Al frustrar el levantamiento golpista de un sector pinochetista, ultrarreaccionario, proyanqui, de la Aeronáutica, las fuerzas antigolpistas populares y patrióticas han obtenido un triunfo parcial, pero muy importante. Este triunfo favorecerá la acumulación de fuerzas a los sectores antigolpistas y es en primer lugar, un fruto de la lucha dura contra el golpe de Estado proimperialista que han librado las fuerzas patrióticas, entre las que ocupa un lugar destacado nuestro partido.
Al frustrar el levantamiento golpista de un sector pinochetista, ultrarreaccionario, proyanqui, de la Aeronáutica, las fuerzas antigolpistas populares y patrióticas han obtenido un triunfo parcial, pero muy importante. Este triunfo favorecerá la acumulación de fuerzas a los sectores antigolpistas y es en primer lugar, un fruto de la lucha dura contra el golpe de Estado proimperialista que han librado las fuerzas patrióticas, entre las que ocupa un lugar destacado nuestro partido.
El golpe pinochetista: una amenaza real
La sublevación de las fuerzas de la Aeronáutica el día 18 de diciembre no debe ser subestimada. Nada más peligroso para el futuro de nuestro Partido y de nuestro pueblo que minimizar la importancia de esa acción golpista. La sublevación (que contó con el apoyo de una parte importante de la Fuerza Aérea) levantó una plataforma gorila, ultrarreaccionaria, antidemocrática y proyanqui inspirada en el modelo pinochetista. Es cierto que políticamente las fuerzas sublevadas eran diversas, pero a poco que se observe su accionar, y la línea que predominó en ellas, se verá que tras el conato golpista está la zarpa del imperialismo yanqui.
Para ello es necesario recordar que en las últimas semanas los altos mandos del Ejército y la Marina habían acordado desplazar a Isabel Perón del gobierno luego de los ascensos, retiros y pases de fin de año. En esos Altos Mandos predominan sectores de origen liberal en los que es fuerte el lanussismo prosoviético. Estos sectores son los mismos que desde mayo de este año han venido promoviendo junto a diversas fuerzas civiles el llamado golpe “institucional”.
La salida a la calle de las Fuerzas Armadas realizando, so pretexto de luchar contra la subversión, gigantescos operativos rastrillos en las barriadas obreras y populares de todo el país, y la remoción de gran parte de los mandos adversos al lanussismo significaba que el golpe de Estado que propician las fuerzas prorrusas era puesto a punto. Fue en ese momento, aprovechando el descontento generalizado en la Aeronáutica contra Fautario, que los sectores pinochetistas proyanquis promovieron la sublevación de la base de Morón y otros sectores de la Aeronáutica.
El objetivo de esa sublevación destinada a actuar por la “inacción” como señalaron sus jefes, era crear opinión publica y condiciones para acumular fuerzas para el golpe pinochetista proyanqui. Esas fuerzas aspiran, como dice la proclama golpista, a “la instauración de un nuevo orden de refundación con sentido nacional y cristiano” y con ese levantamiento apuntaban tanto a acumular fuerzas para los forcejeos previos al golpe que se prepara como operar, de ser necesario, durante el propio desarrollo de éste y luego de producido. Por eso, con posterioridad a la sublevación de la Aeronáutica comenzaron las manifestaciones de fuerzas civiles que apoyaban a Capellini, realizando el lunes 22 una manifestación por la calle Florida, el martes 23 una manifestación ante el domicilio de Mujica y con posterioridad otra manifestación ante el domicilio de Rojas.
Los yanquis, preocupados por el avance soviético en Europa y Medio Oriente, quieren tranquilidad en América Latina. Pero tranquilidad no significa no hacer nada. Menos aún en la Argentina.
