Noticias

25 de noviembre de 2010

Informe del Comite Central del PCR – 5 y 6 de marzo de 1975 –

Documentos del PCR / tomo 9

Situación política y reclutamiento

Se ha agudizado la lucha de clases en pro­cura de definir la situación política, y se ha intensificado la contienda de las dos superpotencias por la Argentina, en el marco de su disputa por el control de América Latina y del mundo.

Situación política y reclutamiento

Se ha agudizado la lucha de clases en pro­cura de definir la situación política, y se ha intensificado la contienda de las dos superpotencias por la Argentina, en el marco de su disputa por el control de América Latina y del mundo.
Esto, lógicamente, se ha traducido en el cal­deamiento del clima golpista. Las fuerzas gol­pistas alientan el rumor tendiente a aislar al gobierno y facilitar su labor conspirativa. Y los rumores encuentran su caldo de cultivo en el descontento suscitado, principalmente, por el desabastecimiento, la carestía de la vida y los bajos precios para la producción de los campesinos pobres y medios. La burguesía y la pequeña burguesía han pasado, en gran parte, a una política de oposición al gobierno, y relativamente favorable al golpe de Estado. Esto es particularmente agudo en el campo, donde el campesinado pobre y medio es utilizado en general como masa de maniobra, o por los terratenientes o por los campesinos ricos (ejemplo de lo primero: la lucha de los laneros y de gran parte de los ganaderos. Ejemplo de lo segundo: la lucha campesina en el Noroeste y en el Noreste.
Si esta situación no se revierte, los golpistas triunfarán al amparo de una correlación de fuerzas favorable en las Fuerzas Armadas.
Los ascensos en las FF.AA. en general favorecieron a los golpistas de la trenza “peruanista-profesionalista” (Lanusse-López Au­franc-Carcagno), los sectores nacionalistas­ tercermundistas que pueden apoyar la línea de Isabel-López Rega fueron relegados.
Dos hechos claves indicaron poco después el rompimiento del delicado equilibrio en la CGT a favor de los sectores prosoviéticos: las elec­ciones en la FEC (Federación de Empleados de Comercio) y el Congreso Nacional de este gremio y el fortalecimiento y creciente unidad de los sectores opositores a Miguel en la UOM y la UOCRA. Desplazado Palma y designado Casildo Herreras se cerró el cerco sobre Isabel-López Rega.
Colocados en una situación muy difícil, y sin una línea revolucionaria, el sector de Isabel-López Rega que representan una corriente po­lítica nacional e internacionalmente muy importante, cedió, maniobrando y forcejeando.
Decidieron la participación del Ejército en la represión antiguerrillera (en momentos difíciles por el desarrollo alcanzado por el “foco” tucu­mano). Además, Isabel hizo otras concesiones no conocidas pero cuyo contenido puede ser deducido por el renovado fortalecimiento de los sectores prosoviéticos (entrega del diario Última Hora a García-Gelbard; recuperación del papel de la dirección de la CGE en las decisiones oficiales; ro1 más destacado de Rocamora en el Gabinete; etc.).
Desde ya que estos compromisos son precarios y se hacen en el marco de una situación caracterizada por la lucha. Así por ejemplo Isabel reforzó el rol de la secretaría privada de la presidencia aumentando su influencia en el gobierno; impulsó la convocatoria a paritarias y rechazó los planteos de Gómez Morales y la CGE partidarios de un aumento de emergencia no mayor de $ 30.000; y, dentro de sus posibilidades, impidió que las elecciones misioneras se realizasen con un control total de los sectores prosoviéticos que tenían “copada” esa provincia.
También trató de orientar la línea política del Ejército interviniente en Tucumán y reiteró su posición nacionalista-tercermun­dista en varios discursos.
Otra evidencia de la precariedad de los com­promisos en la cúspide, la da el hecho que los sectores prosoviéticos, apenas realizado un a­cuerdo con Miguel, “ajusticiaron” a dos hom­bres de éste en la UOM (Rosario). Como se ha comprobado desde 1969, ésta es una línea per­manente de ese sector, como cuando votaron en septiembre de 1973 a Perón y dos días después “ajusticiaron” a Rucci.
Por otro lado los sectores gorilas proyanquis han pasado a una abierta labor opositora y conspirativa.
Claramente han aparecido dos bloques golpistas:
–    Uno, instrumentado por los sectores prosoviéticos. Trabaja deteriorando al gobierno en general pero fundamentalmente golpea a López Rega con la finalidad de aislar y bordaberrizar a Isabel. Posiblemente para forzarla posterior­mente, a renunciar y tomar ellos el control total de la situación.
–    Otro, gorila proyanqui, que al calor del clima generado por los golpistas prosoviéticos fue recobrando fuerzas hasta emerger nítida­mente. Se ve esto claramente en el campo. Su vocero es La Prensa, ataca sin distinciones a Isabel- López Rega y prepara el golpe duro como en Chile.

