1.– Se han producido cambios de importancia en la situación política nacional. Luego del llamado “navarrazo”, y de las amenazas yanquis a la actual política nacional y al Perú, por vía de la movilización de reservistas en Chile y de los acuerdos Banzer-Pinochet; y luego de las advertencias del Secretario del Tesoro de los EE.UU.; el gobierno de Perón ha producido una serie de hechos que indican su voluntad de buscar preponderantemente el apoyo soviético para su política de forcejeos con los EE.UU.
Se pueden indicar como ejemplo de esa política las delegaciones enviadas a Cuba, a la URSS, Polonia y Checoslovaquia, y los acuerdos allí firmados, especialmente los referidos a construcciones hidroeléctricas y a inversiones en el área minera y pesquera. Esto unido a los nuevos esfuerzos paro lograr inversiones europeas, especialmente italianas, y acuerdos con países árabes.
En el marco de esa política tiene relieve particular la inclusión de altos jefes militares en la misión Gelbard, en momentos en que se haba de la posible adquisición de material bélico a la URSS.
Paralelamente el gobierno de Perón produjo varios hechos en la misma dirección: nombró interventor en Córdoba a un representante del grupo Gelbard; facilitó a este grupo nuevos avances en la monopolización de ramas claves de la economía; no interfirió en el proceso de la Unión Ferroviaria permitiendo así al grupo Ravitti apoderarse de la misma y abrirse camino para el control de la CGT por un grupo de jerarcas sindicales estrechamente vinculados a la dirección prosoviética de la CGE; y colocó en la dirección de Universidad de Buenos Aires a Solano Lima, hombre estrechamente ligado, desde hace muchos años, a los grupos prosoviéticos que actúan en nuestro país.
En especial merece destacarse el hecho de que el general Perón haya promovido, en alianza con Balbín, las reuniones de Olivos de las que surgió una especie de “Unión Nacional” en apoyo a las posiciones de reformas burguesas antiyanquis de Perón. Esta “Unión Nacional”, a más de reforzar las posiciones del gobierno cuando realiza una política de acercamiento a la URSS, tiene la importancia de haber sellado un acuerdo tácito de respeto a las instituciones constitucionales en el caso de muerte o retiro de la presidencia del Gral. Perón. Lo que no significa el fin de la lucha entre las distintas fracciones oligárquicas, burguesas y reformistas, en torno a esta cuestión. Pero sí significa el acuerdo sobre el terreno en el que ha de desarrollarse esa lucha.
2.- De los discursos y de los actos de Perón se desprenden las conclusiones que él sacó del golpe de Estado de 1955. En primer lugar, considera que no se debe atacar frontalmente a los yanquis, y que debe permanentemente conciliar con ellos, al tiempo que los va limitando y desplazando. La reciente expulsión de exiliados uruguayos y la prisión de exiliados bolivianos, al igual que las gestiones realizadas ante Pincohet y la invitación a éste para que visite el país, son ejemplo de ello. En segundo lugar, considera imposible forcejear con los yanquis, e ir marcando un camino nacional relativamente autónomo, sin aliarse con los imperialismos rivales de aquellos, especialmente con la URSS. En tercer lugar, estima necesario estructurar un frente nacional con toda la burguesía para resistir a los yanquis. Para ello evita cuidadosamente, en la medida de lo posible, todo lo que puede volcar al campo de la oposición sistemática a los partidos burgueses no peronistas, especialmente a la UCR.
Sectores que responden a la batuta de los socialimperialistas soviéticos, y sectores aliados a ellos, han dado todo su apoyo a la línea de Perón de acuerdo con la URSS y países subordinados a ésta. Pero, dado el carácter expansionista del socialimperialismo, la agudeza de la lucha interimperialista, las necesidades de la lucha por la hegemonía en el propio frente nacionalista burgués, y con el objetivo de desviar a las masas populares que buscan un camino revolucionario, últimamente han vuelto a poner en circulación la idea de un llamado “frente popular” o “frente de izquierda”, al que, de una u otra manera, propagandizan el camporismo, sectores pertenecientes al alfonsinismo, Tosco, el FAS, Dante Gullo y Montoneros, Ortega Peña, Sandler, Obregón Cano, Alende, etc.
