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15 de junio de 2011


Algo más sobre la “corpo” mediática oficial

Hoy 1373 / Un poderoso aparato de TV, radio, y gráfica

Una sola vez la concurrencia se permitió interrumpir con un unánime y prolongado aplauso el discurso con que Pino Solanas estaba cerrando el encuentro de trabajadores de la cultura del Frente Proyecto Sur el sábado pasado (11/6): fue cuando fustigó al programa 6,7,8 y a la amplia red de medios oficialistas al señalar que practican una propaganda intolerante de tipo fascista. Es verdad.

Una sola vez la concurrencia se permitió interrumpir con un unánime y prolongado aplauso el discurso con que Pino Solanas estaba cerrando el encuentro de trabajadores de la cultura del Frente Proyecto Sur el sábado pasado (11/6): fue cuando fustigó al programa 6,7,8 y a la amplia red de medios oficialistas al señalar que practican una propaganda intolerante de tipo fascista. Es verdad.
Mienten los intelectuales K de Carta Abierta (elenco estable del panel de invitados a 6,7,8) cuando afirman que ese programa televisivo es una “herramienta” (como aseguró María Pía López en una de las numerosas emisiones que el programa dedicó a contestar a Beatriz Sarlo y a sangrar por la herida luego del traspié de invitarla), un instrumental que la TV pública brinda a los televidentes para que desentrañen el verdadero papel de los medios “hegemónicos”, como llaman a la prensa de la burguesía y otras clases dominantes no kirchneristas. Miente 6,7,8 al decir que se dedica a realizar “un análisis de los medios”, sólo se dedica a descalificar con chicanas burdas cualquier opinión opositora y sobre todo cualquier información objetiva que haga evidente la falsedad del discurso oficial y las recurrentes imposturas de su viuda intocable: Cristina.
Dijo Solanas en otro tramo de su discurso que las fuerzas populares nos enfrentamos a una derecha con dos cabezas. Una cabeza es la derecha “cruda”, desembozada (como Macri en el gobierno de la Capital), y la otra cabeza, disfrazada de “progre”, es el kirchnerismo. También es verdad. (Ya se lo ha señalado fundadamente en este periódico).
Esta derecha bicéfala se expresa, naturalmente, en los medios del sistema. De un lado los medios de los sectores de las clases dominantes opositores al gobierno K, y del otro los medios de los sectores de las clases dominantes que integran o se asocian al grupo de burguesía intermediaria que se hizo del gobierno en 2003 con la asunción del “traidor Néstor Kirchner”, como lo llamó Solanas. La guerra actual entre ambos contendientes es una guerra entre truhanes.
Amén del multimedios santacruceño que aportó Kirchner, y de alguna que otra prensa provincial, estos sectores sólo contaban a nivel nacional con el diario “histórico” de la burguesía intermediaria “socialdemócrata”, orientado al “target” de la pequeña burguesía progresista: Página/12, que se asumió como el Boletín Oficial K. Además, claro está, del inicial y prolongado apoyo que recibieron del monopolio Clarín y del resto de la “corpo” mediática. Este apoyo cesó cuando los K salieron a disputar agresivamente ese mercado, en el que en poco tiempo se hicieron de un poderoso aparato multimediático con prensa gráfica, TV, radios, etc., como se ha detallado recientemente en nuestras páginas.
Además de los acuerdos y la notoria influencia que tienen en medios de (¿ex?) menemistas como Hadad, Moneta o Pierri, los K tienen sus propios grupos. El canal CN23, Radio América y el diario Tiempo Argentino son, cada uno en su género, las naves insignia del multimedios del vaciador de bancos Sergio Szpolski, que agrupa a una quincena de medios, sin contar su sociedad con la empresa K Electroingeniería en Radio del Plata. El grupo de Diego Gvirtz, por su parte, reúne a los programas TVR y Duro de Domar (canal 9), y 6,7,8 (canal 7). Todos interactúan y repiten notas e “informes” de los otros. La principal tribuna pública de todos ellos es 6,7,8, al que concurren con frecuencia como invitados sus columnistas y directivos (esto cuando queda libre alguna de las sillas que ocupan habitualmente los ministros y funcionarios de Cristina).
6,7,8 expresa la conocida impostura K en su máxima expresión, tanto en su contenido como en su forma. Manifiesta su oposición al periodismo “hegemónico”, pero el “formato” del programa copia todos sus males. Ejemplo: impugna el estilo de Chiche Gelblung, pero copia su modelo de introducir un tema mediante un brulote amarillista llamado “informe”, para que luego sea tratado con “seriedad” por el staff como si se hubiese tratado de un análisis decoroso y objetivo. Otro ejemplo es lo que llaman “el club de la buena onda”, que retoma aquella tradición de lo alguna vez se llamó “la caja boba”, intentando mostrar -por medio de fotos de alegría doméstica enviadas por los televidentes-, una generalizada vida feliz bajo el régimen K. ¡Si hasta contabilizan como éxitos de la Argentina kirchnerista los goles que Messi convierte para el Barsa en Europa! (Si usted no lo cree, haga de tripas corazón y cerciórese viendo el programa). Otro elemento que contradice la pretensión transgresora de 6,7,8 respecto de la clásica TV comercial, es la inclusión de anuncios publicitarios dentro del propio curso del programa, que están siempre a cargo de su conductor.
Claro que la mayor impostura no reside en las formas sino en los contenidos. Critican con justeza la complicidad de Clarín y otros medios con la dictadura, pero lavan la cara de los miembros del gobierno que cometieron el mismo pecado, como su canciller, el hijo bobo de Jacobo Timerman e invitado habitual del programa, que en 1976 dirigió La Tarde, aquel diario cuyo único propósito fue propiciar el golpe de Estado y celebrarlo una vez producido. Para no hablar de la santificación del matrimonio K, al que presentan como adalides de los derechos humanos a sabiendas de que no hay una sola prueba de su actividad en ese sentido anterior a su gobierno, y cuyo mayor “éxito” en este tema es haber cooptado a algunos organismos para que limiten sus reclamos a la época dictatorial y nada digan de las violaciones actuales a los derechos humanos, o incluso denigren a víctimas recientes como ha sucedido en los casos de Jorge Julio López y de los originarios qom.
Hay mucho más que decir de estos medios oficialistas travestidos, que debido a la brevedad del espacio dejaremos para otras entregas. Sólo recordar que con la más patética de las “ironías” los integrantes de 6,7,8 proclaman: “Somos la mierda oficialista”. Si alguna honestidad han tenido, está toda en esa frase. Sin duda hay que creerles.