Ambos sectores, desde distinto ángulo y en diferente forma, golpean al gobierno, como pre­surosos por despejar el campo para poder en­frentarse ellos. Es en ese contexto que Isabel-López Rega han enfrentado (con una línea re­formista) los acontecimientos ratificando la línea nacionalista-tercermundista que fue dis­tintiva del peronismo, y denunciando creciente­mente la disputa de la Argentina por las dos superpotencias.
En esa situación, con ese marco deben ser analizadas las elecciones en Misiones y el fo­co guerrillero en Tucumán.

Las elecciones en Misiones

Esta provincia, fue seleccionada por los sec­tores prosoviéticos para realizar la primera consulta electoral posterior a la muerte de Perón, consulta que según ellos demostraría que la mayoría del peronismo daba las espaldas a Isabel. Era la provincia ideal ya que los secto­res prosoviéticos controlan en ella a una gran parte del movimiento campesino, a los llama­dos 36 gremios confederados; a una gran parte del movimiento barrial de Posadas; resortes claves del gobierno (ministerios claves; justicia; intendencias principales) y del aparato estatal. Allí el peronismo estaba dividido en cuatro fuerzas (una de ellas, Tercera Posición, había conseguido más de 30 000 votos en 1973) y los “Montoneros”, base del ahora llamado Partido Auténtico, son relativamente fuertes.
El proceso político misionero, con posterioridad a la intervención a la provincia y el lla­mado a elecciones es conocido.
El Comité Zonal del Partido en Misiones, ha desarrollado su campaña política ubicando las elecciones misioneras en la coyuntura política nacional, cuyo rasgo principal es la lucha por aplastar la conspiración golpista prorrusa o proyanqui. Las elecciones misioneras han pasado a ser un campo de batalla entre las fuerzas golpistas y las antigolpistas.
El Partido marxista-leninista del proletaria­do participa de la batalla antigolpista desde posiciones y puntos de vista distintos a los de las fuerzas burguesas y pequeñoburguesas con las que se alía frente al mismo.
Nosotros levan­tamos con fuerza las reivindicaciones del prole­tariado, y el campesinado pobre y medio y las masas populares, y la solución revolucionaria para las mismas, como la única garantía para derrotar a los golpistas. Por eso también nos oponemos a las restricciones antidemocráticas que practica la burguesía nacional, restriccio­nes que en vez de limitar a los golpistas los favorecen. Desde esa posición el Partido ha levantado una plataforma, y ha luchado por su concreción y ha denunciado el que las elecciones misioneras se realicen con un estatuto proscriptivo, el Estatuto de Lanusse, por el cual los partidos populares deben poner sus fichas de afiliación a disposición de la policía y los servicios de informaciones para ser reconocidos electoralmente, y su programa debe encuadrar­se en las concepciones de los constituyentes de 1853 y de la dictadura de Lanusse.
Al mismo tiempo se ha realizado una activa labor de entrevistas en todos los niveles. Hoy el Comité Central debe adoptar una posición electoral para Misiones, teniendo en considera­ción los elementos mencionados. Creemos que el eje de esa posición debe estar en derrotar electoralmente a las fuerzas que trabajan para el golpe de Estado, sea éste el golpe “'perua­nista” como sucede con el partido Auténtico (sigla de los “Montoneros” y el camporismo) o el golpe restaurador proyanqui que empujan “Nueva Fuerza” y otros partidos. Nuestra po­sición debe ser activa y no meramente ver­balista.
Por ello: garantizada nuestra independencia política y libertad de propaganda electoral, el Partido votará en Misiones al justicialismo, Frejuli, realizando una campaña activa de contenido antigolpista y liberador. El triunfo del justicialismo en Misiones será una contri­bución muy importante a la derrota de los pla­nes golpistas y será lo más positivo, en la si­tuación concreta actual, para el fortalecimien­to de las fuerzas revolucionarias provinciales y nacionales.
En toda la campaña electoral debemos re­afirmar que en tanto se mantenga el actual estado de las clases explotadoras y dominantes (Estado que no ha sido destruido por el pero­nismo) las elecciones, aunque pueden ser po­líticamente muy importantes, no podrán crear instrumentos aptos para resolver ni los proble­mas de las masas misioneras ni el aplasta­miento definitivo de las fuerzas golpistas. Sólo el pueblo unido, organizado, y armado, será ca­paz de esto, ya que sus enemigos se unen, se organizan y se arman, para resolver por la fuer­za esa disputa. Toda ilusión en contrario puede causar graves daños a la lucha popular y re­volucionaria.

