I.
A lo largo de más de veinte años los trabajadores polacos han venido sosteniendo un grandioso movimiento reivindicativo contra la escasez y el hambre, en defensa del salario, por la libertad del pueblo y la independencia de Polonia.
I.
A lo largo de más de veinte años los trabajadores polacos han venido sosteniendo un grandioso movimiento reivindicativo contra la escasez y el hambre, en defensa del salario, por la libertad del pueblo y la independencia de Polonia.
Por una historia de sacrificio, sembrada de mártires, ese heroico proletariado avanzó hasta conquistar con las huelgas memorables de la costa báltica en 1980, el derecho a organizar sus sindicatos. De inmediato los obreros se lanzaron a la tarea y en poco tiempo se concretó la constitución de miles de organizaciones de base, con más de diez millones de trabajadores afiliados, que se reunieron en una Confederación Nacional a la que denominaron simbólicamente SOLIDARIDAD.
Ahora sus enemigos de clase intrigan día y noche en febriles preparativos para aplastar a “Solidaridad”, ahogando a sangre y fuego si es preciso, a la clase obrera de Polonia. Pero ahora también, los obreros polacos, plenos de dignidad, están fuertes y serenos, en pie de lucha para defender a Solidaridad. Y a su lado tienen firmes como hermanos, a los campesinos, a los intelectuales, a los estudiantes, a los comunistas verdaderos, a la mayoría de la Iglesia, a todo el pueblo y la Nación polaca. Y la clase obrera de todo el mundo está junto a ellos. Los trabajadores argentinos también.
II.
En el curso de su prolongada resistencia, la clase obrera polaca tuvo que sortear una enorme dificultad, propia de la época. Polonia había sido destrozada por los nazis en la guerra. Tras la derrota del fascismo, renació una nueva Polonia socialista. Los trabajadores la acunaron con alegría y esperanza. Y trabajaron con ímpetu sin par, como sólo puede esforzarse el trabajador que se sabe dueño de su destino.
Pero todo se tornó luego muy amargo. Al promediar la década de los años 50, desde la URSS, a la que los polacos habían considerado hasta entonces un país fraternal, se fue desencadenando una política vieja que los pueblos conocen hace miles de años: la política de la explotación. Y los polacos fueron descubriendo con dolor, que esa explotación volvía nuevamente, pero esta vez instrumentada por una camarilla que les usurpaba su República, su socialismo y su Partido.
Al principio cundió el desconcierto. Pero luego, por más propaganda que hicieron por enmascararse como socialistas, el proletariado los fue conociendo en los hechos, por medio de su experiencia. En la fábrica le robaban el salario y se enriquecía a su costa una nueva clase burguesa que se forjó desde la burocracia del Partido y del Estado. Como consecuencia: estrechez para los obreros y abundancia para los nuevos burgueses.
Fueron comprobando que para aquellos que resistían la explotación estaban el despido, la persecución, la cárcel y la tortura. Por fin, cuando lograron manifestar por sus derechos, la metralla del ejército los asesinó a mansalva en 1960 y 1970.
En ese camino, buscando la verdad en los hechos, el proletariado polaco se preguntó, ¿qué es todo esto? Y desde su experiencia pudo definir la respuesta: eso es capitalismo y fascismo. Y cuando en alguna fase de aquella gesta los obreros sobrepasaron a la represión, entonces entraron en acción los tanques del ejército ruso para aplastar al pueblo y garantizar que Polonia siga entregando mansamente su carbón y su carne barata a Moscú. Y eso, ¿qué es?: IMPERIALISMO. Como los nazis, como los yanquis. Ni más, ni menos.
En conclusión: los obreros polacos han debido descubrir en su lucha que habían perdido el socialismo y la independencia y que su enemigo fundamental es una nueva potencia imperialista, la URSS, que sujeta a su Patria mediante una camarilla nativa explotadora y fascista.
III.