Al proponer los sublevados pinochetistas que el comandante general del Ejército asumiese “la conducción del gobierno nacional” colocaron en un duro trance al teniente general Videla y a sus amigos. Si estos tomaban actitudes abiertamente golpistas quedaban encorsetados por la proclama de los pinochetistas que, para peor, tomaban como pretexto de sus proposiciones los mismos argumentos que manejó el Estado Mayor del Ejército ante la oficialidad para exigir la licencia prolongada o la renuncia de la señora Presidente (corrupción, inmoralidad, degradación de las instituciones, subversión marxista, restauración del “honor” nacional, etc.). Esa proclama pinochetista y las manifestaciones públicas de Capellini y sus allegados, no podían ser sostenidas por muchos sectores golpistas que apoyan a Videla y por otro lado, si ésta reprimía aparecía defendiendo al gobierno de Isabel.
Con un gasto mínimo (ya que lo fundamental de los sectores pinochetistas del Ejército y principalmente la Marina no levantaron cabeza) ha emergido como fuerza militar un sector proyanqui que tiene posiciones muy importantes entre las fuerzas represivas y es apoyado por una gran parte de los terratenientes y grandes capitalistas (que han constituido la Asamblea de Entidades Empresarias), por un sector de la Iglesia, etc. A esto ha conducido, principal-mente, el aventurerismo golpista de los sectores prosoviéticos que hicieron del gobierno de Isabel Perón su enemigo principal.
Estas fuerzas proyanquis disputan a los prosoviéticos la supremacía entre las fuerzas golpistas y sería peligrosísimo subestimarlas por el simple hecho de que no tienen mayoría en la cúpula de las FF.AA. Tampoco la tenían las fuerzas golpistas proyanquis en Indonesia en 1965, ni en Brasil en 1964, ni siquiera en Chile en 1973, donde debieron apresar al comandante en jefe de la Marina y destituir al general Pratt para poder dar el golpe que triunfó en septiembre de 1973.
El proletariado: vanguardia de la lucha antigolpista
El repudio popular a la sublevación gorila de la Aeronáutica fue general. La clase obrera se constituyó en la avanzada de ese repudio.
El jueves 18 y el viernes 19 los cuerpos de delegados de numerosas empresas se pronunciaron contra el golpe y manifestaron su decisión de enfrentarlo. El paro general con permanencia en los lugares de trabajo del lunes 22, a las 10 horas, cuando ya los sublevados se habían rendido fue la expresión máxima de aquel repudio. El país fue paralizado totalmente durante una hora. La sola resolución de este paro a las 23.30 hs. del día anterior fue decisiva para que los sublevados de Morón se rindieran.
El rol que jugaron los cuerpos de delegados en el accionar de la clase obrera queda demostrado por lo sucedido en Córdoba en el caso de los gremios metalúrgicos y principalmente en el gremio mecánico, y lo ocurrido en La Plata, en donde la CGT golpista de la zona, dirigida por Diéguez y Balcedo y la dirección del gremio de la carne, guardaron silencio ante el paro, lo que no fue obstáculo para que el proletariado industrial de La Plata, impulsado por los delegados de sección, parara (especialmente en el frigorífico) y para que también pararan los empleados de los ministerios públicos, bancarios, etc.
Un gran debate se abrió en la clase obrera: ¿qué hacer ante el golpe? ¿Movilizarse y luchar o esperar las órdenes de arriba, o en el caso del interior esperar las órdenes de la Capital? ¿Parar e irse a las casas o mantenerse en las fábricas y en los sindicatos para garantizar la movilización antigolpista? El triunfo de la línea de parar el país el lunes manteniéndose en los lugares de trabajo fue una bofetada para los golpistas porque subrayó, por un lado, el repudio a todo golpe de Estado, y porque fue un gigantesco ensayo antigolpista de masas.
