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15 de marzo de 2011

Comité Central - 28 y 29 de febrero de 1984

Guión de discusión sobre el gobierno de Alfonsín, su línea y la táctica del Partido

Documentos aprobados / Tomo 4-2

1.- Con posterioridad a la Resolución Política del CC del 12 y 13 de noviembre, el Comité Central ha venido siguiendo el desarrollo de la situación política tratando de analizar, especialmente, los hechos producidos por el gobierno radical. Hemos tratado de evitar especular a partir de definiciones previas, dado que la situación política es compleja. Hemos tratado también de ir acompañando con nuestro análisis la experiencia de las masas respecto del gobierno alfonsinista, ayudándolas a sintetizar esa experiencia a la luz de nuestra línea general. En dos reuniones posteriores del CC analizamos la ley sindical alfonsinista y trazamos la línea partidaria para enfrentarla, esforzándonos por resumir nuestras mejores experiencias en el trabajo sindical y político en el movimiento obrero y, muy especialmente, la experiencia de los obreros de Ford. Sobre esta base impulsamos el plenario sindical realizado en Campana, plenario que constituyó un hito importante en el desarrollo de la corriente sindical clasista y participamos, posteriormente, en la movilización contra la ley junto a la CGT unificada.

2.- La complejidad de la situación política está determinada, en gran medida, porque producido el cambio de gobierno del 10 de diciembre las palancas fundamentales del poder estatal siguen en las manos en las que estaban (Fuerzas Armadas, aparato policial y represivo, aparato judicial, burocracia estatal) y es muy heterogénea la composición social y política de las fuerzas que han pasado a dominar el aparato gubernamental; porque el alfonsinismo tiene una hegemonía reciente, no consolidada, en el partido Radical y se ha aliado a fuerzas pequeño burguesas, burguesas y terratenientes muy diversas; al tiempo que el peronismo gobierna doce provincias y numerosas intendencias y tres provincias están gobernadas por partidos provinciales. En el Senado de la Nación hay una mayoría no radical lo que obliga al gobierno radical a discutir y acordar con otras fuerzas cada paso importante que quiera dar.
Circunscribiéndonos al gobierno nacional es evidente su heterogeneidad. En él se expresan sectores de: pequeña burguesía urbana y rural representado por una gran parte de la organización juvenil Franja Morada (dentro de ésta hay un mosaico de tendencias, habiendo incluso sectores que discrepan con la línea alfonsinista desde el mismo 10 de diciembre); por radicales no alfonsinistas; por fuerzas de izquierda procubana y prorrusa aliadas a la UCR y con palancas importantes en todas las áreas de gobierno. Se expresan también sectores de burguesía nacional, agraria, comercial e industrial (principalmente en la tradicional Línea Nacional, en sectores del alfonsinismo, en el radicalismo cordobés, y en el MAI, etc.). Hay también sectores muy influyentes de la gran burguesía intermediaria y de terratenientes.
¿Quién hegemoniza este gobierno? Si observamos quién controla las palancas claves de Economía, Energía, los bancos estatales, las principales empresas nacionalizadas, la Corte Suprema de Justicia, la Subsecretaría de Justicia y la Procuración General, Salud y Acción Social, Educación, Cultura y medios de información pública, llegaremos a la conclusión que este gobierno es hegemonizado por un sector de burguesía intermediaria y terratenientes y proterratenientes prorrusos. Lo que se refuerza al observar que el sector violovidelista hegemoniza el Estado Mayor Conjunto y los principales mandos del Ejército.
Heterogeneidad y hegemonía son dos elementos claves a tener en cuenta para nuestra táctica frente al gobierno. La heterogeneidad no nos debe tapar quién hegemoniza porque nos llevará al oportunismo. Y claros de quién hegemoniza al gobierno debemos atender a la heterogeneidad del mismo para evitar un sectarismo que nos despegue de las masas y en especial, que nos aísle de las capas medias.

