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17 de noviembre de 2010

No más que “buenas intenciones” en el G20

Hoy 1344 / La disputa interimperialista en la reunión de Corea del Sur

En un revés para Estados Unidos, que no logró alinear a Europa para presionar a Pekín por una revaluación del yuan, la cumbre del grupo de los 20 (G-20) en Seúl, Corea del Sur, concluyó con una genérica apelación de “vigilar los desequilibrios cambiarios”, que ofrece pocas pruebas de que el mundo esté más a salvo de una guerra económica.

En un revés para Estados Unidos, que no logró alinear a Europa para presionar a Pekín por una revaluación del yuan, la cumbre del grupo de los 20 (G-20) en Seúl, Corea del Sur, concluyó con una genérica apelación de “vigilar los desequilibrios cambiarios”, que ofrece pocas pruebas de que el mundo esté más a salvo de una guerra económica.
Dos años después de que se extendiera al mundo la peor crisis económica desde la década del 30, las grandes potencias imperialistas sólo acordaron hacer un llamado para que las naciones “se abstengan” de devaluar sus monedas para ganar competitividad. Nada se dice en el texto de los que frenan la revalorización de su divisa, como pretendía Estados Unidos para sancionar a China.
Si bien el G-20 sostiene que el principal problema de la economía mundial es el desequilibro del déficit de cuenta corriente (con países como China, que produce y exporta mucho más de lo que consume e invierte, y naciones como Estados Unidos, que consume mucho y exporta poco), sólo declaró necesidad de la creación de “lineamientos indicativos” para medir las distorsiones, pasando su debate para el primer semestre de 2011.
De este modo, persiste la amenaza de una guerra comercial internacional (con devaluaciones de la moneda, por un lado, y medidas proteccionistas, por el otro), en momentos en que la mayoría de los países del mundo quiere colocar sus productos en el exterior y el consumo sigue deprimido en las naciones más ricas.
Es más, Estados Unidos –que ocupaba hasta hace poco un rol central en el plano mundial para dirimir disputas económicas– ha visto resignada buena parte de su influencia, más luego de que el paquete de 600.000 millones dólares lanzado por la Fed desatara una catarata de críticas de los países que se dieron cita en la cumbre del G-20.
También Pekín cuestionó el paquete al afirmar que el mismo devaluará artificialmente el precio del dólar y considerar que, de este modo, la Casa Blanca invalidaba su argumento de que el gobierno chino mantiene el valor del yuan artificialmente bajo para sostener las altas tasas de crecimiento.
Subsidiariamente, el G-20 dio su visto bueno a la imposición de medidas de control de capitales “diseñadas cuidadosamente”, y aprobó la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), que había sido consensuada un mes atrás por los ministros de Finanzas de los 20 países, que concede a China la tercera gran cuota de votación en la organización y eleva la importancia de Rusia, Brasil e India en el proceso de toma de decisiones.

Sobre el papel de China
Tanto China y Rusia, como Alemania y Japón, bocharon las intenciones de los Estados Unidos de imponer límites cuantitativos a los superávits de las balanzas comerciales. Además China logró evitar que el documento final la obligara a revalorizar su divisa, el yuan, como proponía Estados Unidos. A cambio, China aceptó, como los otros 19 presentes en Seúl, firmar un compromiso de intenciones para reducir sus desequilibrios comerciales, de pagos y divisas, y aumentar su consumo interno. También aceptó declarar que sea el mercado el que determine el valor de su divisa, por supuesto sin nada en el documento que la obligue a renunciar a lo que ya practican, una “infravaloración competitiva”, es decir, evitar que el yuan se encarezca.
Las tensiones creadas por China en el grupo son similares a las de otras potencias, que “no toman decisiones en función de otras naciones, sino de sus propias agendas internas”, señaló eufemísticamente Donald Brean, profesor de Finanzas y Economía de la Universidad de Toronto, Canadá, para no decir que lo que prevalecen son las rivalidades interimperialistas.
Según este analista, en el caso de China, su estrategia no pasa por disputar el liderazgo en el G-20, sino en lo que ya viene haciendo, “invirtiendo en Brasil o en Africa, o firmando un tratado de libre comercio con Chile”, es decir en su actividad imperialista en todo el mundo. Aunque no dejó de recordar a la vez la fragilidad interna de este gigante, que tiene una reforma económica pendiente, enormes desigualdades y graves problemas de contaminación y desempleo. A lo que tenemos que agregar la inflación y las burbujas especulativas (como la inmobiliaria), que la han obligado a aumentar sus tasas de interés, con el consiguiente freno que las mismas implican para su relativa recuperación económica.