En cuanto al “foco” guerrillero en Tucumám
 
Sería grave subestimar la importancia que tienen como centro el foco tucumano. El mismo es parte de la lucha política que venimos reseñando, tanto e1 nacional como continental, y sería ­también un error grave creer que estamos en presencia de una consecuencia práctica del debate “revolución-reformas” o “foquismo-­antifoquismo”. El “foco” guerrillero de Tucu­mán se articula con la política golpista de sectores prosoviéticos. Es parte esencial de la misma y su papel de provocación efectiva debe ser analizada por lo que es y no por las in­tenciones de aquellos revolucionarios honestos que han sido embarcados en esa aventura. Creyendo hacer la revolución estos revolucio­narios cometen un grave error, y causan un gran daño al proceso revolucionario, ya que han sido instrumentados por el golpismo pro­soviético. Ideológica, política y orgánicamente son parte de ese golpismo, y juegan un rol de provocación al servicio de él.
Los que instalaron el foco guerrillero en Tu­cumán son responsables de las salidas del Ejército a la represión.
Los sectores golpistas han instrumentado la instalación del foco para imponer sus medidas al gobierno, colocando a éste en una si­tuación dramática ante una virtual guerra civil.
Al mismo tiempo, el gobierno de Isabel, al disponer la entrada del Ejército en operaciones, ha cometido un error que puede llevarlo a un camino sin retorno, ya que no tiene un control político real sobre ese Ejército. Al ir quedando la situación en manos de los sectores militares y de los acuerdos de pasillo, se crean las me­jores condiciones para el golpe restaurador proyanqui que sólo puede prosperar en las sombras y al margen de las masas.
Se ha producido pues un cambio sustancial en la situación política nacional, ya que la in­tervención del Ejército no será ni corta ni li­mitada geográficamente.
Este enfrentamiento no contribuirá a resol­ver los graves problemas del pueblo tucumano, ni a la lucha revolucionaria en general, salvo que la clase obrera y el pueblo tercien y, a través de su lucha independiente, se unan y desarrollen la fuerza capaz de conquistar el poder y realizar la revolución democrática popular-agraria-antiimperialista y antimo­nopolista en marcha al socialismo. Sobre esta base los sectores antiimperialistas y democrá­ticos de las FF.AA. y los sectores revoluciona­rios hoy confundidos podrán unirse al pueblo y ser un factor auténticamente revolucionario.
El pueblo precisa una lucha verdaderamente revolucionaria y liberadora contra los impe­rialismos y la oligarquía, y esta lucha, inevita­blemente, en determinado momento, para triunfar, deberá ser armada. Para esto sí, la clase obrera y el pueblo estarán dispuestos a derramar su sangre.

