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11 de noviembre de 2010


El peronismo

Documentos del PCR / tomo 6

El 4 de junio de 1943 se pro­du­jo el golpe mili­tar que desa­lo­jó del gobier­no a con­ser­va­do­res y radi­ca­les anti­per­so­na­lis­tas. Los sec­to­res proin­gle­ses que actua­ron pre­ven­ti­va­men­te, ponien­do a la cabe­za al gene­ral Rawson, rápi­da­men­te se vie­ron par­cial­men­te des­pla­za­dos por los pro­a­le­ma­nes, que impu­sie­ron a Ramírez. Pero este golpe se dio cuan­do los Ejércitos nazis habían sido derro­ta­dos en Stalingrado y en el grupo de mili­ta­res hege­mó­ni­co habla sec­to­res nacio­na­lis­tas que pen­sa­ban ya en el mundo de pos­gue­rra, con EE.UU. y la Unión Soviética triun­fan­tes; entre éstos esta­ba el enton­ces coro­nel Perón.
Terminada la Segunda Guerra Mundial con la derro­ta de la Alemania nazi, crece el auge de la lucha revo­lu­cio­na­ria de los pue­blos y paí­ses opri­mi­dos. Estados Unidos se trans­for­ma en el impe­ria­lis­mo más agre­si­vo a esca­la mun­dial, y en el gen­dar­me y prin­ci­pal ene­mi­go de los pue­blos.
Esto suce­dió en 1945 e ini­cial­men­te no todos los comu­nis­tas lo com­pren­die­ron así. Justamente por haber­lo enten­di­do, y a fondo, es que el Partido Comunista de China pudo con­du­cir su revo­lu­ción al triun­fo en 1949.
La direc­ción del Partido Comunista de la Argentina no com­pren­dió que, derro­ta­dos los nazis, las cosas habían cam­bia­do, tanto inter­na­men­te (dilu­yén­do­se toda posi­bi­li­dad inme­dia­ta de que el impe­ria­lis­mo ale­mán pudie­ra deci­dir a su favor el domi­nio sobre la Argentina), como a esca­la mun­dial.
Al hacer suyas las teo­rías brow­de­ris­tas (del revi­sio­nis­ta Browder, que había sido dis­tin­gui­do diri­gen­te de la Internacional Comunista, y en ese momen­to enca­be­za­ba el Partido Comunista de los Estados Unidos), plan­teó que se abría un perio­do de cola­bo­ra­ción con los impe­ria­lis­mos “demo­crá­ti­cos” (prin­ci­pal­men­te Gran Bretaña y los Estados Unidos) y la posi­bi­li­dad de abrir un pro­ce­so de libe­ra­ción nacio­nal con su ayuda. Por esto, y por su polí­ti­ca opor­tu­nis­ta res­pec­to de los terra­te­nien­tes libe­ra­les, se aisló del pro­le­ta­ria­do, per­dió fuer­zas y no pudo orien­tar correc­ta­men­te el movi­mien­to obre­ro, cam­pe­si­no y popu­lar en alza, y enfren­tó como ene­mi­go prin­ci­pal a la bur­gue­sía nacio­nal.
El 17 de octu­bre de 1945, fren­te a la ofen­si­va de los sec­to­res más repre­sen­ta­ti­vos de la oli­gar­quía  y el impe­ria­lis­mo, se pro­du­jo la movi­li­za­ción obre­ra y popu­lar que impi­dió que se ins­ta­le un gobier­no de gale­ri­tas apo­ya­do por todos los pode­ro­sos de la tie­rra, reivin­di­ca y defien­de sus con­quis­tas socia­les y saca de la cár­cel a su jefe el gene­ral Perón, abrien­do un nuevo rumbo para la his­to­ria argen­ti­na. Sobre la base de esta movi­li­za­ción pro­mo­vi­da y hege­mo­ni­za­da por la direc­ción pero­nis­ta ésta se afir­ma en resor­tes cla­ves del Estado, logran­do cam­biar a su favor la corre­la­ción de fuer­zas en el Ejército.