3.- Ya es posible definir la línea principal del gobierno alfonsinista. Es una línea que tiene como eje el apoyo a los terratenientes, la gran burguesía agraria y los monopolios intermediarios productores y comercializadores de cereales. El alfonsinismo sueña con una Argentina que sea gran productora de alimentos (carne, pesca, pero especialmente cereales) y base minera y de energía. En su proyecto se estimula a las industrias que sirven o complementan este modelo. Así el alfonsinismo tiene como proyecto para la Argentina el modelo de país que nos asignan las dos superpotencias y en especial la URSS. Toda la orientación económica del alfonsinismo mira hacia afuera del país; pone el centro de sus esfuerzos en aumentar las exportaciones, y considera que el principal problema nacional es el externo; es la deuda externa. Esta nos hunde y resolviendo este problema la Argentina despegará; así piensan los estrategas alfonsinistas. No se diferencian, en esto, de tantos otros que –desde fines de siglo pasado– pensaron lo mismo cuando la Argentina era “la gran deudora del Sur”, sin ver que la dependencia financiera de la Argentina es una resultante de la estructura económica nacional y debe, por tanto, resolverse junto con profundas reformas estructurales para ser efectiva. Ni Alfonsín, ni sus principales colaboradores en el área económica (Grinspun, Storani, Reca) consideran al latifundio como un obstáculo para el progreso nacional. Manteniendo el latifundio creen que pueden pasar de producir 40 a producir 60 millones de toneladas de cereales, sobre la base de una mayor utilización de fertilizantes (que se importarán de países de Europa Oriental) y de estimular a los terratenientes a reemplazar la ganadería por la agricultura utilizando “contratistas” de tipo capitalista.
Alfonsín ha tratado de ganar tiempo en el pago de la deuda externa desde diciembre hasta aquí su estrategia es aislar al capital financiero yanqui (conseguir el apoyo europeo –incluso inglés– para forzar a los acreedores a otorgar un período de gracia de tres años. Para eso chantajea a los yanquis con el peligro de un nuevo golpe militar en el que puedan encaramarse sectores nacionalistas que utilicen armas atómicas, ya que es posible la construcción nacional de bombas atómicas y submarinos nucleares. Por eso Grinspun pide “comprensión” a Wall Street para evitar “otra Cuba o Nicaragua”.
En la perspectiva alfonsinista no se descarta una unión nacional de contenido antiyanqui y a esto apunta en última instancia su plan sindical (“democracia sindical para la unidad nacional”) reinstalado el sector violovidelista al frente del Ejército. Alfonsín trata ahora de dominar el aparato sindical de los grandes gremios, romper al peronismo y articular una “unión nacional” antiyanqui. Abrió negociaciones secretas con Gran Bretaña, en vez de privilegiar el no pago de la deuda a los ingleses (más de 10.000 millones de dólares), tratando de atraer o neutralizar esta potencia. Y ha dejado trascender, claramente, sus intenciones de sustituir las importaciones de los EE.UU. y países aliados, si estos se endurecen, con importaciones de la URSS y otros países “amigos” (“amigos” según Ferrer, Larriqueta, Trilla y otros teóricos de esta estrategia). Alfonsín acompasa esta política a algunos cambios producidos últimamente en la situación internacional: período preelectoral en los EE.UU. en momentos de grave riesgo para el imperialismo yanqui en Medio Oriente y en América Central, cierto distanciamiento yanqui-inglés luego de la invasión yanqui a Granada; afirmación de un nuevo liderazgo soviético luego de la muerte de Andropov, entre otros hechos relevantes. El testaferro ruso Doumeg, que se ofrece como intermediario de la venta de cereales argentinos a África y los países árabes, estimuló abiertamente esta línea de no pago de la deuda externa cuando visitó, recientemente, nuestro país.
Esta línea principal de la política alfonsinista, línea que se apoya principalmente en los terratenientes y la gran burguesía agraria cerealera, es una política de ajustarle el cinturón al pueblo. Una política en la que sobrará el trigo y faltará el pan en los hogares humildes. Una política nefasta para la industria nacional e incapaz de resolver el gravísimo problema de la inflación. Desde diciembre no se pagan los intereses de la deuda externa y pese a esto la inflación llegó al 17% en febrero. Pasados 3 meses de gobierno alfonsinista la situación del pueblo trabajador no ha mejorado. Para los desocupados y hambrientos la situación se ha agravado por el simple paso del tiempo. La línea de Alfonsín no es “ahora todos” sino “ahora no”: de palabra está contra la desocupación, el hambre, los salarios bajos, los desalojos, las empresas cerradas, la 1050, el ingreso limitacionista a la universidad. Pero para todo la respuesta es: ahora no.