De fondo, ese frente, con palabrería de izquierda, pretende en lo esencial cerrar el camino a un auténtico frente único con hegemonía obrera. Pretende aprovechar que el proletariado aún no desplegó todo su potencial, y su capacidad de combate y de dirección, para cerrar el camino a un frente verdaderamente hegemonizado por la clase obrera. Su gran preocupación: la búsqueda por las grandes masas peronistas de un camino correcto para la lucha revolucionaria, y el temor de que esas masas lleguen a ser dirigidas por el proletariado revolucionario. De allí que la propuesta de ese frente de izquierda es coherente con la actitud divisionista de esas fuerzas en recientes elecciones sindicales, en la coordinadora de juventudes políticas, o en la universidad.
Existen fuerzas como Vanguardia Comunista que, en aras de “no regalar al enemigo las masas que influencian los Montoneros”, o que “influencian el alfonsinismo”, y a partir de la constatación de que vivimos momentos de “grandes divisiones y reagrupamientos”, dan apoyo concreto a esa idea de frente, renunciando en la práctica a una política de hegemonía proletaria y confluyendo en un frente que será, prácticamente, la izquierda del frente “grande” al que se llama “unión nacional”.
Como estos sectores por un lado hacen frente único con Perón, y por otro son instrumento, consciente o inconscientemente, de la lucha por la hegemonía entre corrientes burguesas en la llamada “Unión Nacional”, golpean simultáneamente en dos direcciones: por un lado a los yanquis, y por otro a Perón. Separan la lucha antiyanqui de la lucha democrática y por las reivindicaciones económicas y sociales de las masas.
El que la llamada “Unión Nacional”, o el propuesto “Frente Popular”, logren o no desviar del verdadero rumbo revolucionario a las grandes masas populares dependerá, fundamentalmente, de la correlación de fuerzas con el proletariado revolucionario, de la capacidad de éste para construir y hegemonizar un auténtico frente único antiyanqui, basado en la alianza obrero-campesina y en la amplia y democrática participación de las masas.
La experiencia reciente del SMATA cordobés durante el “navarrazo” ha dado un buen ejemplo de frente único antiyanqui en la clase obrera, y la experiencia de Villa Constitución ha mostrado el camino que proponemos para la unidad popular hegemonizada por la clase obrera. Esto exige no mover la mira del enemigo principal y diferenciar nuestra propuesta de la propuesta de Perón, sin caer en el gorilismo barato del “fascismo-antifascismo”, y diferenciarnos de la propuesta de los sectores amigos o subordinados al socialimperialismo sin caer en un antisovietismo trotzkizante, es decir, divisionista.
3.- La clase obrera y las masas populares, en tanto, han vuelto a manifestar su firme voluntad democrática y antiimperialista, y han dado nuevos pasos adelante en la recuperación y el fortalecimiento de sus organismos de lucha.
Entre los hechos más revelantes producidos en esa dirección se destaca la gloriosa lucha de los obreros metalúrgicos de Villa Constitución, que permitió recuperar las comisiones internas de una de las más importantes seccionales metalúrgicas del país. La lucha de los metalúrgicos de Villa Constitución, apoyada activamente por toda la clase obrera y el pueblo de la zona, ha escrito una nueva página en la historia de los combates que en los últimos años van creando las condiciones para que la clase obrera, dirigida por su partido marxista-leninista, pueda desempeñar su rol de vanguardia en la lucha liberadora antiyanqui y en la revolución democrática-popular, agraria, antiimperialista y antimonopolista en marcha al socialismo.
El plenario nacional sindical realizado posteriormente en aquella ciudad, al vencer a las corrientes trotzkizantes pequeñoburguesas que pretendieron utilizarlo para su línea, mostró que en todo el país crece y se fortalece la poderosa corriente clasista, a cuyo nacimiento y desarrollo tanto ha contribuido nuestro Partido, y que existen condiciones para impulsar movimientos de recuperación sindical triunfantes en numerosas empresas y gremios, si ellos son verdaderamente unitarios.
La lucha de los metalúrgicos de Villa Constitución se inscribe en una serie de nuevas luchas que durante los meses de marzo, abril y comienzos de mayo, ha demostrado como justa la línea de nuestro Tercer Congreso, línea que se basa en el ascenso revolucionario de las masas en nuestro país. Nada sería más peligroso para el Partido como subestimar ese ascenso revolucionario.
