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11 de noviembre de 2010


La restauración oligárquica

Documentos del PCR / tomo 6

Ante la cre­cien­te ame­na­za de golpe de Estado, espe­cial­men­te des­pués de la jor­na­da san­grien­ta de junio de 1955, las masas obre­ras inten­ta­ron enfren­tar­lo, inclu­so con las armas. El gobier­no se opuso. Finalmente, en setiem­bre de 1955, el golpe triun­fó. La bur­gue­sía pero­nis­ta, como antes la radi­cal, mos­tra­ba su impo­ten­cia para impe­dir las res­tau­ra­cio­nes oli­gár­qui­co-impe­ria­lis­tas. Pese a esto, hubo una fuer­te resis­ten­cia obre­ra y popu­lar al golpe.
En la direc­ción del PC, con­tra la acti­tud de muchos de sus mili­tan­tes que par­ti­ci­pa­ron de esa resis­ten­cia, ter­mi­nó pre­do­mi­nan­do una línea de apoyo a la “Libertadora”. En oca­sión del golpe del 16 de junio de 1955 había exi­gi­do armar al pue­blo; tres meses des­pués, ante el golpe de setiem­bre, el día 18 llamó a “poner tér­mi­no a la gue­rra civil que esta­ba hacien­do estra­gos”. Esta supues­ta posi­ción inde­pen­dien­te ocul­ta­ba que la direc­ción del PC había pues­to un pie en el golpe gori­la, (par­ti­ci­pa­ción del sec­tor mili­tar afín a Solanas Pacheco, Lanusse, Guglialmeli), lo que se expre­só en la con­cu­rren­cia masi­va de sus mili­tan­tes uni­ver­si­ta­rios y de barrios de la Capital a la con­cen­tra­ción que fes­te­jó en la Plaza de Mayo el triun­fo gori­la. Muchos de sus miem­bros ocu­pa­ron pues­tos impor­tan­tes en los sin­di­ca­tos y uni­ver­si­da­des inter­ve­ni­dos por la “revo­lu­ción liber­ta­do­ra”.
Desde 1955 se acen­túa la depen­den­cia de nues­tro país, a par­tir de anu­dar lazos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras impe­ria­lis­tas. La polí­ti­ca de la dic­ta­du­ra refor­zó la pene­tra­ción yan­qui y euro­pea, favo­re­cien­do un rápi­do pro­ce­so de con­cen­tra­ción y cen­tra­li­za­ción del capi­tal en la indus­tria, el comer­cio y las finan­zas, a la vez que se eli­mi­na­ban las res­tric­cio­nes al lati­fun­dio en el campo. Así se pro­fun­di­zó la explo­ta­ción y opre­sión de la clase obre­ra y el pue­blo, se man­tu­vo el estan­ca­mien­to agro­pe­cua­rio y se  per­ju­di­ca­ron amplios sec­to­res de la bur­gue­sía nacio­nal.
La resis­ten­cia a esta polí­ti­ca tuvo diver­sas for­mas. La clase obre­ra y las masas popu­la­res pro­ta­go­ni­za­ron gran­des com­ba­tes. Se desa­rro­lló la resis­ten­cia pero­nis­ta. Peronistas, comu­nis­tas y otros sec­to­res se unie­ron con­tra la inter­ven­ción dic­ta­to­rial de la CGT y la derro­ta­ron.
A par­tir de 1956, esti­mu­la­do y apo­ya­do por la cama­ri­lla que des­pués de la muer­te de Stalin res­tau­ró el capi­ta­lis­mo en la URSS, se abre un con­tra­dic­to­rio pro­ce­so en la direc­ción del PC argen­ti­no, hasta que se impo­ne total­men­te el revi­sio­nis­mo y la trai­ción a los inte­re­ses de la clase obre­ra.
En opo­si­ción a esa línea, que trans­for­mó al PC, de par­ti­do del pro­le­ta­ria­do en quin­ta­co­lum­na del socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co, sur­gió la corrien­te anti­te­rro­ris­ta, anti­o­por­tu­nis­ta, que fue decre­cien­do a par­tir de 1959. A tra­vés de un curso de desa­rro­llo com­ple­jo, esti­mu­la­dos por la lucha de cla­ses nacio­nal e inter­na­cio­nal y por la lucha anti­rre­vi­sio­nis­ta a esca­la mun­dial, se fue­ron con­fi­gu­ran­do los afluen­tes que el 6 de enero de 1968 iban a cons­ti­tuir el Partido Comunista Revolucionario de la Argentina.
En el campo de la bur­gue­sía, entre­tan­to, se había ido con­for­man­do la corrien­te desa­rro­llis­ta, lide­ra­da por Frondizi, quien ini­cial­men­te plan­teó pos­tu­ras anti­im­pe­ria­lis­tas.