4.- La fundamentación de la política de Alfonsín está en la evaluación que muchos teóricos proimperialistas y proterratenientes hacen de las modificaciones en la estructura socioeconómica del país y sobre sus perspectivas de desarrollo se basan en que, en los últimos 20 años, lo fundamental de la producción ganadera se destina al mercado interno (entre un 75 y un 80%) y ha caducado la época de la ganadería que producía para frigoríficos instalados cerca del puerto que producían y exportaban chilled beef para Inglaterra y el Mercado Común Europeo. Se espera –como planteó Martínez de Hoz en su momento– reducir la ganadería a zonas del NE, zonas marginales y la Cuenca del Salado en la provincia de Buenos Aires. Parten de que en los últimos años, en la década del 70, se ha logrado un gran aumento de la producción cerealera, sin un aumento significativo del área sembrada, sobre la base de mejores semillas y tecnologías agrarias y que una mayor fertilización de suelo permitiría otro salto productivo en la década del 80. Simultáneamente, en la década del 70, se ha consolidado una dirección burguesa totalmente conciliadora con los terratenientes y de orientación prorrusa en la Federación Agraria y en las organizaciones cooperativas ligadas a ésta, lo que puede permitir una alianza estable entre esos sectores terratenientes y burgueses con la URSS, que ha pasado a ser el principal comprador de nuestra producción agropecuaria. Los sectores terratenientes y de burguesía intermediaria ligados al comercio con la URSS, grandes proveedores de divisas para el pago de la deuda externa, presionan con el “comprar a quien nos compra”, nefasto para la industria nacional.
Simultáneamente, bajo la dictadura militar instalada en 1976 cayó el peso relativo de la industria manufacturera y se redujo en un 40 % el personal ocupado en la industria. Desaparecieron numerosos establecimientos industriales y se produjo una gran concentración y centralización en las principales ramas de la industria en beneficio de unos pocos monopolios (Acindar, Aluar, Papel Prensa, Bunge y Born, etc.).
Se ha agravado la dependencia del capital financiero internacional y la dependencia de nuestra industria de patentes, tecnología e insumos de países occidentales y se ha producido la ocupación militar inglesa de las Malvinas y la instalación allí de una base militar. Esto es paralelo al amarre de las exportaciones argentinas a la URSS y al aprovisionamiento por ésta de los grandes emprendimientos energéticos. Ante este panorama, tan grave para los intereses nacionales, el alfonsinismo considera a la URSS y sus países satélites como “países amigos”, confía en su ayuda para liberarnos de la dependencia financiera, y trabaja una alianza para esta política.

5.- Piense lo que piense Alfonsín su línea política le viene como anillo al dedo a los intereses soviéticos y no es extraño que haya suscitado el elogio encendido de la revista soviética Tiempos Nuevos. Para la URSS su gran objetivo es lograr una base sólida en la ribera occidental del Atlántico Sur y, poco a poco, va estrechando los lazos con la economía argentina, va profundizando su penetración y va desplazando a sus rivales imperialistas. De realizarse las obras del Paraná Medio, tal cual lo anunciaron Alfonsín y luego Storani, habrán conseguido un triunfo histórico en la dirección de ese objetivo.
Desde cierto punto de vista el plan económico de Alfonsín se asemeja al de Martínez de Hoz en 1976 cuando éste puso el acento de las medidas económicas en estimular el aumento de la producción cerealera en la Pampa Húmeda. La diferencia en este aspecto está en que Martínez de Hoz confiaba en que los terratenientes y capitalistas agrarios invertirían en la producción y no en la especulación, como en realidad hicieron; en cambio Alfonsín espera transferir una parte de los ingresos agropecuarios al sector urbano mediante la política tributaria. “El objetivo es que el sector crezca pero que los frutos de este crecimiento sean compartidos por alguien más que los dueños de la tierra”. (Declaraciones de Juan Sourrouille, secretario de Planificación).
Alfonsín y su equipo económico cometen un error de diagnóstico sobre la situación económica. Error determinado porque, entre otras cosas: consideran lo externo como el principal problema coyuntural de la economía argentina; consideran a la URSS como un país amigo y no como un imperialismo expoliador que “saca cuatro cueros allí donde otros sacan uno”; ven el campo horizontalmente, no verticalmente (hablan “del campo” y no diferencian proletarios, semiproletarios, campesinos pobres, medios, ricos y terratenientes) y tienen una política de ayuda y apoyo a los terratenientes y grandes capitalistas agrarios; consideran posible resolver la coyuntura económica sin nacionalizaciones (del comercio exterior, la banca, el petróleo y la minería, etc.) y favoreciendo al gran capital monopolista (en el acero, el aluminio, Papel Prensa y celulosa, petroquímica, etc.); no valoran a la industria liviana como un factor esencial para lograr la reactivación económica nacional; consideran al imperialismo yanqui como el enemigo principal, buscan el acuerdo con la URSS (principal enemigo nacional) y con Gran Bretaña y valoran a los imperialistas europeos por su ideología (socialdemócrata) y no por sus intereses (imperialistas); consideran que el déficit fiscal (del orden del 20 % del Producto Bruto Interno) gran motor de la inflación, es controlable porque para los alfonsinistas ese déficit tiene como causa principal la caída en la recaudación tributaria y atribuyen esta caída a razones políticas (la oposición a la dictadura) sin ver que la causa principal del no pago de los impuestos es la crisis (y abruman al pueblo con más y más impuestos).

