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16 de marzo de 2011

 “Viernes de la ira” todas las semanas. La gigantesca ola democrática de los países árabes no se detiene, amenazando a regímenes tiránicos y entreguistas con el mismo fin que en Túnez y Egipto. La clase obrera egipcia va al frente.

La clase obrera egipcia en el puesto de avanzada

Hoy 1360 / La pueblada sigue barriendo el norte de África y la península arábiga

En los países árabes del norte de África y del Medio Oriente, los “viernes de la ira” se han convertido en un hito permanente de la lucha popular, como también lo fueron las masivas marchas de los viernes a nuestra Plaza de Mayo en los meses que siguieron al Argentinazo. Cada viernes, y a impulso de las grandiosas puebladas que en enero voltearon a las dictaduras de Ben Alí en Túnez y de Mubarak en Egipto, enormes movilizaciones hacen retemblar las calles de numerosas ciudades en Yemen, Bahrein, Omán, Marruecos, Argelia, Jordania, en los mismos Egipto y Túnez, y ahora también en Arabia Saudita, sacando a la luz antiguos y profundos reclamos democráticos contra la explotación y la opresión de esos pueblos y naciones sostenida por regímenes tiránicos y proimperialistas.
El viernes 11 de marzo, nuevamente miles de manifestantes salieron a la calle –en muchos casos enfrentando la brutal represión policial, de “servicios” y de bandas civiles oficialistas armadas por el Estado– en Yemen, Bahrein, Jordania, Irak y Arabia Saudita.

 

Yemen
El viernes se llevó a cabo la mayor manifestación desde que se iniciaron en enero contra la dictadura del presidente Alí Abdullah Saleh, que gobierna desde hace 32 años. En la capital Saná el gobierno les echó encima a grupos de “partidarios” que apedrearon a los manifestantes, sin lograr dispersar a las 40 mil personas que abarrotaron la Plaza Tahrir (el mismo nombre que la Plaza central de El Cairo en Egipto), donde tuvieron gran protagonismo los estudiantes de la Universidad de Saná. “¡Nada de ‘iniciativas’, queremos que se vaya!”, “Irse significa irse, no hay ‘mejor opción’”, coreó la multitud, rechazando indignada las maniobras de Saleh que, derrotados sus planes de heredarle el cargo presidencial a su hijo, trata de controlar la sucesión con una amañada reforma constitucional y electoral.
También hubo una gran movilización en la ciudad sureña de Adén, en la boca del golfo del mismo nombre que es la puerta de entrada al estratégico Mar Rojo.
El régimen desató una brutal represión a tiros contra los manifestantes en Saná, Adén y Mukalla, que se prolongó hasta el sábado y dejó un saldo de cinco muertos y cientos de heridos. Treinta y tantos son ya los asesinados desde el inicio de la pueblada yemení en enero.

 

Bahrein
En este reino insular situado en las puertas del Golfo Pérsico, sede de la 5ª Flota de los Estados Unidos y desde donde el imperialismo yanqui controla toda la península arábiga y el Medio Oriente, fuerzas de seguridad del régimen reprimieron el mismo viernes con gases y balas de goma a manifestantes concentrados ante los edificios gubernamentales en la capital Manama. También hubo una concentración en la ciudad de Riffa, al sur de la capital.
En Bahrein la lucha popular democrática tiene un componente religioso ligado a la lucha entre distintas vertientes islámicas, ya que el movimiento opositor expresa principalmente las demandas de numerosos trabajadores chiítas provenientes de países árabes vecinos, que son discriminados y superexplotados por la monarquía y el empresariado sunitas.

 

Jordania
Unas 1.500 personas manifestaron en la norteña ciudad de Zarka, reclamando al rey Abdulla II la disolución de la irrepresentativa Cámara de Diputados y reformas constitucionales, y expresando su solidaridad con la lucha de los rebeldes en Libia.

 

Arabia Saudita
La oleada de la rebeldía popular comienza a llegar a este gigantesco reino de la península arábiga, verdadera monarquía feudal sostenida por los monopolios petroleros, principal aliado del imperialismo yanqui en la región.
El viernes 11, el gobierno llenó la capital de policías y “servicios” para impedir las manifestaciones, que recién comienzan y de las que apenas se conoce lo que logra trascender la censura oficial.

 