Entre esas luchas merecen destacarse la de los obreros de la alimentación de General Roca (Río Negro) que, con la orientación de nuestro Partido, graficaron un ejemplo de unidad obrero-campesina, hegemonizada por los obreros, contra el monopolio Bunge y Born; la lucha de los textiles de Tucumán; la de los obreros de los Astilleros de Río Santiago y los ferroviarios de Mendoza por aumento de salarios; la de los campesinos santiagueños acompañados por la solidaridad de los obreros de la alimentación y el desarrollo de la organización de las Ligas Agrarias en esta provincia, al igual que la lucha y organización de los productores pequeños y medios, tamberos y chancheros en las provincias de Santa Fe y Córdoba.
Tiene también enorme importancia para el futuro de la lucha antiimperialista y democrática la reunión nacional de centros y federaciones co-citada por la FUA y la FULNBA, que decidió encarar las medidas necesarias para la realización de un Congreso Nacional de Unificación del movimiento estudiantil, en una clara posición unitaria frente al imperialismo yanqui.
El Partido, en este período, contribuyó a la realización exitosa de las tareas de solidaridad con otros pueblos latinoamericanos, especialmente el acto de solidaridad con la heroica lucha del pueblo brasilero.
4.- La corriente clasista nacional recibe ahora un impulso poderoso con el triunfo de la lista Marrón en las elecciones del SMATA (Córdoba). A las provocaciones de la burocracia sindical cordobesa y del SMATA nacional, que primero demoraron la entrega de los padrones y luego realizaron maniobras fraudulentas en los mismos, respondió combativamente la masa de los mecánicos asegurando el proceso electoral. Una asamblea de 3.500 obreros mecánicos respaldó el martes 7 la realización del acto electoral. Simultáneamente los estudiantes, los docentes y otros sectores populares, ocuparon facultades y ganaron las calles de Córdoba para enfrentar las provocaciones de los sectores que en febrero apoyaron el “navarrazo” y destituyeron a Obregón Cano y Atilio López y que se movían ahora orquestadamente para intentar nuevos golpes contra las fuerzas obreras y populares combativas y revolucionarias.
Esos sectores de derecha fueron ayudados en su labor por la línea del P“C” y el llamado “peronismo descamisado” que montaron y apoyaron a la lista Anaranjada, dividiendo así al frente único contra los seguidores de Elpidio Torres, Bagués y Rodríguez.
El resultado electoral de Córdoba y el hecho de que en esta ciudad la lista nacional de Rodríguez haya obtenido poco más de 350 votos, refuerza la conclusión de que en el caso de no haberse frustrado el frente único opositor, en las elecciones nacionales del SMATA, por obra del P“C” y la dirección nacional de la JTP, se hubiese podido también derrotar nacionalmente a Rodríguez y sus secuaces y recuperado uno de los más poderosos gremios del proletariado industrial.
El triunfo de la lista Marrón, en las elecciones del SMATA Córdoba (que tuvieron pendiente a toda la población de esa ciudad y a las fuerzas obreras y políticas del país) tiene un significado histórico: reafirman un camino que, iniciado en el Cordobazo, se proyecta hoy, aún en las condiciones del gobierno del Gral. Perón, y en unas elecciones en las que la lista Gris, con todo el apoyo oficial, y reuniendo a fuerzas que anteriormente pertenecieron al torrismo y a la lista Azul opositora, con nuevos elementos entre sus candidatos, pretendió levantar la falsa opción de Perón anti Perón, y fue derrotada. Se han creado condiciones para una unidad superior de la masa mecánica.
El triunfo de la lista Marrón en el SMATA de Córdoba refleja un cambio de calidad en la masa mecánica de Santa Isabel y otras plantas. Hace dos años votó contra la burocracia sindical traidora y repudiada por la entrega de grandes luchas y conquistas. Entonces votó a militantes antiburocráticos casi desconocidos. Ahora optó por dirigentes reconocidos como militantes del comunismo revolucionario, que habían llamado a votar en blanco en reafirmación del camino revolucionario del Cordobazo en ocasión de las elecciones del 11 de marzo, y que también votaron en blanco en septiembre. La elección no fue de ninguna manera una simple elección “sindicalista” ya que el debate previo a la misma, en la gran masa, fue profundamente político.
5.- En esa situación política se puede analizar lo sucedido en Plaza de Mayo el 1º de Mayo.
El primer lugar, y sin menospreciar el boicot de los dirigentes de la CGT a la organización de la movilización para el acto, resalta la escasa cantidad de obreros que concurrieron al mismo, y el poco entusiasmo partidario. La indiferencia de la gran masa obrera por el acto, aunque no debe ser confundido con un fenómeno de “desperonización”, evidencia que se agudiza la contradicción entre esa masa y la dirección peronista.