En estas con­di­cio­nes se mar­cha a las elec­cio­nes nacio­na­les del 24 de febre­ro de 1946, que se carac­te­ri­zan por una pola­ri­za­ción extre­ma de la socie­dad argen­ti­na, y encuen­tran a la pro­pia clase obre­ra divi­di­da, pues el par­ti­do del pro­le­ta­ria­do, al impul­sar e inte­grar la Unión Democrática, se alió a los ene­mi­gos estra­té­gi­cos de la revo­lu­ción argen­ti­na (el impe­ria­lis­mo y los terra­te­nien­tes). Ante la opción: Braden o Perón, la mayo­ría del pro­le­ta­ria­do indus­trial y rural y del cam­pe­si­na­do pobre se volcó hacia este últi­mo, con­vir­tién­do­se en la prin­ci­pal base social del movi­mien­to pero­nis­ta, hege­mo­ni­za­do por la bur­gue­sía nacio­nal con aspi­ra­cio­nes indus­tria­lis­tas, en el cual con­flu­yó tam­bién una frac­ción de terra­te­nien­tes.
Durante los diez años de gobier­no pero­nis­ta y en par­ti­cu­lar duran­te la pri­me­ra pre­si­den­cia de Perón, los sec­to­res de bur­gue­sía nacio­nal indus­tria­lis­ta pasa­ron a hege­mo­ni­zar el Estado. Se adop­ta­ron medi­das que lesio­na­ron inte­re­ses impe­ria­lis­tas y se recor­ta­ron bene­fi­cios de la oli­gar­quía. Medidas que esti­mu­la­ron el desa­rro­llo de la bur­gue­sía nacio­nal, amplia­ron el mer­ca­do inter­no y die­ron impul­so al desa­rro­llo capi­ta­lis­ta. A ello se sumó el fomen­to del capi­ta­lis­mo de Estado en ener­gía, trans­por­te, fabri­ca­ción de mate­rial mili­tar, indus­trias metal­me­cá­ni­ca, etc., la nacio­na­li­za­ción de una parte del comer­cio exte­rior y el con­ge­la­mien­to de los arren­da­mien­tos, lográn­do­se la colo­ni­za­ción de algu­nos lati­fun­dios, prin­ci­pal­men­te allí donde los cam­pe­si­nos lo toma­ron en sus manos (Lapín en Rivera, Nueva Plata en Pehuajó, Otto Bemberg en Chascomús, etc.). Al mismo tiem­po se impul­só un pro­ce­so de sin­di­ca­li­za­ción masi­va y se puso en prác­ti­ca una legis­la­ción que con­cre­ta­ba rei­vin­di­ca­cio­nes por las que la clase obre­ra había lucha­do heroi­ca­men­te duran­te muchas déca­das: jubi­la­ción, vivien­das, obras socia­les, con­ven­cio­nes colec­ti­vas de tra­ba­jo. Escuelas, fábri­ca, voto de la mujer. etc.
