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17 de agosto de 2011

El estallido social de los últimos días en Inglaterra ha corrido el velo de la real situación de las grandes masas, en particular de los jóvenes.

Se vino el estallido inglés

Hoy 1382 / Las masas no quieren pagar el ajuste

Recordemos que el 4 de agosto, la policía británica mató a tiros a Mark Duggan, un hombre negro de 29 años, a punto de casarse con la madre de sus tres hijos. Ante la negativa de la policía a dar información, amigos y familiares marcharon hasta la comisaría de Tottenham dos días después, donde comenzaron los enfrentamientos, saqueos, quema de edificios, etc., que se generalizaron a otros barrios londinenses, y se extendieron por varias ciudades británicas (Birmingham, Manchester, Nottingham, Bristol y Leicester).

Recordemos que el 4 de agosto, la policía británica mató a tiros a Mark Duggan, un hombre negro de 29 años, a punto de casarse con la madre de sus tres hijos. Ante la negativa de la policía a dar información, amigos y familiares marcharon hasta la comisaría de Tottenham dos días después, donde comenzaron los enfrentamientos, saqueos, quema de edificios, etc., que se generalizaron a otros barrios londinenses, y se extendieron por varias ciudades británicas (Birmingham, Manchester, Nottingham, Bristol y Leicester).
El gobierno encabezado por el conservador David Cameron, viene practicando un feroz ajuste en los servicios sociales, sumiendo aún más en la pobreza a vastos sectores de la población. En el caso de los jóvenes, los recortes llegan al 70%, suprimiendo becas de estudio, subsidios a los desocupados, cerrando centros barriales, eliminando la atención sanitaria gratuita, etc.
Este brutal ajuste, sumado al crecimiento de casos de gatillo fácil y de brutalidad policial, son los detonadores de la actual rebelión social inglesa.
Algunos datos ilustran esta situación. Si bien la tasa de desempleo en el Reino Unido es algo superior al 10%, en los jóvenes menores de 25 años los desocupados suman el 21%, y en barrios como Tottenham, esta cifra crece al 25%. Londres es la ciudad con más desigualdad del mundo desarrollado. La décima parte más rica acumula 273 veces más renta que la décima parte más pobre de la población londinense.
La bicicleta se ha transformado en el medio de transporte más usado por los jóvenes, y no por convicción ecológica, sino sencillamente porque no les alcanza el dinero para costear los abonos de transporte.

 

Cameron quiere más represión
Un sector de las clases dominantes, no sólo británicas sino de otros países de Europa, intentan hallar una explicación al estallido en la bronca de los “sectores negros”, identificándolos como “inmigrantes”. Además del obvio tufillo fascista de estas “explicaciones”, ocultan que los negros ingleses son nietos y hasta bisnietos de inmigrantes, y contra ellos es que se descarga el racismo que los priva de trabajo y de estudio (el desempleo en los jóvenes negros de Tottenham llega al 50%), y contra ellos se descarga principalmente la brutalidad policial. Algo similar sucede con los descendientes de pakistaníes e indios.
Pero la demostración de que este estallido no es “étnico”, son las imágenes de los combates de negros y blancos juntos contra las fuerzas represivas, y las propias declaraciones del primer ministro británico, defendiendo su política de recortes y ajuste. Cameron es el vocero de sectores de las clases dominantes que intentan descargar brutalmente el peso de la crisis sobre las espaldas del pueblo inglés. Por eso ha planteado que no retrocederá en su plan de ajuste, y su respuesta al estallido es saturar de policías las calles, y desatar una caza de brujas con más de 1.200 arrestados, de los cuales 500 ya tienen causa judicial. El horror del premier británico se desprende de sus dichos: “La policía enfrentó una situación nueva y única de diferente gente haciendo lo mismo –saqueando– en diferentes lugares al mismo tiempo”, explicó Cameron.
Los laboristas no se quedaron atrás, y uno de sus voceros reclamó que se dejen sin efecto los ajustes… que reducen los efectivos policiales.
Presos del pánico, voceros del gobierno se la agarraron con las redes sociales, planteando incluso la posibilidad de cortar facebook, y pidiendo a los dueños de Blackberry que les provean de las claves para desencriptar los mensajes que se mandan los jóvenes. En un nuevo capítulo de cómo las nuevas generaciones usan estas herramientas de comunicación, el “colaboracionismo” de los dueños de Blackberry se vio frenado ante el anuncio de grupos de hackers, de que bloquearían totalmente a la compañía, si daban sus datos a las fuerzas represivas.
 La gigantesca oleada de masas que ha emergido en Gran Bretaña, no ha hecho más que comenzar. Tiene desde ya puntos de contacto con las rebeliones que se extienden desde el mundo árabe a otros países de Europa, pero obedece fundamentalmente la negativa de grandes masas inglesas a pagar el ajuste. Un sector de la derecha británica trata de llevar estos estallidos hacia salidas fascistoides. Sin embargo, lo que crece son sectores que, en el caldero de la lucha social, van forjando sus herramientas para que esta crisis la paguen los responsables.