Con el triunfo de Alfonsín en las elecciones proscriptivas del 30 de octubre de 1983 y su asunción al gobierno, se creó una situación compleja. El gobierno radical fue un gobierno heterogéneo, en el que predominaron los representantes de intereses terratenientes, de gran burguesía intermediaria y del imperialismo, especialmente los vinculados al socialimperialismo ruso y a la socialdemocracia europea, sectores que habían sido los principales beneficiarios del período dictatorial. La línea principal de ese gobierno fue proterrateniente, promonopolista y proimpertalista, y no expresó los intereses de la burguesía nacional.
El resultado electoral del 30 de octubre golpeó el proceso de ascenso del movimiento de masas. Luego, lentamente, las masas fueron retornando el camino de organización de los cuerpos de delegados y comisiones internas, desde abajo. Los obreros de Ford estuvieron en la avanzada de ese proceso.
Todo este nuevo ciclo de auge está teñido por la sangría dictatorial y el balance que las masas han realizado de la misma.
Con 3.500 huelgas y 13 paros nacionales, la clase obrera fue el motor de la lucha popular. La histórica ocupación de la planta por los obreros de Ford dirigidos por su comisión interna y su Cuerpo de Delegados, con puesta en marcha de la producción, trascendió lo gremial para convertirse en lucha política contra el plan de hambre de las clases dominantes. Crecieron las luchas y movilizaciones campesinas en la pampa húmeda y otras regiones del país, las movilizaciones de mujeres, estudiantiles y docentes con la histórica Marcha Blanca. El 13 de octubre de 1986 el paro activo convocado por la CGT, los empresarios y el conjunto del pueblo de Mar del Plata contra los acuerdos pesqueros con la URSS, fue la primera movilización de masas que enfrentó la penetración del socialimperialismo en nuestro país.
En abril de 1987, estimulada por la política alfonsinista de hijos y entenados que beneficiaba a la cúpula gorila lanussista, eclosionó una crisis militar que puso en evidencia y profundizó la fractura en el Ejército. Asimismo quedó claro para las grandes masas que Alfonsín no era garantía para la defensa de las libertades democráticas conquistadas por el pueblo.
Este hecho, producido en el trasfondo de la creciente oposición popular a la política alfonsinista, provocó un cambio brusco en la situación política nacional.
Todo lo anterior creó las condiciones para la posterior derrota electoral alfonsinista.
Desde 1986 nuestro Partido planteó la necesidad de la confluencia de las luchas obreras, campesinas, estudiantiles y populares contra la política de hambre, entrega e impunidad a los genocidas de la dictadura, y la necesidad de la unidad política de todas las fuerzas que se le oponían. En 1987 las masas castigan en las urnas a la política alfonsinista. Esto, y el triunfo del doctor Menem en la interna del peronismo en julio de 1988, abrieron una nueva situación política en la Argentina. La política de frente opositor plasmó en el Frente Justicialista de Unidad Popular (alianza integrada por once partidos) y en sus comités de apoyo, en dura lucha por arriba y por abajo. El FREJUPO fue el instrumento clave para la derrota electoral del alfonsinismo el 14 de mayo abriendo así un nuevo periodo.