Los obreros polacos ponen las cosas en su lugar. Han luchado con tenacidad admirable, con sigilo y prudencia, con la fuerza de la unión, sin estridencia, sencillos, con el temple y sabiduría que dan batallas, derrotas y desquites. Los admiramos. Ellos han vuelto a recorrer el camino de los obreros que fundaron el comunismo. Han ido descubriendo elementos de la estrategia para encaminarse hacia la reconquista del socialismo, que debe pasar necesariamente por la derrota del nuevo imperialismo “social” de la Unión Soviética. Los polacos han encontrado en la organización independiente de los sindicatos, el camino principal para la acumulación de fuerzas en la fase actual del proceso de resistencia antisocialimperialista, llevando al nivel más alto de madurez el proceso de búsqueda que recorre todo el proletariado de los países sojuzgados de Europa oriental desde hace veinte años.
Verdaderamente ellos son la Hoz y el Martillo, y la Bandera Roja. Continúan a la I Internacional, a la Comuna, a Marx y Engels, a los bolcheviques, a Lenin, a la Insurrección de Octubre del 17 en Rusia, al socialismo, a la victoria antifascista, a las revoluciones de posguerra, a Mao Tsetung y a la Revolución Cultural.
Los obreros polacos, llenos de dignidad, en su sindicato Solidaridad, para enfrentar a la explotación, acaudillando a los campesinos, a los intelectuales, a la mayoría de la Iglesia, a la Nación polaca que vuelve a luchar por su independencia, esos obreros polacos han puesto las cosas en su lugar: en la trinchera de los obreros de Solidaridad, la causa del comunismo; en la torreta amenazante de los tanques rusos, la causa de la explotación capitalista y el imperialismo.
IV.
El socialimperialismo ha sometido a numerosos países europeos: Alemania oriental, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria. Sus pueblos han intentado sacudirse esa cadena, pero fueron aplastados una y otra vez por los tanques rusos. Todos ellos miran atentos ahora a los camaradas polacos, porque advierten que ese camino puede ser válido para su propia emancipación. Polonia es su espejo: allí reconocen su propia identidad. El propio proletariado de la Unión Soviética puede sentir que su corazón late con los consejos obreros polacos, reavivando la llama de Lenin, de los Soviets y de la hazaña antifascista. Por eso, dentro del Kremlin la camarilla fascista de Brezhnev siente, al estudiar la situación polaca, el mismo miedo que sintieron los zares, tras las mismas murallas, a la revolución de 1905. Todo el poderío del IMPERIALISMO RUSO reposa sobre la impostura de enmascarar su expansionismo hegemonista tras la propaganda del socialismo. Si la clase obrera de los países sometidos por la URSS toma el camino polaco, centenares de millones de hombres en media Europa y en la Unión Soviética pueden entrar en el formidable camino de la reconquista del socialismo y de la derrota del fascismo que usurpó la Patria de Lenin liquidando la amenaza más grande a la paz mundial y abriendo una luminosa perspectiva a la humanidad.
V.
He allí la clara razón del cerco militar que ha dispuesto la Unión Soviética: 450.000 soldados, miles de tanques, cañones y misiles apuntan desde las fronteras al corazón de Polonia. Los soviéticos le toman diariamente lección de fidelidad a los jefes del Estado, del PC y del Ejército polaco. Pero temen que la magnitud del movimiento reivindicativo vuelque a su lado a grandes sectores del Estado, el ejército y el Partido, conmovidos en su esencia más profunda. Los jerarcas del Kremlin tratan de dividir a los obreros de Solidaridad, buscan acuerdos separados con la Iglesia para debilitar la resistencia y reprimir abiertamente al pueblo y sus dirigentes, a los comunistas de verdad que hoy luchan nuevamente por la independencia nacional y el socialismo, siembran rumores, intrigan, sabotean, negocian preparando las condiciones que le permitan invadir Polonia en caso inevitable, con el menor costo político. Temen no intervenir, temen intervenir. Advierten que una Polonia unida resistiendo una invasión rusa puede ser el principio de su fin.