Todo esto vuelve a replantear lo que hemos afirmado reiteradamente: luego del Cordobazo nunca nada volverá a ser igual en la Argentina. Quien lo olvide se equivocará. Más aún cuando desde entonces, y principalmente desde 1973, la clase obrera ha triunfado en numerosas luchas y ha conquistado reivindicaciones importantes como es el caso de las reivindicaciones conseguidas con el contrato de trabajo, el instituto de las remuneraciones, las paritarias, una cantidad muy grande de reivindicaciones por fábricas como las 6 horas en una gran cantidad de secciones y empresas insalubres; las 8 horas de trabajo para los obreros rurales conquistadas en muchos lugares por los sindicatos clasistas de FATRE, etc. y esto ha despertado sed de reivindicaciones y de combate. Merece destacarse que el viernes 19 en el turno mañana de Santa Isabel se reunieron $ 15.000.000 en solidaridad con los compañeros dirigentes del SMATA Córdoba presos desde hace un año por la gloriosa huelga del SMATA en 1974. El otro hecho importante a destacar es que el repudio al golpe fue masivo y abarcó a la enorme mayoría de los sectores populares. Es de destacar, por ejemplo, la posición antigolpista de fuerzas importantes del movimiento estudiantil como la JR y el MNR, y el hecho de que fue muy importante la deserción de soldados entre los sublevados de la Aeronáutica, así como la decisión adoptada en varias compañías del Ejército por los soldados que decidieron no tirar contra el pueblo en el caso de ser movilizados para una faena golpista.
Desde el punto de vista de nuestro Partido extraemos la gran lección de estos acontecimientos, que dan razón a nuestra línea y a nuestro largo trabajo entre las masas por hacer triunfar esta línea: como ha sucedido en los últimos meses a veces es necesario saber nadar contra la corriente para poder ganar la confianza de las grandes masas populares y del pueblo.
Está claro que en la resistencia al golpe ha jugado un papel decisivo la firmeza con la que Isabel de Perón enfrentó a los golpistas en condiciones muy difíciles porque junto con las exigencias del sector golpista de la Aeronáutica es público que los sectores golpistas –especialmente los prorrusos– aprovecharon la ocasión para exigir la renuncia de Isabel Perón. Se ha demostrado correcta la apreciación del Partido cuando señaló que la dirección del peronismo iba a resistir. Efectivamente la dirección del peronismo que encabeza Isabel ha resistido, con las modalidades que son propias de la fuerza social y política a la que ella representa, pero esa resistencia no es de menospreciar para las fuerzas patrióticas y antiimperialistas porque esta resistencia ha contribuido a que creciera la conciencia antiimperialista, nacional, de nuestro pueblo.
También se mantiene viva la corriente nacional en las FF.AA. que es una corriente desarrollada; una corriente antigua y profunda aunque en ellas existen diversos afluentes y diversas posiciones. Esa corriente nacionalista se mantiene organizada y si bien ha perdido puestos importantes de conducción en las FF.AA. no debe ser menospreciada y los acontecimientos futuros así lo demostrarán.
Pero la suerte de esta corriente en las FF.AA. está muy ligada a qué línea ha de predominar en ella: ¿predominará una línea que pretende reducir su accionar a un accionar golpista, semejante al de los sectores proyanquis o prorrusos nada más que con un programa nacionalista, tercermundista? ¿O predominará una línea que trate de ir a la unidad de esa corriente de las FF.AA. con los sectores populares antiimperialistas, aceptando a estos sectores populares tal cual son, es decir como peronistas, comunistas revolucionarios, radicales antiimperialistas, etc.?
Al mismo tiempo en las masas peronistas y en gran parte de su dirección va creciendo la idea de la necesidad de enfrentar a los golpistas en el terreno en el que inevitablemente estos han de tratar de decidir la lucha, es decir: en el terreno del enfrentamiento armado. Esto ha sido declarado públicamente por varios dirigentes peronistas, y ha sido recogido con alarma por el vocero golpista prorruso La Opinión por cuanto –señala el diario golpista– indicaría que en los círculos dirigentes del peronismo se va abriendo camino una opinión que parte de la autocrítica realizada por el general Perón luego del golpe de 1955 cuando declaró que la sangre que se quiso ahorrar al no enfrentar a los golpistas debió ser derramada con creces después, durante 18 años de larga resistencia a los triunfantes en la “Libertadora”. Por eso, si bien muchos peronistas asignan importancia al llamado a las elecciones y a todo lo que ayude a eliminar los argumentos formales para el golpe, no confían en que simplemente el llamado a elecciones, o el clima electoral, vaya a evitar el golpe de Estado proimperialista. De ahora en más estará planteado, entre las fuerzas antigolpistas, este debate, es decir: si sólo con las negociaciones que realizan los sectores negociadores del peronismo (que dicho sea de paso, muchos de ellos son elementos conciliadores con el imperialismo yanqui o conciliadores con las posiciones de los prosoviéticos) se podrá evitar el golpe proimperialista, o si habrá que organizarse en el terreno en el que inevitablemente será necesario hacerlo para garantizar en caso de golpe el levantamiento popular que aplaste a los golpistas proimperialistas.