Ante un próximo ascenso de las luchas de masas

La labor de las fuerzas golpistas y los rasgos conciliadores de la burguesía nacional se han podido desarrollar más durante estos últimos tres meses por el hecho de que el proletariado, a diferencia de los meses anteriores, dejó de estar en el centro del combate de clases a esca­la nacional. Esto ha sido transitorio. Las masas obreras han estado tratando de orientarse en una situación sumamente compleja y no que­rían, ni quieren, que sus luchas sirvan a los pescadores de aguas revueltas. Aquellos diri­gentes que durante los años de la dictadura fueron configurando una corriente combativa, y visualizados como dirigentes honestos por las masas, en gran parte, aparecieron a la muerte de Perón ligados a una fuerza golpista prosoviética cada día más gorilizada y contrapuesta a los sentimientos peronistas de esas masas. La labor del Partido ayudó, en gran medida, a que destacamentos importantes del proletariado fuesen clarificando sus ideas, y sus posiciones, como lo reflejaron pronuncia­mientos de asambleas, cuerpos de delegados, y comisiones internas, en todo este período.
Hemos dicho que el proletariado se prepara para grandes tareas y esto se evidenciará con seguridad en las próximas semanas en torno a las paritarias y a la lucha política. Así lo preanuncian los abandonos de plantas en Smata-Córdoba, la reciente asamblea de Rigolleau, la creciente sindicalización y lucha de los obreros rurales, y otros hechos.
Esta es la clave para revertir la actual si­tuación, y ello es totalmente posible dada la combatividad del proletariado y la creciente influencia del Partido en el mismo.
La lucha por la recuperación de los cuerpos de delegados y sindicatos es el eslabón funda­mental no sólo para organizar el combate por las reivindicaciones de la clase obrera, sino también para decidir favorablemente el en­frentamiento con los golpistas. Este es el con­tenido actual del clasismo. Nosotros recupera­mos en la Argentina las banderas clasistas, arrojadas por el revisionismo, pero ese clasismo defiende la independencia de clase del proleta­riado en el frente único antiyanqui y contra el golpismo proimperialista, y no tiene nada que ver desde ese punto de vista, con el llama­do “clasismo” prosoviético de Tosco, o con el “clasismo” trotsquista.
Los dirigentes de la CGT y de la CGE han acordado en la llamada gran paritaria nacio­nal un aumento de emergencia de m$n 40.000. Esto está lejos de satisfacer los requerimientos de los hogares obreros. Se ha acordado ese au­mento (de parte de los dirigentes de la CGT) sin realizar una sola asamblea para requerir las opiniones de las bases. Más aún. Se han contrariado las pedidos de las pocas asambleas que se hicieron al margen de los jerarcas sin­dicales. Esa llamada Gran Paritaria Nacional no es una reunión de representantes obreros y patronales. Es una reunión de patrones y de empleados de esos mismos patrones, ya que todo el mundo conoce las relaciones estrechas exis­tentes entre Casildo Herreras, Wimmer, Ro­dríguez y otros dirigentes de la CGT y los diri­gentes de la CGE.
Hay que continuar empujando la lucha por m$n 100.000 de aumento de emergencia, ya que el aumento de precios se ha devorado hace rato los m$n 40.000 concedidos. Al mismo tiempo, es necesario y posible, aprovechar las parita­rias para impulsar una revisión de los conve­nios que cuestione a fondo las condiciones de superexplotación impuestas a la clase obrera durante los últimos años. Un ejemplo de esto es el proyecto de convenio para el SMATA e­laborado por el compañero Salamanca.
La situación económica del país es difícil. En tanto los países verdaderamente socialis­tas, como China o Albania, están a salvo de la crisis económica del mundo capitalista, paí­ses como el nuestro en donde aún no ha sido liquidada la dependencia, sufren graves per­juicios. Repercute en nuestra economía seria­mente la crisis del mundo capitalista, afectan­do las principales exportaciones y elevando los costos de producción. Se han esfumado las ilu­siones que se esparcieron en las campañas electorales de 1973, y las que propagó el equipo Gelbard durante su gestión ministerial. Ade­más el país debe afrontar las obligaciones con­traídas durante años de gobiernos entreguistas, pagando por las mismas pesados intereses.
Durante 1975 se estiman en algo más de 1.000 millones de dólares los vencimientos de la deu­da pública externa, los que sumados a los de la deuda privada externa llevan la cifra a una suma astronómica.
El país es tan sensible a la crisis del mundo capitalista por su carácter de país dependien­te, y por la subsistencia del latifundio, que han trabado el desarrollo de las fuerzas productivas y hecho al país totalmente vulnerable a la co­yuntura externa. No se podrá enfrentar exitosamente una coyuntura como la actual sólo con las aspirinas de medidas cambiarlas o de inflación controlada. Es preciso golpear las causas de la vulnerabilidad de la economía nacional, puesta de relieve una vez más por esta crisis, golpeando a los monopolios imperialistas -especialmente yanquis- y a los terratenientes y grandes capitalistas asociados, e impulsar una política independiente y po­pular.
Por eso la crisis no puede ser argumento pa­ra sacar más dinero de los bolsillos vacíos de los trabajadores. Por el contrario, ella debe en­frentarse golpeando a los culpables de la cri­sis: los monopolios extranjeros y los terrate­nientes, y desarrollando un fuerte mercado in­terno. La lucha por mayores salarios para los obreros y demás asalariados es justa, y no es una lucha contrapuesta a la defensa de los intereses nacionales en momentos tan difíciles como éstos.
Por otra parte los recientes éxitos del Ter­cer Mundo (reunión de la OPEP, nacionaliza­ción del petróleo en Kuwait y el hierro en Ve­nezuela, y reforma agraria en Etiopía) estimu­lan nuestra lucha liberadora.
La lucha salarial y por mejores condiciones de trabajo al movilizar a la clase obrera for­talecerá las posiciones antigolpistas. Por otro lado, como se ha demostrado en los últimos meses, sólo en cuanto esa lucha reivindicativa se inscriba en una línea claramente antigolpista podrá ser sostenida por las grandes ma­sas obreras. El ejemplo de Santa Rosa debe ser recordado y estudiado. Lo mismo el reciente triunfo de los obreros de FATRE de Jorju.

