Ante la creciente amenaza de golpe de Estado, especialmente después de la jornada sangrienta de junio de 1955, las masas obreras intentaron enfrentarlo, incluso con las armas. El gobierno se opuso. Finalmente, en setiembre de 1955, el golpe triunfó. La burguesía peronista, como antes la radical, mostraba su impotencia para impedir las restauraciones oligárquico-imperialistas. Pese a esto, hubo una fuerte resistencia obrera y popular al golpe.
En la dirección del PC, contra la actitud de muchos de sus militantes que participaron de esa resistencia, terminó predominando una línea de apoyo a la “Libertadora”. En ocasión del golpe del 16 de junio de 1955 había exigido armar al pueblo; tres meses después, ante el golpe de setiembre, el día 18 llamó a “poner término a la guerra civil que estaba haciendo estragos”. Esta supuesta posición independiente ocultaba que la dirección del PC había puesto un pie en el golpe gorila, (participación del sector militar afín a Solanas Pacheco, Lanusse, Guglialmeli), lo que se expresó en la concurrencia masiva de sus militantes universitarios y de barrios de la Capital a la concentración que festejó en la Plaza de Mayo el triunfo gorila. Muchos de sus miembros ocuparon puestos importantes en los sindicatos y universidades intervenidos por la “revolución libertadora”.
Desde 1955 se acentúa la dependencia de nuestro país, a partir de anudar lazos con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras instituciones financieras imperialistas. La política de la dictadura reforzó la penetración yanqui y europea, favoreciendo un rápido proceso de concentración y centralización del capital en la industria, el comercio y las finanzas, a la vez que se eliminaban las restricciones al latifundio en el campo. Así se profundizó la explotación y opresión de la clase obrera y el pueblo, se mantuvo el estancamiento agropecuario y se perjudicaron amplios sectores de la burguesía nacional.
La resistencia a esta política tuvo diversas formas. La clase obrera y las masas populares protagonizaron grandes combates. Se desarrolló la resistencia peronista. Peronistas, comunistas y otros sectores se unieron contra la intervención dictatorial de la CGT y la derrotaron.
A partir de 1956, estimulado y apoyado por la camarilla que después de la muerte de Stalin restauró el capitalismo en la URSS, se abre un contradictorio proceso en la dirección del PC argentino, hasta que se impone totalmente el revisionismo y la traición a los intereses de la clase obrera.
En oposición a esa línea, que transformó al PC, de partido del proletariado en quintacolumna del socialimperialismo soviético, surgió la corriente antiterrorista, antioportunista, que fue decreciendo a partir de 1959. A través de un curso de desarrollo complejo, estimulados por la lucha de clases nacional e internacional y por la lucha antirrevisionista a escala mundial, se fueron configurando los afluentes que el 6 de enero de 1968 iban a constituir el Partido Comunista Revolucionario de la Argentina.
En el campo de la burguesía, entretanto, se había ido conformando la corriente desarrollista, liderada por Frondizi, quien inicialmente planteó posturas antiimperialistas.
Los revisionistas soviéticos pudieron aprovechar sus viejas relaciones y las del PC con los dirigentes del frondofrigerismo para instrumentar dicha corriente en sus forcejeos con los yanquis. Utilizando su poderoso aparato económico y, también, las relaciones comerciales de sectores de la clases dominantes con la URSS, el socialimperialismo soviético fue desarrollando sectores de gran burguesía intermediaria del tipo Gelbard (como grupo económico y en el accionar político, Gelbard y Frigerio marcharon unidos hasta fines de la década del 60), Broker, Graiver, Trozzo, Greco, Oliver, etc. Y asociando también a un grupo de terratenientes y de la gran burguesía intermediaria tradicional, como los que expresan los Lanusse, Bullrich, Shaw, Blaquier, Acevedo, Martinez de Hoz, Hirsch, Navajas Artaza, Zorraquin, Gruneisen, Muñiz Barreto, Cárcano, Santamarina, etc.
Es durante el gobierno de Frondizi cuando estos sectores comienzan a adquirir un gran desarrollo, no por las leyes del mercado sino por el uso de los fondos, estímulos, licitaciones, vaciamientos y demás beneficios que les permite el manejo del gobierno. Para hacer esta política, el gobierno de Frondizi tuvo que otorgar importantes concesiones a sectores del imperialismo yanqui y a monopolios europeos, quienes tenían un peso decisivo en la economía nacional.
Dadas las condiciones existentes entonces, y en particular la posibilidad de invertir en ramas poco desarrolladas y con un mercado interno importante, como la industria automotriz y conexas, (petróleo, caucho, partes, etc.), se produjo un crecimiento y una diversificación de la economía de los años siguientes a 1959. Eso se logró con la ruina y el empobrecimiento de otros sectores, la opresión de la mayoría del pueblo, la superexplotación obrera y la entrega del patrimonio nacional. Todo lo cual iba a acarrear una nueva crisis, aún más profunda, como fue la de 1962-63.