A lo largo de este proceso, desarrollado durante todo el año 75 no solamente se han fortalecido las posiciones patrióticas antigolpistas v antiimperialistas, y se han transformado en una importante corriente, en una importante fuerza política y social, sino que se han fortalecido cada uno de los afluentes que integran esa corriente.
Esto sucede no solamente con nuestro Partido, sucede también con la propia corriente nacionalista en las Fuerzas Armadas, aunque haya sufrido golpes al ser desplazada de los puestos que ocupaba en los lugares de conducción y sucede particularmente con el peronismo, que se ha ido depurando y fortaleciendo y, al mismo tiempo, radicalizando. Es de subrayar, por ejemplo, que algunos de los llamados realizados para combatir contra el golpe, o para enfrentar al golpe en la crisis provocada por la sublevación de la Aeronáutica, fueron hechos por sectores peronistas que señalaron el enfrentamiento al imperialismo yanqui y al imperialismo ruso, como ha sido el caso de numerosos dirigentes sindicales, políticos o gobernadores, intendentes y otras autoridades gubernamentales.
Tres grandes fuerzas
Paulatinamente van apareciendo en la política nacional tres grandes fuerzas. Como hemos señalado ha surgido con nitidez una corriente pinochetista, proterrateniente y proyanqui, ultrarreaccionaria, donde se confunden sectores de origen liberal con sectores nacionalistas católicos de derecha; fuerza que, como dijimos antes, no debe ser subestimada ya que, aprovechando el aventurerismo de los sectores prosoviéticos, y también el hecho de que el gobierno no golpea a fondo ni al imperialismo ni a los terratenientes ya que simplemente recorta sus privilegios con algunas tímidas reformas, ha podido ir recuperando sus fuerzas que estaban sumamente debilitadas, golpeadas, y dispersas, en 1973.
El enorme repudio de masas al golpe pinochetista de la Aeronáutica demuestra que si las fuerzas antiyanquis fuesen capaces de unirse, el sector terrateniente proyanqui, pinochetista, sería barrido de la escena política nacional con relativa facilidad, pero que si continúa recuperando fuerzas puede ser un enemigo muy difícil de derrotar porque aprovecha el largo dominio que han ejercido sobre la economía y la sociedad argentina los sectores de las clases explotadoras que lo promueven.
Al mismo tiempo, cada vez más, ha ido quedando claro que los sectores golpistas prosoviéticos se mueven a caballo de un amplio espectro de fuerzas cuyo origen exige que nos remontemos a la situación analizada por nuestro Tercer Congreso.
Nuestro Tercer Congreso señaló la existencia de un amplio frente nacionalista burgués que era hegemonizado por los sectores de la gran burguesía que dirigían testaferros, agentes y sectores burgueses asociados y amigos de los soviéticos. Este frente nacionalista burgués era liderado por el general Perón pero limitado por el hecho de que el general Perón debió negociar su regreso a la Argentina con el lanussismo prosoviético. Aprovechando que desde el poder los sectores lanussistas prosoviéticos habían condicionado tanto las elecciones como la entrega del gobierno, y la propia constitución del Partido Justicialista, con posterioridad a mayo del 73, nos encontramos con un Parlamento, un gabinete nacional, gobiernos de provincia, legislaturas provinciales y con el propio partido justicialista, hegemonizado por una corriente prosoviética que no era demostrativa de las aspiraciones mayoritarias de las masas peronistas, sino que eran demostrativas del avance de los sectores prosoviéticos.
Este avance fue posible aprovechando el control de los resortes de poder con Lanusse y luego con Cámpora y al calor de la lucha popular contra el imperialismo yanqui y los sectores terratenientes y de grandes capitalistas asociados al imperialismo yanqui, que habían sido desplazados del gobierno cuando el general Lanusse defenestró al sector de Levingston y Onganía en 1971.