Los revi­sio­nis­tas sovié­ti­cos pudie­ron apro­ve­char  sus vie­jas rela­cio­nes y las del PC con los diri­gen­tes del fron­do­fri­ge­ris­mo para ins­tru­men­tar dicha corrien­te en sus for­ce­jeos con los yan­quis. Utilizando su pode­ro­so apa­ra­to eco­nó­mi­co y, tam­bién, las rela­cio­nes comer­cia­les de sec­to­res de la cla­ses domi­nan­tes con la URSS, el socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co fue desa­rro­llan­do sec­to­res de gran bur­gue­sía inter­me­dia­ria del tipo Gelbard (como grupo eco­nó­mi­co y en el accio­nar polí­ti­co, Gelbard y Frigerio mar­cha­ron uni­dos hasta fines de la déca­da del 60), Broker, Graiver, Trozzo, Greco, Oliver, etc. Y aso­cian­do tam­bién a un grupo de terra­te­nien­tes y de la gran bur­gue­sía inter­me­dia­ria tra­di­cio­nal, como los que expre­san los Lanusse, Bullrich, Shaw, Blaquier, Acevedo, Martinez de Hoz, Hirsch, Navajas Artaza, Zorraquin, Gruneisen, Muñiz Barreto, Cárcano, Santamarina, etc.
Es duran­te el gobier­no de Frondizi cuan­do estos sec­to­res comien­zan a adqui­rir un gran desa­rro­llo, no por las leyes del mer­ca­do sino por el uso de los fon­dos, estí­mu­los, lici­ta­cio­nes, vacia­mien­tos y demás bene­fi­cios que les per­mi­te el mane­jo del gobier­no. Para hacer esta polí­ti­ca, el gobier­no de Frondizi tuvo que otor­gar impor­tan­tes con­ce­sio­nes a sec­to­res del impe­ria­lis­mo yan­qui y a mono­po­lios euro­peos, quie­nes tenían un peso deci­si­vo en la eco­no­mía nacio­nal.
Dadas las con­di­cio­nes exis­ten­tes enton­ces, y en par­ti­cu­lar la posi­bi­li­dad de inver­tir en ramas poco desa­rro­lla­das y con un mer­ca­do inter­no impor­tan­te, como la indus­tria auto­mo­triz y cone­xas, (petró­leo, cau­cho, par­tes, etc.), se pro­du­jo un cre­ci­mien­to y una diver­si­fi­ca­ción de la eco­no­mía de los años siguien­tes a 1959. Eso se logró con la ruina y el empo­bre­ci­mien­to de otros sec­to­res, la opre­sión de la mayo­ría del pue­blo, la supe­rex­plo­ta­ción obre­ra y la entre­ga del patri­mo­nio nacio­nal. Todo lo cual iba a aca­rre­ar una nueva cri­sis, aún más pro­fun­da, como fue la de 1962-63.
En heroi­cas jor­na­das, con huel­ga gene­ral y barri­ca­das, la clase obre­ra resis­tió la polí­ti­ca del gobier­no. Frondizi apeló enton­ces a la repre­sión abier­ta, recu­rrien­do inclu­so al Ejército, como en la his­tó­ri­ca toma del fri­go­rí­fi­co Lisandro de la Torre, en enero de 1959, y la huel­ga gran­de ferro­via­ria de 1961. Las gran­des luchas del movi­mien­to estu­dian­til en estos años (por mayor pre­su­pues­to, en defen­sa de la ense­ñan­za laica. etc.), al con­fluir con la resis­ten­cia obre­ra al fron­di­zis­mo, ayu­da­ron a dis­mi­nuir la bre­cha abier­ta en el campo popu­lar en 1955.
Comunistas y pero­nis­tas, obre­ros y estu­dian­tes, jun­tos en las calles y en las cár­ce­les de Frondizi, enfren­tan­do la repre­sión y el Plan Conintes, irán for­jan­do una nueva uni­dad. Esto se expre­sa­rá tam­bién en el inten­to de resis­tir, aún con­tra la opi­nión de las direc­cio­nes del PC y el PJ, la inter­ven­ción a la pro­vin­cia de Buenos Aires (cuan­do el pero­nis­mo ganó con Framini las elec­cio­nes en 1962).
Estos acon­te­ci­mien­tos ocu­rrían mien­tras tenía lugar la Revolución cuba­na, cuyo triun­fo (en 1959) había con­mo­vi­do a todo el pue­blo argen­ti­no, for­ta­le­cien­do el com­ba­te anti­im­pe­ria­lis­ta y la bús­que­da de un cami­no revo­lu­cio­na­rio. Esta Revolución con­tri­bu­yó a pro­du­cir una izquier­da­li­za­ción masi­va de las capas medias, espe­cial­men­te en el estu­dian­ta­do.