Por un lado Perón no puede defender su programa de Pacto Social, congelación salarial y tibias reformas, ante esa masa trabajadora, y por tanto opta por no movilizarla. Por otro lado los Montoneros y la JP, que hace un año parecían haber ganado el corazón de esas masas, son también incapaces para movilizarlas, y continúan dirigiendo a un activo, importante, pero de composición social predominantemente pequeñoburguesa.
Esto genera gran confusión en la masa obrera peronista, incluso en sectores del propio activo montonero. Por un lado, las masas obreras no están de acuerdo en dar el apoyo a los odiados jerarcas sindicales como lo quiere Perón. Pero otro, no se sienten atraídos ni por la línea ni por las consignas de los Montoneros.
Luego del acto del 1º de Mayo ha sido puesto en el orden del día de la política nacional una cuestión clave: ¿quién va a dirigir a esas grandes masas obreras y populares peronistas? Esas masas protagonizaron en los últimos años grandes luchas y adquirieron en ellas noción de sus fuerzas. Confiaron en marzo en que el peronismo daría satisfacción a sus aspiraciones de cambios profundos. Hoy se interrogan sobre los caminos para impedir la restauración gorila y para triunfar sobre éstos.
Por ello pasa a tener una importancia histórica que el Partido logre desempeñar adecuadamente su rol de vanguardia de la clase obrera y el pueblo. Y esto, consecuentemente, privilegia el papel de agitación y la propaganda del Partido, de sus iniciativas políticas y su rol revolucionario.
6.- La “Unión Nacional”, integrada por Perón, la UCR, el P“C” y otros partidos reformistas, no solucionará a través de las reformas propuestas por Perón y Gelbard las aspiraciones de las masas trabajadoras del campo y la ciudad. Incluso suponiendo que el P“C” tuviese una plataforma más avanzada que la de Gelbard (lo que no es cierto), las medidas que propugna, y a las que llama “reformas estructurales graduales”, tampoco pueden dar solución a esas aspiraciones. En definitiva el P“C” sólo introduce modificaciones de detalle y con finalidades propagandísticas en el plan Gelbard. Lo mismo sucede con los Montoneros y su propuesta económica basada en: 1) “política antimonopolista con ejes en la declaración de moratoria de la deuda externa y el ahorro de divisas”; 2) “racionalización del consumo”; y 3) “crédito e inversiones de los países socialistas”.
No pueden solucionarse los problemas más importantes de las masas trabajadoras: trabajo estable, salarios acordes con el costo de vida y demás reivindicaciones obreras esenciales; igual salario por igual trabajo; tierra para los campesinos pobres y medios y precios compensatorios para sus cosechas; viviendas populares para la enorme masa de obreros y campesinos necesitados de ellas; becas para los hijos de obreros y campesinos pobres; atención médica gratuita para todo el pueblo, etc., sin adoptar medidas de carácter revolucionario, es decir, sin expropiar al imperialismo yanqui y los terratenientes y capitalistas a él asociados.
Al no arrancar las raíces del dominio yanqui y sus socios en el país, y al no poder así satisfacer las más elementales aspiraciones de las masas explotadas y oprimidas, más tarde o más temprano, los yanquis recuperarán todo el poder y restaurarán su sangriento dominio. Como en 1955 o como sucedió recientemente en Chile.
No se trata de ser o no apresurados. Se trata de adónde y por dónde ir. Por eso nuestro Partido no acuerda con la “Unión Nacional” de los 8 partidos que se reunieron en Olivos. No acordamos con el programa de esa “Unión Nacional”. Programa reformista y conciliador con el imperialismo yanqui. Tampoco acordamos con la metodología utilizada para integrarla, ya que se la constituyó por arriba, al margen del debate de las grandes masas y sin ninguna participación de éstas, y se le dio un carácter divisionista respecto del proletariado revolucionario y su partido y de otras fuerzas revolucionarias, carácter divisionista que se corresponde con la orientación maccartista de la llamada “Coordinadora de Juventudes”.
Ya en 1955 el Gral. Perón trató de evitar con una “Unión Nacional” semejante, el golpe gorila en preparación, y fracasó. Ahora también se volverá a fracasar si no se enmienda el rumbo.
