1. Paliza
1. Paliza
Las elecciones en Santa Fe (ver pág. 3) le han dado la segunda paliza política al gobierno de Cristina Kirchner en lo que va del mes (la otra fue la Ciudad de Buenos Aires). Aunque no se puede trasladar mecánicamente esas elecciones al conjunto del país, avanzan en el trazado del mapa de las fuerzas en pugna hacia las internas proscriptivas del 14 de agosto. Los 4.924.490 electores de Santa Fe y la Capital Federal, son el 17% de los 28.840.339 empadronados en todo el país, y ponen en discusión el eje de la campaña kirchnerista: “Cristina ya ganó”.
“Las victorias son mías, las derrotas son ajenas”, es la idea que trata de transmitir la presidenta; pero esa idea no resiste los hechos. Fue el gobierno nacional que alentó el triunfalismo, luego de que el Frente para la Victoria lograra el primer lugar en las internas provinciales, con Rossi como candidato a gobernador. Cuando las encuestas comenzaron a alimentar dudas sobre ese triunfalismo, la presidenta viajó a Santa Fe y se reunió con intendentes de esa provincia para nacionalizar la compaña. Maltrató al gobernador Binner, y sus propagandistas dijeron que esas apariciones de Cristina K iban a sumarle a Rossi los votos que se le estaban yendo. Fue al revés.
2. Triunfalismo y facturas
Macri alardea con su triunfo en la Capital Federaly el segundo lugar de Del Sel en Santa Fe. PRO se benefició, en los dos lugares, con el pase de facturas del peronismo. En Santa Fe, además, cosechó parte de la bronca agraria. El propio Del Sel debió agradecer al “Momo” Venegas, y a los sindicatos de trabajadores rurales y del plástico, y a figuras de la lucha del campo, reconociendo que no son votos comprados por esa derecha, ni mucho menos cheques en blanco. Lo prueban las enormes diferencias entre las internas abiertas santafesinas de mayo, donde PRO salió tercero, y la elección del domingo.
El gobierno K pagó en Santa Fe por su política reaccionaria hacia el campesinado y la burguesía agraria. El gobierno creyó que había logrado “atenuar” la bronca de esos sectores con sus planes de cooptación y el manejo de los subsidios. Pero fracasó. Por eso se apuró con nuevos “anuncios” para el agro, en medio de un clima en el que en los pueblos se discute volver a las movilizaciones. La bronca agraria es un dato que, de una u otra manera, está presente, también, en parte de Córdoba, de Buenos Aires y de Entre Ríos.
Pero lo más duro para el gobierno K es el pase de factura del peronismo. Pase de facturasque percibió bien Reutemann cuando afirmó, al filo de las elecciones: “Siempre fui peronista, pero nunca fui kirchnerista”. Es muy duro, porque la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba (donde el PJ de Córdoba rompió con el kirchnerismo y éste quedó sin candidato a gobernador), suman 7,5 millones de votantes: uno de cada 4 del total del país. Por lo que las derrotas de la Capital Federal y Santa Fe, y la ruptura en Córdoba, llevan al kirchnerismo a depender de una muy buena elección en el Gran Buenos Aires, lugar en el que las listas “cristinistas” dejaron un tendal de heridos.
3. La polarización
El Frente Progresista Cívico y Social santafesino impuso a su candidato a gobernador, Bonfatti, ahijado político de Binner, seguido muy de cerca por Del Sel.
El Movimiento Proyecto Sur, que no llevó candidato a gobernador, ganó un diputado, Del Frade, superando el 3% de los votos, y duplicándolos en lugares como Rosario.
De todas las últimas elecciones va quedando en claro que hay dos poderosos aparatos (políticos, económicos y mediáticos) que operan para polarizarlas. Uno de ellos, el kirchnerista, busca polarizar y presidencializar cada comicio. Sus rivales tratan de mantener distintos andariveles, y preparan el terreno para forzar la confluencia en su candidato más votado el 14 de agosto.
El 31/7 es la segunda vuelta de la Capital Federal con el previsible triunfo de Macri, pero tendrá mucha importancia con cuánto voto de rechazo a los dos candidatos. En las elecciones en Córdoba del 7/8, un sector trabaja para el triunfo de De la Sota (PJ no K), y ya pregonan un futuro frente del delasotismo con Reutemann y Obeid (Santa Fe), y Busti (Entre Ríos), y hasta una “mesa de gobernadores” (Clarín, 25/7) que condicione al gobierno K. Otro sector trabaja con el radical derechista Aguad, para fortalecer las chances de la Alianza Alfonsín-De Narváez.
4. Hacia el 14 de agosto
El gobierno K y la derecha opositora al kirchnerismo han trabajado para dividir y sacar del escenario político a las fuerzas populares, y a todas las que no se subordinan a los dictados del bloque dominante en la Argentina. Pero no les resulta fácil: Proyecto Sur tuvo una resultado digno en la Capital Federal, Cristina K y Macri no coronaron en Santa Fe; y en Córdoba deben enfrentar al Frente Cívico de Juez, al que ya tuvieron que robarle, con fraude, las elecciones anteriores.
El PTP y el PCR trabajan por el voto en blanco, nulo y la abstención en la segunda vuelta de la Capital Federal, golpeando a las dos derechas; y apoyan a Luis Juez en Córdoba el 7/8. Y en todo el país, desde Proyecto Sur con su fórmula presencial, Alcira Argumedo y Jorge Cardeli, peleamos por romper la trampa de las internas proscriptivas del 14 de agosto; también para las candidaturas de cada frente provincial y municipal en el que participamos.
Al mismo tiempo, seguimos trabajando por la unidad de todas las fuerzas populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas, que responde a una necesidad de la lucha de las masas hoy, y para la Argentina que se viene.
Las burguesías imperialistas europeas y el FMI impusieron un “salvataje” a Grecia, con un brutal “ajuste” y una pérdida de soberanía de su gobierno, sometido a los mandatos de la Unión Europea y el FMI. Tratan de impedir que Grecia contagie a Portugal, Irlanda, España e Italia. Europa “cambia hacia un equilibrio diferente (…) o terminará en impagos desordenados, crisis bancarias y, tal vez, la ruptura de la unión monetaria”, (Nouriel Roubini, La Nación, 24/7).
Obama negocia contra reloj, tiene muchas dificultades para lograr un acuerdo que le permita subir el endeudamiento sin una liquidación de conquistas que potencie la lucha social y lo lleve a una derrota electoral.
En la Argentina “el viento de cola se mantiene, pero sopla más leve y con mayor intermitencia”, confesó Mario Blejer, un economista de consulta de Cristina K. El Indec debió reconocer que el superávit comercial argentino cayó un 21% en el primer semestre. El gobierno K hace campaña con la plata de los trabajadores depositada en la ANSES, y de las obras sociales, a las que les debe $ 9.000 millones.
Soplan vientos de crisis, y de rebeliones contra las políticas de descargarla sobre los trabajadores y los pueblos. La unidad de las fuerzas populares, patrióticas, democráticas y antiimperialistas es una necesidad, para las grandes luchas de hoy, y para un prolongado período tormentoso que se avecina. Las fuerzas revolucionarias debemos estar preparadas, trabajando hoy para estar en condiciones de actuar en cualquier escenario.