El movimiento campesino

La situación del campesinado pobre y medio se ha agravado considerablemente en el último período por la crisis de “sobreproducción” de la vitivinicultura, la fruticultura, la lana, la carne y diversos productos regionales.
No se recuerda otra situación en la cual todo el movimiento campesino, de un extremo al otro del país, haya estado en lucha como lo está ahora.
Hay diversas razones para esto. Entre otras la agitación realizada en el campo por ele­mentos golpistas que utilizan ese movimiento para sus planes. Pero esa no es la causa de un movimiento campesino gigantesco que se ha puesto de pie, y expresa un elevado grado de combatividad pese a ser dirigido por los campesinos ricos e incluso, a veces, por los mismos terratenientes.
Si el movimiento campesino continúa con esa dirección los golpistas triunfarán. El Par­tido debe ponerse a la cabeza del movimiento campesino y algunas pocas experiencias que tenemos demuestran que ello es posible.
Para que eso suceda, en primer lugar, es preciso una línea correcta. Mientras el mo­vimiento campesino continúe luchando por mejores precios sin agregar a esta lucha rei­vindicaciones propias de los campesinos po­bres y medios (como: precios y compra pre­ferencial; control del campesinado pobre y medio sobre Juntas e Institutos de contralor de la producción agropecuaria; créditos y ayu­da preferencial; y, en especial la lucha por la tierra) y sobre esta base estos se organicen con independencia de los campesinos ricos ese movimiento seguirá siendo llevado como fur­gón de cola por los ricos, e incluso por los terratenientes.
En segundo lugar es preciso que el Partido destine fuerzas a esta tarea. Esta es una de las principales tareas organizativas del Par­tido. Es mínima la fuerza destinada al trabajo en el campo y es grande lo conseguido con esa pequeña fuerza. Debemos radicar cuadros en el campo en un período breve, y promover encuentros ciudad-campo, visitas a producto­res, etc.
Junto a esto debernos reforzar el trabajo con el proletariado rural. El Partido ha dado pasos importantes en esta dirección pero son pasos aislados porque es necesario dar un sal­to particularmente en el corazón de la Pampa Húmeda, en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y en el cinturón verde del Gran Buenos Aires.