Los yanquis, reagrupando sus fuerzas, enfrentan a la lucha revolucionaria de los pueblos y al socialimperialismo, con saña. En Asia, el Medio Oriente, América Latina y principalmente en Europa han dado claro ejemplo de ello.
Frente a los yanquis y a los socialimperialistas lo que avanza es la revolución. Pero no hay que subestimar, tácticamente, al imperialismo yanqui.
En la Argentina los yanquis golpean reagrupando sus fuerzas en espera de una ocasión propicia para pasar a la ofensiva.
Perón se equivoca cuando piensa que será posible liberarse pacíficamente de su dependencia.
En cuanto al socialimperialismo, Perón también se equivoca si piensa que puede buscar su protección, como hizo Egipto, y luego con la ayuda de los europeos y con su habilidad escapar a la misma, como en otra situación y apoyándose en los EE.UU. pretende hacer Sadat. En primer lugar porque Nasser se asoció con los soviéticos dirigiendo él el movimiento nacional. Aquí los soviéticos tienen una fuerza económica poderosa, fuerza que ahora acrecentarán con las sociedades mixtas, los créditos, la provisión de insumos críticos, etc.; dirigen la CGE; están a punto de copar la CGT; tienen posiciones importantes en las FF.AA.; un antiguo y poderoso trabajo de infiltración, y, en la práctica, dirigen una parte fundamental del propio movimiento peronista. El viaje hacia la URSS puede ser un viaje sin retorno. Además los soviéticos han aprendido de la experiencia egipcia, y de otras semejantes, y se caracterizan por su gran agresividad. Por lo tanto no relegan en ningún momento la lucha por la hegemonía.
Nosotros no debemos dejar de agrupar las fuerzas contra el enemigo principal. Pero debemos alertar permanentemente sobre la agresividad y el carácter del socialimperialismo.
Por todo ello, sin dejar de apuntar al enemigo principal, debemos golpear esa “unión nacional”. Debemos atacar la falsa idea de que para independizarse de los yanquis es preciso la “ayuda” soviética. Esta idea debe ser combatida en todas sus expresiones. Sea cuando la formula Perón, como cuando la enuncian los Montoneros (que plantean la “conveniencia” de la tecnología soviética ya que, por ser más atrasada ocupa más mano de obra), o por grupos como Pasado y Presente que influencian en la izquierda con la idea de la necesidad de “redimensionar la economía” (es decir de producir cambios graduales en una economía bastante moderna dependiente de los yanquis sin producir desocupación, cierre de empresas, etc. Idea afín a las “reformas estructurales graduales” del P“C” y de Gelbard ya que ambas asignan gran importancia al comercio exterior y a la “ayuda” soviética para ese “redimensionamiento”).
Estas discrepancias no deben impedir a nuestro Partido y a la clase obrera golpear juntos con esa “unión nacional” contra el imperialismo yanqui y sus asociados en la medida en que ello sea posible y conveniente para la lucha antiyanqui. Esto exige, simultáneamente, no engañar a las masas sobre la eficiencia revolucionaria de esa “unión nacional” y oponerle la necesidad de constituir un auténtico frente único antiyanqui.
El camino del triunfo para la lucha antiyanqui es el que señaló la resolución política de nuestro Tercer Congreso (ver en especial los capítulos IV y V de esa resolución).
7.- En lo inmediato el Partido debe privilegiar la lucha política, agitativa, propagandística y organizativa, por un auténtico frente único antiyanqui, y en torno a las dos líneas: la reformista y la revolucionaria, que se disputan la hegemonía de la trinchera antiyanqui.
De allí la importancia de la conmemoración del 5º Aniversario del Cordobazo que debe permitirnos llegar a las grandes masas obreras y trabajadoras con nuestra línea política y señalar el camino que en el rumbo que abrió el Cordobazo permite avanzar, evitando un golpe restaurador y realizando y llevando hasta el fin la revolución democrático-popular, agraria, antiimperialista y antimonopolista en marcha al socialismo. En la Capital Federal, Córdoba, y otras ciudades, se preparan actos para esa fecha.
El Partido debe también ponerse a la cabeza de la lucha por soluciones patrióticas, populares, de la cuestión de las carnes, azúcar, pesca, minería, petróleo, tecnología, etc.
El Partido, sin desmantelar su organización clandestina, debe aprovechar la coyuntura legal existente para llegar con su línea a las grandes masas. El trabajo con Nueva Hora y los materiales partidarios es fundamental para ello.
