El 20 de noviembre de 1845, con el pretexto de mediar en el conflicto que se había suscitado en la Banda Oriental entre los caudillos Oribe, a quien Juan Manuel de Rosas apoyaba, y Rivera, una flota invasora compuesta por las potencias de la época, Gran Bretaña y Francia, intenta por medio de la fuerza y prepotencia imperialista remontar el Paraná para llevar sus productos comerciales. En realidad esto último era su principal objetivo. Es decir, hacerse dueña de las vías navegables de los ríos interiores de la Confederación Argentina, con la excusa de la “libre navegabilidad” para desde esas posiciones colocar sus productos y dejar en la ruina a las producciones locales.
En el amanecer del 20 de noviembre se produce el desigual enfrentamiento. Las tropas argentinas estaban al mando del general Lucio N. Mansilla. Con las fuerzas que poseen los defensores de la soberanía de su país, presentan batalla y a pesar de que “pierden” en el enfrentamiento bélico “ganan” granjeándose la simpatía de todo el pueblo y aún de algunos unitarios que ofrecen sus armas a las órdenes de la Confederación.
El general Mansilla es gravemente herido y es reemplazado por el coronel Juan Bautista Thorne. Pero a las pocas horas se levantó y siguió luchando al grito de “viva la soberana independencia argentina”. Las tropas argentinas sufren numerosas bajas y heridos y se pierde gran cantidad de material de guerra.
Finalmente los invasores fuerzan el paso y remontan el Paraná hacia el Norte. Pero, en realidad consiguen una “victoria” relativa puesto que nadie quiere comerciar con ellos. Ello se debía a dos motivos. Por un lado por la pobreza reinante en la zona y principalmente por la defensa del mercado interno que hacían sus habitantes.
Esto dio como resultado que la mayor parte de la mercadería que portaban quedó sin colocar. Esto hizo que el costo financiero de la campaña además de los daños que les infligieron las tropas argentinas, se elevaran enormemente.
Batalla de Punta Quebracho
“¡Allá los tenéis! ¡Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra Patria al navegar, sin más títulos que la fuerza, las aguas de un río que corre por el territorio de nuestro país! Arenga del general Mansilla a sus soldados en el inicio de la Batalla de Punta Quebracho.
Al fracasar en su intento, las naves invasoras seis meses después de la Batalla de la Vuelta de Obligado, emprenden la vuelta por el Paraná hacia el Río de La Plata.
El 4 de junio de 1846 nuevamente al mando del general Mansilla las tropas argentinas se aprestan a combatir a los invasores. Esta vez instalan sus cañones en lo alto de la barranca, a la altura de lo que hoy es Puerto General San Martín, lejos del alcance de los vapores de guerra ingleses y franceses. El resultado de la batalla es por demás concluyente. Por el lado enemigo, que hay que resaltar poseía poderosas naves blindadas equipadas con torretas giratorias, se destruyen seis buques y se producen 60 muertos. Por parte de las armas argentinas: un muerto y dos heridos.
Consecuencias
El 13 de julio de 1846 se da por terminada la intervención de las fuerzas navales anglo-francesas y Sir Samuel Thomas Hood, representando a ambas potencias, presenta ante Juan Manuel de Rosas, “el más honorable retiro posible de la intervención naval conjunta”. Por lo tanto el gobierno argentino obtiene de esta forma: Poner fin al bloqueo naval de Francia e Inglaterra a los puertos argentinos. Recuperar la flota argentina capturada. Recuperar la Isla Martín García. Un saludo de 21 cañonazos a la bandera argentina por parte de cada una de las flotas intervinientes. El reconocimiento de la soberanía argentina y a sus derechos exclusivos sobre la navegación de los ríos interiores.