La lucha contra el desabastecimiento

La lucha contra el desabastecimiento ha pasado a ser una tarea central de todo el mo­vimiento obrero y popular. Este es uno de los principales instrumentos de los golpistas para generar descontento. La consigna “vaciar los depósitos de los golpistas y llenar las ollas del pueblo” debe recorrer el país. Esta lucha pue­de alcanzar alturas revolucionarias si el mo­vimiento obrero la encabeza. Para esto es preciso llevar a la práctica la organización por los cinco puntos que levantó la CGT, teniendo claro que si esta lucha queda en manos de los jerarcas sindicales (como tam­bién la lucha salarial) no se conseguirán triun­fos. Todo el movimiento campesino y popular (incluido el estudiantil) debe participar de la lucha contra el desabastecimiento.
La lucha contra el desabastecimiento pone de relieve la urgencia de organizar el trabajo del Partido entre las mujeres. Se han dado los primeros pasos. El problema fundamental a resolver es el siguiente: ésta no es una tarea de un pequeño grupo de compañeras. Esta es una tarea del Partido, tarea funda­mental para la lucha revolucionaria y para la propia transformación del Partido en un partido auténticamente marxista-leninista ya que uno de los principales reflejos de los las­tres revisionistas y pequeñoburgueses que a­rrastra el Partido es el menosprecio hacia la organización de las mujeres y hacia las muje­res en el Partido.
La lucha por la democracia y la lucha por la vivienda deben también ser encaradas por todo el Partido. En la primera incluimos la lucha por el federalismo y tanto a la defensa de éste como a la lucha por las libertades democráticas los inscribimos en la línea del combate popular contra el golpismo. Para esto la lucha democrática no puede ser encarada con un criterio liberal-burgués que la trans­forma en un instrumento de agitación golpista. Nosotros no criticamos al gobierno porque cerró Crónica. Lo criticamos porque no la nacionalizó y no la puso al servicio del pueblo y porque posteriormente con otro nombre se la devolvió al grupo Gelbard. No criticamos al gobierno porque tiene presos políticos. Lo cri­ticamos porque detiene a los combatientes obre­ros y populares y a los que enfrentan al golpe de Estado, restringe su movilización con la aplicación del Estado de Sitio y da ple­na libertad a los conspiradores golpistas, y no ataca a fondo y en sus raíces a esa conspi­ración.
En la universidad y la escuela secundaria el Partido debe encabezar la lucha de las masas contra la política ultrarreaccionaria de Ivanni­sevich, por liquidar las trabas al ingreso y luchar por miles de becas para los jóvenes obreros y campesinos.
Con la consigna “Fuera Kissinger de Argentina. ¡Unidad del Tercer Mundo contra las dos superpotencias!” debemos movilizar a las masas contra la próxima visita de ese representante del imperialismo.