El frente nacionalista burgués había aprovechado una situación política basada en una excepcional coyuntura internacional, tanto en lo político como en lo económico. Desde el punto de vista político el imperialismo yanqui estaba sufriendo una dura derrota en Indochina, había perdido posiciones en todo el mundo y particularmente en América Latina, y muy especialmente en la Argentina con posterioridad a 1969. Paralelamente el socialimperialismo soviético ya estaba a la ofensiva mundialmente y existían grandes ilusiones en la “ayuda soviética” porque todavía nuestro pueblo no había llegado a conocer, como todavía no ha llegado a conocer a fondo hoy, la verdadera faz del socialimperialismo. Por otro lado se había abierto una coyuntura extremadamente favorable para nuestras carnes y nuestros cereales. Hay que recordar que el general Perón llegó a pronosticar que nuestro país sería el gran abastecedor mundial de proteínas rojas, un país, decía él, que llegaría a tener cerca de 200.000.000 de cabezas de ganado vacuno y sería al mismo tiempo, un gran productor de cereales. Sobre esta base fue posible hacer la alianza con un sector de terratenientes y fue posible, para ese sector prosoviético, realizar también una alianza con sectores burgueses promoviendo un desarrollo industrial basado en las perspectivas de extraordinarias exportaciones.
Nosotros en nuestro Tercer Congreso criticamos estas ilusiones, que pretendían resolver los grandes problemas nacionales sin realizar la revolución democrática, popular, agraria, antiimperialista y antimonopolista, que señala el Programa de nuestro Partido. Los hechos nos dieron la razón.
Con el último conflicto árabe-israelí, con el aumento de los precios petroleros que siguió a esa guerra, y con el violento estallido de la crisis económica capitalista que sacudió las estructuras dependientes de nuestro país, la base sobre la cual se fundamentaba ese frente nacionalista burgués se resquebrajó. Paralelamente el imperialismo yanqui, al retirarse de Indochina, fue reagrupando sus fuerzas y comenzó a contraatacar. Ya en América Latina había estimulado y ayudado al golpe de Estado de Pinochet, y los cambios producidos en Uruguay, con lo cual el gobierno de Perón quedaba prácticamente cercado en América Latina.
La muerte de Perón
La lucha por la hegemonía en el frente nacionalista burgués se abrió antes de la muerte de Perón. Los desacuerdos sufridos cuando Cámpora viajó a España y con motivo del regreso de Perón el 20 de junio de 1973, fueron expresión de esa lucha.
La muerte de Perón también afectó en gran medida a ese frente, como lo señalamos nosotros poco después del 1° de julio del 74, porque el general Perón aportaba al mismo no sólo el apoyo de un sector político más, sino que aportaba, fundamentalmente el apoyo de las grandes masas populares que él influenciaba y orientaba. Por lo tanto estos hechos contribuyeron para que ese amplio frente nacionalista burgués se rompiera. Esto junto con la agudización de la lucha interimperialista, fundamentalmente yanqui-soviética. Por eso es erróneo considerar, como dicen los representantes del socialimperialismo en la Argentina y todas las fuerzas reformistas, a la muerte de Perón como el hecho fundamental que provocó la ruptura de ese amplio frente, que incluía de hecho no sólo a los partidos oficialistas sino también, y en gran medida, a lo fundamental de las fuerzas llamadas opositoras. Esa es una visión superficial que trata de esconder la razón fundamental del fracaso y derrumbamiento del frente nacionalista burgués que ocupó el gobierno con posterioridad a mayo de 1973.
