y muy difíciles. Quizás las más difíciles en lo que va del siglo para el movimiento revolucionario.
No ganamos nada con velar esta realidad. Más aún, ocultar esta realidad es conceder ante el revisionismo y subestimar el significado de la lucha que, entre otras, ha librado nuestro PCR por mantener en alto las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo, y luchar por integrarlas con la práctica concreta de la revolución argentina. Subestimar su participación en el FREJUPO y en las elecciones del 14 de mayo. Sus esfuerzos por elaborar e impulsar una política internacional de acuerdo a los intereses del proletariado y los pueblos oprimidos del mundo en condiciones particularmente difíciles; entre otras razones por la desinformación gigantesca a la que son sometidos los pueblos por las agencias informativas de los imperialismos y a la falta de medios. Es subestimar igualmente la lucha en el plano teórico que ha sostenido nuestro PCR, en la medida de sus posibilidades, ante la ofensiva revisionista contra el marxismo, su historia y sus logros históricos. Así como su esfuerzo por abordar los nuevos e inéditos problemas que la lucha revolucionaria nos plantea y que señalan las Tesis Internacionales. Es desde este punto de vista que tuvo trascendencia la publicación del tomo I de la obra del camarada Otto Vargas El marxismo y la Revolución Argentina. Y también los aportes desarrollados por Política y Teoría y diversos trabajos y libros de camaradas del Partido. Igualmente el contenido de los actos del 10 de Mayo de 1988 y 1989, en los que se desarrollaron nuestras posiciones sobre la situación de la clase obrera ante la realidad actual nacional e internacional. Así como la lucha de nuestro Partido por impulsar la unidad con los partidos fieles al marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung existentes en diversos países del mundo, y con diversas organizaciones del movimiento obrero y revolucionario mundial. “Teniendo en cuenta la reciente aparición del libro ¿Ha muerto el comunismo? Conversaciones con Otto Vargas del periodista Jorge Brega, cobra singular trascendencia la difusión y estudio del mismo.”
Todo ello por ser concientes de que “cuando simultáneamente masas gigantescas despiertan y salen a la lucha, como acabamos de ver en el Este europeo y China, confluyendo con la lucha liberadora en todo el Tercer Mundo, nuestra misión histórica esencial es impedir que se aplaste la semilla de la revolución socialista, aquí y en el mundo. Y toda nuestra línea de masas apunta a este objetivo histórico, a defender esas ideas al calor de las luchas tempestuosas del movimiento de masas y no en el rescoldo de un grupito sectario de doctrinarios iluminados.” (Comité Central de agosto de 1989).
Por lo tanto, hacer un balance partidario fuera de este contexto, fuera de la pregunta que se hacen millones de si “vale la pena hacer la revolución para terminar en esto”, de si “vale la pena hacer tantos sacrificios para caer en tales desastres”, de si “no es una ingenuidad voluntarista defender el marxismo-leninismo luego de la tragedia rusa y china”, es un grave error. Como lo estamos viendo en estos momentos en la Argentina, esta situación se refleja no sólo en el accionar del PCR, sino también en la acción política e ideológica de otras clases sociales y de políticos burgueses. No sólo es distinta la situación económica de la burguesía nacional en la Argentina de 1989 comparada con la de 1946, luego de la Segunda Guerra, o con la de 1973, sino que también es distinta la situación de los líderes políticos burgueses del Tercer Mundo en relación al movimiento obrero y comunista nacional e internacional. Cierto es que de tal situación no sacamos las mismas conclusiones los comunistas revolucionarios que los líderes burgueses, pero ésa es otra cuestión.