La ofensiva golpista se va a intensificar

El combate obrero, campesino y popular, se va a intensificar en el próximo período. Millones entrarán en lucha. Sólo en el campo se movilizan actualmente centenares de miles de campesinos. La voluntad de lucha del proletariado se manifestará en grandes combates.
Los sectores gorilas van a defender sus intereses –ya lo están haciendo- con uñas y dientes y en el terreno que sea necesario. Se reagrupan aceleradamente y, con independencia de los prosoviéticos, golpean al gobierno.
La rivalidad yanqui-rusa por la Argentina se va a agudizar. Los yanquis aumentan mundialmente su agresividad luego del virtual golpe de Estado que desalojó a Nixon. Así lo prueban las últimas declaraciones de Kissinger amenazando a los países de América Latina que enfrentan al imperialismo yanqui. A esta agresividad yanqui se le responderá desde la URSS con una mayor agresividad.
En el caso Argentino –como explicó hace no mucho Framini en una conferencia en el llamado Consejo Argentino “por la paz”– in­teresa el Cono Sur y en definitiva América Latina. Más ahora cuando crece la penetración directa e indirecta de los soviéticos en Brasil.
Grandes fisuras se han abierto en el frente nacionalista burgués que analizó nuestro Tercer Congreso. Entre el sector de burguesía nacional tercermundista y el sector que hegemoni­zan los prosoviéticos de la camarilla Gelbard-­Broner se ha llegado por el momento a un virtual estado de guerra civil.
Nuestra lucha antigolpista es parte de nues­tro combate por un auténtico frente único antiyanqui y por abrir dos trincheras en el combate en el país, evitando la división de las fuerzas populares frente al enemigo prin­cipal al abrirse varias trincheras en las que no se agrupan fuerzas posibles de unirse con­tra los yanquis.
La fuerza de los hechos (el reformismo del gobierno peronista incapaz de liquidar a fondo la dependencia y el latifundio y principalmen­te la política divisionista de los prosoviéticos) nos obligan a construir ese frente único por el camino de un combate antigolpista que debe criticar y golpear a sectores prosoviéticos que podrían ser aliados en el combate antiyanqui. Por ello debemos diferenciar muy bien al pe­queño sector de testaferros de la URSS en la Argentina (como Gelbard-Broner; y a sus “amigos” en las FFAA como la “santísima trinidad” de Lanusse-Carcagno-López Au­franc) de los sectores de burguesía nacional sobre cuyas aspiraciones de independencia de los yanquis se han montado esas camarillas. La política del socialimperialismo es fuerte sólo en apariencia. Su debilidad reside en que su línea no puede ganar a las masas. Dado el carácter rapaz del socialimperialismo éste entrará rápidamente en contradicción con esa burguesía, como ya sucedió ante el proyectado convenio de pesca o al conocerse la actitud de la URSS frente al problema de las carnes, cuando adquirió carne vendida a precio de dumping por el Mercado Común Europeo y luego presionó a nuestro país para que se rebajaran los precios de exportación de nuestras carnes.
Esto es particularmente válido para los sec­tores de pequeña burguesía revolucionaria que influencia y dirige ese sector prosoviético. En la medida en que vaya quedando clara la polí­tica de penetración para la que han sido uti­lizados repudiarán a sus actuales dirigentes.
Desde ya que lo fundamental para producir cambios en esto es el combate independiente del proletariado y que éste tenga una política clara de alianzas, especialmente con el cam­pesinado pobre y medio y con la pequeña bur­guesía urbana.

La clave del triunfo

A partir de movilizar a las grandes masas populares es posible aislar y batir a los golpistas. Pero el Partido y las fuerzas que éste dirige son absolutamente insuficientes para enfrentar el golpe. Incluso aunque en un momento de combate abierto el Partido pueda encabezar la lucha de sectores considerables.
Tampoco solo podrá el peronismo enfrentar y derrotar a los golpistas.
Es necesaria y la práctica demuestra que es posible la unidad y la coordinación de las fuerzas antigolpistas.
Lo realizado en Misiones es un ejemplo que enseña el camino. Pero este camino requiere algo más que la adhesión real a ella y el combate por aplicarla. Requiere barrer al izquierdismo trotskizante que se disfraza de mil maneras para cultivar el asilamiento sectario y resistir la línea de masas. Donde esto se ha logrado, especialmente en algunas grandes empresas y entre los obreros rurales, y se ha practicado una clara, franca y sincera política de frente único, especialmente con el peronismo, el Partido ha dado grandes pasos hacia el objetivo de fundirse con las masas explotadas.