En heroicas jornadas, con huelga general y barricadas, la clase obrera resistió la política del gobierno. Frondizi apeló entonces a la represión abierta, recurriendo incluso al Ejército, como en la histórica toma del frigorífico Lisandro de la Torre, en enero de 1959, y la huelga grande ferroviaria de 1961. Las grandes luchas del movimiento estudiantil en estos años (por mayor presupuesto, en defensa de la enseñanza laica. etc.), al confluir con la resistencia obrera al frondizismo, ayudaron a disminuir la brecha abierta en el campo popular en 1955.
Comunistas y peronistas, obreros y estudiantes, juntos en las calles y en las cárceles de Frondizi, enfrentando la represión y el Plan Conintes, irán forjando una nueva unidad. Esto se expresará también en el intento de resistir, aún contra la opinión de las direcciones del PC y el PJ, la intervención a la provincia de Buenos Aires (cuando el peronismo ganó con Framini las elecciones en 1962).
Estos acontecimientos ocurrían mientras tenía lugar la Revolución cubana, cuyo triunfo (en 1959) había conmovido a todo el pueblo argentino, fortaleciendo el combate antiimperialista y la búsqueda de un camino revolucionario. Esta Revolución contribuyó a producir una izquierdalización masiva de las capas medias, especialmente en el estudiantado.
El golpe de Estado de marzo de 1962 no frenó el auge de las luchas obreras y populares y comienzan las ocupaciones de fábricas como respuesta a la política de la dictadura. En este marco se producen los enfrentamientos en la cúspide militar, que culminan en la lucha armada entre “azules” y “colorados” expresión de la pugna por el poder de distintos sectores proimperialistas, de terratenientes y de gran burguesía intermediaria. Mientras los sectores desarrollados con el frondicismo (proyanquis, proeuropeos y prorrusos) anidaban en los “azules”, los “colorados” expresaban a los sectores de oligarquía tradicional más ligados al imperialismo inglés. Derrotados estos últimos, la disputa seguirá en el seno de los “azules” (“modernistas”), como expresión principalmente de las contradicciones entre los sectores proyanquis y prorrusos.
En esta situación de aguda lucha por el control del poder y con el peronismo proscrito se realizan las elecciones de 1963, que llevan al radicalismo al gobierno, con Illía como presidente. Este pretendió aplicar una política de signo reformista en lo interno y de cuestionamiento de algunos elementos de la penetración yanqui en lo internacional.
La clase obrera y el pueblo realizaron en este periodo importantes luchas reivindicativas y políticas. Se generalizaron las tomas de fábricas. Hubo grandes luchas estudiantiles y movilizaciones en solidaridad con Santo Domingo. Tuvieron lugar importantes movimientos campesinos, como las marchas cañeras en Tucumán que permitieron el pacto entre la UCIT y la F0TIA, y se reflejaron en la incorporación de la lucha por la reforma agraria en el programa de la CGT.
Al amparo de esta situación se amplía la penetración soviética, crece la relevancia del grupo Gelbard-Broner y de los sectores asociados al socialimperialismo. El frondofrigerismo y el gelbardismo fueron activos golpistas. Actitud compartida por la dirección del PC (que antes había apoyado abiertamente a los “azules”) y la dirección del PJ (en particular, el vandorismo), ambos instrumentaron las justas luchas obreras y populares para sus fines, aún cuando la mayoría de los militantes comunistas –en creciente oposición a su dirección– y también peronistas, no acordaban con los enjuagues golpistas. La dirección del PC y el vandorismo acordaron en ese momento una conducción de la Confederación General del Trabajo.
Finalmente, los sectores proyanquis y proeuropeos logran hegemonizar el golpe militar del 28 de junio de 1966, que instaura la autodenominada “revolución argentina”. En él, también venían emboscados los militares prosoviéticos, como los expresados por el general Lanusse.
Así, si bien junto al golpe central y al movimiento obrero y popular, la dictadura de Onganía golpeó también a los sectores más visiblemente ligados a la dirección del PC, en particular a lo que se relacionaba con la pequeña y mediana burguesía a través del manejo de las cooperativas de crédito, no fueron afectados los sectores de terratenientes y de gran burguesía asociados al socialimperialismo. Y éste mantuvo incólume sus posiciones en las fuerzas armadas argentinas.
La posición de la dirección del PC de oposición verbal y de prescindencia en los hechos frente al golpe de Estado se correspondía con el objetivo principal de los soviéticos: avanzar en el copamiento de los altos mandos de las fuerzas armadas. A su vez, el llamamiento del general Perón a “desensillar hasta que aclare” creaba expectativas en sectores nacionalistas de las fuerzas armadas.