6.- Un gran problema nacional es el déficit económico de gran parte de las provincias y de numerosos municipios. Este problema impide a la mayoría de las provincias, si no se resuelve, tomar medidas contra el hambre y la gravísima situación socioeconómica de las masas. Y deja a los gobiernos provinciales en manos del gobierno nacional, que llega a imponer sus criterios a los presupuestos provinciales así como el Fondo Monetario Internacional impone el suyo a los países que aceptan sus dictados.
La situación es grave en general. Pero es, particularmente grave, para algunas provincias en las que la coparticipación federal representa cerca de las ¾ partes de sus recursos.
Una de las causas actuales del agravamiento de este problema es el régimen de coparticipación de impuestos nacionales modificados por la dictadura en 1980. La eliminación del aporte patronal al sistema de seguridad social y el FONAVI, reemplazado por la generalización del IVA, del que la Nación retiene una parte de las recaudaciones para el sistema de seguridad social, ha afectado duramente a las finanzas provinciales.
Dos importantes tributos nacionales no están incluidos en el régimen de coparticipación: los que gravan el comercio exterior y los que se aplican a los combustibles.
En la lucha por conseguir mejoras para aliviar la situación de hambre, desocupación, bajos salarios, problemas de vivienda y salud, etc. es necesario que impulsemos un amplio frente único a nivel provincial o municipal para luchar y obtener los fondos necesarios para poder conquistar esas reivindicaciones impostergables de las masas. La lucha por modificar el régimen de coparticipación en los impuestos nacionales y por aumentar las regalías a las provincias por la exportación de sus riquezas petroleras, gasíferas, etc., el retorno a los municipios de parte de los impuestos que recauda la Nación en ellos por “zonas nacionales”, etc.; y la lucha por una política impositiva que grave a los que más tienen para resolver los problemas de los obreros y trabajadores, debe ser tomada en los programas barriales, municipales y provinciales y utilizada para movilizar a las masas contra el imperialismo, la oligarquía y la gran burguesía intermediaria.