El golpe de Estado de marzo de 1962 no frenó el auge de las luchas obre­ras y popu­la­res y comien­zan las ocu­pa­cio­nes de fábri­cas como res­pues­ta a la polí­ti­ca de la dic­ta­du­ra. En este marco se pro­du­cen los enfren­ta­mien­tos en la cús­pi­de mili­tar, que cul­mi­nan en la lucha arma­da entre “azu­les” y “colo­ra­dos” expre­sión de la pugna por el poder de dis­tin­tos sec­to­res proim­pe­ria­lis­tas, de terra­te­nien­tes y de gran bur­gue­sía inter­me­dia­ria. Mientras los sec­to­res desa­rro­lla­dos con el fron­di­cis­mo (pro­yan­quis, pro­eu­ro­peos y pro­rru­sos) ani­da­ban en los “azu­les”, los “colo­ra­dos” expre­sa­ban a los sec­to­res de oli­gar­quía tra­di­cio­nal más liga­dos al impe­ria­lis­mo inglés. Derrotados estos últi­mos, la dis­pu­ta segui­rá en el seno de los “azu­les” (“moder­nis­tas”), como expre­sión prin­ci­pal­men­te de las con­tra­dic­cio­nes entre los sec­to­res pro­yan­quis y pro­rru­sos.
En esta situa­ción de aguda lucha por el con­trol del poder y con el pero­nis­mo pros­cri­to se rea­li­zan las elec­cio­nes de 1963, que lle­van al radi­ca­lis­mo al gobier­no, con Illía como pre­si­den­te. Este pre­ten­dió apli­car una polí­ti­ca de signo refor­mis­ta en lo inter­no y de cues­tio­na­mien­to de algu­nos ele­men­tos de la pene­tra­ción yan­qui en lo inter­na­cio­nal.
La clase obre­ra y el pue­blo rea­li­za­ron en este perio­do impor­tan­tes luchas rei­vin­di­ca­ti­vas y polí­ti­cas. Se gene­ra­li­za­ron las tomas de fábri­cas. Hubo gran­des luchas estu­dian­ti­les y movi­li­za­cio­nes en soli­da­ri­dad con Santo Domingo. Tuvieron lugar impor­tan­tes movi­mien­tos cam­pe­si­nos, como las mar­chas cañe­ras en Tucumán que per­mi­tie­ron el pacto entre la UCIT y la F0TIA, y se refle­ja­ron en la incor­po­ra­ción de la lucha por la refor­ma agra­ria en el pro­gra­ma de la CGT.
Al ampa­ro de esta situa­ción se amplía la pene­tra­ción sovié­ti­ca, crece la rele­van­cia del grupo Gelbard-Broner y de los sec­to­res aso­cia­dos al socia­lim­pe­ria­lis­mo. El fron­do­fri­ge­ris­mo y el gel­bar­dis­mo fue­ron acti­vos gol­pis­tas. Actitud com­par­ti­da por la direc­ción del PC (que antes había apo­ya­do abier­ta­men­te a los “azu­les”) y la direc­ción del PJ (en par­ti­cu­lar, el van­do­ris­mo), ambos ins­tru­men­ta­ron las jus­tas luchas obre­ras y popu­la­res para sus fines, aún cuan­do la mayo­ría de los mili­tan­tes comu­nis­tas –en cre­cien­te opo­si­ción a su direc­ción– y tam­bién pero­nis­tas, no acor­da­ban con los enjua­gues gol­pis­tas. La direc­ción del PC y el van­do­ris­mo acor­da­ron en ese momen­to una con­duc­ción de la Confederación General del Trabajo.
Finalmente, los sec­to­res pro­yan­quis y pro­eu­ro­peos logran hege­mo­ni­zar el golpe mili­tar del 28 de junio de 1966, que ins­tau­ra la auto­de­no­mi­na­da “revo­lu­ción argen­ti­na”. En él, tam­bién venían embos­ca­dos los mili­ta­res pro­so­vié­ti­cos, como los expre­sa­dos por el gene­ral Lanusse.
Así, si bien junto al golpe cen­tral y al movi­mien­to obre­ro y popu­lar, la dic­ta­du­ra de Onganía gol­peó tam­bién a los sec­to­res más visi­ble­men­te liga­dos a la direc­ción del PC, en par­ti­cu­lar a lo que se rela­cio­na­ba con la peque­ña y media­na bur­gue­sía a tra­vés del mane­jo de las coo­pe­ra­ti­vas de cré­di­to, no fue­ron afec­ta­dos los sec­to­res de terra­te­nien­tes y de gran bur­gue­sía aso­cia­dos al socia­lim­pe­ria­lis­mo. Y éste man­tu­vo incó­lu­me sus posi­cio­nes en las fuer­zas arma­das argen­ti­nas.
La posi­ción de la direc­ción del PC de opo­si­ción ver­bal y de pres­cin­den­cia en los hechos fren­te al golpe de Estado se corres­pon­día con el obje­ti­vo prin­ci­pal de los sovié­ti­cos: avan­zar en el copa­mien­to de los altos man­dos de las fuer­zas arma­das. A su vez, el lla­ma­mien­to del gene­ral Perón a “des­en­si­llar hasta que acla­re” crea­ba expec­ta­ti­vas en sec­to­res nacio­na­lis­tas de las fuer­zas arma­das.