La ruptura de ese frente generó una aguda lucha por el poder. Los distintos sectores terratenientes y burgueses pasaron a enfrentarse en esa disputa y es ésta una de las causas fundamentales que está atrás del agudizamiento del clima golpista en la Argentina y fundamenta la posición tomada por nuestro Comité Central en noviembre de 1974, cuando señalamos que la lucha golpe-antigolpe iba a pasar a ser la línea definitoria fundamental de la lucha de clases en la Argentina. Porque si bien distintas clases sociales comenzaron a disputarse el poder y para ello trataron de orientarse hacia posiciones golpistas de distintas características, también es cierto que estas fuerzas fueron agrupándose en dos grandes bloques golpistas: uno orientado por un sector terrateniente proyanqui y otro en el que fueron ganando supremacía, paulatinamente, los sectores prosoviéticos que todavía conservan hoy resortes muy importantes del poder que ganaron en el período de Lanusse, de Cámpora e incluso a partir de compartir el gobierno durante la presidencia del Gral. Perón. Sería un error muy grueso no ver la heterogeneidad de esas fuerzas golpistas que hegemonizan los sectores soviéticos y confundir, como dijimos en nuestro informe del CC de mayo [28-29 de 1975], al jinete -es decir a los soviéticos- con el caballo, es decir con los sectores sobre los que ellos se han montado pero también sería un error, muchísimo más grave, viendo lo heterogéneo de ese sector golpista dejar, de ver que su carácter esencial es que está hegemonizado por un sector de testaferros, de agentes, y de terratenientes y burgueses prosoviéticos, y aprovecha para su trabajo los favores de un sector muy importante de todos los partidos burgueses conciliador con el socialimperialismo soviético.
Las contradicciones de los soviéticos
Esta fuerza golpista prosoviética está indudablemente signada por el carácter imperialista de la URSS. El carácter imperialista de la URSS determina que ésta realice un intenso trabajo de infiltración a partir de las posiciones que ha ido ganando en el aparato estatal y también en las esferas políticas y ya va fortaleciendo las posiciones económicas que tenía desde hace mucho tiempo o que ha ido ganando en este momento. Mundialmente su característica fundamental, es su debilidad relativa como propietario privado de los medios de producción, a diferencia de los sectores capitalistas y burgueses con los que rivaliza.
Esto debe ser tomado con precaución en la Argentina, donde los sectores prosoviéticos cuentan con una amplia base económica de propiedad privada, es decir de propiedad de ese grupo monopolista de testaferros soviéticos y de burgueses asociados. Sin embargo, por importante que sea esa base no logra amenguar el apetito principal de esta fuerza que procura apoderarse, a través del control del aparato estatal, y a veces a través de la nacionalización de determinadas industrias claves y de la propiedad privada de los medios de producción. Por eso el socialimperialismo soviético se caracteriza mundialmente por propugnar una política de nacionalizaciones que lo hace relativamente simpático ante sectores de pequeña burguesía radicalizada y ante ciertos sectores obreros e, incluso, en países dependientes como la Argentina, para sectores considerables de la burguesía media, al tiempo que lo hace entrar en contradicción muy aguda con aquellos sectores burgueses y terratenientes que basan su poderío en la propiedad privada de los medios de producción.
El modelo que impulsan aquí los sectores prosoviéticos es un modelo con mucha similitud al que han impuesto en los países totalmente subordinados por el imperialismo soviético en el Este europeo o al que han impulsado por ejemplo en Cuba e incluso en los países de Medio Oriente donde lograron hacer pie: Tratan de ir creando una capa social burocrática burguesa estrechamente asociada con la dependencia a la URSS. Esta capa social la van formando a través de su trabajo de infiltración y de toda uno política de aburguesamiento y burocratización que impulsan, como han hecho en el caso de la Revolución Cubana o como hicieron en la época en que predominaban en Egipto o como pretenden hacerlo en Portugal.
En Argentina ese modelo tiene en cuenta el hecho de que una gran parte del producto nacional es producido por las empresas de propiedad estatal. Un país en el cual el capitalismo de Estado tiene urna gran extensión, y tiene en cuenta también la gran importancia del movimiento sindical para tratar de inculcar formas de cogestión que permitan, junto con la política de nacionalizaciones, ir creando la base social afín al socialimperialismo soviético. El ejemplo piloto se está tratando de realizar a través de algunas empresas estatales que administran sectores ligados a los prosoviéticos como es el caso de SEGBA y en cierta medida de Ferrocarriles Argentinos. Al mismo tiempo tiene en cuenta la existencia de una amplísima red de cooperativas en el movimiento campesino a las que trata de ir asociando y subordinando a través del control de las palancas estatales y de un intenso trabajo de asociación con industrias estatales y privadas, bodegas, galpones de empaque, frigoríficos, etc. que controlan. Este trabajo se ha concentrado en la Argentina durante el período de la gestión Gelbard en determinadas industrias claves. Por un lado aquellas de propiedad estatal que son fundamentales como es el caso de YPF, YCF, etc. y por el otro lado una política destinada a tener el control de la industria de la carne, de la industria de la pesca y, fundamentalmente, una política para garantizarse el control de la energía, el control de la siderurgia, de la petroquímica y de la química pesada, etc.