7.- La línea desarrollada hasta ahora por el alfonsinismo choca con los intereses de la clase obrera y de la enorme mayoría del pueblo. Va a agravar los sufrimientos de la gran masa de trabajadores urbanos y reforzar la opresión de los terratenientes y los monopolios intermediarios sobre la gran masa de campesinos pobres y medios. Es una línea que no estimula la producción y sigue favoreciendo a la especulación; no se ha golpeado hasta ahora al sistema financiero montado por la dictadura y el crédito sigue vedado para los sectores pequeños y medianos de la industria y el comercio. Es una línea incapaz de superar el estancamiento económico del país, (estancamiento que viene desde 1950 salvo momentos de crecimiento espasmódico que son seguidos inmediatamente por momentos de retroceso o estancamiento). Las medidas tomadas, hasta ahora, son incapaces para resolver el grave problema de la desocupación y menos aún de dar oportunidad de empleos a los 200.000 jóvenes que anualmente se incorporan al mercado de trabajo. No se ha tomado ninguna medida para golpear a los grandes vaciadores y enriquecidos del período 1976-1983 (los Trozzo, Greco, Capozzolo, Seiegh, Oddone, etc., culpables de vaciamientos por más de 5.000 millones de dólares y los “nuevos ricos” beneficiarios de la especulación de estos años: BRIDAS, Macri, Acindar, Garavaglio, Aluar, etc.). Con esta línea se desvanecerá toda intención de estabilizar un régimen de democracia burguesa, incluso tan limitada como es la establecida por la Constitución de 1853.
Nuestra línea táctica debe procurar, en esta situación, ayudar a las masas para que con su propia experiencia calen la esencia del plan de Alfonsín. Debemos cuidarnos de simplificar y subestimar en lo que hace a sus perspectivas la alianza con la URSS. Debemos partir del análisis de los hechos que produce el gobierno más que de sus intenciones, en general ocultas, ya que, hasta ahora, el país no ha sido informado de a dónde va Alfonsín en temas claves como: deuda externa; Beagle; Malvinas; proyecto sindical; objetivos económicos a mediano y largo plazo.
En todos los terrenos enfrentamos la línea alfonsinista desde nuestras propias propuestas programáticas. Tanto en cuanto a los detenidos-desaparecidos y a las libertades democráticas como a las medidas económicas, deuda externa, Beagle, Malvinas, etc. El centro de nuestro ataque es contra los enemigos estratégicos de la revolución: los imperialismos, los terratenientes y la gran burguesía intermediaria. Haciendo esto procuramos que el golpe principal vaya al enemigo principal: el socialimperialismo soviético y sus socios nativos y golpeamos o no al gobierno radical y los gobiernos locales según sea su posición concreta ante estos enemigos. En lucha contra estos enemigos, y en la defensa de los intereses reivindicativos concretos, planteamos el frente único de nuestro Partido con todas las fuerzas verdaderamente clasistas y con el peronismo en el movimiento obrero, y el frente único a nivel nacional. El centro de nuestra política de acumulación, en lo inmediato, pasa por democratizar y reorganizar con esa línea antiimperialista y antiterrateniente y las propuestas de nuestra plataforma los cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos, y por ganar el máximo de posiciones dirigentes en este proceso. El dato más importante del momento político actual, el que determinará en definitiva, es que, como previmos luego del 10 de diciembre, el auge del movimiento democrático y reivindicativo sacudió a las grandes empresas de concentración del proletariado industrial. Es un auge de luchas aún limitado, porque es a nivel de empresas y no de gremios, pero el proceso está en desarrollo. Las masas, desde abajo retomaron el camino de organización de los cuerpos de delegados y comisiones internas que fue el motor del período de auge revolucionario posterior a 1969, cuando las grandes masas explotadas bocetaron el camino más probable de la revolución argentina. Como los deberes fueron hechos y rehechos en borrador, muchas veces, en aquellos años, ahora las masas recorren ese camino con rapidez y firmeza. Los obreros de Ford han estado en la avanzada de este proceso. Cuando todo el mundo creía que en el debate frente a la Ley sindical, había dos posiciones, la de Alfonsín, liderada en el movimiento obrero por Piccinini, y la peronista liberada por Lorenzo Miguel, los obreros de Ford demostraron que no había dos sino tres posiciones y que el camino proletario en ese tema era el que ya había enseñado a principios de la década del 70 el proletariado mecánico cordobés dirigido por el PCR. El plenario de Campana demostró, luego, que es posible recuperar y democratizar numerosos sindicatos en todo el país bajo la dirección de las fuerzas clasistas que allí se reunieron.
Poco a poco el movimiento de masas, superado el trance de la derrota electoral peronista del 30 de octubre, derrota que transitoriamente los frenó, vuelve a tomar su ritmo ascendente.
Las manifestaciones de los aspirantes a ingresar a la universidad indican que el movimiento estudiantil retoma el camino de sus grandes luchas. Indican también que el idilio alfonsinista con amplios sectores de las capas medias atraviesa por un momento difícil.
El conocimiento de las masas populares de los crímenes horrendos de la dictadura ha despertado un odio feroz contra las Fuerzas Armadas de la oligarquía y el imperialismo. La política tibia, conciliadora y en definitiva cómplice del alfonsinismo, especialmente con el violovidelismo, es repudiada cada día más por el pueblo y permite que germinen sentimientos revolucionarios en sectores amplios de las masas populares.

