Teniendo en cuenta que son enemigos estratégicos de la revolución argentina todos los terratenientes, todos los imperialistas, toda la gran burguesía intermediaria del imperialismo, todos los reaccionarios, es fundamental determinar, en cada momento táctico, el enemigo principal. Es decir aquel que representa el obstáculo principal a eliminar, en un momento determinado, para poder hacer avanzar hacia adelante el proceso revolucionario: enemigo que es, por eso, el blanco principal en ese momento. El principal enemigo táctico.
El concepto de blanco es un concepto político que caracteriza en un momento determinado la fuerza más importante que se opone a la revolución, partiendo del análisis global de la situación internacional y nacional. En la situación argentina, en los últimos años, en la cuestión de cuál es el sector hegemónico de las clases dominantes se han producido profundos cambios, en el contexto de los cambios producidos a escala mundial.
En el combate por la revolución democrática popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo, debemos tratar de dirigir el fuego concentrado, en cada momento y en cada caso, al enemigo principal, sin perder la brújula de la contradicción principal. De esta forma podrán ser aprovechadas en favor de la lucha liberadora todas las contradicciones interimperialistas y entre distintos sectores de terratenientes y de gran burguesía intermediaria, y también las contradicciones de la burguesía nacional con los enemigos del pueblo y de la patria.
La situación nacional tiende a complicarse cada día más, pero ello no nos debe ocultar que el sector hegemónico en las clases dominantes continúa siendo aún el sector en el que predominan los terratenientes y monopolios prosoviéticos o subordinados a los intereses de ese bloque. Ese sector, el. principal responsable de la crisis actual y el principal beneficiario de ella, está integrado por sectores terratenientes de la zona cerealera, lanera y productora de carnes y cuero, bodegueros cuyanos, azucareros y citrícolas del Noroeste y yerbateros del Noreste, estrechamente asociados o subordinados a los intereses del socialimperialismo soviético y por el poderoso grupo de testaferros y de gran burguesía intermediaria que controla palancas económicas claves como: la siderurgia privada, el aluminio, la celulosa y fábricas de papel, grandes bancos, enormes latifundios y millones de cabezas de ganado, parte de la industria petrolera privada, de la petroquímica, de la carne y la alimentación, de la industria del plástico, etc. Controla las palancas fundamentales del poder estatal, posee un poderoso aparato político propio y una gran fuerza en los medios de prensa y opinión pública.
El sector hegemónico de las clases dominantes argentinas, identificado principalmente con el proyecto alfonsinista, ha perdido el control de la presidencia de la Nación y áreas claves del gobierno nacional, como resultado de la derrota electoral del 14 de mayo de 1989. Pero conserva resortes fundamentales del gobierno y del poder. Y, apoyado por los enormes medios que maneja, se ha lanzado ya a la lucha por el control total del aparato estatal y del gobierno, utilizando como mascaron de proa político –al menos por ahora– al propio Alfonsín