Todo esto hizo que glo­bal­men­te la socie­dad argen­ti­na ope­ra­ra un impor­tan­te avan­ce con el pero­nis­mo. Pero éste, dada la natu­ra­le­za de clase de su direc­ción, no tocó lo fun­da­men­tal de las cla­ses domi­nan­tes: el lati­fun­dio y los mono­po­lios impe­ria­lis­tas, prin­ci­pal­men­te en la indus­tria de la carne y la elec­tri­ci­dad. La eco­no­mía argen­ti­na con­ti­nuó sien­do depen­dien­te y se man­tu­vo la base del poder de los terra­te­nien­tes. A la vez, rea­li­zó una polí­ti­ca de suje­ción de los sin­di­ca­tos al Estado, res­trin­gien­do y per­si­guien­do a la opo­si­ción, no sólo de los sec­to­res oli­gár­qui­cos sino tam­bién de sec­to­res popu­la­res y de la clase obre­ra que no acep­ta­ban subor­di­nár­se­le. Incluso recu­rrió a la repre­sión abier­ta de las huel­gas y mani­fes­ta­cio­nes obre­ras y popu­la­res que iban más allá de “lo per­mi­ti­do”, es decir; luchas por rei­vin­di­ca­cio­nes que cues­tio­na­ban las limi­ta­cio­nes de su nacio­na­lis­mo y refor­mis­mo por la con­ci­lia­ción con los terra­te­nien­tes y los impe­ria­lis­tas. Esto llevó a ahon­dar las divi­sio­nes en el movi­mien­to obre­ro, y sobre todo entre éste y los demás sec­to­res popu­la­res (ya que el pero­nis­mo los repri­mía auto atri­bu­yén­do­se la repre­sen­ta­ción del movi­mien­to obre­ro), lo que fue hábil­men­te apro­ve­cha­do por la oli­gar­quía y el impe­ria­lis­mo para recon­quis­tar sus posi­cio­nes.
Sometido a una fuer­te pre­sión del impe­ria­lis­mo yan­qui, y sin divi­sas para impor­tar los bie­nes de capi­tal que nece­si­ta­ba la indus­tria para for­ta­le­cer los sec­to­res de la meta­lur­gia pesa­da y livia­na, petró­leo y deri­va­dos y otras ramas indus­tria­les, el gobier­no pero­nis­ta comen­zó a retro­ce­der. Mientras, cons­pi­ra­ban acti­va­men­te los terra­te­nien­tes y en gene­ral los sec­to­res proim­pe­ria­lis­tas (golpe falli­do de 1951) y avan­za­ban tanto la oli­gar­quía como los mono­po­lios (yan­quis, ingle­ses, euro­peos en gene­ral).
Las masas, par­ti­cu­lar­men­te la clase obre­ra, seguían com­ba­tien­do por sus rei­vin­di­ca­cio­nes, enfren­tan­do en muchos casos las per­se­cu­cio­nes y la repre­sión, con impor­tan­tes hitos como las huel­gas de los cañe­ros tucu­ma­nos, grá­fi­cos, meta­lúr­gi­cos, ferro­via­rios, ban­ca­rios. etc. Hacia fines de 1950 se desa­rro­lló un gran movi­mien­to popu­lar con­tra las pre­sio­nes por par­ti­ci­par con un con­tin­gen­te de sol­da­dos argen­ti­nos junto al impe­ria­lis­mo yan­qui en la gue­rra de Corea. La mar­cha de los obre­ros ferro­via­rios de Pérez, pese a ser tam­bién repri­mi­da, jugó un papel deci­si­vo en este movi­mien­to que, final­men­te, logró su obje­ti­vo.
Asimismo, las masas obre­ras y popu­la­res resis­tie­ron el inten­to de entre­ga del petró­leo a empre­sas yan­quis y las pro­pues­tas del “Congreso de la Productividad”, que impul­só una polí­ti­ca de supe­rex­plo­ta­ción obre­ra como sali­da para la cri­sis. Los terra­te­nien­tes, sabién­do­se fuer­tes por­que el país nece­si­ta­ba divi­sas y éstas pro­ve­nían del campo, y los mono­po­lios impe­ria­lis­tas recu­pe­ra­dos sus paí­ses de las secue­las de la gue­rra, por su capa­ci­dad de inver­sión en las indus­trias men­cio­na­das, mar­cha­ron a for­mar un blo­que con­tra las exi­gen­cias popu­la­res y con­tra el gobier­no pero­nis­ta. Tratando de resis­tir el cre­cien­te hos­ti­ga­mien­to impe­ria­lis­ta. Perón hizo impor­tan­tes acuer­dos eco­nó­mi­cos con la URSS y otros paí­ses enton­ces toda­vía socia­lis­tas.