8.- Todavía hay compañeros que están por detrás de las masas en la comprensión del nuevo momento político y no despliegan su trabajo con audacia o mantienen posiciones “clandestinistas” por temor a que “pronto se dé otro golpe y en vez de 30.000 tengamos 300.000 detenidos-desaparecidos”. No comprenden que la situación en 1984 tiene poca semejanza con la de 1975 y que no es manteniendo, en todo caso, la política que servía para 1981 cómo se podrá enfrentar y derrotar hoy un golpe de Estado fascista que, como posibilidad, está siempre presente. Hoy es fundamental que las masas conozcan al Partido, y lógicamente a muchos de sus cuadros para que el Partido pueda crecer. Esto no significa que la organización del Partido deje de ser clandestina y que lo que debe ser secreto se haga público y legal.
Otros camaradas aceptan que estamos viviendo un momento de gran auge de masas. Pero piensan –y actúan en consecuencia– que este auge de masas solo puede tener un desemboque reformista. Que el auge actual tenga un desemboque revolucionario o reformista dependerá de causas objetivas y subjetivas. Como decía Lenin: “Nosotros no somos Jerjes, aquel que mandó azotar el mar con cadenas” pero “reconocer los hechos y tenerlos en cuenta” no equivale “a cruzarse de brazos y renunciar a todo”. Nosotros debemos estar preparados, bien preparados, para aprovechar conscientemente y al máximo posible cuando la oleada revolucionaria se desencadene, con la línea de conquistar a las masas como condición previa para conquistar el poder. Nosotros trabajamos para que el auge de masas tenga un desemboque revolucionario y no termine en un remanso reformista que, en el caso argentino, solo puede ser el prólogo a un nuevo golpe fascista.
La crisis económica argentina es muy profunda y ha hecho naufragar a varios proyectos reformistas. Puede haber golpes y contragolpes de Estado. Los incidentes con Aguado y Benítez y con el Brigadier Simari, y la constante labor provocativa de los generales Menéndez y Bussi, entre otros, demuestran que las aguas no están quietas y que lo menos que hay, en la Argentina actual, es estabilidad democrática.
Debemos prepararnos para enfrentar situaciones bruscas de inestabilidad política. También debemos ir pensando en la posibilidad de que hayan nuevas elecciones en 1985 y preparándonos para enfrentarlas. En esta perspectiva adquiere importancia el reforzamiento de la actividad política del PTP. Este es un tema (el de la personería electoral del PTP) que debe ser evaluado y discutido por el Cuarto Congreso del Partido.

9.- En lo inmediato las tareas centrales del Partido son: 1) Desarrollar la más amplia solidaridad con la lucha de los obreros de Ford; multiplicar procesos de democratización sindical semejantes especialmente en el Gran Buenos Aires, Córdoba y Rosario; avanzar en el proceso de reorganización en gremios como rurales y docentes; ir conformando las agrupaciones que discuten electoralmente gremios como ferroviarios, mecánicos, metalúrgicos, sanidad, etc. 2) Intensificar el trabajo de denuncia de la Ley Sindical alfonsinista y reforzar el trabajo único contra ella con el peronismo. 3) Dar amplio apoyo a las iniciativas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. 4) Dar amplio apoyo al petitorio de las Madres de Plaza de Mayo y a las iniciativas que éstas preparan para alrededor del 24 de Marzo. 5) Ayudar a la JCR para la manifestación que preparan los ex combatientes de las Malvinas para el 2 de abril, y preparar iniciativas unitarias para esa fecha. 6) Prestar atención especial a la lucha por el ingreso irrestricto a la universidad y a la lucha por la reapertura de los comedores universitarios, contra la ley universitaria de la dictadura, por la democratización profunda de la universidad, etc. 7) Tomar medidas para avanzar en la organización de los campesinos pobres y medios en el NE, el NOA y Cuyo, teniendo en cuenta que las fuerzas proterratenientes y prorrusas han armado las redes para aprisionar toda rebeldía de los pobres del campo mediante el llamado Frente Agrario Nacional; estudiar las contradicciones de la política proterrateniente del gobierno radical para impulsar la lucha de los campesinos pobres y medios en la Pampa Húmeda; atención especial para avanzar en la organización de los tamberos, medieros y tamberos pobres y medios. 8) Impulsar la organización de los agentes de salud a nivel de movimiento de masas barriales y el apoyo a los comedores y ollas populares, tratando de concertar con los peronistas –en las municipalidades y provincias que dirigen– un frente único que fortalezca la organización popular, en especial del movimiento femenino, en esas barricadas. 9) Aumentar la difusión y cobranza de HOY para poder asegurar su aparición semanal. 10) Realizar las asambleas y reuniones para el Cuarto Congreso.