Egipto: Declaración de sindicalistas independientes
En El Cairo, el sábado 19 de febrero, un numeroso grupo de trabajadores y dirigentes gremiales dieron a conocer la siguiente declaración, repudiando la central sindical colaboracionista del derrocado régimen de Mubarak y reclamando el derecho a constituir una central independiente que levante las demandas de los trabajadores que protagonizaron la insurrección. Firman el comunicado en forma personal trabajadores de refinerías de azúcar, textiles, de la industria farmacéutica, de fábricas militares, metalúrgicas y del cemento, enfermeros, empleados de correos, de agencias de noticias y de oficinas municipales, etc.
“¡Gloria a los héroes de la revolución del 25 de enero! Nosotros, trabajadores y sindicalistas de diferentes lugares de trabajo que han visto huelgas, ocupaciones y manifestaciones de cientos de miles de trabajadores en todo Egipto durante este período, sienten que es correcto unir las demandas de los trabajadores en lucha que pueden convertirse en parte integrante de los objetivos de nuestra revolución, que el pueblo de Egipto hizo, y por la cual los mártires derramaron su sangre. A continuación presentamos un programa de trabajadores, que reúne nuestras justas demandas, a fin de reafirmar el aspecto social de esta revolución y para impedir que la revolución sea expropiada a las bases  que deben ser sus beneficiarias.
“Las demandas de los trabajadores, que hemos planteado antes de la revolución del 25 de enero y fueron parte del preludio a esta gloriosa revolución, son:
“1. Aumento del salario mínimo y de la jubilación nacionales, y disminución de la brecha entre los salarios mínimos y máximos de modo que el máximo no sea más de 15 veces el salario mínimo, a fin de lograr el principio de justicia social que la revolución dio a luz; pago de subsidio por desocupación, y aumento periódico que se incrementará a medida que aumenten los precios.
“2. Libertad de organizar sindicatos independientes sin condiciones ni restricciones, y la protección de los sindicatos y sus dirigentes.
“3. Derecho de los trabajadores manuales y los empleados, campesinos y profesionales, a la seguridad del empleo y la protección contra el despido. Los trabajadores temporales deben ser convertidos en permanentes, y los trabajadores despedidos ser reincorporados a sus puestos de trabajo. Tenemos que acabar con todas las excusas para el empleo de trabajadores con contratos temporales.
“4. Renacionalización de todas las empresas privatizadas y completa detención del infame programa de privatización que arruinó nuestra economía nacional bajo el difunto régimen.
“5. – Remoción total de los gerentes corruptos impuestos a las empresas para llevarlas a la quiebra y venderlas.
“- Terminar con la contratación de consultores que han pasado la edad de jubilación y que se tragan hasta 3 mil millones del ingreso nacional, para abrir oportunidades de empleo para los jóvenes.
“- Volver a la implementación de los controles de precios en bienes y servicios para mantener los precios bajos y no cargar a los pobres.
“6. Derecho de los trabajadores egipcios a la huelga, a organizar sentadas y a manifestar pacíficamente, incluyendo las huelgas actuales contra los remanentes del régimen derrocado, que fueron impuestos en sus empresas para llevarlas a la quiebra antes de venderlas. Creemos que si esta revolución no conduce a la distribución equitativa de la riqueza no vale nada. Las libertades no están completas sin las libertades sociales. El derecho al voto se apoya naturalmente en el derecho a un pedazo de pan.
“7. La atención de la salud es condición necesaria para aumentar la producción.
“8. Disolución de la Federación de Sindicatos de Egipto que fue uno de los símbolos más importantes de la corrupción bajo el régimen difunto. Ejecución de las sentencias judiciales emitidas contra ella e incautación de sus activos financieros y de sus documentos. Incautación de los activos de los dirigentes de la FSE y sus sindicatos afiliados, y su investigación”.

 

La Plaza Tahrir sigue siendo del pueblo
Los medios proimperialistas hicieron “desaparecer” a Egipto. Pero el pueblo egipcio, y en particular su clase obrera, sigue movilizado por los reclamos de la inmensa pueblada que el 25 de enero volteó la dictadura proyanqui de Mubarak.
Los trabajadores de la Compañía Carbonífera y Química Al-Nasr de la ciudad de Heluan (pocos kilómetros al sur de El Cairo) se declararon en huelga el 28 de febrero exigiendo la destitución de toda la dirección de la empresa, el castigo de todos los funcionarios responsables de las dificultades financieras de la compañía, y mejoras económicas.
Los obreros denuncian que la empresa dejó de pagar los premios, a pesar de haber obtenido grandes ganancias.
Más de 1.500 trabajadores de la fábrica Organización Árabe para la Industrialización protagonizaron una sentada frente a la planta, en demanda de aumento de salarios y la destitución del equipo de consultores que –señalan– le cuestan a la empresa cientos de miles de libras en salarios mensuales sin aportar nada a cambio.
Unos 6.000 maestros entraron en huelga el martes 1º de marzo, exigiendo la conversión en permanentes de sus contratos de trabajo temporarios. El Ministerio de Educación había resuelto el día anterior limitar la designación de los maestros a sólo tres años, y condicionada, además, a la aprobación de un examen de “revalidación” de conocimientos.
Según informan cronistas desde El Cairo, los manifestantes vuelven a hacer suya la ya legendaria Plaza Tahrir (Liberación), haciendo oídos sordos a las advertencias de las fuerzas militares, que amenazan reprimir a quienes permanezcan en la Plaza después del toque de queda impuesto por el gobierno militar que sucedió a Mubarak. El Ejército ya llevó a cabo la expulsión violenta de los manifestantes allí el sábado 26 de febrero.
La Plaza Tahrir parece estar convirtiéndose nuevamente en el campamento que fue durante los 18 días de la pueblada. Nuevamente hay decenas de carpas, puestos callejeros de venta de comida y hasta puestos de enfermería.
Ebullición de izquierda
En la edición anterior de hoy informamos sobre la fundación del Partido Democrático del Trabajo (PDT), como parte de la febril reactivación de la actividad política y de la lucha democrática y antiimperialista.
Activistas que rompieron con el partido de “izquierda” Al-Tagammu, conjuntamente con militantes independientes, socialistas, etc. fundaron en los últimos días de febrero el Partido Coalición Popular (PCP), una corriente que se autodefine como de izquierda y socialista y que lucha por la libertad y la justicia social.
Los dirigentes del nuevo partido denunciaron las políticas de Al-Tagammu de “pro-estatales” y autoritarias.
“Los partidos existentes fueron constituidos por el Estado, y jamás adoptaron ni defendieron las luchas de los trabajadores; de modo que, por presión de los propios trabajadores, decidimos formar nuestro propio partido”, declaró por su parte Kamal Jalil, vocero del PDT.
Tanto el programa del PDT como el del PCP reclaman el establecimiento de salarios mínimos y máximos, terminar con las políticas privatizadoras y pro-monopolistas, y redireccionar los planes sociales a favor de las clases explotadas. Exigen también la nacionalización de las grandes empresas y una reforma agraria en favor de los campesinos.