VI.
Si los jerarcas soviéticos no logran romper a Solidaridad desde dentro, si no logran que sus amenazas hagan retroceder a los obreros polacos, si comprueban que todas las modalidades del “chantaje”, la represión y la intriga fracasan, van a desencadenar el ataque militar a Polonia, inevitablemente, porque les va en ellos su razón de ser. Sus planes de hegemonía imperialista mundial. Sus designios guerreristas. Y la “estabilidad” de una zona que consideran cínicamente como propia para sus fines de opresión y guerra.
Debemos impedir ese crimen. Levantemos un clamor mundial. ¡Fuera rusos de Polonia!
El imperialismo yanqui, otros Estados occidentales, coaliciones militares y la propia OTAN, han declarado estar alertas frente a las amenazas de invasión rusa. Pero nosotros sabemos que el propio imperialismo occidental no se va a emplear a fondo para defender el camino del proletariado polaco, porque si bien disputa con la URSS por el dominio del mundo, su interés final también está en pugna con el de los obreros polacos. Sólo en la clase obrera y en los pueblos oprimidos y países revolucionarios podemos confiar para romper el cerco a Polonia.
En particular, los comunistas revolucionarios nos dirigimos a nuestro pueblo. Nuestra intención busca contribuir a que todos adviertan de qué se trata.
Llamamos a unir nuestras voces y nuestras manos para oponernos a la amenaza rusa contra Polonia.
A los obreros y los campesinos, a los demócratas, a los antiimperialistas, a los pacifistas, a los sacerdotes y a los creyentes, a los estudiantes, a los industriales y a los comerciantes. Exhortamos a pronunciarse a las organizaciones populares, a los Sindicatos, a la CGT, a los centros estudiantiles, a la FUA, a la FAA y a sus centros, a las cooperativas, a los partidos políticos. ¡Toda Argentina junto al digno pueblo polaco!
En la sangre de nuestro pueblo hay sangre polaca también, de desgarrados inmigrantes que llegaron palpitantes de esperanza, que araron nuestra tierra y se desangraron en nuestras fábricas. A nuestros compatriotas hijos de aquella inmigración también nos dirigimos en este tiempo de alerta.
VII.
Por otra parte, sabemos que la dictadura que nos oprime en Argentina justamente ha practicado una política que nos subordina progresivamente a la órbita de los intereses soviéticos. Ya Rusia domina nuestro comercio exterior de cereales, carnes, lanas y vinos. Los generales rusos y gorilas se condecoran recíprocamente. La dictadura le ha otorgado a la URSS facilidades para controlar nuestra electricidad. Cuando los rusos invadieron Afganistán la dictadura de Videla nos condujo al triste papel de cantineros del ejército invasor, abasteciéndolo puntualmente de cereales. Hoy cuando los rusos se aprestan para apuñalar a Polonia, ¿cuál va a ser la posición de Argentina? Sabemos que ya se ha abierto la disputa sobre esta cuestión en el seno de la dictadura. Mientras una fracción se inclina por suspender los envíos de cereales a Rusia si invade Polonia, el sector de Viola y Videla sería partidario de mantener también en este caso los envíos de trigo. Para argumentar a favor de esta postura, la camarilla de Viola y Videla habría planteado que así aseguraremos que Rusia nos mande las turbinas acordadas para Salto Grande. Con angustia preguntamos: ¿Y si se adueñan del Paraná Medio? Y volvemos a preguntar, clamorosamente, ¿a dónde se llega por ese camino?
Y CONTESTAMOS ROTUNDAMENTE:
– NI UN GRANO DE TRIGO PARA EL INVASOR RUSO.
– FUERA LAS GARRAS RUSAS DE POLONIA.
– VIVAN LOS TRABAJADORES POLACOS.
– VIVA SOLIDARIDAD.
– VIVA LA INDEPENDENCIA DE POLONIA.