En el movimiento obrero el Partido debe desarrollar una gran campaña nacional de solidaridad y apoyo a las avanzadas clasistas del proletariado: mecánicos cordobeses; metalúrgicos de Villa Constitución; azucareros jujeños, etc., y contra los permanentes intentos de los gorilas, la patronal y la jerarquía sindical por aplastar esas organizaciones recuperadas. Junto con ello debemos empujar la lucha por aumento de salarios y demás reivindicaciones obreras, y por la recuperación de los organismos sindicales en manos de jerarcas y burócratas.
El Partido debe también ponerse a la cabeza de la lucha por la adjudicación de las más de 16.000 viviendas ocupadas por ex-habitantes de villas de emergencia, y encabezar la lucha por la documentación para los trabajadores extranjeros y por las diferentes reivindicaciones de los habitantes de las villas.
Nacionalmente el Partido ha dado pequeños pasos en el trabajo entre los obreros rurales y las masas campesinas, trabajo que ahora debemos multiplicar. El CC ha dispuesto medidas organizativas para mejorar este trabajo y lo mismo debe hacerse en los diferentes comités zonales.
El CC ha decidido también comenzar el trabajo del Partido en el movimiento femenino.
En cuanto a la universidad el Partido debe encabezar la lucha de las masas estudiantiles por sus reivindicaciones, en especial las creadas por el ingreso masivo de estudiantes (becas, presupuestos, horarios adecuados, aulas, etc.); por la democracia (negada por el “manijeo” de la JUP y la mayoría de las actuales autoridades que utilizan la universidad como plataforma para sus aventuras políticas); por el contenido científico, democrático y antiimperialista de la enseñanza, y por la defensa y divulgación en la universidad del marxismo-leninismo-maoísmo. Todo este trabajo debe ayudar a volver a sacar a los estudiantes a la calle, a la lucha revolucionaria junto al pueblo, barriendo con la utopía de la “universidad socialista”, o de la “liquidación de la diferencia entre el trabajo manual y el intelectual”, sin realizar la revolución social, o por medio de reformas graduales.
En cuanto a la JCR todo su trabajo confluye actualmente a la preparación de su Primer Congreso. Para facilitarlo el CC ha dispuesto últimamente medidas organizativas. El trabajo con las masas juveniles es una responsabilidad del Partido, que debe dedicar una atención y ayuda especial, para ello, a la JCR.
También debemos dar mucha importancia a la lucha por las libertades democráticas, lucha actualmente casi abandonada por el Partido, pese a su gran importancia y a las casi diarias detenciones de militantes obreros y populares, torturas, a la subsistencia de un reaccionario Estatuto de los partidos políticos, etc. El Partido también debe encabezar la lucha por las reivindicaciones federativas de carácter democrático y por el respeto a las autonomías provinciales.
Mayo y junio serán meses dedicados a la propagandización y estudio de las resoluciones del Tercer Congreso del Partido. Simultáneamente realizaremos la planificación de la Campaña Financiera para poder realizarla exitosamente en julio. En cuanto a Nueva Hora el objetivo actual es mejorar su distribución y duplicar su cobro, para poder pasar, al semanario. En octubre realizaremos el mes de la prensa comunista. Piqueteos, charlas, festivales públicos, y otras medidas deben permitirnos consolidar lo realizado con el periódico y dar un salto en su difusión.
El trabajo de elevación del nivel teórico-político de los miembros del Partido, desde su Comité Central hasta sus organismos de base, ha pasado a ser condición indispensable para que el Partido cumpla su misión histórica. Es preciso acabar con el subjetivismo, el practicismo estrecho y mezquino, y el charlatanismo pseudoteórico, y para ello es imprescindible estudiar sistemáticamente el marxismo-leninismo-maoísmo y la línea del Partido.
Las tareas militares del Partido han sido discutidas en la última reunión del CC. Toda la actividad del Partido, destinada a abrir un poderoso cauce revolucionario en el país, debe estar impregnada del contenido de ese informe. Hoy el eslabón clave es la propagandización y organización de las brigadas de autodefensa armada de masas, en camino a las milicias populares revolucionarias.
El Partido será incapaz de realizar estas tareas si no multiplica sus efectivos y promueve a centenares de nuevos combatientes a puestos de dirección. El reclutamiento debe entonces ser sistemático y no el producto de campañas esporádicas. Como tal debe ser planificado.