– Claro que defender la justeza de nuestra línea y afirmar que hemos avanzado, así como poner de relieve nuestra confianza en las energías inagotables de nuestro pueblo en la necesidad de atreverse a luchar, así como la lucha que hemos librado contra la campaña reaccionaria y revisionista actual en circunstancias tan difíciles y complejas, no significa tapar los lados oscuros y los errores en nuestra labor. Por el contrario, éste es el objetivo de nuestros balances. Analizar nuestra práctica, nuestros aciertos y errores, a fin de avanzar hacia el logro de los grandes objetivos que tenemos planteados. Es esta polémica la que pone en evidencia que al tiempo que debemos persistir en nuestros lados fuertes, debemos encarar y resolver los lados débiles de nuestra labor y analizarlos crítica y autocríticamente, comenzando por el Comité Central.
Debemos preocuparnos por elevar nuestra lucha teórica contra el revisionismo, y partiendo siempre de la lucha política, esforzarnos por integrar ésta con la lucha ideológica y orgánica para dar creciente respuesta a los requerimientos de las masas y a los problemas que nos plantea la acumulación revolucionaria de fuerzas. Necesidad que se acrecienta ante los difíciles momentos que atravesamos. En tal sentido ha sido justa la lucha porque nuestros organismos discutan nuestro Programa y demás documentos del Quinto Congreso y las obras sobre los métodos de dirección y sobre el liberalismo de Mao Tsetung; si bien esta tarea ha sido tomada sólo por algunos.
Y esforzarnos por luchar permanentemente contra las tendencias dogmáticas y empíricas que niegan el marxismo y su integración a la práctica concreta de nuestra revolución y defender nuestra política de frente único; política en la que hemos ganado en experiencia desde el Quinto Congreso, que nos ha permitido avanzar en todos los terrenos y que ha tenido en el periódico HOY un instrumento propagandístico y organizador de vital importancia.
Debemos impulsar desde el Comité Central que en todos los regionales y zonas se sinteticen las experiencias más avanzadas para extraer enseñanzas que ubiquen al Partido de cara a los grandes problemas que tienen las masas obreras, campesinas y populares; para que el frente único sea un instrumento real que ayude a su avance impulsando y encabezando movimientos amplios y desde allí pugnar por la hegemonía proletaria.
A su vez es fundamental superar nuestro retraso político y orgánico en ramas claves de la producción en la que estamos ausentes, y en grandes empresas que son decisivas para el avance de la línea de hegemonía proletaria en la lucha revolucionaria. Igualmente en centros agrarios, particularmente de la Pampa Húmeda, que definen nuestra política de alianza obrero-campesina; centros que en varias provincias y regionales están difusos o aún sin definir, cuestión ésta de la mayor importancia. Y es necesario operar un cambio en la situación que tenemos en el estudiantado de todos los regionales. Han crecido tendencias trotskizantes en la Juventud y en el Partido que menosprecian el trabajo en la Universidad y la posibilidad de ganar a la mayoría de los estudiantes para el movimiento revolucionario, sin comprender la importancia que ello tiene para que éste logre triunfar. Y si bien existen experiencias muy positivas que debemos estudiar y generalizar, persiste también una situación de debilidad en el trabajo de nuestro Partido en la intelectualidad. Igualmente debemos generalizar nuestras mejores experiencias barriales y jerarquizar esta labor a nivel nacional, ayudando con ello a integrar la línea política en cada villa y asentamiento, a coordinar las diversas experiencias, contribuyendo así a la conformación de una corriente y al acrecentameinto de nuestras fuerzas en este ámbito.
Una cuestión particular donde está planteado un agudo debate no sólo táctico sino programático, es la de dar un giro en el trabajo secreto del Partido, particularmente en relación a los cuarteles; pues hay hechos que demuestran que es muy grande el oportunismo y la subestimación ideológica y orgánica que existe en este área esencial del trabajo insurreccional. Problema que se refleja crudamente en la distribución de fuerzas en el plano interno. En este terreno, así como en la necesidad de no bajar la guardia en el funcionamiento clandestino del Partido, debemos tener siempre presente la enseñanza leninista de que la preparación de la insurrección es obra de una organización clandestina.