Batir ideas equivocadas y avanzar

La adhesión real a la línea se manifiesta en su integración con la situación política con­creta de un lugar determinado, como sucedió en La Plata con motivo del asesinato del ca­marada Rusconi, o en Misiones o con la carta abierta de Salamanca. Esto es lo que más cuesta al Partido porque esto lleva a deterio­rar las relaciones con la oposición golpista montonera o trotskista para cultivar la amis­tad de las grandes masas peronistas.
El izquierdismo se manifiesta en el Partido especialmente en la resistencia a aplicar la línea antigolpista y, como siempre, en exagerar el descontento de la masa peronista hasta transformarlo en “desperonización”, en el sen­tido que siempre dio la dirección del P“C” a esta palabra.
No se comprende que nuestro objetivo táctico o actual es desmontar el golpe prorruso o proyanqui y construir realmente un autén­tico frente único antiyanqui. Al no comprender esto a fondo se piensa que el Partido sólo es vanguardia a partir de llamar a las masas a compartir una trinchera ideal, construida en nuestra cabeza y no en la realidad, en vez de ser vanguardia en el combate real por los problemas económicos, sociales, y principal­mente políticos de las masas.
También en menor medida, han aparecido brotes derechistas. A la línea de unidad junto al pueblo peronista, frente al golpe, y su sig­nificado práctico de estar frente al golpe junto a Isabel, se la transforma en apoyo a la política reformista del peronismo y de Isabel, perdiendo la independencia de clase y mellan­do la combatividad del Partido y de las masas.
El Partido ha realizado una gran labor con la declaración del CC “Unirse para enfrentar al golpismo”
Se han colocado mano en mano de la misma cerca de 90.000 ejemplares. Hay casos, como en la empresa de Fiat Caseros en la que la misma llegó a la mayoría de los obreros de la fábrica. Pero el trabajo ha sido desparejo ya que existen comités zonales y empresas en los que el trabajo con la declaración ha sido ínfimo. Rápidamente debemos garantizar el trabajo masivo en las empresas de concentra­ción en el orden nacional en las que la colo­cación ha sido débil.
En algunas ciudades (La Plata, Rosario, Santa Rosa) se han editado solicitadas o reali­zado conferencias de prensa televisadas (Po­sadas, San Juan) que han dado amplia difu­sión a la posición del Partido. Próximamente, en vinculación con la situación política con­creta debemos intensificar esto nacionalmente, lo que garantizará que nuestra línea sea cono­cida por grandes masas, tarea fundamental en la lucha por movilizar al pueblo frente al golpe, y facilitará, romper amarras con el re­volucionarismo pequeñoburgués y navegar entre las grandes masas explotadas que son peronistas en su inmensa mayoría. Así se abo­nará el terreno para la más amplia unidad antigolpista.
En cuanto al reclutamiento se está reali­zando con gran lentitud.
La necesidad de fortalecer al Partido y la juventud con miles de nuevos afiliados es una necesidad de la lucha nacional y de clases y no una necesidad “interna” del Partido. Así debe ser llevada a los miles de obreros, cam­pesinos y sectores populares que influencia­mos para resolverla junto con ellos.
La campaña de reclutamiento ha comenzado a ser tomada por el Partido pero con mucho retraso. Sólo una parte del Partido recluta y ésta no es todavía una tarea de las células del Partido.
Se constata una gran resistencia a trabajar con formas amplias, mediante iniciativas que permitan plantear la afiliación en forma fran­ca y abierta a numerosos simpatizantes. Y las direcciones y células no trabajan a partir de un ritmo y un control que garanticen el cum­plimiento de los planes.
Durante el mes de marzo debemos tensar todas nuestras fuerzas para poder cumplir los planes trazados.