Así es como se ha ido conformando una importante fuerza prosoviética que hegemoniza, como decíamos, a uno de los dos bloques golpistas en pugna, pero que está minado por contradicciones muy importantes propias del modelo que empujan y determinadas esencialmente, por el carácter imperialista de la URSS. Carácter que ya es cada día más difícil de disimular y de ocultar ante las grandes masas, y ante los ojos de las fuerzas que [se] han ido ilusionando con las promesas vendidas por los soviéticos.
La tercera fuerza
La tercera fuerza que ha ido emergiendo en estas circunstancias en la política nacional es una fuerza patriótica y antiimperialista, en la que tenemos que ubicar al peronismo dirigido por Isabel Perón que mantiene una supremacía incuestionable sobre las masas obreras del peronismo al mismo tiempo que mantiene la supremacía en una serie de provincias, donde predomina el campesinado pobre y sectores empobrecidos de capas medias, como es el caso de las provincias del Noroeste y del Noreste. Esta corriente nacionalista y antiimperialista tiene influencia mayoritaria sobre la gran mayoría del campesinado pobre y va confluyendo también en ella el sector nacional y popular de las Fuerzas Armadas, corriente que, como hemos señalado, es muy heterogénea y en la que incluso también trabajan sectores prosoviéticos y sectores proyanquis. Al mismo tiempo van apareciendo en la política argentina crecientemente signos de un accionar independiente de sectores ligados al Segundo Mundo; esto tiene mucha importancia debido al peso que tienen en la Argentina los sectores capitalistas franceses, italianos, ingleses y alemanes Aquí, también, es importante tener en cuenta que a su vez, tienen contradicciones entre ellos propias de las condiciones en que actúan en la Argentina, independientemente del grado de unidad o de contradicción que puedan tener en la propia política del Segundo Mundo. Y, al mismo tiempo, esta corriente está siendo fortalecida por el crecimiento de una fuerza auténticamente antiimperialista tercermundista encabezada por nuestro Partido.
Si esta fuerza llega a unirse y si en esta fuerza llega a predominar una línea correcta, una línea de enfrentamiento frontal con el imperialismo y con los sectores terratenientes asociados al mismo, una línea que trace un camino revolucionario respecto del Estado, principalmente de las FF.AA., y una línea de democracia para el pueblo para poder enfrentar a enemigos tan poderosos corno los que debe enfrentar nuestra patria y nuestro pueblo, esta tercera fuerza puede ser la fuerza decisiva que signe el futuro de la sociedad argentina.
Quienes consideran que el gobierno de Isabel Perón no ha caído gracias a un equilibrio muy grande entre sectores proyanquis y prosoviéticos, están equivocados, por cuanto ese equilibrio hace rato que se rompió a favor de los soviéticos y ahora los proyanquis están tratando de equilibrar la situación, cosa que todavía no han logrado. En primer lugar, esta opinión no tiene en cuenta que el factor decisivo que ha impedido que cayese el gobierno de Isabel Perón es la existencia en la Argentina de esta tercera fuerza a la que nos estamos refiriendo; tercera fuerza que se ha ido conformando en un proceso duro, contradictorio y confuso como todos los procesos que originan grandes fuerzas populares y nacionales. Que es muy posible que sufra todavía golpes y derrotas muy importantes, pero golpes y derrotas que en la medida en que exista y se fortalezca el partido marxista leninista de la clase obrera, el PCR, incluso servirán para poder avanzar en el futuro en la larga lucha libertadora que debe desarrollar todavía el pueblo argentino para poder liberarse y liberar a la Patria.
El hecho de que en esta fuerza haya predominado y predomine todavía una política reformista que es la política del peronismo, política que recorta los intereses del imperialismo y de la oligarquía terrateniente pero ha sido incapaz de tomar medidas revolucionarias contra el imperialismo y contra los terratenientes, en un momento de crisis económica internacional y nacional grave, ha hecho que sectores importantes de las capas medias golpeadas por esa política hayan sido ganados por los golpistas. Al mismo tiempo, el hecho de que no haya predominado una política clara y revolucionaria en lo internacional y que haya predominado en cambio una política de penduleo entre los yanquis y los soviéticos más que una firme política tercermundista, que ha impedido que nuestro país se apoye para resolver la crisis en las fuerzas revolucionarias del Tercer Mundo, ha agravado las dificultades con las que esta fuerza nacionalista y antiimperialista ha tropezado. Asimismo, es importante señalar que por las propias características del peronismo, pese a la situación de crisis que atraviesa el país, la clase obrera ha logrado mantener un nivel ocupacional elevado y ha logrado mantener en general salarios que, siendo bajos en relación con el costo de la vida, no ha sufrido el recorte que exigen las patronales monopolistas.
Muchas veces los sectores gorilas recuerdan o comparan la administración actual con la administración de Alsogaray olvidando que si bien actualmente ha habido una inflación superior al 300%, el salario real de los trabajadores prácticamente no ha caído como entonces, mientras que con Alsogaray, con una inflación de aproximadamente el 100%, hubo centenares de miles de desocupados, los empleados públicos dejaron de cobrar sus sueldos y cobraban con atraso o con bonos y al mismo tiempo cayó abruptamente el nivel de vida de las masas trabajadoras. Esta situación en la que ha podido mantenerse el movimiento obrero se debe a dos cuestiones: por un lado, a la lucha del movimiento obrero a la que hacíamos referencia anteriormente y, por otro lado, al hecho de que el gobierno peronista tiene que tener en cuenta a estas luchas y a la opinión del movimiento obrero, que es el principal apoyo político del peronismo. Por eso es que los sectores golpistas, que han empujado y empujan en las fábricas una situación general de caos tratando de confundir la lucha por las justas reivindicaciones del proletariado con una situación de caos y de relajo favorable para los golpistas, en el caso de triunfar, si son los sectores prosoviéticos van a volver a implantar la congelación salarial, van a volver a implantar el pacto social y junto con esto una política de restricción de gastos en la administración pública y de despidos. Y por eso, también, es que si se trata del sector pinochetista, como señaló Alsogaray, acompañarán a su política de entrega de las riquezas nacionales especialmente el petróleo, una política de restricción de gastos en la administración pública, con despidos de miles de empleados públicos y una política de privatización de las empresas estatales también con el consecuente despido de miles y miles de trabajadores.
Los hechos de estas últimas semanas, la sublevación de fuerzas de la Aeronáutica ha demostrado que si el desenlace de esta situación se prolonga, lo que es lo más probable por cuanto difícilmente se pueda resolver esta situación con un solo golpe de Estado sino que es muy probable de que el desenlace de esta situación pueda prolongarse, esta tercera fuerza, en la medida en que sepa unirse y en la medida en que predomine en ella una línea justa, una línea proletaria podrá actuar y podrá vencer y abrir un cauce nuevo y original para la revolución en la Argentina.
Para esto tenemos que tener en cuenta que desde la gran manifestación de masas del 17 de octubre, que marcó a muerte al golpista Calabró y la línea golpista, pasando por el paro nacional del lunes 22 de diciembre en los lugares de trabajo que paralizó todo el país, esta fuerza antiimperialista ha ido creciendo, tanto en general y en el movimiento obrero y popular como en concreto en los gremios y en las empresas claves de concentración y aparece hoy como una corriente en ascenso en el movimiento obrero en el SMATA, en la UOM, en la Carne, entre los obreros rurales, en los ferroviarios, en textiles, en la sanidad, y también entre los empleados y trabajadores de servicios.
Y en la medida en que realicemos una política justa también crecerá en la pequeña burguesía urbana y rural y en sectores importantes de la burguesía nacional.